Miguel Yilales
@yilales
Ya se ha vuelto una costumbre enterarnos de
la violencia que nos agobia por las redes sociales o páginas de noticias en la
red porque los medios privados (una verdadera minoría) están dedicados a la
farándula o a las noticias fatuas y los medios públicos (que son la mayoría,
incluidos los privados que se han plegado a los intereses del régimen y los
asignados a testaferros boliburgueses) cubren los shows politiqueros que, de
tanto en tanto, montan en esas tramoyas que son la Asamblea Nacional y el
Palacio de Miraflores.
Mientras tanto los respetuosos órganos de
seguridad del Estado, aunque parezcan más de represión por la saña de sus
actuaciones, les ha tocado salir a lo James Bond a acabar con todas las
conspiraciones que pretenden atentar contra la revolución, por lo que buscan y
capturan a esa mezcla de Jack El Destripador, Hanibal Lecter y Dorangel Vargas
(digo por el despliegue policial) que debe ser el alcalde metropolitano Antonio
Ledezma quien conspiraba para derrocar a Nicolás Maduro a través de remitidos
de prensa, allanan la sede de un partido político opositor y reprimen a
estudiantes por exigir el respeto a la voluntad popular que eligió al
gobernador de la mancomunidad de municipios que hacen vida en la Gran Caracas.
Es que en Venezuela para acabar con la
falta de profesionalismo y la chapucería en los órganos de seguridad del Estado
de la IV se decidió que las policías debían tener una universidad que formase a
su gente en el respeto de los derechos humanos, las libertades ciudadanas y la
resolución de los problemas de seguridad (no son inventos míos eso dice su
sitio web).
Ni
secta, ni imperio
De ahí que ningún paisano, no tiene que ver
con las insinuaciones entre el exmandatario y el mandatario, ha sido sometido a
torturas, a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes desde que se
inauguró ese dechado de bondad y misericordia que es la Policía Nacional Bolivariana.
Lo del agente 007 viene a colación porque
hacia 1989 a Timothy Dalton le tocó interpretar en una película, llamada
“Licencia revocada” y luego renombrada “Licencia para matar”, al mítico agente
secreto que mientras perseguía a un narcotraficante es suspendido del MI6 (aun
no aparecían los testimonios del Leamsy Salazar contra algún Dios
revolucionario) por lo que decide acabar con todo el mundo.
En nuestro caso, los agentes socialistas,
revolucionarios y antiimperialistas formados bajo la égida de un militar
golpista y amparados en una resolución ministerial de otro golpista, también salieron
a acabar, no a los narcotraficantes, a los paramilitares, a los que cobran
vacunas o al hampa común, sino a unos estudiantes.
Realmente no importa si los policías que disparan
venían de la IV o son de la V. El policía y presunto asesino de Kliuberth Roa no
se adiestró en una secta de derecha, ni en el imperio norteamericano, tenía 7
años cuando llegó este oprobioso régimen con su discurso de odio, creció al
amparo de las normas y órdenes de quienes hoy están en el poder y estudió en
una universidad que crearon para la seguridad.
Culpables
y responsables
Desde siempre las policías venezolanas han
sido vistas con ojerizas. Llámense chácharos gomeros, Seguridad Nacional,
DIGEPOL, DISIP, policía metropolitana y más recientemente policía nacional
bolivariana o SEBIN todas han tenido más de una oveja negra en su redil. El
problema siempre ha sido creer que todo se soluciona con cambios de nombres,
aunque se mantengan las prácticas arbitrarias, ilegales y violatorias de la
dignidad humana.
Por cierto el culpable del asesinato del
niño Roa ya está detenido y se le aplicará el peso de la ley, si creemos en las
declaraciones oficiales, solo falta que caigan los responsables: el que sembró
odio en los funcionarios (aunque no está, quedó su heredero), el que autorizó
el uso de armas letales para reprimir manifestaciones (que no le valga padrino),
el que rigió su formación policial donde lo evaluaron psicológica y
académicamente (así sea paisano del asesino), el que dirige la policía en la
entidad (no obstante haya prometido poner su cargo a la orden) y finalmente la
que cree que la inseguridad son “hechos aislados” que sesgan la vida de
venezolanos.
Debemos exigir se enjuicie a los
responsables y que se revoque a todos los funcionarios esa “licencia para
matar”, mientras tanto estamos a la merced de la anarquía, el desgobierno y la
ilegalidad que impuso este socialismo del siglo XXI.
Llueve… pero escampa