martes, 30 de diciembre de 2014

Que Dios nos agarre confesados

Miguel Yilales
@yilales
Hace un año les deseaba a mis lectores “Un venturoso 2015”, en especial porque en Venezuela se vislumbraba un porvenir nada optimista para el 2014.
De haber sabido que predecir el futuro, aunque deseaba equivocarme de plano a plano, era algo tan fácil me hubiese puesto a competir con Hermes, Aisha, Adriana Azzi o Eddy Montilla para adivinarlo, claro trataría de ser un poco más preciso que un supuesto profeta americano que pronostica para el 2015 un panorama conflictivo y de mucho sufrimiento para esta tierra en desgracia, como sí eso no lo supiera hasta el más lerdo, a menos que esté en el poder, que parece los hace sordos y ciegos ante lo que se avecina.
Y es que pronosticar mirando los astros, lanzando los caracoles, leyendo el tabaco o la borra de café no es algo en lo que aspire a incursionar, pero profetizar el futuro de un país conociendo los antecedentes y los indicadores es, como dirían los norteamericanos, a piece of cake, por lo que puedo asegurar que lo que viene es joropo sin alpargatas.

Adivina, adivinador

Sabemos que el próximo año tendremos elecciones parlamentarias y que el oficialismo continuará con el fraude continuado a que nos tiene acostumbrado: el día de las elecciones el CNE emitirá una prórroga, en ese momento saldrá una gente, que los captahuellas no identificarán pero que votarán; nuevamente modificarán los circuitos electorales; habrá peculado de uso en la campaña electoral; nos calaremos la bendita baranda esperando los resultados y seguramente nos volverán a defraudar con algún chanchullo.
En cuanto a la justicia bolivariana nada nuevo que esperar, esta seguirá actuando solo a favor de los miembros del PSUV, ahora más cuando sus magistrados deberán proceder, no como se representa la justicia desde el siglo XV con una venda en los ojos, una balanza y una espada, sino con los ojos abiertos según las instrucciones dadas por el capo de la Asamblea Nacional el día que juramentó a los “magistrados mayoría simple” que ahora integran el máximo tribunal de la nación.
En lo que concierne a la política, esta estará sin timonel y sin rumbo, ya que el propio jefe del ejecutivo decidió delegar esa nimiedad en todos sus ministros, mientras él se dedica a enfrentar la guerra económica, lo cual pareciera una irresponsabilidad mayúscula, no porque no sepa de economía (que no sabe), ni tampoco por que no sea su responsabilidad (que creo desconoce) sino porque esa guerra fue anunciada en noviembre de 2013 y es ahora para el 2015 que se va a dedicar al tema.
Con respecto al discurso este se mostrará más errático, no porque alguna vez haya tenido coherencia sino porque al reactivarse las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, se acabará el discurso majadero y trillado que siempre ha usado la izquierda latinoamericana para encontrar en el vecino del norte las culpas de nuestras incapacidades, como si el despilfarro de más de un millón de millones de dólares, la corrupción, las expropiaciones, la falta de producción o la destrucción de PDVSA hubiese sido ocasionada por el Imperio, a menos que nos vayan a decir ahora que el "huésped de la montaña" era un agente de la CIA, infiltrado para destruir el país y nuestra economía, como lo fueron en un principio Noriega o Husseim.

Sigue la tempestad

Sí de los derechos humanos se trata veremos cómo continuarán las violaciones, que según el rojo poder inmoral (no fue moral su designación), no existen, con lo cual los 3 monitos no actuarán contra estos crímenes porque ellos están ahí para contribuir con un estado chavista, revolucionario y antiimperialista.
La oposición pasará los primeros meses del año dilucidando si se debe escoger a los candidatos a diputados por primarias o por consenso, luego cuanta es la cuota que les corresponde a cada uno de los partidos, para finalmente presentar los mismos nombres de siempre, algunas personas sin experiencia o sin convicciones que se pegarán al mejor postor y que en el peor de los casos saltarán la talanquera o no asistirán a las sesiones, con lo cual escribirá otra página sobre lo que no hay que hacer para sacar a unos autócratas.
Quisiera creer que los venezolanos despertaremos y empezaremos a actuar como ciudadanos, con deberes que importen tanto como los derechos, mientras tanto no me queda más que seguir deseando un venturoso 2015, aunque soplen vientos que anuncien tempestades difíciles capear, y que Dios nos agarre confesados.

Llueve… pero escampa

martes, 23 de diciembre de 2014

Los amateurs que dirigen a Venezuela

Miguel Yilales
@yilales
El arte de la política evoluciona en todas partes del mundo, menos en Venezuela, donde día a día se escribe con una “p” más minúscula. A pesar que en los últimos años todo el mundo se ha convertido en analista político, tan experto en la materia como los managers de tribuna que van a los juegos de beisbol y saben más estrategias que quien dirige al equipo.
Cuando uno es fanático, y en este país se nace fanático de algo porque sí, uno aspira que quien saque a los lanzadores, escoja la alineación o decida las jugadas a ejecutar tenga nociones del juego.
Un equipo juega temporada tras temporada, pero las consecuencias no pasan de ganar o perder juegos, del chalequeo de los amigos y de la rabia de no ver resultados positivos, pero con la esperanza de que en meses se reinicia otra temporada que empieza de cero.
Sí eso es en el deporte, imagínense como debiera ser en la política, en especial porque lo que está en juego es el país y sus habitantes, porque nunca un nuevo período empieza de cero al tener que cargar con los aciertos y desaciertos (en nuestro caso estos pesan más) de los gobiernos anteriores y, finalmente, porque las temporadas en política suelen durar muchos años (más de los que uno quisiera), sin tomar en cuenta que hay quienes se creen eternos y vitalicios en los cargos.

El arte de lograr lo posible

Resulta que cada vez que hay situaciones de apremio, crisis política o una situación económica devastadora para el país, quienes tienen las riendas del poder debieran entender que la “política es el arte de lograr lo posible”, como lo afirmaba Aristóteles, pero agregando la sentencia del escritor Amin Maalouf en que “situaciones sin precedentes requieren soluciones sin precedentes”.
Recientemente el régimen político que dirige los destinos de los venezolanos, luego de haber permitido que los períodos de los poderes púbicos se vencieran o no se renovasen ante faltas absolutas de los titulares o luego de jubilaciones forzosas, y presionados por un lobby internacional de la oposición para que se ajustaran al estado de derecho, decidió que era el momento de renovarlos.
Desde que iniciaron el proceso, comenzaron los vericuetos legales. Se convocó a la sociedad para que participara pero verificando sus orientaciones políticas, se chantajeó a la oposición con el manido cuento de que sí no participaban era por falta de talante democrático y se vendió la imagen de que dentro de la Constitución todo, fuera de ella nada.
Pero al llegar al momento de la renovación de autoridades resultó todo un fiasco constitucional. El poder moral, que por su inmoral proceso de selección debiera cambiar de nombre, fue seleccionado por mayoría simple y no la calificada que exige la constitución.
Lo curioso e insólito, aunque en la cueva de Alí Babá todos saben cómo actuar, fue la sentencia del máximo tribunal del país avalando esta designación antes de que ocurriera la discusión.
A través de una solicitud de interpretación constitucional intentada por el general de división (hasta ese día teniente-capitán, pero ascendido según la página web del TSJ) que preside el parlamento, admitida, declarada su competencia y resuelta el mismo día de la sesión en el parlamento, sin necesidad de que hubiese un ponente (supongo que una suerte de complicidad compartida), decidió que todas las satrapías que decidiera una mayoría simple era constitucional.

Engaños, estafas y fraudes constitucionales

Con lo cual quedaron varias cosas claras: el capitán, que era teniente, es ahora general; que en la constitución entra todo lo que ellos quieran meter y que la oposición nuevamente sacó 20 en la boleta de buena conducta para demostrarle al mundo el talante antidemocrático de este régimen, pero 01 en los resultados.
Es por esto que decidieron que fuese el TSJ quien ratifique a las rectoras del CNE, renovándoles el período, y designar a los magistrados con mayoría simple, todo un juego de engaños, estafas y fraudes constitucionales a que nos tienen acostumbrados.
En el momento en que era necesario el consenso para lograr los votos para la designación de las autoridades, al régimen le dio por patear la mesa como hacía Chávez, sin entender que los tiempos políticos y económicos han cambiado.
Lo único que no cambia es la actitud de quienes hoy detentan el poder: berrean, amenazan, desentonan y patean la mesa, y eso es lo malo de tener a unos amateurs como mánager, que pierden así crean que están ganando.

Llueve… pero escampa

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Con mi visa no te metas

Miguel Yilales
@yilales
Hace algunos años un grupo de venezolanos iniciaron una protesta ante lo que era un abuso por parte del gobierno de turno. Para ello no se alzaron en armas, ni atentaron contra el Estado de Derecho, sino que agarraron unas pancartas y protestaron.
Corría el año 2001, que por la cantidad de acontecimientos que ocurren en este país pareciera que fue, como dicen los cuentos de hadas, hace mucho, mucho, mucho tiempo atrás, cuando escuchaba “con mis hijos no te metas”, en señal de protesta contra el decreto 1.011, que permitía al gobierno intervenir en el sistema educativo hasta convertirlo en un proceso de adoctrinamiento de niños y adolescentes.
La gente salió a la calle y empezó a protestar. Recuerdo que en esos días, en uno de esos actos en La Carlota, el presidente de entonces, rodeado de militares, se molestó porque el bullicio de ollas y cacerolas tronaban cuando él, en un acto de soberanía económica, política y de justicia social, vendía los aviones de PDVSA, porque a partir de allí se acabaría la costumbre de los gobiernos burgueses de la IV República de las colas en los aviones de la estatal petrolera, claro está él no tenía el poder premonitorio para saber que 13 años después los aventones aéreos continuarían, pero ya transmutados en socialistas.

La injerencia imperialista

Es que viajar a Brasil, La Habana o Westonzuela, ese enclave que se ha convertido en inversión boliburgues, tienen que ser considerados rutas socialistas, en especial luego de que nos hayan involucrado en una guerra económica internacional que ha limitado el número de vuelos desde y hacia Venezuela, no porque quienes gobiernan sean unas maulas, sino porque el interés imperial así lo ha establecido.
Un régimen que muestra los mejores índices de abastecimiento, inversión social, disminución de la pobreza, transparencia en el manejo de lo público y pare usted de contar, trata de ser desestabilizado por la envidia que producimos en países como Dinamarca, Suecia, Canadá, Suiza, Reino Unido, Chile, Uruguay y, por supuesto, los Estados Unidos de América.
Este último país luego de intentar invadirnos por diversos mecanismos, de enviar a Álvaro Uribe Vélez y a sus cachorros pitiyanquis venezolanos a fraguar procesos de desestabilización y fracasar, y en un acto de clara injerencia a la soberanía chavista, sancionó a unos funcionarios del régimen por violar los Derechos Humanos, como sí eso de tener estudiantes presos sin proceso, asesinar a ciudadanos por protestar, tener colectivos armados como los usados por Adolfo Hitler, emplear a las Fuerzas Armadas para funciones que no les son propias, torturar y violar, fuese algo tan grave.
Pero sus planes han sido develados por esa suerte de mezcla entre el Mossad, el MI-6, la CIA, el FBI, el G-2 cubano y hasta la extinta KGB, como lo es el sistema de inteligencia bolivariano, único en el mundo que descubre atentados, capturan armas, encuentra planes, pero no captura a nadie.

Yanquis go home

Por eso es que el día en que se conmemoraban dos de las tragedias más grandes que ha vivido Venezuela en este siglo, la aprobación de la constitución bolivariana (ultrajada de manera reiterada por quienes gobiernan) y el deslave de 1999 en Vargas, el régimen salió en defensa de la soberanía nacional y convocó una multitudinaria marcha (de autobuses venidos de todos los rincones del país, porque la gente no se vio) para rechazar las agresiones norteamericanas.
Discursos encendidos contra los norteamericanos, mezclados con frases nunca antes dichas como “yanquis go home”, estaban a la disposición durante todo el día para ser rematado con un juramento de Nicolás Maduro, con espada y todo, de luchar junto a ese valeroso, eficiente, entrenado y socialista cuerpo armado que son las milicias, hasta derrotar los valores del capitalismo que representa Mickey Mouse.
Sino fuese porque uno ha visto la cara de angustia que ponen cuando van a tramitar la visa a la Embajada de los Estados Unidos, las horas que pasan para reunir los papeles y practicar las preguntas que le puedan hacer y la cara de alegría cuando se las aprueban porque al fin podrán visitar Miami, Nueva York o las Vegas, de seguro que todos los jerarcas y seguidores del régimen saldrían a quemar sus visas en las plazas Bolívar del país en señal de protesta, como propusiera la combatiente y ministra Iris Varela, aunque en realidad lo que desean es berrear a moco suelto “con mi visa no te metas”.

Llueve… pero escampa

jueves, 11 de diciembre de 2014

Venezuela está rodeada por delincuentes

Miguel Yilales
@yilales
Durante mucho tiempo se ha dicho que el país está en crisis, que no hay reserva moral y que estamos predestinados al fracaso. Siempre he diferido de eso, pero a veces creo que las cosas han cambiado y los otros tienen razón.
A diario se descubren nuevas formas de asaltar el erario público, los chanchullos están a la vuelta de la esquina, todo el mundo quiere meter mano porque “sí alguien se lo va a llevar, me lo llevo yo” parecieran decir nuestros honestos funcionarios.
De ahí salen las empresas de maletín que proyectan, licitan, ganan la buena pro de las obras y no las ejecutan; los que dicen que importan bienes, presentan solicitudes de dólares pero los productos nunca llegan y están los que simplemente le meten la mano en el bolsillo a tirios y troyanos para quedarse con lo que puedan.
Tan es así que las corruptelas están a la vuelta de la esquina: colitas en aviones, ventas de electrodomésticos chinos, expropiaciones a socios que se habían hecho millonarios con tratos preferenciales y luego negociados bajo cuerda, simples empleados que terminan convertidos en fructíferos empresarios luego de ser testaferros de generales, gobernadores, alcaldes y pare usted de contar.

No estaban muertos, estaban de parranda

Recientemente el ministerio de educación decidió que no era necesario presentar la fe de vida para demostrar que se estaba vivo, a las personas de la tercera edad las pusieron a cobrar por cajero electrónico para facilitarles la vida y hasta crearon un ministerio de la simplificación de trámites que hasta el momento no ha simplificado nada.
Resulta que el instituto de previsión social castrense, el IPSFA, decidió que en su nómina había muchos pensionados y nada más sano y legal que llamar a todos los viejitos a que dieran fe de que la Parca no se los había llevado, lo cual es extraño en quienes dicen que el que se murió sigue vivo.
Esperar que en una sociedad moderna, en medio de tantos avances tecnológicos, se cruzara la data por ejemplo con el sistema bancario (que de paso ellos tienen uno que va tras los pasos del Industrial) es mucho pedir, y no aspiro que lo hiciesen con la del CNE porque sabemos que hay muertos que viven, luchan y votan en cada proceso electoral.
El problema hasta aquí es de simples trámites administrativos, pero ahora el cuento es distinto. El presidente de ese instituto, un ejemplar militante de la cleptocracia que nos gobierna, decidió que quien no demostrase estar vivo le fuese suspendido el pago, una decisión extrañamente capitalista en un personaje que alega que su sangre es roja no porque tenga hematíes sino porque le corre el socialismo por las venas.
Pero la crisis se acentúa cuando los difuntos resucitan, es decir como decía la guaracha del maestro Billo, que no estaban muertos, sino de parranda y no son eficientes para reanudar el pago. Y vienen entonces las suspicacias de preguntar como en la campaña que llevó a la presidencia de la república al llanero (no me refiero al barinés sino a Luis Herrera Campíns): ¿Dónde están los reales?

Un deterioro moral que afecta a toda la sociedad

Es que el quebranto púdico con el que se acusa a diario al estamento político, lamentablemente también ha destruido a los militares y me refiero en lo particular a ellos porque hay quienes ven en sus integrantes una especie de revoltijo entre Leonidas, Escipión, Napoleón, Patton y, por supuesto, Bolívar, listos a salvar la humanidad y rescatar la democracia venezolana.
Resulta que unas fuerzas armadas no existen para poner o quitar gobiernos sino para defender a un país de sus enemigos, pero en Venezuela durante mucho tiempo se han inmiscuido en otros asuntos que no les son propios, quizás porque la constitución, en esos vericuetos legales, le da funciones para garantizar el orden interno (que para algunos es una carta blanca para cometer tropelías y para otros una patente de tutelaje constitucional) y una supuesta participación activa en el desarrollo (un paraguas en el que caben todo).
Pareciera, como escribió un amigo tuitero, que de forjar libertades pasaron a ser cuna de la revolución, lo cual es una aberración, y en el camino dejaron de atender la soberanía y la rectitud en el buen proceder, para luego perder la batalla contra la dignidad y quedarse con las cualidades de un felón.
Ellos no son el país y todos no somos delincuentes, pero como nos cuesta conseguir honestidad y probidad en el manejo de lo público.

Llueve… pero escampa

jueves, 4 de diciembre de 2014

El cuento del gallo pelón

Miguel Yilales
@yilales
Cuando estudiaba, aun no he dejado de hacerlo, el alfabeto tenía 29 letras, ya que se incluían los dígrafos ch y ll como letras. Luego las cosas cambiaron y pasamos a tener sólo 27 letras.
Les reseño esto porque hace muchos años nació un genio cuyo apellido comenzaba con la letra “C”, aunque antes de 2010 decíamos que era con “Ch” (no se les ocurra pensar que voy a escribir del Tribilín de Sabaneta).
Hacia 1939, mucho antes de que nacieran la mayoría de los responsables de este desastre que nos gobierna, el indiscutible e inigualable Charlie Chaplin, a escasos meses de iniciada la II Guerra Mundial, creó una obra maestra en la que parodiaba lo que estaba por ocurrir.
En la película “El Gran Dictador” aparecen dos personajes: un regordete militar, de escasa cabellera, bocón, que le encantaba gesticular y amenazar y un dictador con bigotes, de escasas ideas, de pocos modales y fanfarrón (aunque por la descripción un lector distraído pudiesen creer que salieron de esta revolución bonita, pero no es así): Astolfo Hynkel y su par italiano Benzino Napaloni.

A jugar lotería

En esta sátira, Chaplin quien vio lo que iba a ocurrir mucho antes que Petain y Chamberlain, criticaba agriamente las acciones como la represión contra la disidencia, la persecución al que pensara distinto y la limitación a la libertad de expresión, de no ser porque eso ocurría en el ficticio país de Tomania, nadie se imaginaba que eso iba a ocurrir en la Alemania de los años siguientes y mucho menos en la Venezuela de hoy.
Acontece que en estos meses hemos visto a nuestro tropical Hinkel y su camarada parlamentario Napaloni, desesperados porque luego de clamar por el ataque imperial que les permitiera demostrar la garra antiimperialista de unos muy veteranos y obesos milicianos, la única conflagración que llegó fue la del “precio justo” de lo único que producimos.
De nada sirvieron las máximas del führer bolivariano que indicaban que tendríamos “petróleo para mil años y debíamos compartirlo con los más pobres, a precio preferenciales y a largo plazo”.
Resulta que dilapidamos ingentes fortunas, como quien se gana la lotería, empieza a hacer fiestas para celebrar y ayuda a sus vecinos para que salgan adelante, para luego percatarse que quedó más pobre de lo que era antes. Nos peleamos con el que pagaba a tiempo y alcahueteamos a los camaradas de parranda, ahora que necesitamos que paguen, tenemos que recurrir a prestamistas para que asuman la deuda.

Persecuciones y atropellos

Ante tanto fracaso y luego de perder por puntos y nocaut con la economía, la diplomacia, la cultura, la educación, la inseguridad y el desabastecimiento, pusieron en práctica la estrategia de la distracción política y judicial, como tantas otras veces.
Para ello ordenaron al independiente, pulcro y eficaz Ministerio Público que imputara al ser más malvado de la política venezolana por atentar contra la estabilidad nacional, no porque fuese responsable del envenenamiento de los 40 reos en Uribana, ni porque hubiese entregado la soberanía nacional a Guyana, ni mucho menos por haber cambiado el petróleo por espejitos chinos sino por exigir la renuncia de los responsables de este desastre, acción tan democrática como las elecciones y tan constitucional como la protesta.
Los regímenes totalitarios, del signo que sea, siempre les da por perseguir a los que piensen distinto, así lo hicieron los nazistas, los franquistas, los maoístas, los pinochetistas, los castristas y, no se podían quedar atrás, los chavistas. Este año se inició con la cárcel a Leopoldo López, luego la destitución y prisión a alcaldes opositores y ahora la imputación a María Corina Machado.
Mientras el mundo clama porque cese el acoso político en Venezuela, el régimen responde “que si quieren que les cuente el cuento del gallo pelón”; cuando se pide que se respeten los derechos humanos, la revolución contesta “que si quieren que les cuente el cuento del gallo pelón”; si alguien alza la voz pidiendo responsables por la inseguridad, las muertes en las cárceles, el desabastecimiento, en cadena nacional dicen “que si quieren que les cuente el cuento del gallo pelón”; si se desea libertad para los presos políticos, que cesen las torturas o haya independencia en los poderes públicos, las focas rojas cantan a coro “que si quieren que les cuente el cuento del gallo pelón”… hasta que los venezolanos seamos los que les contemos a ellos el “cuento del gallo pelón”.

Llueve… pero escampa

jueves, 27 de noviembre de 2014

Nos jugaron kikiriwiki

Miguel Yilales
@yiales
Siempre he creído en los procesos democráticos. Desde que estaba en mis años mozos, participaba en los procesos electorales que hacían en el liceo, donde llegué a ser representante a través del centro de estudiantes, en especial en una época en que ser parte de ese cuerpo, y estar en el área de influencia de la universidad primigenia del país (mi liceo está a escasas cuadras de la UCV, en la misma urbanización donde dicen que nació el que no tiene partida de nacimiento) significaba tirar piedras.
Resulta que se participaba, nos sometíamos al proceso de votación y, terminado el mismo, al escrutinio. Las papeletas eran contadas manualmente, voto a voto: unos salían para una plancha, otros para la otra, estaban los que votaban nulos y los que votaban blanco (que no tenía que ver con el otrora partido del Pan, Tierra y Trabajo), para luego determinar a cuantos no les interesaba el proceso, es decir los abstencionistas, que por cierto en esa época eran insignificantes.
En esos procesos teníamos una comisión electoral honesta, que no era parte del proceso sino garante de que la gente votara, que se cumplieran las reglas de convivencia electoral, que nadie destruyera propaganda electoral, que no votara quien no fuese alumno del liceo, garantizaban que las urnas electorales fuesen resguardadas y velaban porque no se emitieran más votos de los que eran. Es decir cumplían sus funciones y nos hacían confiar en el proceso.

Algo huele mal en Dinamarca

Todo esto viene a cuento porque después de muchos años por primera vez parecía que se iba a renovar el Poder Electoral, de acuerdo a lo que dice la constitución, es decir, con personas no vinculadas con los partidos políticos, postulados por la sociedad civil, las universidades y el Poder Ciudadano, para así tener un árbitro electoral ecuánime, equitativo y justo.
Se suponía que las cosas iban bien. El régimen cedió y aceptó que se estructurara el comité de postulaciones para designar a 3 de los 5 miembros del Consejo Nacional Electoral, pero todo no fue color de rosas.
William Shakespeare acuñó en una de sus tragedias, una frase que en política es usada cuando las cosas están mal. Resulta que antes de que Hamlet recibiera la visita del fantasma de su padre y rey de Dinamarca, a contarle sobre su asesinato, la usurpación del trono y de la relación incestuosa de su madre, un centinela dijo “algo huele mal en Dinamarca”.
Desde aquel episodio shakesperiano, en la vida política se usa esa frase para indicar cuando las cosas no marchan bien en un país por corruptelas y en eso nosotros no tenemos parangón.
Sucede que al momento de designar al comité de postulaciones comenzó el tufillo. Se designó un cuerpo que mayoritariamente simpatizaba con el gobierno. Luego las decisiones que debían tomarse por mayoría calificada, un procedimiento para que haya consenso, decidieron hacerlo por mayoría simple, con lo cual habría algunos convidados de piedra.

Y nos dejaron la baranda

Pero la renovación del órgano electoral era necesaria y había que apostar por ella, luego que en el actual período los rectores han sido denunciados por no rendir cuentas, por favorecer el ventajismo, por desestimar a priori los reclamos de la oposición, por modificar los circuitos electorales para favorecer al oficialismo, por incumplir reiteradamente lo que dice la ley, por permitir el peculado de uso en las elecciones y por cambiar los cronogramas electorales para favorecer a un sector.
Como olía mal, y no precisamente en Dinamarca, pero podía ser peor, resulta que dos de las copartícipes en todas esas irregularidades, decidieron limpiar su nombre de la percepción que tenemos la mayoría de los venezolanos, y se postularon para repetir en el Consejo, porque ahora van a actuar como un magallanero o un caraquista de umpire en una final entre Navegantes y Leones.
Cabe preguntarse ¿Qué les ofrecieron? Esa la saben ellas ¿Por qué llegamos a desconfiar de ellas? Esa la sabemos nosotros ¿Cuál va a ser su actuación futura? Esa la sabemos todos.
En la oposición las propuestas pasan por la vía electoral para cambiar la Constitución o para cambiar todo desde el parlamento y en el gobierno necesitan que la baranda del CNE, protagonista de la actual gestión, siga generando angustias antes de cada anuncio entre gallos y medianoche. Lo lamentable es que se va a remozar al CNE para hacerlo más confiable y parece que nos juegan, como se decía antes, kikiriwiki.

Llueve… pero escampa

jueves, 20 de noviembre de 2014

Venezuela… no está tan chévere

Miguel Yilales
@yilales
Definitivamente no vivo en Venezuela. He tratado de buscar cuál es el país donde me encuentro. A veces creo que unos extraterrestres marcianos, digo por lo del planeta rojo, deben habernos abducido con fines ocultos y no nos dimos cuenta.
Esto viene a cuento porque próximamente será inaugurada una feria para promocionar al país como destino turístico, lo cual me parece fantástico, porque creo en ese sector como fuente de ingresos distinta al excremento del Diablo.
El problema es que junto a la exposición ferial empezaron a difundir un video en el que aparece una promotora (espero que el teniente, capitán, diputado, presidente, animador y padre de la criatura no se ofenda por llamarla así, pero es indiscutible que su trabajo es como el de esas lindas jóvenes que lo convencen a uno en restaurantes y locales, con vestidos muy cortos, para que gaste lo que no se puede).
Resulta que el video musical que les comento, irreversiblemente es de aquí, pero no para los de aquí.
Conozco la mayoría de los parajes y locaciones usados en el video descabellado que promociona al país y me parecen maravillosos. Lo que creo irreal es que la tropa bolivariana y menos la apátrida oposición pitiyanqui pueda recorrerlos o por lo menos visitarlos.

Turismo pa’ musiú

Ir a Los Roques, Canaima y para remate a ese paraíso que es El Furrial, no lo digo en sentido despectivo sino que por ser el lugar de nacimiento de padre de la artista debe estar cercano al Olimpo, es oneroso para cualquier mortal que gane y gaste en bolívares.
Fíjense que solo con ir a uno de los destinos como Los Roques, a pasarla como la una, es decir, sin acompañante, sin comida, sin bebidas, entre pasajes y jugueticos: paseo en helicóptero, alquiler de kitesurf (para deslizarse en el agua empujado por una cometa de tracción, un deporte que practican a diario los venezolanos) y de flyboard (un jet propulsado por un chorro de agua que se compra en mi casa bien equipada y que muchos lo llevan cuando bajan a La Guaira) y lentes para el sol RayBan Aviator, un profesor universitario tendría que trabajar 24 meses continuos sin esos gastos superfluos de comer, beber, vestirse, lavar, planchar o salir a la esquina.
En el otro destino, Canaima, la cosa pintaría igual. Porque lo que no se gasta en flyboard y kytesurf se va en los 3 días con excursiones en ese paradisíaco parque nacional. Un obrero de los que ganan el sueldo mínimo más alto de Latinoamérica tendría que ahorrar en su cochinito (no me imagino el tamaño de ese receptáculo) por lo menos durante 4 años todo, todito, todo su salario, incluyendo el bono de alimentación para darse ese gusto burgués.
Claro está, siempre saldrá alguien con una explicación, que si el video es para promocionar a país afuera como el destino chévere del Caribe y no para el turismo interno y es por eso que salen todas esas banderas de los países del Alba, Mercosur, Centroamérica y el Caribe para que traigan los dólares, los cambien al mercado paralelo y les salgan unas vacaciones cheverísimas.

Luz en la calle, oscuridad en la casa

Lo que no promociona este video es que usted, amigo visitante, puede permanecer hasta 8 horas esperando un vuelo que nunca saldrá a tiempo, que le tocará esperar en el aeropuerto sin que nadie le dé una respuesta o le resarza los inconvenientes, que si pierde la conexión le tocará pedirle a María, y no precisamente la que está en Nueva York, para ver quien lo ayuda.
Por otra parte le recomiendo solicitar (no se preocupe por la inseguridad que ya un diputado con experiencia policial solucionó eso) llegar en la noche para que así vea el hermoso nacimiento viviente que es Caracas con sus lucecitas encendidas, que disimulan el cinturón de miseria que la rodea, por cierto muy disminuido desde que la Misión Vivienda empezó a entregar apartamentos y los ranchos quedaron abandonados.
El problema no es que Venezuela no sea un país para querer, tenga parajes hermosos o su gente sea maravillosa, el asunto es que la realidad es diferente a lo que se pretende mostrar, a menos que usted sea millonario o esté enchufado en este bochinche que es la revolución bonita.
Aquí sigue campante la violencia, la inseguridad, la impunidad, la miseria, las pandemias y la inflación, mientras a algunos solo les importa promocionar a sus herederos, a los demás nos toca sufrir y padecer, ahora pagando más impuestos, para que estos virtuosos de la honradez hagan sus millonarios y chéveres negocios.

Llueve… pero escampa

jueves, 6 de noviembre de 2014

Bienvenidos a la Isla de la Fantasía

Miguel Yilales
@yilales
En esta oportunidad quisiera hablar de una isla en que los sueños se hacen realidad. Por supuesto que no me referiré a un país insular del Caribe, asentado en el mar de las Antillas, cuya forma de gobierno es el fracasado socialismo.
En la de mi cuento los turistas de cualquier origen social podían vivir sus fantasías y hacerlas realidad, en cambio en la caribeña la gente prefiere lanzarse al charco en rudimentarias y artesanales embarcaciones en búsqueda de la libertad.
Hacia 1978, cuando en la Venezuela saudita no apreciábamos lo que teníamos, supimos a través del enigmático anfitrión de una isla misteriosa del Océano Pacífico, que la gente podía cumplir sus fantasías.
De verdad que me imagino a un venezolano de esa época, montándose en un hidroavión para viajar hasta el Pacífico y al salir de la aeronave escuchar al anfitrión diciéndole a su ayudante la naturaleza de la fantasía: “este militar venezolano quiere viajar al futuro en el país más prospero de América y convertirlo en un paraíso de pedigüeños, donde nadie trabaje y se premie la vagancia. Para eso está dispuesto a derrochar el oro negro y endeudar al país a montos inimaginables. Y quiere que tú estés al frente del Parlamento y que yo sea su ministro y, eventualmente, su sucesor”.
A continuación, Roarke le dio la bienvenida, al levantar su copa y decir: "Mi estimado Tribilín, yo soy el Sr. Roarke, tu anfitrión. Bienvenido a la Isla de la Fantasía".

Jefe, jefe… el avión, el avión

Ahora se el porqué en la actualidad a nuestro Tatoo, le ha dado por encaramarse en tarimas, campanarios, escenarios y para usted de contar, a decirle a Roarke “jefe, jefe… el avión, el avión”, palabra que puede ser sustituida por los cauchos, el aceite o la comida, con tal de no sufrir el mismo destino del ministro de seguridad de la isla, que fue cesanteado porque la fantasía de un escudero de la revolución se escapó de control.
Esa es la única manera de entender como luego de destruir todo el aparato productivo, generar la inflación más alta del mundo, dilapidar miles de millones de ingresos petroleros, con anaqueles vacíos y muchas penurias para conseguir la cesta básica, la gente ande feliz como una lombriz.
Además de que otra forma, que no fuese por la capacidad del encantador de serpiente que lo precedió o de lo sobrenatural de sus aparentes poderes habilitantes, podrían este señor Roarke y su menudo amigo Tatoo, gobernar en medio de los micro Estados espurios que hacen vida en el país (confieso que la clasificación es de Werner Corrales): primeramente el de los colectivos quienes ejercen el control de la seguridad en barrios y control político en la ciudad; el de los pranes, amos y señores de los penales venezolanos, quienes en connivencia con las fuerzas públicas intervienen en secuestros, tráfico de drogas y bailantas, ahora justificadas, según el Sonero del Mundo, porque contrato es contrato; el cártel de los soles, esa ilegítima alianza entre las bandas internacionales de la droga y armas con generales, que tumba aviones sin víctimas y les meten toneladas de drogas sin que las detecten y finalmente la banda de ministros que tienen adscritas en sus despachos, esposas, hijas, niñeras, sin importarles el nepotismo o que se guarden las formas.

Nada de isla, nada de fantasía

Si esto no es lo más parecido a una isla (y no de la fantasía) no se que puede ser: con control de dólares para los viajeros, líneas aéreas obligadas a vender boletos a bolívares, so pena de ser cerradas, clausuradas y hasta expulsadas, con enfermedades tropicales erradicadas del mundo como la malaria y el dengue y con un hospital de campaña contra el ébola en el aeropuerto de La Carlota, con la particularidad de que esta terminal no es internacional, a menos que sea para uso de PDVSA Airlines y sus revolucionarios viajeros.
Lamentablemente nuestros criollos Roarke y Tatoo, a diferencia de los personajes que interpretaban Ricardo Montalbán y Hervé Villechaize, no hacen el bien y solo aspiran permanecer en el poder así arruinen al país, es que ellos pueden administrar el desierto del Sahara y gobernar los 7 mares y de seguro en meses escasea la arena y se secan las playas.
En Venezuela Gómez tuvo la isla del Burro y Pérez Jiménez uso a Guasina para detener a los presos políticos, no permitamos que conviertan a todo el país en una isla: aislada, saqueada por sanguijuelas y con todos presos a la espera de la próxima balsa.

Llueve… pero escampa

miércoles, 29 de octubre de 2014

De Nanny a Pranny

Miguel Yilales
@yilales
Recuerdo que en mi infancia, mis padres siempre tenían una muchacha que los ayudaba, luego esa costumbre fue desapareciendo, bien porque las condiciones económicas cambiaron o porque habíamos crecido. Nunca la llamamos servicio, mucama o niñera porque en esa época, ellas eran parte de la familia.
En las entrevistas de empleo nunca les preguntaron ¿Manejo de armas de fuego y armas blancas? ¿Experiencia adoctrinando niños? ¿Dispuesta a obedecer sin preguntar?
En mi memoria aún está fresco que mi vecina, una ocumareña a quien quise como una tía, vivía con su nana, una hermosa negra (ni se me ocurriría decirle afrodescendiente), jovial, respetuosa, cariñosa, caraquista y quien me preparaba 9 arepas cada vez que blanqueban a mi equipo. Me hizo reír, llorar y bailar pero nunca necesitó o usó arma alguna para que la respetase.
Todo esto viene a cuento porque resulta que una revolucionaria empleada de un ministro socialista, protector de Miranda y que muchos recuerdan por el uso de la capucha cuando era universitario, la capturaron en un aeropuerto brasileño por llevar un arma en su equipaje.

Más fiel que Rintintin

En las primeras de cambio, muchos conjeturamos que el arma encontrada a la infortunada nodriza era parte de los mecanismos de persuasión que empleaba con los ministeriales niños, todo acorde con los nuevos manuales de psicología infantil, revolucionaria, socialista y chavista.
Y de no ser eso de seguro tiene que ver con el proceso de formación temprana de los defensores de la Revolución, porque no cabe la menor duda de que en algún momento deben iniciarse, pistola en mano, los que saldrán a combatir la invasión yanqui.
Lo que sorprende es que según la versión de la niñera su misión era llevar el maletín porque la mandó su jefe, con lo cual pudo haber transportado drogas, dólares, explosivos u otros elementos que se encontrasen escondidos en la maleta y terminar siendo la mula, sin ánimo de ofenderla, del ministro.
Uno no termina de entender qué hace un revolucionario ministro, no con una niñera para sus infantes, ya que a pesar de parecer un lujo burgués puede ser su cuota de contribución a la disminución del desempleo, sino con armas (de ser suya) como alegaron.
De verdad imaginaba que todos estos pacifistas revolucionarios habían cumplido con el “Plan Desarme” propuesto por el ministro justiciero (no porque pertenezca a la tolda amarilla) quien garantizaría la seguridad de todos los venezolanos con cuerpos policiales entrenados y respetuosos de los derechos humanos, luego que todos entregaran las armas.
Sin embargo hay que reconocerle al desencapuchado ministro que sí bien es cierto tener una niñera no es muy revolucionario, no sea un Caballo de Troya uribista, apátrida y pitiyanqui como el que le metieron a un diputado en su círculo íntimo (de seguridad por supuesto), él pudiese estar optimizando los recursos, al crear un nuevo oficio: la niñera-escolta.

En la IV y en la V

A principios del siglo pasado el que dirigía los destinos del Venezuela como si fuese su hacienda particular, en un acto de gobierno, inauguró la aviación civil y militar en Venezuela, años después el otro que vio al país como su patio trasero, en un acto de demagogia, salió de los aviones de PDVSA por ser un foco de corrupción que venía de la IV República, con lo cual no quiero insinuar que no hayamos salido de la IV o que la V sea más de la misma miasma.
Ahora que la estatal petrolera es roja, rojita y el trabajo comunal y transformacional del país se lo encargaron al cesanteado de Cancillería, de seguro que el uso de los aviones oficiales para trasladar a una niñera no es peculado de uso, sino un interés superior del Estado.
Hace algunos años la única niñera que veíamos por ahí, salía en televisión. Fran Fine una encantadora y simpática residente de Queens, que por accidente se convirtió en la niñera de tres niños de un productor de Broadway, Maxwell Sheffield, con quien termina casada.
Sabemos que el ministro no produce nada (por supuesto que me refiero a espectáculos en Broadway, a menos que sea una especie de Andrew Lloyd Webber revolucionario y trabaje en el montaje de Rats en lugar de Cats), no es de la clase alta neoyorquina (aunque le ha dado por los gustos de la 5th Avenue) y menos insinuamos que vaya a terminar casado con la niñera, aunque no se sabe que puede pasar en este “sitcom” revolucionario, en que la Nanny termine convertida en una Pran-ny de una cárcel brasileña.

Llueve… pero escampa

jueves, 23 de octubre de 2014

El gran chismoso de la revolución

Miguel Yilales
@yilales
Al tratar sobre el bien y el mal que nos rodea, nos encontramos con personajes detestables, infames y malévolos. En algunos casos los reconocemos como parte de los ignominiosos, son su complemento.
No podríamos imaginar la película Aladdín sin el traicionero, intrigante, envidioso y cruel cómplice de Jafar: el loro Iago; a Maléfica encontrando a Aurora sin la ayuda de su fiel y amado cuervo Diablo, a Cruela de Vil ayudada por los ineptos Horacio y Gaspar o a Lucifer acosando a los inofensivos ratones que ayudaban a Cenicienta. Si bien no eran los maléficos principales, la trama no hubiese sido posible sin su concurso.
Es como en nuestra política cotidiana, donde los villanos principales han estado rodeados de personajes siniestros capaces de todo con tal de disfrutar las mieles del poder. Movidos sibilinamente para intrigar, mentir, engañar y chismear son unos reptiles equiparables con aquel que convenció a Eva para que comiera el fruto prohibido y de paso embaucara a Adán.
Y aunque sabemos que estos males no son exclusivos de esta época, preocupa que no hayamos aprendido en el tiempo y que nuestra sociedad y sus instituciones estén cimentadas en antivalores, exacerbados por quienes autoproclamados salvadores, terminan perforando el casco del navío para ver qué pasa y cuando se hunda abandonarlo como lo hacen las ratas.

Nunca investigó, solo denunció

Decía Kapuschinski que había profesiones para las que, normalmente, se iba a la universidad, se obtenía un título y ahí se acaba el estudio, para luego administrar lo aprendido durante el resto de la vida, pero que en el periodismo la actualización y el estudio constantes era una conditio sine qua non, ya que el trabajo consistía en investigar.
Pero en Venezuela hay algunas individualidades que han desvirtuado la noble labor del ejercicio del periodismo, y creen que se basa en la intriga y el chisme.
Pero la culpa no es del ciego sino de quien le da el garrote y en nuestro caso son los ciudadanos los que contribuyen a que personajes infames tengan el poder y la preponderancia que no se merecen.
El profesor Hugo Grossio siempre expresaba que los venezolanos teníamos una corta memoria política y esa aseveración nunca ha dejado de ser cierta, por lo que hay que recordar el pasado.
Durante la década de los 70 se presentó en Venezuela un gran escándalo de corrupción. El gobierno de turno adquirió con sobreprecio un buque refrigerante y había decidido regalarle a un país sin salida al mar otro buque (hay quienes creen que era el mismo barco, pero no es así), algo así como sí ahora el gobierno comprase plantas eléctricas, aviones o carros y decidiese enviarlos al mismo país sin salida al mar o una isla caribeña.
Cuando en el país había un parlamento capaz de investigar, se genero un debate político sobre sí se debía enjuiciar y llevar a la cárcel al presidente. Se trataba de determinar su responsabilidad política y administrativa y en el momento crucial apareció un personaje con el voto salvador.
En la época se especulaba cuanto había costado ese voto o que favores pagaba, lo cierto es que el personaje de marras hoy se comporta, entendiendo “un hoy” que tiene 16 años, como sí nunca hubiera formado parte del statu quo venezolano.

Un fin: su beneficio particular

Este personajillo (porque nunca fue, es o será un personaje), pontificaba, y aun lo hace, sobre lo humano y lo divino. Sí le tocaba ser candidato se disfrazaba de José Gregorio Hernández; sí se transmutaba en denunciante era un ventilador que llenaba de detritus sin importar nada, ni nadie; sí le tocaba perseguir a los corruptos que cayeran todos, menos los que contrataron a su chilena esposa (él era ministro de la Defensa) para que, con recursos del Estado, instalara esculturas en las instalaciones militares.
Luego de haber sido vicepresidente, ministro de defensa y canciller cree que es una voz imparcial para acusar a inocentes sin presentar pruebas. Experto en intrigar y en chismear nunca se hizo responsable por lo que decía. Siempre actuó con inteligencia, astucia y de forma oculta para conseguir un determinado fin: su beneficio particular.
Sí fuésemos un país serio, que no lo somos, este señor estaría en pantuflas cuidando a sus nietos, nadie le creería ni el Padre Nuestro de rodillas, sus cuentos no tendrían credibilidad y todos sabríamos que de sus columnas marcianas o de su bodrio televisivo solo salen chismes e intrigas revolucionarias.

Llueve… pero escampa

jueves, 16 de octubre de 2014

Los villanos de la revolución bonita

Miguel Yilales
@yilales
Desde pequeños nos inculcaban los conceptos del bien y el mal, con valores y principios apegados a esa concepción.
Aunque hay quienes argumentan que todo es relativo, la mayoría de las filosofías propugnan la coexistencia del bien y del mal y que no puede haber ninguna cosa “buena” a menos que haya una “mala” o viceversa.
Entre esos conceptos, también nos enseñaban algunas ideas, aceptadas por la mayoría, sobre como son los héroes y los villanos. Y es precisamente de estos de los que hablaremos.
Según los estereotipos, resulta que un villano es por definición una persona malvada, que se viste con elegantes trajes oscuros, usa bigote acicalado, tiene una expresión facial perpetuamente enfadada, con una risa malvada, voz estirada y aduladora, y un arrogante exceso de confianza en sí mismo que le lleva a explicar innecesariamente sus siniestros planes. Un villano es visualmente siniestro.
Imaginemos a un personaje con bigotes, trajeado de negro, con una expresión de enfado, con voz estirada y arrogante en exceso y que las puestas en escena son tan burdas que siempre descubrimos sus planes: et voilà tenemos a Pierre Nodoyuna (de seguro alguien pensó en otro con igual descripción).

¡Haz algo, Patán!

Recuerdo que Pierre era un espigado hombre de bigote que siempre se hacía acompañar por un perro, no muy fiel. Nodoyuna no lograba ningún objetivo y su secuaz Patán, así se llamaba el regordete perro con mucho pelo (si fuese humano diría que con mucho cabello, pero no quiero que piensen que hago referencia a alguien en particular), se burlaba con una risita asmática por la mala pata de su jefe circunstancial.
Seguro estoy que ese programa de Hanna-Barbera no pasaría los controles de Conatel, quien abriría una investigación, con multa por delante, al presumir una tentativa de burla contra las autoridades nacionales y la patria.
Claro sería una investigación infundada toda vez que a Pierre Nodoyuna nadie lo increpó para que hiciese algo y él nunca atinó a responder ¿qué quieres tú que yo haga? Además por los lados de Miraflores nunca se ha escuchado: “¡Rayos! ¡Maldición! Sacre Bleu! ¡No hay deguecho (menos con acento cubano o colombiano)!”, para rematar con “¡Haz algo, Patán!”.
Unos años después, Pierre y Patán fueron cambiados por unos ratones, alterados genéticamente, que aunque no eran villanos, siempre trataban de conquistar al mundo.
Ellos eran Cerebro y Pinky: el primero, un roedor gordo, muy gordo, cabezón, que aparentaba gran inteligencia y deseos de conquista mundial, que debido a su tamaño tenía complejo de Napoleón y todo lo dirigía como un militar chambón; el otro ratón, también manipulado genéticamente aunque menos inteligente que Cerebro, era alto y con una expresión de muecas indescifrables.
Uno se imaginaría a estos dos personajes en la vida real, noche, tras noche planificando, así sea dando con un mazo, para ¡Tratar de conquistar al mundo!

Fracaso tras fracaso

Los invito a figurarse (con la voz de Cerebro explicándole a Pinky) los planes para la conquista mundial, que en sus ratoniles mentes pueden limitarse a un país petrolero: Vamos a aprobar un exiguo presupuesto universitario para que los estudiantes protesten y justifiquemos la represión policial y el empleo de los colectivos y además capturemos a un estudiante, le violamos sus derechos humanos mediante una golpiza en la cárcel donde lo metamos, para enviarlo a recuperar a una unidad de cuidados intensivos, solo para sembrar el terror.
Asimismo se les podría haber ocurrido detener a una tuitera irreverente para amedrentar a quienes osen alzar su voz; filtrar una fotografía de la morgue de Bello Monte para salir a perseguir a los periodistas o televisar un enfrentamiento entre bandas.
Sí Disney, Marvel, DC Comics y Hanna-Barbera tienen villanos, una revolución de comiquita no podía quedarse atrás.
Llámense Pierre Nodoyuna, Patán, Pinky o Cerebro, los infames del siglo XXI resaltan por la falta de moral, bondad, caridad o afecto por nuestro país y quienes vivimos en él, y aunque sabemos que sus planes están condenados al fracaso por inviables, porque se acaba la plata o por su mala suerte, nos duele lo dilapidado: tiempo, exiliados y vidas.
Decía Martí que la honra podía ser mancillada, la justicia vendida, todo desgarrado, pero que la noción del bien no naufragaba, y en nuestro caso será así gracias a la valentía y al heroísmo de los ciudadanos que derrotaremos a estos villanos.

Llueve… pero escampa

jueves, 9 de octubre de 2014

La gran conspiración: objetivo Venezuela

Miguel Yilales
@yilales
En el mundo no salimos de una teoría conspirativa para entrar en otra, y Venezuela no es la excepción. Siempre existe un grupo de personas y organizaciones que están tras malvados pasos y, por supuesto, detrás de todos los sucesos para obtener un beneficio personal.
La hipótesis general de las teorías conspirativas es que todos los sucesos importantes en la historia han sido controlados por manipuladores que organizan los acontecimientos desde atrás de escena y con motivos nefastos o, por lo menos, egoístas.
Esas actividades por su naturaleza son secretas, encubiertas, ocultadas del dominio público y necesitan a un grupo secreto muy poderoso, extenso, de larga duración, generalmente, malintencionado, con poder político y económico que manipulen los sucesos, comúnmente de importancia política, social, económica o histórica, para obtener el resultado que desean.
En esa aldea global, cada vez más pequeña, de McLuhan, las teorías conspirativas se pueden propagar más rápido que nunca. Existen miles de sitios Web, dedicados a revelar conspiraciones sobre cualquier cosa, desde el asesinato de Kennedy, pasando por el bombardeo a Pearl Harbor, la muerte de la Princesa Diana hasta quién construyó realmente las pirámides en Egipto.

Pura especulación

De esas teorías conspirativas unas tienen fundamento y otras son traídas por el cabello (juro que no tiene nada que ver con ese dechado de bondad, piedad y misericordia que dirige la Asamblea Nacional y que confesó sentirse amenazado en este país de Cheverito).
Hay quienes aseguran que en Nevada hay un área secreta donde ocultan extraterrestres, que el hombre nunca llegó a la luna y todo se trató de una puesta en escena de Hollywood o que al líder supremo y eterno, me refiero a Bolívar aunque pudiéramos decir que es otro, le inocularon una enfermedad para beneficiar a unos traidores que se quedaron con el poder luego de su muerte.
Llegado a este punto creo que pudiera aventurarme a trazar también otras conjeturas conspirativas: imaginemos a un país pequeño pero con grandes riquezas petroleras, que entre sus estrategias geopolíticas decidió ser el contrapeso de un imperio y cuyo líder intergaláctico murió de una extraña enfermedad que sería investigada por científicos del mundo ante la posibilidad de envenenamiento.
En esas condiciones uno conjetura que el heredero del supremo y eterno líder, desconfía hasta de su sombra y no se le ocurriría ir al territorio de su enemigo a pasear agarrado de manos de su primera combatiente y de su diplomática hermana putativa, no vaya a ser que el líder afrodescendiente de la sociedad secreta que conspira para derrocarlo le contagie una gripe o que en un dispendioso bacanal traten de envenenarlo con el carpaccio de lomito, el ravioli con caviar o el pez espada con mermelada de champagne.
Ahora entiendo, y estoy metiéndome en el terreno de la especulación, porque los revolucionarios diputados andan rodeados de escoltas, guardaespaldas y tienen varios asistentes que viven con ellos y son capaces de probar la comida antes que su mentor (dicen que Tarazona probaba la comida y dormía frente a la puerta del dormitorio de Gómez) por la amenaza del paramilitarismo mundial liderado por un cachaco, cachorro del imperio y aliado de la derecha apátrida venezolana.

Una verdadera amenaza

Todos los revolucionarios saben que está en marcha una amenaza de la derecha global desde que mandaron al otro lado a un fiscal de la República, además lograron llegar hasta un exjefe policial, entrenado en el uso de armas y en la defensa personal (así usara un ceñido traje de baño), manipulando su GPS para que se perdiera y llegara a un sector donde lo esperaba una banda de zagaletones para que lo ultimara.
Los tentáculos de la extrema derecha son tan perversos y extensos que pueden convertir, de la noche a la mañana, a un revolucionario a carta cabal en un delincuente o infiltrar a un colectivo de paz, en realidad una célula del paramilitarismo colombiano, para que conspire desde adentro y acabe a tiros con el proceso que salvará a la humanidad.
Sí en el país que vivimos está bajo una constante amenaza desde hace 16 años (según los que desgobiernan) y las conspiraciones son develadas por nuestros eficientes sistemas de inteligencia antes de iniciar las investigaciones, uno no entiende como no se han evitado, a menos que estemos ante una verdadera conspiración, al estilo Delia Fiallo, para perpetuarse en el poder.

Llueve… pero escampa

jueves, 2 de octubre de 2014

Venezuela necesita un DeLorean

Miguel Yilales
@yilales
Había una vez una época en la que el futuro era Los Supersónicos. Televidentes de todas las edades imaginábamos como sería volar en vehículos personales, vivir en ciudades flotantes, viajar con frecuencia a la Luna, tener a nuestra propia Robotina o conectarse en un video chat, tal como lo hacían Súper, Ultra, Lucero, Cometín y Astro en el año 2062.
Muchas de esas invenciones son hoy una realidad y otras están a la vuelta de la esquina en mucho menos tiempo de lo que tardaron en cristalizarse los inventos que soñase un visionario como Julio Verne o los que fantaseó el crítico social H.G. Wells.
Ellos abordaban la ficción de manera magistral, era una lectura emocionante, no porque uno quisiese vivir de las fantasías, sino porque siempre sorprendía que hubiesen podido imaginar algo que en su tiempo era imposible pensar: navegar bajo el agua, las armas de destrucción masiva, las naves espaciales, los grandes trasatlánticos, viajar a través del tiempo o las invasiones alienígenas.
Si el protagonista de “La máquina del tiempo” de H.G. Wells, en su viaje al futuro se hubiese detenido en Venezuela en el 2014, de seguro se encontraba con que un reptil fósil caribeño y un comandante supremo intergaláctico transportaron a un país al pasado, sin necesidad de máquinas especiales o equipos complicados.
Un viaje temporal involutivo al que nos ha obligado el socialismo del siglo XXI, que nos puso a vivir como nuestros antepasados: sin agua potable, sin luz, sin bienes esenciales y usando ramas por medicamentos.

En revolución todo es posible

De ahí que la moda en las redes sociales es promocionar pócimas caseras para las enfermedades, y no es que uno esté en contra de la medicina alternativa y naturista, pero luego de ver los avances de la ciencia regresar a la época de los bisabuelos es como dar un salto al vacío esperando volar como Ícaro.
Así es que sí padece de una afonía o una disfonía le toca tomar cebolla licuada con miel, pero nunca antes de visitar a la novia, al novio, a la amiga o al amigo con derechos o sin ellos; sí tiene mal sudor una buena untada de bicarbonato con limón; sí sufre de fiebres repentinas tome agua de coco; sí le dio paperas, a aparte del reposo para que no se les bajen (así decía mi abuela), hojas de llantén con Hirudoid; y sí le sube la bilirrubina, no como a Juan Luis Guerra, la cura con un brebaje de raíz de onoto.
Con esto podrían impulsar que los egresados de la carrera de medicina en nuestras universidades, y como a estos revolucionarios les gusta cambiar todos los nombres, en vez de médicos salgan graduados de curanderos comunales, más acorde con estos tiempos.
Asimismo tenemos que volar es otro invento del siglo XX que quedó obsoleto y en desuso. En Venezuela aquello de que en avión se hace un viaje placentero, cómodo y rápido fue un vicio burgués, capitalista e imperialista erradicado por esta revolución bonita.
Las terminales aéreas parecen cualquier cosa menos un aeropuerto, de hecho solo faltan las gallinas en jaulas, los cerdos correteando en chiqueros y la gente ordeñando cabras y vacas, para sentirse que la máquina del tiempo lo trasladó a uno a pleno siglo XV, con sistemas de aire acondicionados inexistentes, itinerarios impredecibles y horarios dependientes del destino, el tarot y la confluencia astral.
Es que en Venezuela es preferible viajar por tierra, para no sentir el bochorno de escuchar a la azafata agradecer al pasajero por haberlos escogido como su línea aérea de transporte (como si hubiese otra opción), para luego presentar excusas por “los retrasos involuntarios” de 6, 7 y hasta 10 horas.

Volver al futuro

Para los que vimos viajar en el tiempo a Marty McFly y al “Doc” Emmett L. Brown a bordo de un DeLorean, esta era la posibilidad de ir al futuro a conocer lo que nos deparaba y regresar luego de averiguar los resultados deportivos o viajar hacia el pasado a corregir todas las sandeces que cometimos y pretendemos no recordar.
Como desearíamos tener ese DeLorean, viajar al pasado reciente y corregir, no los errores personales que a fin de cuenta es lo que somos, sino los errores colectivos que tanto daño le han hecho al país.
Es que a cada instante se nos presentan oportunidades para enmendar los entuertos, pero repetimos las mismas fórmulas que nos llevaron al fracaso en estos 16 años, pareciera que la estupidez, que como dijera Einstein es infinita, en nuestro caso, lamentablemente, no nos deja salir del pasado y volver al futuro.

Llueve… pero escampa

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Ni Mambrú va a la guerra

Miguel Yilales
@yilales
Recuerdo que en mis años mozos, para no decir que fue hace tiempo, a los niños nos cantaban una canción de un héroe que se había ido a la guerra y que nadie sabía si volvería, luego supe que se refería al duque de Marlborough, quien había peleado en la Guerra de Sucesión Española.
Siempre me imaginé a Mambrú, que fue la adaptación española de Marlborough, como el protagonista de una serie de la televisión que en 24 horas podía enfrentar bombas, explosiones, virus, amenazas nucleares, asesinatos de presidentes, interrogatorios y ataques terroristas.
Resulta que la próxima temporada de esa serie podría ser una adaptación de un guion originalmente revolucionario, chavista, obrerista y antiimperialista ambientado en Venezuela, con lo cual el régimen derrotaría la perversa manipulación de la televisión y el cine norteamericanos e impondría su verdad.
Imagínense el argumento: un pequeño país petrolero, garante de la paz interplanetaria, la biodiversidad, la lucha contra el calentamiento global y la multipolaridad, enfrenta guerras, intrigas, conspiraciones y ataques diversos que buscan derrocarlo.
Para desmontar la peligrosa amenaza usaría agentes como Bauer, Bond, McGyver y hasta Rambo todos adscritos al Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN), una mezcla tropical de la CIA, MI6 y el Mossad.

Guerras como arroz

Tan grave sería la situación que se viviría en esa Tierra de Gracia que al principio sería atacada con una guerra económica que vacíe los anaqueles de los supermercados no por desabastecimiento, falta de inversión, invasiones al campo y desestimulo al sector privado sino porque sus habitantes consumen más de lo debido; además tendría una guerra de desestabilización política producida por unos estudiantes con pancartas y unas señoras con cacerolas que generarían el desvío de los recursos destinados a la educación, la salud y el desarrollo para controlar a los pitiyanquis de la extrema derecha.
Como sí la amenaza económica, los estudiantes y las cacerolas no fuesen suficientes, continuarían con una guerra bacteriológica, por supuesto, promovida por el imperio norteamericano, el expresidente colombiano Álvaro Uribe y la oposición venezolana.
Ellos para lograr su fin alterarían genéticamente unos mosquitos que serían capaces de detectar con cybersensores solo a personas con escasos recursos (no tiene que ver con las condiciones de salubridad, aguas blancas, aguas servidas, entre otros) para inocularles un virus que pudiera ser atendido en los hospitales y ambulatorios altamente equipados (como corresponde a un país petrolero) pero en el que los insumos médicos escasean como parte del boicot que las empresas farmacéuticas han implementado por una insignificante deuda.
Además padecerían una guerra meteorológica entre los meses de mayo y noviembre (no confundir con período lluvioso, ni con que en el Atlántico la temporada de huracanes se repita anualmente en esta época) en que el imperio bombardearía las nubes para que las calles y avenidas de las ciudades venezolanas permanecieran inundadas a pesar de los ingentes esfuerzos por mantener las quebradas, desagües y alcantarillas libres de obstáculos.

Sigue la conspiración

Pero no sería suficiente generar ese tipo de crisis, sin tener agentes encubiertos o infiltrados que se hiciesen pasar por amantes de la tierra de Bolívar. Estos podría ser cantantes, actores o actrices que cumplieran misiones para desencadenar “la salida” del aguilucho obrero (aclaro que no es familia de la mascota de las Águilas del Zulia, sino hijo putativo de Águila 1).
Uno de los agentes podría ser un niño, hijo de adecos (no podía ser de otra manera), que con 4 años de edad fuese convertido en un topo, con alias de felino y encubierto como cantante o tener una Mata Hari cubanovenezolana, reclutada luego de escapar de La Habana con 5 años de vida, que se dedicase a cantar, actuar y representar al país en certámenes de belleza con la intención de hacerse pasar por venezolana para luego atentar contra el eficiente, eficaz, tolerante y transparente gobierno de Venezuela.
De verdad que este guion serviría para una parodia rochelera, sino fuese por lo repetitivo, absurdo y desatinado de sus argumentos. Para los mitómanos que dirigen esta revolución toda esta ficción ocurre en realidad, para los venezolanos que la padecemos es una producción de miseria, muerte y desolación, con un pésimo comandante en jefe, en la que ni Mambrú va a la guerra.

Llueve… pero escampa