miércoles, 27 de agosto de 2014

Racionamiento es racionamiento

Miguel Yilales
@yilales
Hace algunos años, antes que se iniciara este proceso político, los niños venezolanos disfrutábamos de los mejores espectáculos que salían de gira por el continente. En el Nuevo Circo de Caracas, y luego en el Poliedro, llegaban artistas con sus espectáculos de patinaje sobre hielo, teatro y musicales que hacían de las delicias de padres y niños.
Pero la historia reciente del show bussines infantil en Venezuela se ha circunscrito a circos y más circos. Inclusive hay unos hermanos, radicados en el país, que cada año hacen su agosto, literalmente hablando, en el mes de agosto.
Tan importante ha sido el circo para el proceso bolivariano, socialista y chavista que hasta una escuela para la formación circense crearon, aunque supongo que la afición por la pista, la tramoya, en fin, por el espectáculo le venía a nuestro tropical Mumm-Ra (personaje momificado e inmortal de una serie animada que otrora vi) por otro lado.
Y es que durante el Imperio Romano se organizaban grandes espectáculos: combates de gladiadores, luchas de fieras, representaciones teatrales, que eran la forma de entretenimiento por excelencia. Este divertimiento y la distribución de alimentos de manera gratuita se convirtieron en las dos grandes herramientas de control social de la época y que, 2 milenios después, la siguen usando las revoluciones, llámese cubana, venezolana o norcoreana, como política de Estado.

Panem et circenses

Desde que el Socialismo del Siglo XXI se instaló en el poder ha empleado la estrategia del circo en muchas ocasiones, es más, vivimos en un constante espectáculo al estilo romano que, para mantener tranquila a la población y ocultar los hechos controversiales que ocurren a diario, provee a las masas de alimentos malos y entretenimientos de baja calidad.
Pero ahora que el gobierno maduró (lo digo porque ya bailó el vals y no por apellido alguno) la comida si no se pudre, no se encuentra; si desaparece, aparece más cara o la tienen los buhoneros; si no se produce, se importa y si se produce, no alcanza o la contrabandean, en fin una tramoya tras otra para definir lo que solo tiene un nombre escasez.
Y frente a la carestía nada más eficaz en tiempo de revolución que controlar su distribución: colas en que las personas son marcadas como ganados para adquirir lo único que hay es más eficiente que la variedad de productos para consumir; mercados a cielo abierto en que la gente espera bajo el inclemente sol son superiores que esa costumbre burguesa de adquirir los productos en aire acondicionado e implementar el racionamiento es mejor que abastecer.
Pero lo grave de todo esto además de que no se encuentran los productos de la cesta básica o se adquieren a precios exorbitantes a pesar de los controles de precios, es que entre tanto circo ya la gente no sabe cómo llamar a las cosas por su nombre.
El lingüista norteamericano George Lakoff dice que en política hay que crear marcos referenciales para que la sociedad compre un sistema y en eso han sido unos artistas los asesores del régimen. De ahí que el desabastecimiento por incapacidad del Estado se convirtió en guerra económica y la falta de productos en exceso de consumo.

Llámelo por su nombre

La última estrategia ha sido para desvirtuar que las tarjetas de restricción al estilo cubano, que en el siglo XXI es electrónica, no es de racionamiento sino de abastecimiento y que no se trata de las mismas odiadas captahuellas electorales sino de un sistema biométrico para hacer las compras, cuando en realidad de lo que hablan es de racionamiento.
Pero así como el gobierno implementa sus marcos lingüísticos la oposición y la sociedad en general debiera tener sus propios referentes y no repetir como loros la jerga gobiernera.
Nos encontramos frente a un régimen chambón que lo único que le interesa es mantener sumisa a la sociedad mediante controles y colas. Se estrenaron en la vigilancia, de cuánto podíamos gastar en los viajes y a que destinos ir, con un cupo de dólares que usan como sí de dádivas se tratase, ahora le tocó el turno a lo que debemos consumir.
Para ellos lo importante es dosificar cuanto pan le dan al pueblo, mientras sus acróbatas, malabaristas, contorsionistas y payasos (que les sobran) montan el espectáculo para doblegar la voluntad de los ciudadanos; no se trata de sistemas biométricos, ni de tarjetas electrónicas o chips de consumo, esto en lenguaje llano es racionamiento y racionamiento es racionamiento.

Llueve… pero escampa

jueves, 21 de agosto de 2014

Sin vacantes para el que rebuzne

Miguel Yilales
@yilales
En la actualidad hablarle a los jóvenes sobre el oscurantismo es transportarlos a los libros mágicos de J.K.Rawling, donde un ser tenebroso, maligno y despiadado trata de dominar al mundo, que pudiera estar ambientada en Venezuela, aunque no lo está, pero conversarlo en otras épocas lo llevaba a uno a inquirir sobre lo que desencadenó en una verdadera revolución como la francesa.
En ese período los pensadores de la Ilustración sostenían que la razón humana podía combatir la ignorancia, la superstición y la tiranía para construir un mundo mejor. Aunque en términos correctos debiéramos hablar de las Ilustraciones, porque estas no ocurrieron en todos los lugares al mismo tiempo, sabemos que en todas (Gran Bretaña, Francia, los Países Bajos, la península italiana y la ibérica, el conglomerado germánico, Polonia, Rusia, Suecia y hasta en las colonias americanas) se propugnó la difusión del conocimiento.
Ahora esta versión tropical y caribeña de lo que es una revolución pretende reescribir la historia y decirnos que hay que exaltar la barbarie, la nigromancia y el despotismo, en los que estudiar y aprender es diabólico y propio de un pensamiento burgués.
En estos días apareció una especie de “Robespierre” bolivariano, por aquello de llevar a la guillotina a todo el que piensa distinto a él, que está decidido a demostrar que una verdadera rebelión popular debe quitar la educación como un derecho y convertirla en un privilegio.

El pichón de Torquemada

Resulta que aquella idea del Barón de Condorcet de dar instrucción al humilde para sacarlo de la profunda desigualdad social no era en realidad un postulado revolucionario, ya que sin los pobres no puede haber revolución.
Como también estaba equivocado el español Jovellanos, ese que planteó el concepto de gratuidad y obligatoriedad de la enseñanza primaria, y la necesidad del estudio de las carreras técnicas como las matemáticas, el dibujo, el comercio y la náutica, es decir, la profesionalización.
Todos esos pensamientos, que en realidad eran ideas burguesas e imperialistas disfrazadas de revolucionarias, debieran ser desterrados según un diputado (perteneciente al partido que otrora apoyó al maestro Luis Beltrán Prieto) que ahora podríamos llamar Gastón de Torquemada.
En un destello de genialidad propia de quienes ejerciendo una profesión reniegan de ella, algo así como decirse obrerista y acabar con las protestas de los obreros por ser contra el Estado, propuso que para ser periodista y comunicador social (él es periodista) no era necesario pasar por la universidad.
Supongo que luego opinará, en honor a su partido, que todo aquel que sepa pegar bloques debe ser considerado ingeniero civil, el que sepa sacar cuentas es contador público, el que repare motores será ingeniero mecánico o el que sepa pegar curitas se le dé por enfermero.
De seguir por esta vía debiera proponer cerrar cuanta universidad chimba ha creado el socialismo del siglo XXI, porque universidad de pensamiento único es cualquier cosa menos una universidad, y así evitar erogaciones innecesarias al Estado ya que podrían entregar los títulos en una bolsa, porque cajas no hay, de detergente.

Que muera la inteligencia

Definitivamente no se podría esperar más de quienes en estos 16 años se dieron a la tarea de acabar con todos los postulados de la igualdad, libertad y fraternidad, para entronizar a un reyezuelo, con herederos y todo, lo cual nos retrotraería a épocas en los que el rey era el Estado.
Cuando Millán-Astray se enfrentó a Miguel de Unamuno y dejó para la historia aquella miserable frase con la que es recordado, labró su camino para convertirse en jefe de Prensa y Propaganda de la dictadura militar de Franco, en la que obligaba a los periodistas a cuadrarse y alinearse al tocar el silbato, lo que hace suponer las aspiraciones de este barbacana de la revolución: comandar las salas de loas (no son de prensa) de la revolución.
Sí el siglo XVIII fue considerado el de las luces, en Venezuela estamos avanzando a paso de vencedores, en pleno siglo XXI, hacia la Edad Media.
Hoy cuando es vital la profesionalización, la especialización, el dominio de la información y de los idiomas, solo a un retardatario monje del siglo IV, y creíamos que en este régimen solo había un monje, se le ocurriría tal adefesio pero a veces el más asno no es a quien le sobren los méritos sino al que rebuzne más y definitivamente en esta oclocracia ya no hay vacantes.

Llueve… pero escampa

sábado, 16 de agosto de 2014

Un país que sufre de alzhéimer

Miguel Yilales
@yilales
Hay cosas que son inevitables desde que nacemos. La primera es que al ser concebidos empezamos a envejecer y la segunda es que expiraremos en algún instante. En lo particular no hablaré sobre la muerte porque en estos días pareciera que ella se hubiese instalado en esta tierra.
Si no fuese así la gente no andaría quitándose los años y la cirugía estética y los tratamientos para rejuvenecerse no existirían o el conquistador español Juan Ponce de León no hubiese invertido su tiempo buscado la fuente de la eterna juventud.
Sabemos que vamos para allá, pero queremos hacerlo en las mejores condiciones físicas y mentales, que no se deteriore nuestro organismo y principalmente que nuestra mente no nos haga malas pasadas.
Llegar a viejo lúcido es una bendición, pero el organismo se estropea y contra eso no podemos hacer nada, al llegar a la adultez las neuronas no son las mismas y nuestra corteza cerebral se deteriora dando paso a diferentes manifestaciones de lo que conocemos como demencia senil.
Los griegos y los romanos asociaron a la vejez con la demencia y fue hasta 1901 que el psiquiatra alemán Alois Alzheimer identificó que el problema no era la edad sino una enfermedad que lleva su nombre.
La enfermedad de alzhéimer es la forma más común de demencia senil. Es incurable, terminal, aparece con mayor frecuencia en personas mayores de 65 años de edad y se caracteriza en su forma típica por la pérdida de la memoria inmediata, confusión mental, irritabilidad y agresión, cambios del humor, trastornos del lenguaje, pérdida de la memoria de largo plazo y una predisposición a aislarse.

Qué mala memoria

Si no fuese porque estos síntomas están asociados a los individuos, en Venezuela pareciera que nos encontraríamos con el primer caso mundial de una enfermedad no contagiosa con manifestación colectiva.
Según algunos todas las obras de infraestructura las hizo el general de Michelena o el comandante de Sabaneta, entre 1958 y 1998 no se construyó nada: los puentes “Rafael Urdaneta” y “Angostura”; el segundo sistema hidroeléctrico más importante de Suramérica; el complejo cultural Teresa Carreño que completó el corredor de la cultura en Caracas; Parque Central con sus enormes torres; hospitales, universidades, complejos hoteleros, no existen o aparecieron de la nada; el vaso de leche escolar que repartían cada mañana en las escuelas nacionales nadie se lo tomó o Corpomercadeo aquel sistema de abastecimiento a las clases menos favorecidas nunca existió y solo el Plan Bolívar 2000, MERCAL, PDVAL o el Bicentenario visibilizaron a los pobres. Si todo esto no es una muestra de la pérdida de la memoria inmediata y de largo plazo, no sé que será.
En 1989 Carlos Andrés Pérez luego de ganar la presidencia planteó un plan de reducción del Estado venezolano sin empresas que no fuesen su razón de ser (que no fuese hotelero, telefonista, agente de bolsa, banquero, bodeguero, operador aéreo, entre otros) por lo que la intelectualidad, la izquierda, la derecha, los medios de comunicación y los militares golpistas se confabularon hasta derrocarlo, resulta que 25 años después el comandante Fausto nos viene con el cuento que el Estado, que él ayudó a engordar en estos 16 años de revolución, no puede ser tan grande y que debiéramos salir de lo que no es el negocio de gobernar. Esto tiene que ser una prueba irrefutable de la confusión mental de estos acólitos del Socialismo del Siglo XXI.

Seniles o no he ahí el dilema

Lo que nos falta es que dentro de poco salgan y parafraseen el eslogan que tanto usaron los adecos y nos digan que “con Chávez se vive mejor” y lancen la candidatura de la verdadera hija del Supremo, para evidenciar nuestra predisposición a aislarnos definitivamente del mundo que busca modernizarse.
En cuanto a las condiciones de irritabilidad, agresión y cambios de humor en estos años recientes entre la escasez, la inseguridad, el abuso de poder, la ineficiencia de las líneas aéreas, de seguro encontraremos evidencias de esto.
Y del trastorno del lenguaje no hablaré, no vaya a ser que piensen que me estoy refiriendo al iluminado que vive inventando verbos, adjetivos, sustantivos y pare usted de contar.
Definitivamente parecemos un país en el que todos sufrimos de alzhéimer, los que han tenido familiares con esta enfermedad saben lo penosa que es, ojalá que a los que pretenden dirigir la nación les importara y lucharan por corregir las causas que nos trajeron hasta aquí.

Llueve… pero escampa

jueves, 7 de agosto de 2014

Esto se lo llevó quien lo trajo

Miguel Yilales
@yilales
Sí los hispanohablantes tenemos dudas sobre la acepción de una palabra recurrimos al diccionario. Recuerdo que cada vez que le preguntaba a mi papá por el significado de una palabra me enviaba a revisar el mataburros con lo cual eliminaba dos pájaros con una sola pedrada: me hacía estudiar y que dejara la flojera.
Cuando el instituto de filología Andrés Bello de la Universidad Central de Venezuela de la mano de Rosemblant inició los trabajos para clasificar esas palabras que eran exclusivas del hablar del venezolano, nunca se imaginó que en los años venideros tendrían mucho trabajo.
Todo comenzó por tratar de clasificar las palabras como buenas y malas en el habla de los venezolanos, para resultar que las palabras no son buenas o malas sino que son de uso común o no según las regiones donde se empleen.
En realidad la Real Academia Española, aunque últimamente ha hecho esfuerzos para reconocer que hay más español que el de España, registraba las voces que pertenecen al español general y las que son de uso de España e incluía, de manera asistemática y poco rigurosa, vocablos de países hispanoamericanos, marcados como regionalismos.
Esa metodología reflejaba que para la Academia la lengua empleada en ese país es “el español” mientras que la empleada en cada uno de los países hispanoamericanos es una “desviación”, con lo cual toda Hispanoamérica, es decir, más de 400 millones de personas somos excéntricos por no decir anormales.

Delincuentes de cuello rojo

Este cuento lexicográfico, que no es pelea con la RAE, viene porque a veces en el mismo país no entendemos los vocablos que usamos: el recao de olla, guachicones, esnobol, lampazo, coleto, son palabras que solo las entienden quienes las emplean regularmente.
Muy distinto al de un personajillo que vive inventando palabras, de seguro porque no hubo quien le dijera que revisase el mataburros, con lo cual cada día se hace más burro, y lo digo sin insinuaciones a onomástica alguna y mucho menos con intenciones antroponímicas.
Tanto ha cambiado nuestro idioma, que hasta las formas se han visto afectadas por este improvisado régimen que lleva casi 16 años, y para muestra más que un botón.
El servicio exterior ese cuerpo permanente (esto solo aplicable a algunos privilegiados en Portugal y en la OEA), formado por profesionales (excepción venezolana que mandan al primero que tenga carnet), que trabajan para el Estado (algunos ni lo han hecho en su vida) y se desempeñan en embajadas, consulados y misiones (hay quienes ni conocen sus funciones) son otra cosa hoy en día.
Por ejemplo si a usted lo designan Cónsul, en los países del mundo antes de darle el placet, deben revisar sus antecedentes penales y sus vínculos con el narcotráfico internacional, porque pareciera que ahora ser Cónsul, en Venezuela, es sinónimo de capo de un cártel.
Igual sucede con el grado de general de la fuerza armada bolivariana, chavista, socialista y antiimperialista en la que cada soleado tiene un expediente por algo, para que no salte la talanquera por aquello de que chivo que se devuelve se esnuca. Los generales son receptores de divisas de CADIVI para importaciones que nadie ha visto, vio o verá; aparecen en todas las listas de los más buscados y para colmo de males se creen herederos de las glorias del Libertador, sin haber librado aunque sea una sola batalla.

Sensaciones más que reales

En Venezuela la política reciente ha dado mucha tela que cortar, en especial por los aportes lingüísticos, que debe tener a la Academia española y a su correspondiente venezolana dando carreras, como si se tratase de Filípides para anunciar la victoria de Atenas sobre los persas.
En el país todos los días acontece algo que no podemos llamar por su nombre. Asesinan pero no son asesinatos, secuestran pero no son secuestros, roban pero no pueden ser catalogados de robos; solo son sensaciones de inseguridad, que las actoras (Maduro dixit) de la injusticia venezolana las catalogarán de exageraciones mediáticas y de percepciones de quienes debieran estar pendientes de las “masacres” de la canalla internacional en lugar de conspirar (protestar) contra la gestión madurista, como si no estuviésemos asediados por la delincuencia, por cierto tan organizada como la gubernamental.
Mientras al Nerón obrerista le da por echarle trementina a la obra y acercarla a la candela, los venezolanos tenemos que estar listos para apagar el candelero, mientras él toca la conga.

Llueve… pero escampa