viernes, 27 de junio de 2014

Carta a la FIFA: Venezuela pa’l 2018

Miguel Yilales
@yilales
En estos tiempos de la era de la información, parecía impensable que algo tan obsoleto como el envío de cartas podía convertirse en una moda, pero en este proceso involutivo que vivimos todo parece posible y viable.
En ese malvado imperio que se encuentra a punto de desaparecer, según los jerarcas de la revolución que aun no abandonan el barco, usted puede enviar paquetes, cartas o misivas a través del servicio postal estatal y tener la certeza que su encomienda llegará en los lapsos indicados.
Pero en otras latitudes usar el servicio de correos es caer en las fauces de una dimensión desconocida.
Recuerdo que en 1985, encontrándome en Europa, se me ocurrió la genial idea de enviar a la casa una postal para contarles como me encontraba, resulta que luego de una larga travesía para cruzar el Atlántico y transcurridos algunos meses, llegué a la casa y me tocó recibir al cartero que traía mi propia tarjeta colorida, que tardó 6 largas semanas entre la esquina de Carmelitas y la casa en la propia Caracas.

Por la Copa del Mundo “Venezuela 2018”

Resulta que como esta revolución ha logrado que el país se ubique hacia el siglo XIX y no en el que vivimos, no es de extrañar que las cartas se hayan convertido en tema vital. No se trata de correos electrónicos, blogs, mensajes en Twitter o en Facebook sino de las cartas de despedida de quienes luego de cesanteados les ha dado por regurgitar hasta la bilis para exculparse y decir: “yo no fui”.
Porque es que luego de destruir la economía, la educación, la industria petrolera, hay quienes creen que con una carta para decir que la culpa no es del arriero, sino del burro, el tiempo se les tornará perfecto para ingresar a la oposición de la mano de los tránsfugas del pasado.
Ante tal revuelo causado por la fiebre epistolar y en procura de no ser tildado de desestabilizador, he decidido escribirle a la FIFA para que cambie la sede del Mundial en el 2018, que es más serio que las largas peroratas de cuanto monje loco le ha dado por escribir.
A pesar de lo audaz de la propuesta, nadie podría decir que no lo merezcamos, porque si bien es cierto que nunca hemos clasificado para la fase final de la Copa del Mundo tampoco deja de serlo que Qatar (sede del 2022) tampoco lo ha hecho, con lo cual se haría justicia con nuestro país.
En cuanto a las acusaciones de corrupción que hicieron en contra del órgano rector del balompié, nosotros podríamos demostrar que no saben del tema, porque nadie supera los niveles alcanzados por los jerarcas de la revolución en estos 15 años, con lo cual la prístina honestidad de la FIFA quedaría intacta.
Además podríamos concluir los estadios de la Copa América, que tras 7 años (han transcurrido 7 largos años desde que se efectuó la justa en Venezuela) aun están sin concluir, para que no nos pase como en Brasil que inauguraron con estadios terminados a la carrera.

Con balón y mascota

Otro aspecto que sería propicio reconocer es que en caso de que no vengan los hinchas de los países participantes, por las alertas de inseguridad que hacen las embajadas a sus connacionales, llenaríamos los estadios con esa suerte de fanáticos de camisetas que aquí abundan.
Y si nos referimos a los símbolos del mundial de seguro que el gobierno propondría que el balón, como todo en el país, se llamase “Ch-V-z” (no es Chávez, es Ch-V-Z), lo cual cumpliría un doble rol: reconocimiento al eterno ausente y que fuese un nombre casi imposible de nombrar y más de recordar (me refiero al balón).
Designar al balón así sería un verdadero avance en el camino a la paz y la unión de los venezolanos porque la mitad del país estaría de acuerdo con el nombre y la otra mitad con ver a los mejores futbolistas del orbe cayéndole a patadas al balón.
La mascota sería un pollino que represente al régimen que se ha dedicado a trabajar (la paciencia de los ciudadanos) a pesar de lo que digan las cartas malsanas de los “comunistas trasnochados” y podríamos emular a George Lucas con sus androides C3PO y R2D2 y llamarla +B-RO (se lee Masburro, pero no hace alusión a nadie en particular). Toda una mezcla entre Hollywood y la Villa del Cine.
Estoy seguro que habrá quienes crean que mi carta está plagada de incongruencias, pero es que luego de leer que los culpables de la destrucción de Venezuela se creen aun sus salvadores, le da a uno por escribir a pesar del diagnóstico del siquiatra de la revolución que lo proscribió por ser nocivo para la salud (del régimen).

Llueve… pero escampa

viernes, 20 de junio de 2014

Más traidor serás tú

Miguel Yilales
@yilales
La traición ha sido parte de la historia. Desde los hechos narrados en el Génesis hasta nuestros días nos encontramos con elementos que recrean a traicionados y traidores.
Es sin duda un uno de los actos más despreciables, execrables, ruines y vergonzosos que un ser humano pueda cometer contra otro.
Adán y Eva traicionaron a Dios por las insidias de una vil serpiente rastrera que sigilosamente llenó de dudas y malos consejos a Eva. Casi como que en nuestros tiempos un ingeniero electricista le diera por jugar a la economía y recomendar lo que no se debe hacer, destruir el país hasta llegar al extremo que sus habitantes se den cuenta de su desnudez a pesar del petróleo.
Por envidia Caín mató a su hermano Abel. Algo similar a la que debían sentir todos los que sabían en el desastre en que nos hundía ese ministro que nunca administró ni su propia casa pero que se sentía ungido por el amor del supremo.
La traición, decía Maquiavelo, era el único acto humano injustificado. Ya que los celos, la avidez, la crueldad, la envidia, el despotismo eran explicables y hasta podían ser perdonados; pero a los traidores, en cambio, lo único que les puede esperar eran las torturas del infierno.
Es por ello que Dante Alighieri en la “La Divina Comedia” decía que a los traidores les tenían que caer las peores de las condenas, entre ellas el ser devorado por el mismo Belcebú. Hay quienes creen que eso le pasó a un conspicuo héroe devenido en traidor (según los hijos putativos del supuesto heredero de las glorias de Bolívar), que hoy subyace en las mazmorras de una prisión militar, aunque en su caso no se sabe quien traicionó a quien porque pareciera que Satanás sació parte de su hambre cuando engulló al compadre que traicionó a ese general.

La lealtad se rompe

En nuestro país hemos visto traidores de toda estirpe. Hay quienes nacen aduladores y están a la espera de clavar la puñalada trapera para hacerse del poder. Castro sintió que Gómez lo traicionó; López Contreras siempre creyó que Medina Angarita lo había traicionado; Delgado Chalbaud nunca supo quien lo traicionó; los adecos traicionaron a CAP y hubo quién llegado al poder traicionó al país por su apetencia de poder.
Todo esto viene a cuento porque en estos días, a un inmaduro con poder, le dio por sacar de un cargo a un señor que nunca estuvo preparado y que peor aun se creía con la sabiduría de un monje medieval como para hablar hasta de lo económico. El cesanteado, ni corto ni perezoso, salió a relatar lo que todo el mundo sabía: que su empleador era un títere, manipulado y segundón por fuerzas oscuras.
Los gritos y etiquetas de traidores salieron de ambos interlocutores. Uno por no aplicar las medidas necesarias para tener más pobres que alimentasen la revolución y el otro por escribir una carta en lenguaje monacal.
Es que luego de vivir usufructuando las mieles del poder al monje, en un ataque de locura, le dio por devolver las 30 monedas de plata, tal cual Judas Iscariote cuando comprendió la salvajada que había cometido contra Cristo. Por lo menos Judas en un atisbo de honorabilidad y horrorizado por sus actos, corrió a quitarse la vida ahorcándose él mismo.

Responsables e irresponsables

Es que los traidores y traicionados de esta revolución solo queda para la farándula política. Nadie le cree al exministro como no podría creérsele a un teniente, que luego de amasar las fortunas más impresionantes, salga con una carta para que le sean perdonados sus desatinos, insultos y atropellos.
Es que el chiflado cenobita luego de destruir la nación, cree que puede exculparse diciendo que la culpa es del que quitó la escalera y nos dejó colgado de la brocha, cuando resulta que él buscó la brocha, la escalera y la pintura.
Ahora la Fiscalía sale e imputa a la única galena que pudo certificar la hora, día y lugar del fallecimiento del Comandante Supremo y Eterno, quizás como mecanismo de presión para que no se le ocurra abrir la boca. Parece que los tiempos en que guardar una carta podía garantizar un exilio en una embajada europea han terminado.
Los que llegaron al poder hace más de 15 años, se hayan ido o los hayan ido, son tan responsables de traición como los que aun permanecen. Traicionaron las esperanzas, los ideales, la confianza de parte de la sociedad que creyó en ellos para hacer de este un mejor país, la otra parte sabía que Judas, Bruto, Caín y, hasta el Comandante Supremo, tendrían compañía en la quinta paila del Averno.

Llueve… pero escampa

viernes, 13 de junio de 2014

A patada limpia

Miguel Yilales
@yilales
Es indiscutible que hay una pasión que unifica al mundo y esa exaltación llegó al fin. Luego de cuatro largos años de espera se reanuda la magna cita (pareciera una publicidad de concurso de belleza venezolano) del deporte más popular del planeta.
Entramos en una etapa en la que la mayoría de los conflictos se apaciguan, los estudiantes no reclaman, las familias se unen y los gobernantes toman un segundo aire, no porque se acabaron las desigualdades, tengamos agua potable o existan plenas libertades, sino porque se empezó a mover una pelota perseguida por 22 jugadores y observada por miles de millones de espectadores.
Hace más de un año me referí al balompié como el deporte más extendido del mundo. En la actualidad es practicado por más de 280 millones de habitantes. Es tan multitudinario que en el organismo rector la Fédération Internationale de Football Association, conocida por su acrónimo FIFA, hay 208 asociaciones inscritas y que ha tenido el mismo presidente desde 1998.

Otros comandantes supremos y eternos

Joseph Blatter, una especie de comandante supremo y eterno del fútbol, ha estado en cargos directivos de la FIFA desde 1981, por lo que ha participado en la organización de nueve Mundiales: cinco como secretario general (España 82, México 86, Italia 90, USA 94, Francia 98) y cuatro como presidente (Corea-Japón 2002, Alemania 2006, Sudáfrica 2010 y Brasil 2014).
Pero las ambiciones de poder de Blatter no han quedado ahí, sino que a sus 78 años aspira que en el 2015 lo reelijan para otro período más y poder completar los negocios en torno a la organización del torneo en Rusia en 2018, con lo cual valdría suponer que luego deseará supervisar Catar 2022.
Es que en esas circunstancias a los ambiciosos por el poder les cuesta tener la dignidad para desprenderse de las mieles que les brinda ser el mandamás. De seguir así es posible que Blatter alcance al presidente eterno de la FVF, su majestad Rafael (Esquivel) I, quien detenta el poder absoluto de nuestro balompié desde 1987 y que no aspira retirarse hasta que concluya el centro de alto entrenamiento de Margarita (que lleva en construcción 10 años), la Vinotinto clasifique para la etapa final de una Copa del Mundo y que consiga un seleccionador que le deje dividendos a la Federación que él dirige como Al Capone dirigía el negocio familiar de antigüedades.
Es que su eterna permanencia en el poder, sin resultados que demostrar, es similar a lo que ocurre en el país: dirigentes que son sempiternos secretarios generales de los partidos, tanto de los que están en el gobierno como de los de la oposición; rectores del CNE que, a falta de designación de sus relevos, son declarados perpetuos por otra instancia con el período vencido; alcaldes que pasan a gobernadores y de ahí a candidatos presidenciales, para regresar a ser gobernadores y luego otra vez alcaldes, que posteriormente son concejales y hasta reyes del arroz con pollo, donde lo importante es estar en el poder hasta que abdiquen en nuestro nombre.

La otra cara de la moneda

Pero no todo es fiesta, lejos de las celebraciones y afuera de los estadios, manifestantes en Brasil se han movilizado para repudiar los excesivos gastos del Mundial, que no fueron invertidos para acabar con las deficiencias en salud y educación, aunque, claro está, ellos no tienen idea de lo que son excesivos gastos, despilfarro y corrupción, porque desconocen lo dilapidado por esta “pulcra” revolución.
Es que el fenómeno mundialista no queda solo para los entendidos del fútbol, los aficionados, los dirigentes, los futbolistas o los comentaristas que transmiten los partidos, los políticos del régimen no han querido estar ajenos a la cita y aunque han venido practicando desde hace años, ya se sienten a sus anchas para demostrar sus cualidades con las patas, las ancas o las grupas.
Tienen más de 15 años cayéndole a patadas a la oposición, al diálogo, al respeto, a la tolerancia, al país, a los venezolanos, a la sociedad, en resumen a todo lo existente, porque para ellos esa es la forma de construir el socialismo del siglo XXI, que es una miseria en la que solo ellos destacan.
Mientras, en nuestro país, con la inflación y la escasez más alta del continente, con el gobierno más ineficiente del mundo y con un régimen que ha malgastado todos los recursos, pareciera que una vez más los venezolanos estamos prestos a usar banderas, franelas y símbolos de otros países, sin importar como nos caen a patada limpia.

Llueve… pero escampa

jueves, 5 de junio de 2014

Entre títulos de verdad y títulos chimbos

Miguel Yilales
@yilales
La meritocracia es una rara enfermedad en este desvencijado régimen. Desde la época del pulseo entre el extinto comandante que gobernaría hasta el 2 mil siempre y la gerencia de nuestra principal industria ya todo pintaba mal.
Normalmente hablar de los méritos es hablar de las cualidades y virtudes por las que una persona es ascendida, promovida y reconocida. Aunque los detractores de ella la señalan como ficticia al no tener como medirla, quizás por sus desméritos propios.
Pero ese invento de los méritos tan usada en las universidades y en los cuarteles, no fue un concepción de los apátridas gerentes de la otra PDVSA, ya Platón, Confucio, Gengis Kan y hasta Napoleón Bonaparte propusieron y plantearon sistemas en los que el mérito eran la medida para obtener mejores sociedades.
Todo este cuento viene a que hay personajillos de quinta, que ante la ausencia de los más mínimos valores, recurren a cualquier artilugio para que les sea reconocido grados académicos para los que no se prepararon.

El doctor “chimbim”

Los equinos de Atila que hoy desgobiernan esta Tierra de Gracia y que criticaron a aquella secretaria privada por supuestamente obtener un título como abogada sin haber pasado por las aulas, hoy celebran que un conspicuo revolucionario, ataviado con su camisita Louis Vuitton, lo haya designado doctor, una universidad que el gobierno catalogó de chimba y cuyos títulos carecen de validez en esta república.
Mientras ocurría este oprobio al mérito académico, como lo es el conferimiento del título de doctor en leyes a un diputado sin estudios, lo cual lo hace un ser incompleto (Bolívar dixit), en la primigenia universidad venezolana se realizaba un acto que nos casa con la Venezuela que todos aspiramos, en la que la virtud y la valía se le reconoce a los que con esfuerzo y tesón de años lo merecen.
En el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, estaban reunidos los autores de miles de ponencias, de millones de cuartillas, de billones de horas de estudio y de trillones de minutos de investigación.
Es que para obtener un doctorado en investigación es necesario defender una tesis basada en investigación original, la cual debiera desarrollarse en un período entre tres y seis años, uno debe suponer que en la caribeña isla frente a nuestras costas, el nuevo Ph.D., para usar la denominación anglosajona, presentó la tesis trabajada en estos 15 años de involución, sobre la violación a la privacidad por parte de una operadora de televisión por cable y cómo garantizar los derechos de los que son espiados en sus casas.
Normalmente los hijos tenemos la dicha de que nuestros padres entren con nosotros al máximo recinto académico a vernos recibir nuestros distintivos que nos identifican como profesionales de las distintas áreas. Lo que uno no se imagina es que los hechos sean a la inversa.

Con verdaderos valores

En 1964, con una incipiente democracia, más de mil jóvenes venezolanos recibieron sus títulos académicos luego de años de estudios, de ahí a esta fecha mucha agua ha pasado bajo el puente, hoy con un país con menos expectativas, con menos recursos época y con menos expectativas de vida que en aquella época, siguen en la lucha por dejar un porvenir a las generaciones futuras.
Escuchar el Gaudemus Igitur (Alegrémonos pues), seguido de las notas del Himno de la UCV, entonado por quienes celebraban 50 años de haber recibido su título académico, cobijados bajo las mismas Nubes de Calder que los vio subir a recibir la medalla y el título académico logrado con esfuerzo, lo deja a uno sin palabras. 
En sillas de rueda, con andaderas, con bastones o por sus propios medios, en sus ojos aun se les ve el espíritu universitario.
Escuchar el nombre de Margarita Arteaga de Yilales y de Ana Beatriz Siem, mi mamá y mi madrina, para que subiesen a recibir el reconocimiento por esos años dedicados a cimentar esta patria es motivo de orgullo.
Ellas se encontraban junto a cientos de profesionales conmemorando haber cumplido 50 años como ucevista, 50 años en que la sombra sucumbió por la luz propia que cada uno de ellos generó, genera y generará.
Es que cuando se ha laborado para trazar un camino de valores y rectitud, cualquier reconocimiento es insuficiente. El problema está cuando sin mérito alguno se usurpa los que no se es. El talento sin probidad es un azote, decía el Libertador, no tener talento, ni probidad es digno de un doctorado chimbo.

Llueve… pero escampa