domingo, 27 de diciembre de 2015

Feliz y descabellado 2016


Por Miguel Yilales
@yilales
Eso de llegar al final de año y tener buenos deseos para el futuro es una tradición universal. Incluso los que se rigen por distintos calendarios celebran la llegada de una nueva era por la esperanza que representa.
En esta época también surgen los presagios, pronósticos y predicciones de muchos lenguaraces, con poderes o no, que les da por decir, explicar y asegurar lo que les depara el futuro a los más 7 mil millones de almas que habitan esta Tierra, sin importar si se trata de Trump, Clinton, Cabello, Maduro, Capriles, López o usted que me lee. Indudablemente que todo esto está asociado con la ansiedad que siente el ser humano por lo impredecible.
Por supuesto que para no quedarme atrás desde hace años me pongo para esta fecha mi bata y mi turbante, para sacar a relucir mis dotes de videncia con los que predigo los hechos venideros. Claro está que no me da por invocar muertos, examinar entrañas de animales, oír el canto de las aves, leer las líneas de las manos, ver las oscilaciones de una lámpara o interpretar sueños, ni mucho menos parecerme a ese personaje venezolano que sabe de cocina, religión, derecho, economía, opinión pública, política y, quien sabe, ciencias ocultas.

A las pruebas me remito
En el año 2013 titulé mi artículo “Un venturoso 2015”, es que todos los elementos inductivos, deductivos e intuitivos me inspiraban para decir que el 2014 era un año para el olvido desde antes que llegara: el llamado a “la salida” fue utilizada para atornillar a Nicolás Maduro, la reunión entre el gobierno y la opositora MUD sirvió para defenestrar a Leopoldo López, María Corina Machado y Antonio Ledezma, la economía de importaciones continuó, luego del éxito electoral del “Dakazo”, sin ninguna intención de rectificación y para colmo de males ese no era un año electoral por lo que el capo de El Furrial y al presidente obrero y autobusero que conduce los destinos del país les dio por radicalizarse en lugar de corregir. 
Para el año siguiente, luego de revisar los elementos de la naturaleza, me llegaron las señales para el 2015, por eso escribí “Que Dios nos agarre confesado” porque se sabía que habría mucho joropo y muy pocas alpargatas para tanta gente. Este se vislumbraba, como realmente fue, un año de escasez de todos los insumos con los que alguien viviría y no esta eterna persecución de productos para medio sobrevivir; la salud, la educación y la seguridad continuaron de vacaciones con un gobierno que se dedicó a viajar y despilfarrar; una oposición que resultó triunfadora (reconozco que no lo preví) a pesar de los traspiés, las críticas ante la inacción, el reparto de las cuotas, el ventajismo oficialista y la ausencia de una propuesta que convenciera sobre la necesidad de cambiar el rumbo (la gente votó obstinada de los desaguisados y los guisos chavistas).
Y para este 2016 ya puedo predecir que tendremos un descabellado año, no porque las cosas vayan a estar fuera de control, por el contrario por primera vez en 17 años se inspeccionarán las finanzas públicas; habrá quien controle los desafueros de quienes hacían y decían lo que les viniera en gana; se reestructurará el sistema judicial para que deje de estar inclinado a un solo lado; se podrá designar a los nuevos integrantes del Poder Electoral para que actúen como un verdadero arbitro; liberar a todos los presos políticos y exigir a la Fuerza Armada que no esté al servicio de parcialidad alguna.
Más futuro que pasado
El camino no es fácil y no se culminará todo en un año, sería iluso pensar que así sería luego de tantos vicios heredados y exacerbados desde que llegaron al poder, pero tenemos la oportunidad de oro de poder comenzar si se dejan de lado los egos personales y los intereses mezquinos que han aflorado hacia el final de año. No alimentemos más los deseos de quienes han destruido el país y recuerden que el aparato hegemónico comunicacional del régimen sigue intacto y al servicio de quienes están interesados en destruir la unidad de la oposición.
Hay que abonar el camino para que en tiempo perentorio se alcance el objetivo de salir de la caterva de delincuentes, choros, malhechores, atracadores y malandros que desgobiernan al país. Alegrémonos porque este año que se avecina será descabellado, ya tenemos un parlamento así, en especial porque el que juraba que no entregaría lo va a tener que hacer, ahora a construir un país en el que disfrutemos de tan anhelada “calvicie” política.
Llueve… pero escampa

domingo, 20 de diciembre de 2015

Una Navidad muy diferente

Por Miguel Yilales
@yilales
Esta época del año tiene especial significación para la humanidad. Hay quienes celebran la venida del Hijo de Dios, hecho que por cierto dividió la historia en un antes y un después de Él, hay otros que recuerdan la derrota de los helenos y la recuperación de la independencia judía con la Fiesta de las Luminarias, los escandinavos aún rememoran la llegada del solsticio de invierno, la noche más corta en el Hemisferio Boreal, que luego transmutaron en el Espíritu de la Navidad y están los que se desbocan por el placer del consumismo.
De seguro hasta estas líneas alguien pensará que he decidido cambiar la temática de mis escritos por la cercanía de las fechas decembrinas, lo cual hubiese sido así de haberse generado un verdadero cambio en la actitud política de quienes dirigen el país y sus sigüises, es decir, los Castro y sus abyectos Maduro, Cabello y compinches.
Se supone que este tiempo, inclusive para los no creyentes, es para pensar en la familia, la buena voluntad, la compasión y la celebración, bueno con sus excepciones que prefieren destruir en lugar de construir, saquear en lugar de compartir y hacer pucheros en lugar de reflexionar, en especial si son una especie política decadente, debilitada, menguada y periclitada que creía haber llegado al poder para permanecer en él por miles de años.
Mucho circo sin pan
Luego de sufrir una aplastante derrota el día de San Nicolás, fecha que por cierto alguien recordará por siempre no por ser la de su patrono, les ha costado salir del mundo ficticio en que vivían y creen que aún están al interno de esa burbuja que creó el galáctico de Sabaneta.
Terminaron por imaginar que a la gente le gustaba el baño en las aguas putrefactas del río Guaire porque todos los ríos se desbordan e inundan las estaciones de los subterráneos, que la felicidad existía porque se decretaba y si no se ordenaba a través de un ministerio, que a los pobres, este es el gobierno que más nos ha depauperado, les gustaba tanto la miseria construida por el socialismo del siglo XXI que preferían comer piedras y palos antes que dejar de lado un legado de desventura o que nadie protestaba porque disfrutaban el circo sin pan de las colas de la escasez y la inflación galopante que destruían el ingreso de los venezolanos.
Por esa vía decretaron rebajas en las tiendas que fueron aceptadas voluntariamente (en el chavismo es a juro y porque sí); hicieron conciertos gratis a una semana de las elecciones a pesar de que se reportaban adultos, jóvenes y niños que agonizaban por falta de medicamentos; regalaban taxis, tabletas, computadoras, televisores y perniles para comprar adhesiones y que los escándalos de un pollo parlamentario, de un capitán cavernícola que se ufana más por tener “full real” que por ser de El Furrial, de unos sobrinos presidenciales presos a pesar de cómo se pavoneaban y de generalotes embriagados por el poder nunca los salpicarían cuando encendieran el ventilador.
Les dio por patear la mesa, hacer berrinches, dar pancadas de ahogado y con bravuconadas como si todo lo que hicieran no pudiera ser revertido a partir de enero. En estos 17 años la oposición, aunque hay excepciones, entendió que los atajos no necesariamente son el camino al éxito y que es preferible trabajar con constancia y perseverancia.
Por las buenas
Es que hasta Ebenezer Scrooge, el personaje de Charles Dickens en Un cuento de Navidad, y El Grinch, el ogro verde del Dr. Seuss, al final entendieron el mensaje, bien por sus propios miedos (los fantasmas del pasado, presente y futuro) o por la realidad que no podían ver (la Navidad no estaba relacionado con los regalos), pero los engendros del Averno, que deben recibir instrucciones por la Ouija o en forma de pajarito (y todos sabemos cómo envían los mensajes los pájaros que vuelan encima de uno) confunden, como decimos por aquí, la gimnasia con la magnesia.
Ojalá antes que finalice el año, se les aparezca el espíritu del pasado republicano para que les muestren lo que había antes de que llegaran al poder, el del presente para que les señalen cómo los derrotó electoralmente una sociedad que se cansó de las tropelías con las que se dedicaron a destruir al país y el del futuro para que les enseñe cómo, de no rectificar, cavaron una tumba que nadie visitará y que todos prefieren olvidar, ya que de no razonar les tocará aprenderlo desde la Asamblea, y a democráticos trancazos, luego de una diferente Navidad.
Llueve… pero escampa

martes, 15 de diciembre de 2015

Ya basta de Brutos


Por Miguel Yilales
@yilales
No hay nada peor que tratar de enseñarle a alguien que no está interesado en lo más mínimo en aprender. Primero porque por más esfuerzo que ponga el instructor si al pupilo le da por no prestar atención, por vivir en las nebulosas o simplemente pensar en los huevos del gallo (en especial en época de escases) el objetivo no se cumple y en segunda instancia porque así el formador sea la reencarnación de Bello, Vargas o de Gallegos se cansaría y perdería la paciencia ante tanta ignominia por parte de ignaros deslustrados.
Dicen que nadie es bruto en esta vida, bueno con la excepción de aquel Bruto que marcó pauta en la Historia Universal. Por supuesto que me refiero al romano que se distinguió por usar ese nombre y no a los que destacan en estos lares por ignorantes, iletrados, rústicos y ordinarios.
Documenta la historia que un Bruto, Marco Junio, estuvo entre los líderes de la conspiración y posterior asesinato de Julio César por allá en el año 44 a.C., William Shakespeare escribió que el dictador Julio César dirigió sus famosas últimas palabras a Bruto: ¡Tú también, Bruto, hijo mío! aunque testigos solo lo vieran cubrirse el rostro con la toga y morir dignamente en silencio, sin pronunciar palabra alguna (De Vita Caesarum, Liber I Divus Iulius, LXXXII).
La conspiración en marcha
La conspiración ocurrió porque nadie estaba conforme, ni satisfecho con el estado de la República, ya que el César había sido nombrado dictador perpetuo (sin necesidad de reelección indefinida), además porque lo habían facultado (sin necesidad de habilitante) con varias leyes que concentraban todo el poder en sus manos.
Es más se rumoraba que solo le faltaba la corona para igualar a cualquier rey, muy parecido a algunos reyezuelos caribeños que se dicen republicanos aunque desprecien a un sistema político que se fundamenta en el imperio de la Ley, la división de Poderes y su control recíproco, la activa participación política por parte de los ciudadanos y la igualdad ante la ley para frenar los posibles abusos de las personas que tienen mayor poder.
En pleno siglo XXI, y sin pretender blasfemar al comparar a Julio César con Hugo Chávez y a su muerte como parte de una conspiración palaciega para quedarse con el poder, es innegable que luego de su deceso las intrigas, las malas ejecuciones, los errores garrafales de unos eunucos mentales, intentaban culminar la obra que iniciara el difunto de Sabaneta: destruir la República.
El período final de la monarquía en Roma era un mal recuerdo, habían abolido la realeza por la república y los más tradicionales no deseaban el regreso, es más casi que se les podía escuchar vociferando y gritando la consigna “no volverán”, aunque 17 años después la república sucumbiera y diera paso al imperio que dominaría al mundo occidental.
Todo esto viene a cuento porque, en el mismo período que sirvió para acabar con la República Romana, una caterva de delincuentes les dio por abrogarse todo el poder y despreciar las reglas de lo que se suponía era un Estado, para destruirlo.
Lecciones por aprender
Como alumnos poco aventajados, de esos que pasaron por la universidad porque iban montados en autobús o porque les transcurrió el tiempo mientras lanzaban piedras, no entienden por brutos (en minúscula) que los Brutos que los traicionaron no están en las filas que los derrotaron sino en la forma desastrosa como hacen las cosas.
La rebelión ocurrida contra estos capos en el poder fue porque en Venezuela los niños se mueren por falta de medicamentos, las personas no pueden comer por la colosal escasez, la inseguridad es una forma de vida para sobrevivir, la inflación destruye cualquier ingreso y porque creyeron que la militancia política se lograba al amedrentar, engañar y manipular para lograr la sumisión.
El país necesita una reconstrucción profunda: que los Poderes sientan que están limitados por la Ley, que los ciudadanos recuperemos la soberanía que nos fue arrebatada durante muchos años, que el gobierno gobierne, que el legislativo haga leyes, que la justicia sea ciega y no parcializada, que un ciudadano sea equivalente a un voto y que los militares estén supeditados al poder civil.
Le corresponde a la oposición demostrar cómo se puede beneficiar a todos los venezolanos por igual. Bruto actuó por las pésimas políticas del César, por lo que la oposición (que dirigirá el Parlamento a partir de 2016) está obligada a garantizar que, con ellos, ya basta de Brutos.
Llueve… pero escampa

lunes, 7 de diciembre de 2015

El primer día sin lluvia

Por Miguel Yilales
@yilales
Un gigante siempre cree que es invencible. Enfrentar a un ser corpulento y con todo el poder, que poseía escoltas para que le protegieran a sol y sombras, que era secundado por todo un ejército con el que amenazaba a sus adversarios, que se decía pacífico sí se rendían a su invasión pero amenazaba con una espada, una lanza y un mazo en la mano y que era especialista en mantener un asedio que incluyera burlas y vejámenes diarios, parecía una locura y aunque alguien pudiera inferir que hablo de algún personajillo criollo, no me estoy refiriendo a quienes se creen gigantes porque los rodean unos enanos (mentales) sino a los auténticos.
Relata el Libro de libros que un joven predestinado a gobernar derrotó a Goliat armado con una honda y una piedra y sí algo se parece a eso es la épica victoria que obtuvo la oposición este 6D cuando se convirtió en un David para derrotar a un Estado gigantesco y todopoderoso. En un país en el que se había perdido la institucionalidad hacía tiempo parecía imposible vencer al gobierno, primero por ser uno de los más tiránicos que ha llegado al poder y segundo porque ilusionaron a un pueblo al ofrecer, de forma engañosa, que cambiarían las cosas para mejor.
He escrito durante mucho tiempo que después del chaparrón, el aguacero o el chubasco escamparía, siempre me preguntaban cuando ocurriría eso y les digo, con toda certeza, que escampó, aunque volverá a llover porque aún hay tareas pendientes con eso que mientan el Socialismo del Siglo XXI.

Abusa que algo queda

La realidad fue que con Chávez, primero, y con Maduro, después, lo que nos ha tocado vivir se parecía al Diluvio Universal, con la diferencia de que los boliburgueses son los únicos que abordaron el Arca, disfrazados de animales (aunque estos son más nobles) para pasar desapercibidos mientras se enriquecían robando, birlando y despojando a los que inocentemente creyeron en ellos mientras sembraban la esperanza entre los que todavía flotaban, porque el próximo les podía tocar.
Luego de tanta agua que ha caído: los errores de la oposición, los diversos caminos recorridos, las adversidades sufridas y los obstáculos que nos ha tocado sortear, el Sol salió y se ha visto cristalizada una esperanza.
Las aguas no han bajado, por el contrario ahí están, y por el discurso de reconocimiento de la derrota por parte de Nicolás Maduro y las palabras del jefe de campaña Jorge Rodríguez, quien por cierto abandonó el cargo de alcalde de Caracas hace mucho tiempo, aún se sienten con poder para bravuconadas porque están a bordo de un buque aunque este haga aguas y se hunda. Lo que no logran visualizar es que cuando un buque se mantiene a flote las ratas pueden deambular por las sentinas (lugar oscuro sobre la quilla donde se reúnen las aguas sucias) pero al presentir el peligro de morir ahogadas son las primeras en abandonar y esa deserción ya comenzó aunque no se percaten de ello.
El camino a recorrer no es fácil. La tiranía castrocomunista sigue al frente del poder ejecutivo, tienen el control de los tribunales que hasta ahora se han comportado sumisos al presidente anterior y su heredero, mantienen un ministerio electoral que hay que convertir en el árbitro imparcial que no es y tenemos a un poder que debiera ser moral pero que su comportamiento es amoral.

Un salvavidas es una esperanza

Debemos entender que todavía hay muchos demonios sueltos en la propia oposición. Me refiero a los que tienen la convicción de que las teorías conspirativas son ciertas y que los cubanos planificaron que la oposición ganara para generar una ilusión de democracia; los eunucos que están convencidos y quieren convencer a los que interactúan con ellos en las redes sociales que todo es fraudulento pero no proponen nada; los que tienen contactos con los verdes, los blancos, los azules y los carrubios para que ejerzan el monopolio de la violencia, lideren una salida por la fuerza e impongan la solución militar como si no tuviésemos 17 años bajo una bota que desconoce debe estar supeditada al poder civil.
La tarea no es fácil, es más apenas comienza. La mayoría de los venezolanos apostaron por cambiar de buque antes que se hundiera, de rumbo antes que encallásemos y, más temprano que tarde, de timonel porque el que está no sabe leer, por supuesto que me refiero a la brújula. Hoy disfrutamos un claro amanecer, un día sin lluvia y que aunque pueda volver a llover tenemos la certeza de que escampa.

Llueve… pero escampa

domingo, 6 de diciembre de 2015

Un viaje sin retorno

Por Miguel Yilales
@yilales
Cuando escribo este artículo aún no se ha producido el acto de votación, además como no poseo dotes de pitoniso, hechicero, adivino o futurólogo desconozco que vendrá luego de este 6 de diciembre, pero puedo aseverar que a partir del próximo 5 de enero de 2016.
Tendremos un nuevo parlamento, con una composición diferente a la actual y con algunos actores distintos a los que han ocupado las curules hasta ahora, Nicolás Maduro seguirá al frente del poder ejecutivo y en los restantes cuerpos integrantes del Poder Público Nacional continuarán (rodillas en tierra) unos individuos que solo han sido eficientes para permanecer abyectos a los designios de lo que ellos llaman su soberano, que no es el pueblo como algunos creen, sino unos sátrapas caribeños que les dicen qué hacer y cómo hacer para eternizarse inescrupulosamente en el gobierno. Y es precisamente a eso a lo que me referiré.
Alguien que cree que en la política todo es válido y que la decencia no es necesaria en la función pública es un primitivo discípulo de algún tirano de los que han pululado en el mundo a través de la historia o de esos gorilas, uniformados o no, que juran y perjuran que la subyugación de la bota militar es la forma de arreglar las cosas.

Una piltrafa inhumana

Estas últimas semanas se desataron los demonios y las bajezas, que solo emergen cuando el desespero es el consejero. Un resentido, no puedo sino llamarlo así, que dice dirigir al país porque ocupa el Palacio de Miraflores aunque sea incapaz de desalojar a los invasores de la residencia presidencial, le dio por insultar, vejar y ultrajar a un adversario político.
El heredero del huésped del Cuartel de la Montaña, en su muy limitado entender y su primitiva forma de hacer política, creyó que capitalizaría una gracia y lo que le salió fue una inmensa y ridícula morisqueta cuando catalogó de irresponsable a un alcalde opositor por supuestamente haber abandonado sus funciones en viajes conspirativos al Imperio.
Las acusaciones ameritaron que el burgomaestre Carlos Ocariz se viera en el penoso deber de aclarar que sus ausencias (autorizadas por la Cámara Municipal) eran por el penoso padecimiento de leucemia de su hijo, tema que por cierto no lo había ventilado a los cuatro vientos y que había reservado a la intimidad familiar y a sus amistades.
Resulta que cuando no pudieron ocultar más la enfermedad de Hugo Chávez y se hizo público su sufrimiento, los afectos al oficialismo clamaban por respeto al mórbido presidente, que por cierto abandonó el cargo (Maduro dixit) para tratarse en Cuba y lo acompañaron parte del tren ejecutivo, su familia y cuanto bicho con uña quiso gastar los recursos de todos los venezolanos.
Acusar sin pruebas, injuriar, denigrar e insultar solo para obtener un objetivo y garantizar una supervivencia cada vez más exigua, es una forma de hacer política propia de piltrafas humanas que en su mocedad fueron adoctrinados en La Habana o que hicieron un cursillo exprés con algún resentido gobernante populista.

Una gran desgracia

No importa sí fue en La Habana o en Caracas, sí ocurrió el 30 de diciembre o el 5 de marzo del año siguiente, menos sí bailó por los pasillos del Hospital Militar o nunca se recuperó de aquella operación que lo dejó en estado vegetal, lo verdaderamente grave es que en ese período se hicieron nombramientos írritos, firmó decretos con una rúbrica escaneada, nunca se juramentó y que de manera ilegal un usurpador fue presidente provisional en flagrante violación de lo que decía la Constitución.
Desde que los esperpentos representantes del Socialismo del Siglo XXI aparecieron en la vida pública, aunque su violenta y sangrienta irrupción en política ya mostraba cual viles podían ser, demostraron que nunca les han importado las formas, ni las más mínimas reglas de la democracia.
Exigir respeto cuando se trata de sí mismo o de sus intereses pero no respetar a los demás es propio de seres ruines, inmorales, impúdicos, deshonestos y escabrosos, y el huésped temporal de Miraflores no puede sino comportarse según su naturaleza.
Este diciembre será distinto, no sé si para bien o para mal. Los golpistas, los resentidos, los destructores del país y las escorias que se enriquecieron a costilla de la ruina de los venezolanos lo único que les interesa es atornillarse en el poder, más allá de los resultados electorales seguirá en nuestras manos darles un viaje sin retorno, y no como sea, sino bien dado.

Llueve… pero escampa