viernes, 26 de junio de 2015

A paso de perdedores

 Miguel Yilales
@yilales
Uno de los logros indiscutibles de quienes se hacen llamar herederos del legado bolivariano es que gracias a su absoluta incapacidad para manejar la crisis, los venezolanos descubrimos (algunos lo sabíamos antes de que llegaran al poder) que el problema no es la derecha, ni el imperio, ni Felipe González, ni Álvaro Uribe, ni la Exxon, ni Guyana, ni Colombia, ni la Polar, sino ellos mismos que destruyeron moralmente al país.
Pero no es del gobierno de quien quiero hablarles, porque aun habrá mucha tela para cortar y por los vientos que soplan mucho tiempo para hacerlo, sino del esfuerzo tesonero, desinteresado, encomiable y digno de elogios que hizo la oposición (me refiero a los muy “legítimos” partidos aglutinados en torno a la Mesa de la Unidad Democrática) para garantizarnos que el gobierno más irresponsable en la historia republicana se atornille en el poder hasta el dos mil siempre.
Solo así se puede entender que ante los patéticos logros, solo posibles en el Socialismo del Siglo XXI, a la oposición le dé por no capitalizar la desilusión sistematizada, el decaimiento y el pánico en que se encuentra postrado el país y que frente al malestar que genera la revolución por las emboscadas, los golpes bajos y la manipulación, pongan a los venezolanos a escoger entre el malo y el menos malo, el regular antes que el peor y el menos vulgar, ramplón y prosaico en lugar del meritorio, loable y admirable.

La lógica de lo ilógico

Pareciera que en nuestra Venezuela no es suficiente que su soberano gobierno entregue la alimentación, la construcción de viviendas, el ensamblaje de vehículos, el sistema de identificación y las aduanas, a chinos, rusos, bielorrusos, iraníes, y por supuesto, a cubanos, sin dejar de lado a la mancomunidad anglófona del Caribe, a los países del ALBA y a cuanto chulo revolucionario aparezca, como para que la MUD nuclease a todos los factores más allá de los partidos.
Además que estemos bajo un régimen que muestra los índices de inflación más altos del mundo y un desabastecimiento general, con una inseguridad que contribuye a evitar la sobrepoblación mundial de forma no selectiva (a cualquiera le puede tocar) y que ayuda a tener un mundo más ecológico al disminuir el consumo eléctrico, por lo que autopistas, calles, ciudades, pueblos y caseríos viven en el oscurantismo, no es como para que la oposición se ocupe de desalojar del poder a quienes les importan más sus propios intereses que lo colectivo.
Casi que debemos sentirnos agradecidos porque no ha habido personaje más patrióticos y antiimperialistas en la historia universal, ni siquiera Leónidas, que se haya dedicado a protegernos de los intentos por vulnerar nuestra soberanía como lo hicieron estos retoños del Samán de Güere, demostrado con su firme postura ante las pretensiones guyanesas de explotar las riquezas del Esequibo a cambio de dar su apoyo y votar para que el régimen chavista ocupara puestos en la comunidad internacional o su férrea oposición a que unos malandros de cuello rojo convirtieran al país en un paraíso de la droga, el contrabando y el terrorismo.

Otra vez el bendito pañuelo

Vivimos bajo el chantaje de que nos debatimos entre traidores y colaboracionistas: toda crítica al gobierno es una traición y si no la hacemos también lo es; cualquier diatriba con la oposición es un vulgar colaboracionismo al régimen; sí se llama a votar se contribuye con el fraude y sí se habla de las condiciones ilegítimas favorecemos a un gobierno que se ha mantenido en el poder con artilugios, estratagemas y trampas.
Hoy cuando el ciudadano manifiesta su inconformidad y malestar, denuncia y exige, reclama y protesta, no hay mayor muestra de desprecio a la sociedad que, a pesar de existir las condiciones propicias, con tendencias irreversibles y un clima en la opinión pública francamente desfavorable al gobierno, no hayan propuestas ingeniosas y candidatos que emocionen al colectivo por ser los mejores.
Lo lamentable es que a estas alturas, las listas parciales que se conocen, generen el comentario (por lo menos en mi círculo) de que hay que votar con un pañuelo en la nariz, que esto es peor que nada y que el más malo de este lado es mejor que cualquiera de los del otro lado, lo que denota es que no aprendimos nada en 17 años y que seguimos pensando con las entrañas, actitud que llevó al poder a esta caterva de incapaces y nos convierte en los únicos que avanzamos a paso de perdedores.
Llueve… pero escampa

sábado, 20 de junio de 2015

Intensa-mente maduro

Miguel Yilales
@yilales
Lo primero que quiero aclarar a mis consecuentes lectores es que no he cambiado de parecer en cuanto a las convicciones políticas y mucho menos que, como dijese Fouché, encontraron como torcer y trastocar mis principios y valores. Hechas estas precisiones les digo de qué va este cuento.
Esta semana el estudio Disney Pixar estrenó su más reciente comedia infantil, una película que trata sobre las voces que hay dentro de la cabeza de cada ser humano, es decir, las emociones que hacen una experiencia inolvidable el diario devenir: alegría, tristeza, enojo, desagrado y temor.
La película, según las críticas que se han hecho en las presentaciones privadas y en el Festival de Cannes, será exitosa, una más a las que ya nos tienen acostumbrados estas casas de la magia del entretenimiento, y que además atraerá la aclamación casi universal por lo interesante de la propuesta: entrar en la mente humana.
De ser maravillosa, como parece que será, uno se imagina a la Villa del Cine produciendo un remake boliburgués que hable sobre las voces que debe tener un verdadero socialista, chavista, madurista y diosdadista (espero no haber dejado fuera a ninguna de las tendencias) en la que las emociones tienen que disociarse de la realidad para aferrarse al poder a pesar de sus desatinos. Por supuesto no sería una comedia, sino una tragicomedia con mucho terror y miserias.

Un Godzilla tropical

Si el protagonista fuese la delirante cabeza de algún maduro personaje que profese las ideologías demodés y sin sentido del siglo XX (aunque en nuestro caso a veces llega hasta el XV) de seguro encontraremos que sus emociones son: ira, envidia, terror, odio y resentimiento, con lo cual se entendería ese comportamiento a lo Godzilla en que, a paso de vencedores, siembra muerte, desolación y destrucción a lo largo y ancho de una nación.
Fíjense que sí hablamos de economía hay que sentir mucho resentimiento para mantener el control de cambio, destruir el aparato productivo y pretender vender la idea de que las cosas suben de precio porque hay unos malévolos empresarios que en lugar de producir para hacerse más ricos, prefieren la quiebra para derrocar al gobierno.
Pero si en su lugar el tema a conversar es el trato inhumano y salvaje hacia los políticos presos por hacer política (una frase genial de Felipe González), la criminalización de las protestas o cómo actúan contra los que piensan distinto a ellos, quien gobierna las acciones de seguro es la ira, única forma de entender que no exista el debido proceso, que se solucione todo con gas del bueno o que se pretenda enjuiciar desde un simple tuit hasta un ocurrente meme.
En cuanto a la envidia sabemos que asume las funciones de liderazgo cuando le da por criticar de manera malsana al que trabaja y produce, pretende destruir a las universidades porque prefirió cambiar el libro por la libra (no crean que se me pegó el sexismo idiomático) de piedras que lanzaba cada jueves (día de protesta) para vaguear hasta el lunes o por la manera en que insulta, veja, desprecia a todo el que es más exitoso y tiene méritos que mostrar.

A expensas de sus miedos

Aunque quien debe gobernar la mayor parte del tiempo a este maduro protagonista debe ser el terror porque: no se imagina fuera del poder; sí hace cambios lo acusaran de traidor al proceso y si no los hace lo será por destruir la nación; ocultó la verdadera fecha de la muerte de su padre putativo y a alguien se le puede ir el yoyo sobre cómo se firmaron decretos desde el más allá; y se sabe cautivo de los mazazos de Diosdado, de los militares que no le paran y las flores (y no es Cilia) con que actúan los colectivos de paz.
Y dejé para el final al sentimiento que más disfruta y lo representa: el odio. Es que solo desde la animadversión, la tirria, la enemistad y la ojeriza se puede explicar todo el esfuerzo puesto de manifiesto para desaparecer la venezolanidad de la faz de la tierra y su aspiración de vernos deambular con ambas rodillas en tierra, sometidos a los designios del decrépito titiritero cubano que lo maneja a él y que lo ha convertido en un hazmerreír de marca mundial.
Propongo que para evitar las demandas del emporio norteamericano de entretenimiento, porque todas las querellas las estamos perdiendo, podrían parafrasear el nombre de la película y llamarla “Maduro de-mente intenso” (no me refiero a apellido alguno, sino a la madurez) y quien quita le den un Oscar por sus perversas emociones.

Llueve… pero escampa

jueves, 11 de junio de 2015

Cabello sí se cae

Miguel Yilales
@yilales
Dicen que avergonzado por la pérdida de cabello, al emperador Julio César sólo le quedó disimularlo con una corona de laureles. Pero si hoy resucitara, el gobernante romano encontraría atónito decenas de alternativas para prevenir, revertir o disfrazar su calvicie.
En el hombre, hasta el 99% de los casos la caída de cabello es de naturaleza hereditaria o androgenética. Como todavía no se puede modificar el ADN para evitar ese designio de los genes, cuando la calvicie amenaza hay cuatro posibilidades básicas: resignarse, usar medicamentos, colocarse una peluca u operarse.
Hacia el siglo XVIII, los jueces y nobles usaban prominentes pelucas como símbolo de sabiduría. Hoy, en cambio, la idea es que se noten lo menos posible... aunque muchas veces los intentos son infructuosos. Recuerdo al actor Carlos Olivier recomendando una solución a la caída de cabello, que era una costosa alfombra entretejida que fijaban al cuero cabelludo con una resina de almendras.
Ser calvo te da la ventaja de no sufrir por el mantenimiento del cabello, en especial en la situación que se vive en Venezuela en que no se consigue champú, enjuague y los barberos ajustan los precios según el valor del dólar.
Todo el mundo se da cuenta de la caída de cabello y a sottovoce se ríen de quienes tratan de ocultarlo.

Capo di tutti capi

Todo esto viene a cuento porque por diferentes esquinas, avenidas y autopistas han aparecido una serie de pintas y grafitis en las que se lee: “Que caiga Cabello” o “Que se lleven a Cabello”, cosa que me ha llamado poderosamente la atención porque no sabía que había tanto hincha a favor de la caída de cabello.
Por supuesto que los adeptos del gobierno han entendido que se trata de un ataque en clara alusión a algún personajillo, nefasto y perverso de esta tragedia histórica que nos ha tocado vivir a los venezolanos en los 16 años de revolución bolivariana. Con lo cual parecieran asumir que toda alusión al cabello es una clara referencia a Cabello, igual a que se molestaran porque la gente sepa que lo maduro, tarde o temprano, se pudre.
Menos mal que a los publicistas no les ha dado por hacer una campaña para una barbería o a esta no les ha dado por promocionar sus servicios con frases como “hay que cortar el cabello”, “navaja afilada, maquina y tijera para cabello” o “se te cae (el cabello), ráspatelo” porque podrían haber sido acusados de intento de tiranicidio o condenados por la parcial, dependiente y sumisa justicia roja por difamación, injuria, maledicencia, ultraje, agravio e insulto por nombrar el cabello, que es distinto al Cabello que no rompe un plato pero sí la vajilla completa (participó en golpes de Estado, destituyó alcaldes, diputados y gobernadores y sus excolaboradores lo acusan de ser il capo di tutti capi de la caterva gobernante).
Pero eso de que la sensibilidad este a flor de piel es otro de los legados de un individuo que teniendo todas las posibilidades de desarrollar el país por los ingentes recursos que entraron a las arcas públicas, se atragantó con un discurso político demodé, fatuo y sin sentido en lugar de generar beneficios por la vía del desarrollo individual, de la promoción de las libertades y del trabajo productivo.

Ni con Tricófero de Barry

Es que quienes llegaron para construir, destruyeron; quienes estaban para generar riqueza nos depauperaron; quienes pudieron gobernar dentro del marco de la ley y la constitución, lo hicieron a su margen; quienes debieron defender la nacionalidad, la soberanía y la ciudadanía se entregaron sumisamente a los pies de unos sátrapas caribeños que ya no encontraban a quien chulear.
Si alguien me preguntase por la caída de Cabello, y en este caso no me refiero al que nace en el folículo piloso, le diría que no es algo que me quite el sueño, porque los años me han enseñado que no vale la pena preocuparse por lo que es inevitable.
Las revoluciones y sus personajes creen que son eternas, son como los imberbes que piensan que la juventud es para siempre y que la vejez nunca los alcanzará. Así le pasa a Cabello que no entiende que tarde o temprano caerá en desgracia, no hay manera de evitarlo, porque el poder es efímero y temporal, y en esta revolución socialista, chavista y madurista en la que no hay ni siquiera Tricófero de Barry, aquel reconstituyente que recomendaban las abuelas, es mejor que se resigne o empiece a usar peluca, porque los venezolanos vamos a disfrutar de esta alopecia gubernamental.

Llueve… pero escampa