sábado, 31 de diciembre de 2016

Un año perdido, un año botado

Por Miguel Yilales
@yilales
Hasta hace algunos años, por supuesto que previo a la involución política, social, económica, sanitaria que es el Socialismo del Siglo XXI, al llegar a esta época del año la televisión venezolana nos presentaba distintos resúmenes de lo que había sido su oferta programática y nuestro devenir. Un día el resumen humorístico, otro el de dramáticos, luego el de espectáculos musicales, para culminar con las noticias más impactantes. Hoy eso sería un ejercicio inviable e imposible de ejecutar, no porque no hubiese nada que resumir sino porque hubo áreas en las que no ocurrió nada y otras en las que pasó tanto que se requeriría más de un día para hacer el recuento.
Por ejemplo si quisiéramos resumir las largas peroratas que en cadena (casi que perpetuas) de radio y televisión nos tuvimos que calar, el ejercicio fuese muy simple porque bastaría tomar cualquiera de ellas y escucharíamos los mismos chistes repetidos hasta el cansancio, los mismos insultos a Ramos Allup o a Capriles, las mismas pruebas irrefutables (nunca presentadas) que demostraba que la oposición estaba involucrada en conspiraciones (cualquier mecanismo en la constitución era valido) para derrocarlo, los mismos enroques y reciclajes de ineptos e incapaces, que sacó como candidatos a diputados y que luego los regresó como ministros, porque en la corrupción, el robo y el desfalco se requiere prontuario y en esa materia han demostrado méritos sobresalientes.
Ni les compra cuentos, ni se los creen
Pero si quisiésemos hacer un resumen de los logros del régimen más chapucero en nuestra historia el trabajo sería más arduo y complejo porque tendríamos la faena de separar la paja de la mies y en eso de producir paja nadie como el ministro que nos aseguraba que el cadáver insepulto no estaba muerto sino que andaba de parranda.
Sabemos que en Venezuela el parapeto que es la Misión Barrio Adentro es un fracaso cuando todas las cifras indican que en el país reaparecieron enfermedades endémicas, se incrementó el número de neonatos fallecidos y los medicamentos para enfermedades crónicas o de altos costos brillan por su ausencia; sí es sobre la construcción de más de 1,3 millones de viviendas bastaría con dividir esa cifra entre el número de días, entre el número de horas por día y eso entre el número de minutos por hora para ver que mágicamente se construyeron y entregaron 2,47 apartamentos por minuto es decir 148 viviendas por hora o 3562 residencias por día.
Asimismo si analizamos el área económica encontramos al país con la inflación más alta del mundo, con niveles de abastecimiento en los que nos supera hasta Haití, con una política monetaria en la que cambiaron gatopardianamente el cono monetario para no corregir nada, que mutaron al sistema bancario nacional en la mayor lavandería de dinero del mundo cuando decidieron retirar el billete de máxima denominación, que tenemos una industria petrolera que no es capaz de garantizar el autoabastecimiento de gasolina y ni hablemos de la inseguridad donde alcanzamos el deshonroso penúltimo lugar al tener segundo índice de más muertes violentas por cada 100 mil habitantes.
Mal de muchos...
Pero los males no sólo quedan en una acera. Al frente tuvimos la mayor pérdida de tiempo y de capital político que nadie haya podido detentar desde 1810 hasta nuestros días. Una oposición lerda, desorientada, torpe y babieca que un año después reconoce que no hicieron nada y que las acciones que acometieron no estuvieron orientadas y dirigidas a obtener un fin político (se perdieron las uvas del 2015), eso sí reconocen haberse equivocada pero no renuncian los que la dirigen ni se deciden a reestructurar el armatoste fatuo que construyeron con falsas ilusiones, políticas erradas y caminos circulares.
Los presos políticos que no vieron la luz de la libertad, los venezolanos que hurgan entre la basura, las personas que trabajan y tratan de subsistir con salarios míseros, los pensionados que le dieron todo al país y que hoy el país los desahucia, los niños desnutridos y mal nutridos que se quedan dormidos en las aulas de clases y los jóvenes que están obstinados de cargar el pesado fardo de 18 años de desatinos políticos demandan que durante este nuevo periplo alrededor del Sol no nos dediquemos a dilapidar los días para oxigenar a una dictadura que sólo requiere que no se haga nada y exigen que el 2017 no termine también como un año perdido, un año botado.
Llueve... pero escampa

sábado, 24 de diciembre de 2016

Ni se hace política ni se conforman mayorías

Por Miguel Yilales
@yilales
Escribir en la víspera de Navidad sobre política es harto difícil en especial porque, para disgusto y sobresalto de mucho tirapiedras de los que pululan por ahí, quien tiene hijos pequeños y con ilusiones (que no desaparecen con la edad), no puede desligarse de la realidad del momento y quedarse enganchado en esa especie de amargura desquiciada y engendrada, en algunos, en estos 18 años de satrapía revolucionaria.
En los tiempos que vivimos, que han sido secuestrados por la más putrefacta casta política de nuestra historia, hay quienes creen que todo se trata de una dicotomía entre blanco y negro y que además no existen las escalas de grises y la diversa gama de colores.
Tan es así que han llevado las cosas a los extremos en que sí no comulgas con sus planteamientos envían a sus huestes, como carroñero a la carroña, a que te insulten; en que quienes dicen ser mejores que los que desgobiernan al país, usan sus mismas estrategias propagandistas; en que se clama por las libertades individuales pero se insta a arrasar de la faz de la Tierra a quien disienta, tenga diferente orientación sexual o creencia religiosa y en que se le exige a los demás conductas probas aunque se actúe en contrario en sus propias vidas, es decir son, en lenguaje bíblico, unos fariseos de la peor raigambre, que se dicen opositores hasta los tuétanos pero aceptan jugosos  contratos sin importar que venga de funcionarios corruptos o con dineros públicos.
Farsantes de marca mayor
Son como esos empresarios que exigen las libertades económicas pero no creen que los contratos deban ser discutidos o que los trabajadores puedan agruparse para hacer sus planteamientos al patrono; son como esos pánfilos que defienden las riquezas de un empresario y un régimen de libertades sin importar de dónde vengan los fondos que generaron esas súbitas fortunas; son como algunos artistas, actores, actrices, columnistas, escritores, humoristas, periodistas y locutores que le exigen definición política a todo el mundo pero se declaran Ni-Ni porque se deben al público, a la audiencia y a los lectores.
Cuando en Venezuela se vuelva a tener Estado de Derecho se tendrán que revisar las concesiones otorgadas a algunos medios de comunicación cuyos fondos son de oscuro proceder; las compraventas de empresas de distintos rubros en las que se desconocen los orígenes de los capitales; las compañías que fueron adquiridas con dineros del Estado y puestas en manos de testaferros de la cofradía golpista que nos trajo hasta esta desgracia y nadie en su sano juicio debiera cuestionar que las mercancías incautadas a esas empresas de maletín, corruptas y narcolavanderías sean rematadas, subastadas, confiscadas y entregadas a quienes más lo necesiten aunque de seguro saldrá quien denuncie esas acciones, como un golpe a las libertades económicas y a las reglas del libre mercado, aunque ni siquiera entienda la diferencia entre un mercado libre y libre mercado, entre mercadear con su cuerpo y la educación sexual, entre ser comunicador y caerle a microfonazos a la gente o entre protestar contundentemente y fingir como si de un orgasmo teatral se tratase.
Adalides de imposibles
Son unos paladines de las causas perdidas, que terminan convertidos en un mezclote de Superman, Batman, Flash, Mujer Maravilla y Acuamán, que levantan banderas para defender lo indefendible: sí un empresario especula que sea solo la ley de la oferta y la demanda la que dicte el consumo, a pesar que conformen (entre ellos) cárteles para fijar los precios o sí un empresario del show business, que de la noche a la mañana se convirtió en dueño de canales de televisión y emisoras de radio con recursos provenientes del narcotráfico o de células terroristas del Oriente Medio, que solo sea la audiencia y la falta de inversión publicitaria, por un boicot moral, los que determinen su quiebra.
Estos personajes se erigen en una especie de Torquemada criollos que tildan de piltrafa, arrastrado, delincuente y malandro a quien aspire cubrir sus necesidades básicas (esas que Maslow clasificó hace tiempo) y no piense en conceptos abstractos como libertad, justicia, independencia o ciudadanía como si fue que los franceses al día siguiente de la Toma de La Bastilla pensaban en Libertad, Igualdad y Fraternidad y no en saciar el hambre, vestirse o tener vivienda, y definitivamente con esa actitud no se hace política ni se conforman mayorías.
Llueve... pero escampa

lunes, 19 de diciembre de 2016

Estafados y robados

Por Miguel Yilales
@yilales
Esta última semana fue de angustia y sobresalto por los anuncios del ejecutivo nacional para garantizar la desestabilización política, monetaria y social del país. Es que nadie en su sano juicio puede creer que la dirección que ha pretendido imprimirle al país el paisano de Santos, Pastrana y Santander no sea el del caos y del desorden generalizado.
Fíjense que para solventar las irresponsables medidas económicas que instauró su predecesor, y que él ratificó (a pesar que todo el mundo le alertó de los errores cometidos), se le ocurrió que todos los billetes de Bs. 100 debían reintegrarse al Banco Central de Venezuela en 72 horas a través de la banca nacional o por intermedio del propio ente emisor en 10 días, luego de haber lanzado a la calle billones de billetes de la más alta denominación, de haber promulgado una resolución que obligaba a la banca pública y privada a cancelar las pensiones con esos billetes y de incrementar los límites diarios para retiros por cajeros automáticos, bajo la amenaza de la desmonetización de los papeles.
En medio del desorden que podía generar la devolución del 48% del dinero circulante en tan pocos días o en ciudades, poblados y caseríos que cuentan con pocas entidades bancarias o que no las tienen, al hijo putativo del huésped eterno del Averno o al genio que le maneja las estrategias comunicacionales (el mismo que que daba partes médicos falsos) no se leocurrió otra cosa que encadenar a las radios y televisoras (varias veces diarias) para agradecer a los venezolanos por la buena acogida de la "medida antimafia", sin percatarse que en las calles había cualquier cosa menos buena receptividad a tan desatinado disparate, en especial cuando, luego de entregar el dinero a los bancos, los cajeros automáticos te dispensaban los mismos billetes devueltos, un motivo más  para recordar a las progenitoras del ideólogo de tal medida.
Estatizar es robar
Vivimos en un país en el que obtener un punto de venta requiere largas listas de esperas, en el que no se ha implementado un sistema de pago del transporte público que no sea con efectivo, donde los estacionamientos, los abastos de las zonas populares, las estaciones de servicio y los pequeños comercios no poseen otra forma de cobrar que no sea mediante el intercambio de ese perverso instrumento que inventaron los chinos hace más de 1200 años y popularizado en todo el mundo durante el siglo XVIII.
Pero como no era suficiente poner a pasar aceite a los pensionados, a los adultos mayores y a los ciudadanos de la Venezuela profunda, al boquifloja que tenemos aposentado en Miraflores se le ocurrió que también podía insinuar y amenazar con la estatización de la banca, un hecho de amarga recordación para los que tuvimos que vivir las penurias de las intervenciones del Banco Latino, Banco de los Trabajadores de Venezuela y, recientemente, del Federal. 
Por supuesto que en armonía con el discurso presidencial al director de la policía política del régimen se le ocurrió invitar al presidente de un banco a conversar en su oficina en Caracas cuando este se disponía a abordar un vuelo en Maiquetía, lo cual generó rumores sobre su detención y como guinda, al obrero en jefe, le pareció oportuno jugar con las siglas de BANESCO y llamarlo "Banco Nacional Estatal Socialista y Comunista" con lo que encendió las alarmas por la posible intervención del segundo consorcio financiero del país.
No todos son mafiosos
Por supuesto que las reacciones no se hicieron esperar. Cuando la banca no pudo recoger todo el circulante, la gente se lanzó a las calles antes que los tildasen de mafiosos porque se quedaran con unos billetes sin valor en las manos. La desesperanza se transformó en indignación y luego se convirtió en rabia al oír las burlas y mofas de los desquiciados del gobierno que alardeaban porque "habían golpeado a las mafias de los billetes". Los conatos de saqueos, la violencia desatada, la indignación contenida y luego expresada tiene un solo responsable y es quien dice gobernar (aunque en realidad sea desgobernar).
Los demonios que desataron hicieron que el régimen reculara en su medida y aumentase los lapsos para la recolección de los billetes de Bs. 100, con lo cual quedó demostrado que quienes detentan el poder en Venezuela, a lo único que le temen, es a la calle, en especial, si esa calle siente, en lo económico, en lo político o en lo social, que fueron estafados y robados.
Llueve... pero escampa

domingo, 11 de diciembre de 2016

Caímos por inocentes

Por Miguel Yilales
@yilales
Desde los primeros años de la Era Cristiana, y sin pretender ser hagiógrafo, existe una tradición en la que la Iglesia Católica recuerda un infanticidio que le permitió al gobernante de turno eliminar a cualquiera que pusiera en peligro su poder (así se tratase de un neonato), lo que nadie se explica es cómo en Hispanoamérica se desvirtuó tan cruel y fatídico momento y se volvió costumbre que entre las personas se hicieran jugarretas y bromas en esta fecha y que los medios publicaran noticias inverosímiles para que cayeran los más incautos.
Es como si a alguien en pleno siglo XXI, que definitivamente no estaría en su sano juicio, hablase de paz pero amenazase a todo el que ose pensar distinto a él (que en realidad es pensar); que ordenase a sus huestes asesinar, exterminar y masacrar a gente inocente y para conmemorarlo le diera por bailar salsa, guaracha o a hacer el trencito con algún mandatario extranjero para crear la ilusión de una supuesta normalidad o que organizase un sarao con orquestas y artistas nacionales e internacionales luego de haber llorado, a moco suelto, por un dictador, con la sola intención de que los zombis que ellos mismos crearon en estos 18 años de involución revolucionaria, socialista y profundamente chavista no piensen en que las hallacas estarán verdaderamente esmirriadas porque no hay dinero que alcance, porque los ingredientes están desaparecidos de los anaqueles o porque solo se encuentran productos importados a dólares preferenciales pero vendidos a dólar libre, un método que engancha a mucho incauto.
Para llorar (y no de la risa)
Fíjense que el pasado 6 de diciembre la Asamblea Nacional conmemoró, con bombos y platillos, "el primer año de la recuperación de la democracia", según se desprende de los anuncios de la plenaria del parlamento, y uno no termina de entender cuando ocurrió tal hazaña porque aún se encuentran mandando los mismos que violan los derechos humanos, que no les importa mantener tras las rejas a inocentes, que destituyeron de facto (golpista es golpista) al Alcalde Metropolitano, tras despojarlo de facultades y de encarcelarlo por trabajar sin recursos, que esclavizaron a los venezolanos con la bonificación de sueldos miserables y que han sometido al país a la miseria y a la depauperación de lo humano.
Es para llorar (y no de la risa) que la celebración parlamentaria y los desatinos gubernamentales sean dignos de aparecer en las primeras páginas de los medios un 28 de diciembre aunque ocurran todo el año.
Desde que comenzó el 2016 se hicieron anuncios de cómo se desalojaría del poder a la caterva gobernante: que este año (al que le quedan días) lloviera, tronara o relampagueara se haría un referendo revocatorio pero caímos por inocentes; que en los primeros 6 meses del año se definirían los mecanismos para desalojar del poder al obrero que nunca había trabajado (y que tampoco lo ha hecho ahora) pero caímos por inocentes; que la Asamblea Nacional haría los pesos y contrapesos (que normalmente existen entre los Poderes Públicos en las democracias) pero caímos por inocentes. 
Todo el año de inocentes
Asimismo se aspiraba que se lograría reestructurar al Poder Judicial luego que se destituyese a los magistrados express pero caímos por inocentes; que por fin se tendría un poder electoral que atendiera los intereses del país y no los de la camarilla gobernante pero caímos por inocentes; que la función contralora del parlamento sería reinstituída con lo cual se  interpelarían a los funcionarios e investigaría los mil millonarios casos de corrupción, legitimación de capitales y robos de grandes sumas de dinero pero caímos por inocentes y que por fin los diputados, ministros, militares y primeros "combatienticos" que estuviesen involucrados con los diferentes cárteles que se han repartido el país cómo los delincuentes distribuyen un botín serían investigados pero caímos por inocentes.
Pareciera que gracias a la revolución de pacotilla que se instauró en Venezuela de la mano de los más grandes farsantes que hayamos conocido y a una "cándida e ingenua" oposición que llegó preñada de buenas intenciones, el Día de los Inocentes puede ocurrir en cualquier momento, lugar y hora con lo cual no se sabe sí la Fiesta de los Locos y las Locainas en Mérida y Trujillo; la de Las Zaragozas en Lara o el Baile del Mono en Caicara de Maturín se celebrarían, todo el año, al grito colectivo de caímos por inocentes.
Llueve... pero escampa

domingo, 4 de diciembre de 2016

Del Chávez yesterday al Maduro today

Por Miguel Yilales
@yilales
Cuando la humanidad estaba a punto de iniciar un nuevo milenio se planteó metas que le permitiera enfrentar los retos que se avecinaban: los cambios tecnológicos, el control del ciberespacio y la búsqueda de mejores condiciones de vida para todos los seres humanos. Estábamos a las puertas de un mundo que cabría en la palma de la mano.
Pero no todo era color de rosas. Mientras unos navegaban hacia el futuro, otros seguían anclados en el presente y los menos buscaban desenfrenadamente cómo ir marcha atrás, rumbo al pasado, con la falsa creencia de que todo tiempo pretérito era mejor, sin percatarse del error que se comete por ignorar la historia o por creer las fábulas de un encantador de serpientes.
En nuestra Tierra de Gracia nos dio por el último caso: luego de haber tenido la democracia más sólida del continente apostamos por permitir se instaurara el totalitarismo; después de haber tenido los mejores índices económicos y las mejores expectativas de futuro preferimos aferrarnos a una aventura de la desventura; a pesar de haber sufrido las consecuencias del caudillismo y salido de él, con la muerte del gomecismo, nos lanzamos a los brazos de un falso mesías; y que luego de haber derrotado al militarismo con acciones políticas, que pasaron por la clandestinidad, la resistencia cívica, las persecuciones y las despiadadas torturas, recaímos subyugados bajo la castrante bota castrense.
Sin credibilidad política
Lo peor fue que tras enfrentar los fallidos intentos de las invasiones cubanas y luego de que los militares venezolanos derrotaron a las huestes fidelistas que quisieron instaurar un régimen comunista continental, unos traidores salidos de las mismas filas castrenses le sirvieron el país en bandeja de plata al sátrapa del Caribe para que no sólo lo destruyese sino que lo esclavizase.
Por ese barranco decidimos transitar, y tenemos 18 años recorriéndolo, en un vehículo al que le quitaron los frenos, que tiene los cauchos lisos, que no tiene luces y que ha tenido 2 conductores que han demostrado haberse sacado la licencia de conducir en una bolsa de detergente regulado. Del primero nos salvamos porque la muerte se lo llevó a una suite en la V paila del Infierno (esa a donde van los traidores) y del segundo aún padecemos los desatinos como chofer pero con la esperanza de salir de él.
En esta última semana el heredero del cadáver insepulto, ese que nació en varios lugares y en ninguno registrado, el que llora a moco suelto por difuntos o destituidos presidentes extranjeros, el que baila salsa cuando sus hijos putativos son hallados culpables por narcotraficantes, el que se inventa guerras, ataques y enemigos para desviar la atención de los verdaderos problemas de los venezolanos, el mismo que ha demostrado hasta el cansancio que su palabra empeñada vale y sirve para lo mismo que un billete de 2 bolívares, le dio por ratificar lo que todos sabíamos: que nuestro problema lo representan él, los secuaces con los que gobierna y los cómplices que le hacen la comparsa para percibir algún beneficio político (mediante elecciones para repartirse pírricas cuotas de poder) o alguna rentabilidad económica (a través de millonarios contratos).
Mentirosos compulsivos
Resulta que ya nadie con la excepción de algunos ingenuos opositores, de esos que siempre le dan el beneficio de la duda o de los que terminan sorprendidos porque los cogieron en su buena fe, cree en él o en su disparatado e irresponsable régimen: el Mercosur, el organismo multilateral en el que su predecesor se empeñó en meternos en desmedro de nuestros socios naturales que era el mercado andino, le cerraron la puerta en la nariz, clausuraron las ventanas por donde pensaba invadir y taparon hasta los albañales, no vaya a ser que sufran alguna plaga, de ratas rojas o de cucarachas revolucionarias, de las que pululan en nuestro país.
Por esa vía dijeron que no tienen cabida en el organismo los que se endeudan y no pagan, los que incumplen los protocolos de adhesión, los que violentan los derechos humanos, los que encarcelan a quienes piensen distinto, los que amedrentan a médicos por cumplir el juramento hipocrático y los que se ufanan porque instaurarían una especie de Edad Media latinoamericana, en especial cuando la gran mayoría de países rema en sentido contrario a la cascada revolucionaria, socialista y chavista que instauró el Chávez yesterday y que pretende seguir el Maduro today.
Llueve... pero escampa

domingo, 27 de noviembre de 2016

Ni una lágrima de cocodrilo

Por Miguel Yilales
@yilales
Dicen las enseñanzas de la iglesia Católica, Apostólica y Romana, al igual que muchas otras, que la muerte es pasar al estado deseado porque se deja de sufrir el mundo terrenal y se traspone el portal de la vida eterna. Bajo esa premisa, para un cristiano, la muerte debiera ser de celebración aunque el egoísmo humano nos haga llorar y extrañar a nuestros seres queridos.
Aunque hay muertes que no merecen ni una lágrima, es más se celebran no desde el plano espiritual, sino desde la más mundanal, terrenal y humana naturaleza. Y no es por falta de humanidad. Tampoco se trata de que se haya perdido la misericordia o la piedad por el prójimo ni que se le desee la muerte a unos cuantos despiadados, criminales, malévolos y desgraciados que andan sueltos por el orbe.
El sátrapa del Caribe
Pol Pot, Nicolae Ceausescu, Mao Zedong, Iosef Stalin, Adolfo Hitler Augusto Pinochet, Josip Broz “Tito”, Francois Duvalier, Francisco Franco, Muammar Gaddafi, Saddam Hussein, Slobodan Milosevic, Benito Mussolini, Ho Chi Minh, Kim Il Sung, Rafael Trujillo, Ferninand Marcos, Idí Amin y Samuel Kanyon Doe son algunos de una selecta lista de tiranos, genocidas, asesinos en masas e inescrupulosos verdugos que regaron con sangre y sembraron de cadáveres las tierras de sus propios países durante todo el siglo XX. Solo Fidel Castro les había sobrevivido pero al final, como el nacimiento y la muerte igualan a todos los seres humanos, él no se pudo escapar. Ni siquiera aquellos que creyéndose inmortales y eternos pudieron huir de la ineludible guadaña de la Parca.
Toda una desgracia
Las personas que pasaron su vida sembrando vientos sabían que cosechaban tempestades; los que esparcieron campos de muertes no podían aspirar a que se les rememorase con devoción y los que desolaron, afligieron y abatieron a su propio pueblo, tarde o temprano, son dejados de lado, olvidados y execrados de la memoria colectiva por la ignominia popular.
Fidel y Raúl con el heredero "omninaciente"
En estos 18 años una montonera de irresponsables se dieron a la tarea de someter a toda una sociedad, que los veía con ojos de borrego mientras los sodomizaban, con el cuento de que luchaban por un mundo mejor mientras instauraban un narcoestado que obedeciera a carteles familiares y militares; con el embuste de que se hicieran votos de pobreza socialista mientras sus hijos y sobrinos dilapidaban las fortunas birladas al tesoro nacional; con el engaño de que los anaqueles están vacíos porque los venezolanos comemos más cuando la realidad es que somos una sociedad demacrada y cadavérica; y con el artificio de que porque tenemos el sueldo más alto del continente (al dólar imaginario) ahora nos venden productos importados (al dólar incomprable, innombrable y real).
Quién iba a pensar que gracias a esos embaucadores, marrulleros, bellacos, rufianes y pillos nos convertiríamos en una nación macilenta y mortecina en la que un plato de pabellón criollo sería visto como un plato de cordero; en la que andaríamos cortando las servilletas por la mitad porque tienen más valía que nuestra devaluada moneda; que nos volveríamos fitnnes al eliminar las frituras de nuestras dietas con lo cual proscribimos lujos gastronómicos como los tequeños, los patacones o los bistecs; que tendríamos que usar sabiamente cada cuadrito de papel higiénico y que nuestras vidas transcurrirían “felices” detrás de otra persona, no por amor ni por fantasías lujuriosas, sino en largas colas.
Menos de cocodrilo
En el círculo de la Divina Comedia de Dante Alighieri
Hay unos atrasados que claman por la muerte, y hacen de ella su leitmotiv, esos son capaces de devastar a sus propios países solo para preservar el poder con la esperanza de que la historia los absuelva, lo cual no ocurrirá porque, para su desgracia, en primer lugar ella solo registra las satrapías para las generaciones futuras y segundo porque no es un tribunal para absolver las atrocidades que haya ejecutado un cubano del siglo XX o un venezolano del XXI, lo cual incluye al único (jurídicamente) ser con el Don de la ubicuidad al nacer y a sus perversos mentores (las momias idas y las prevenidas al bate).
Estas son solo algunas de las razones por las que no boté, boto ni botaré una lágrima (menos de cocodrilo) por unas escorias cuyo único norte fue la desolación, la desesperanza, la destrucción y la miseria como forma de vida, que sean otros, los hipócritas y los farsantes, que canten loas y alabanzas por los daños causados, por las vidas robadas, por las familias destruidas y por las esperanzas perdidas.
Llueve… pero escampa

sábado, 19 de noviembre de 2016

Del juego político a la autoayuda política

Por Miguel Yilales
@yilales
Dicen que el que juega por necesidad pierde por obligación ¿Cuántas historias se han escrito sobre personas que ganan el premio gordo de la lotería y al cabo de algunos meses están más pobres que cuando ganaron? No en vano los casinos nunca pierden.
En mi casa los juegos de envite y azar estaban prohibidos, lo cual era extraño porque mi papá, como buen oriental, siempre le gustó el juego, hasta que le dieron un ultimátum, de esos que entran con amor: ¿la familia o el juego? No volvió a agarrar unas barajas. Sin embargo aprendí que en el dominó los mirones son de palo y que un pone piedras normalmente juega para los contrarios, con lo cual uno termina con dos enemigos y un traidor; que en el truco, que es un juego de pícaros, tramposos y mentirosos (hay que tener habilidades), no solo bastaba saber cuáles cartas tenían más valor, sino como hacer y coger señas; y que sí se trataba de jugar al póker estar al tanto de que se depende de las cartas que te da el crupier y de la capacidad para blufear y percibir cuando blufean.
Al apostar se puede ganar o perder. Y aunque la habilidad pueda hacer la diferencia, el azar juega un papel cardinal. Ahora bien sí usted decide hacerlo con cartas marcadas, con ponedores de piedras o desconociendo las reglas, la culpa es suya y solo suya cuando lo dejen con una mano adelante y otra atrás.
Leitmotiv de la política
Dedicarse a la política requiere similares condiciones a las del que juega ya que debe reducir la probabilidad de resultados desfavorables y aumentar la de los favorables, mediante acciones estructuradas no solo pensando en el azar, sino en el conocimiento del contrario, en el análisis de la situación, en el cálculo probabilístico, es decir, en un episteme que reduzca al mínimo ese componente impredecible que le arrebata la victoria al más experimentado y diestro apostador. Creer que en política no es necesario asumir posiciones firmes, no saber cuándo retirarse ni cuándo jugar duro es candidez, y en política la inocencia es una supina irresponsabilidad.
La oposición apostó (y parece que los sorprendió el destino) para llevar al Parlamento a un grupo de personas sin experiencia, muchachones poco fogueados y lo que es peor sin discernimiento, sensatez y luces del importante rol que les tocaba cumplir. Impúberes (aunque vaca chiquita siempre es becerro) que les cuesta articular dos frases para hacer un planteamiento coherente, que proponen lo que no pueden cumplir, que les ha dado por mostrar sus cartas sin escudriñar las posibilidades de éxito y que han dilapidado la fortuna adquirida en ese azaroso golpe electoral por festejar sin medida, gastar en los amigotes que se les han adosado como rémoras y comprar voluntades para que los adulen mientras le dure la ganancia. No han administrado ese capital para que se traduzca en la toma del poder, que a fin de cuentas, es el leitmotiv de la política.
Desgañitarse para meter miedo cuando se mete la pata, amenazar con levantarse de la mesa cuándo se decidió jugar con las cartas marcadas y apostarlo todo en una sola jugada porque “ahora sí se tiene la suerte de su lado” es tan ingenuo como blofear al acusar a los demás de ser narcotraficantes o drogadictos solo para ocultar que la procesión familiar, militar, ministerial y gubernamental va por dentro, y denota que estamos en manos de ludópatas y apostadores de la política.
Negocia que algo queda
Dirigir, gobernar y liderar requiere cualidades y conocimientos que no todos tienen. A los expertos políticos del olfato, esos que abundan en la oposición, les pareció innecesario rodearse de expertos negociadores o designar a versados en la materia (tener un cargo rimbombante, estar inscrito en un partido o ser un gobernador, pone piedra del dominó, no los hace expertos) en la mesa de negociación. Fueron a envidar y a apostar con unos truhanes que blofean, engañan y manipulan y se obnubilaron con unos crupieres que siempre barajaron a favor del régimen.
Por eso los convencieron de que los modos, las formas y las palabras no tenían importancia, con lo cual le cayeron a patadas limpias a años de estudio en las ciencias políticas, al arte de la negociación y al sentido común. Ahora les ha dado por plantear que salgamos todos a un revocatorio popular (tamaña ingenuidad política) para levantar el ánimo opositor, con lo cual pareciera que un escritor brasileño les asesora para implementar la autoayuda política.
Llueve… pero escampa

sábado, 12 de noviembre de 2016

No pasó ni pasará nada

Por Miguel Yilales
@yilales
Durante las últimas semanas la atención del mundo civilizado se centró en lo que ocurriría en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos de América entre un pedante, presumido, xenófobo y misógino personaje y una vanidosa, mentirosa y manipuladora compulsiva, es decir entre el suicidio y la inmolación.
Sin querer pecar de prosaico al hurgar en la degradación política de otros países porque la nuestra es más que suficiente, puedo aseverar que no ocurrió nada que no se hubiese previsto desde que comenzó la carrera presidencial: habría un ganador y un perdedor; no hubo paliza de uno contra el otro cuando la diferencia fue de solo 300 mil votos; nadie gritó fraude (el que había amenazado con hacerlo ganó) porque las instituciones funcionan y el mundo siguió girando sobre su eje y alrededor del Sol. Además tampoco pretendo disertar sobre las causas de los resultados, ni sobre el país profundo o rural, que sí hubo un voto castigo al continuismo, que sí se sobrestimó el apoyo de las minorías, que sí triunfo la xenofobia y la misoginia y menos sobre la ciencia oculta (digo por los resultados en Venezuela, Brexit, Colombia y EE.UU.) que es la encuestología.
Realpolitik a política de a real (y medio)
En el país muchas personas dejaron de preocuparse por los resultados del diálogo entre el gobierno y la oposición, desistieron a seguir las implicaciones de las declaraciones de verdaderos testigos estrellas del juicio que se le sigue en Nueva York a los primeros sobrinos de la República (que en el lenguaje oficial son los sobrinos combatientes y para sus propios abogados defensores unos estúpidos e inexpertos sobrinos) y se sentaron a esperar por horas para saber si ganaba la derecha o si perdía la izquierda: es decir si el mapa sería azul, azulito o rojo, rojito. El problema es que allá la derecha es roja y la izquierda es azul.
Lo curioso es que a diferencia de las maravillosas y gloriosas democracias de algunas republiquetas bananeras (donde se asiste a elecciones con partidos únicos, la vicepresidencia la ponen en manos del consorte presidencial, no se respetan los lapsos electorales por guerras ficticias e imaginarias y les encanta, como una maldición, la reelección indefinida) en ese Templo de la Perdición que es el Imperio norteamericano se respetan las reglas del juego político; se hacen elecciones a pesar de estar en conflagraciones reales; los que están en el extranjero, alrededor del mundo, tienen garantizado el derecho al sufragio y se respeta la alternabilidad en el poder.
Por supuesto que al día siguiente que se conocieron los resultados electorales salieron los sesudos análisis para argumentar como ahora sí cambiarían las relaciones entre Venezuela y EEUU, como sí los gringos fuesen a dejar de lado la realpolitik que representan la Unión Europea, Rusia, Siria, China, Afganistan, Israel y el Oriente Medio para dedicarle atención a un país con política de a real (y medio) que no es una amenaza militar (los nuestros saben de papas y cebollas pero no de tácticas de combate), ni un desafío político (aquí se dejó de hacer política para mercadear con el petróleo a cambio de unos cuantos votos en organismos multilaterales cuyas acciones son inocuas) y menos un estorbo económico (gracias a un gobierno que, firme en sus políticas destructivas, ya no produce gasolina ni para el consumo interno menos influye en las finanzas globalizadas).
Republicanos o demócratas
Entre las voces que salieron raudos y veloces a opinar sobre lo que no saben destacó, como siempre, el Sabio Salomón del Socialismo del Siglo XXI (un sabelotodo, iluminado y encuestólogo que solo acierta el género de los bebes con 50% de probabilidades) a explicar que debíamos ponernos alpargatas para el joropo como sí es que ya no estuviésemos en un tusero y que el discurso agresivo de Trump alimentaría las fricciones entre ambos países como si estábamos en una luna de miel discursiva con Obama.
Para los que cifraron sus esperanzas en que con Donald, no el pato, ahora sí llegarán los marines a llevarse, empijamado, al mofletudo danzarín de vallenato y a todos sus cómplices para que paguen por sus desafueros políticos, por las violaciones a los derechos humanos y por sus nexos con el narcotráfico, les recuerdo que ya tuvimos 10 años de gobiernos demócratas y 8 años de republicanos y en 18 años aquí no ha pasado ni pasará nada si nosotros no nos preocupamos y ocupamos de que pase.
Llueve… pero escampa

sábado, 5 de noviembre de 2016

No son demócratas

Por Miguel Yilales
@yilales
La naturaleza es una cosa seria. Nadie se escapa de ella ni puede pretender ser otra cosa que lo que es. Un marisco no es molusco, un burro no es caballo ni un gorila es humano por mucho que algunos simios se comporten mejor que muchos hombres. Así también ocurre entre las personas nadie puede pretender que un ingeniero piense como periodista, un médico como arquitecto, un sociólogo como psiquiatra, un estudiante como profesor, un terrorista, extremista y fanático como un pacifista, un religioso como un epicúreo o un militar como un civil.
Para el cadáver insepulto y su camarilla de cómplices, que no creían en la democracia ni la entendían, su paso por la vida militar era importante porque desde allí tenían la posibilidad de emular al gorilato latinoamericano y asaltar por la fuerza a las instituciones del Estado para instalar un régimen paramilitar con modos de democracia, pero que no podía ser tal, al tener ministros que ejecutan órdenes en lugar de administrar, con funcionarios que adulan su jefe en lugar de servir al ciudadano y con un Estado organizado en batallones, brigadas, unidades y milicias.
Hoy la casi totalidad de las democracias se basan en una constitución que organiza y controla el funcionamiento del Estado, donde prevalece la división de poderes, el derecho a votar y ser votado, el derecho de la propiedad, la existencia de partidos políticos (en plural), la libertad de expresión, la libertad de asociación y la vigencia de los derechos humanos, que se traduce en la coexistencia de la regla de la mayoría con los derechos de las minorías.
No hay elecciones militares
Por estas razones ninguna institución, organización o persona que utilice un sistema en el que solo prevalezcan las órdenes, su cumplimiento y el castigo puede considerarse democrática y eso incluye a los militares de un país, a los grupos irregulares alzados en armas, a las mafias y a las pandillas gansteriles que tienen la misma estructura castrense, con jerarquías y mando indiscutible (hasta que eliminen al capo), con capacidad para entrenar y ejecutar acciones de combate. Todo lo contrario a los sistemas democráticos. Y aunque a algunos, militares incluidos, les puede sonar chocante, eso es así.
Imagine usted a Eisenhower consultándole a las tropas aerotransportadas antes del Día D sí estaban de acuerdo o no con el desembarco, cuántos apoyaban Normandía o sí debían hacerlo en Calais, qué tipo de armamento usar y cuántos hombres emplear o a Patton preguntándole, mediante elecciones, a los oficiales y a la tropa cuál debía ser el plan de abastecimiento logístico para el desembarco en Sicilia. Reemplace los nombres por Al Capone, Pablo Escobar, el Mono Jojoy, el comandante Fausto o el capitán cavernícola del mazo y no habrá diferencia.
La realidad es que, genéticamente, el régimen chavista, formado por militares golpistas, por exguerilleros adiestrados en Cuba, por trasnochados ñangaras, por las más corruptas mafias latinoamericanas, por terroristas entrenados en el Oriente Medio y que vive en conchupancia con los cárteles de la droga, no puede aplicar para sí mismo los preceptos de la democracia.
Ni excomunión ni Guardia Suiza
En consecuencia para ellos el diálogo no es la forma de dirimir las diferencias sino una acción retardatriz que les permite ganar tiempo, reacomodar fuerzas y destruir al enemigo que, en su caso, es la oposición, saben que obligarán a la MUD a levantarse de la mesa de diálogo y, como quien se ve al espejo, la acusarán de antidemocrática, fascista y terrorista y además porque sí dejan con los crespos hechos al enviado del Vaticano saben que el papa Francisco no retirará al nuncio apostólico, como ñangaras (que son) no les quita el sueño la excomunión por estafar, mentir y embaucar a Su Santidad y porque no temen la invasión de la Guardia Suiza Pontificia.
Ojalá que la oposición haya acudido al diálogo a sabiendas de que todo esto va a ocurrir y no con la creencia de que la sola presencia del Vaticano produciría una epifanía transformadora que permitiría activar las elecciones, liberar a todos los presos políticos, el retorno de los exiliados, la reinstitucionalización del ministerio electoral y del bufete de la suprema injusticia, el reconocimiento de las funciones de la Asamblea Nacional y la atención a las víctimas de la crisis humanitaria que vivimos, si no lo hicieron entonces son pendejos y aún no han comprendido que ellos no son demócratas.
Llueve… pero escampa

domingo, 30 de octubre de 2016

Es la partida, estúpido, es la partida

Por Miguel Yilales
@yilales
Sé donde nací, imposible que lo recuerde pero mis padres me lo contaron y cuando fui presentado en el municipio San Simón, en Maturín, en el estado Monagas así quedó asentado en mi partida de nacimiento.
Mi papá fue pionero del periodismo monaguense, nos inculcó valores sobre la familia, la constancia y la perseverancia. Él era oriundo de un caserío a la entrada de la capital del estado Monagas, con sus casas de bahareque y sus pisos de tierra, con sus olores a merey y sus sabores a jalea de mango, nunca aceptó que dijeran que era de Maturín y orgulloso aclaraba que había nacido en El Corozo; y mi mamá que nació en Maracaibo, no digo marabina, maracucha o maracaibera para no herir susceptibilidades con el gentilicio, tempranamente se la llevaron a Caracas, tampoco renegó de su origen y por el contrario nos enseño a comer mandocas con queso, plátanos maduros, bollos pelones y patacones rellenos.
Creo que no debe haber peor cosa que tener que ocultar tu origen, no poder contarle a tus amigos y compañeros con orgullo sobre tus padres, quienes eran, como levantaron la familia, cuáles fueron sus logros, además tener que renegar de ellos, ocultarlos con un velo que los minimice y preferir ser un paria familiar sin parientes consanguíneos o por afinidad. El dicho popular dice que el que le pega a su familia se arruina, ahora imaginen lo que le debe ocurrir a quien abjura de sus familiares, su gentilicio y sus orígenes: las plagas de Egipto mezcladas con las maldiciones de Tutankamón, los Romanov y los Kennedy.
Todos los caminos
Eso es lo que debe estar sintiendo el heredero del cadáver insepulto que al no poder demostrar cuáles son sus orígenes, le ha dado por inventar y fantasear sobre los lugares donde a él le hubiese gustado nacer y por eso ha puesto a ese espurio bufete de abogados que es el máximo órgano de injusticia en Venezuela a que actuasen como comadronas y le pariesen una sentencia que diera por zanjado su origen, su nacionalidad y cualquier vacilación al respecto.
Pero cuando se designan como magistrados a doctores “chimbines”, personajes sin carrera judicial, tipejos con escasa o ninguna experiencia en la docencia de leyes, códigos y normas o adefesios con postgrados exprés conferidos por el ñangarato español, da como resultado que lo que se pretendía aclarar terminó por corroborar lo que era un secreto a voces: que la inexistente y atesorada partida de nacimiento dice otra cosa y que se han inventado unos folios garabateados con los que pretenden meternos gato por liebre.
Por supuesto todo ese esfuerzo tuvo el único propósito de obstaculizar, una de las muchas vías intentadas por los venezolanos (el anulado revocatorio, la obstaculizada enmienda, la innegable responsabilidad política y, ahora, el indudable abandono del cargo) para cristalizar lo que la mayoría clama: que no sigan al frente de los destinos del país quienes han demostrado incapacidad para hacerlo; que desalojen las instancias del poder quienes desconocen cuáles son sus responsabilidades; que salgan de Miraflores quienes instauraron el narcotráfico como negocio gubernamental y familiar o permitieron la insolente invasión de cubanos en el suelo patrio y que entregue el cargo quien abunda en escasez de ideas sobre cómo corregir los desaguisados, desatinos y penurias a las que nos condujeron él, su predecesor y este rancho llamado Socialismo del Siglo XXI.
La peor casta de delincuentes
Lo deseable es una salida política que nos permita recuperar el tiempo perdido y que, por fin, entremos a la presente centuria, que dejemos de ser el hazmerreir del continente al tener las mayores reservas petroleras pero con los peores indicadores y expectativas económicas, que no sigamos amparando al narcotráfico internacional ni sirviendo de cobijo a los marxistas subversivos del continente y que dejemos de desestabilizar a los gobiernos democráticos con el cuento de la exportación de un modelo que solo ha traído miserias y desgracias.
Nuevamente cobra vigencia la expresión de Bill Clinton cuando en plena campaña electoral le decía estúpido a George Bush porque no entendía que el problema de los norteamericanos era la economía, en nuestro caso habría que parafrasearla para explicarle a los estúpidos en el poder que el quid del asunto es la partida, pero no la de nacimiento (que facilitaría las cosas), sino la partida de la peor casta de delincuentes que ha pasado por Miraflores.
Llueve… pero escampa