domingo, 31 de enero de 2016

Una bomba de tiempo

Por Miguel Yilales
@yilales
Se dice que en política hay bombas de tiempo que no discriminan a los actores que arrasan. Las desigualdades sociales, las injusticias de un poder arrodillado a los designios del capataz, la falta de equidad ante un Estado todopoderoso, los abusos del poder por parte de quienes lo detentan, el hambre que padecen los pueblos son solo algunas de esas bombas con las que a diario se vive en Venezuela.
Mientras países con peores niveles de vida se dedicaron a invertir los recursos del oro negro para mejorar los estándares de sus ciudadanos, aquí un megalómano se empeñó en regalarlo para así convertirse en un adalid de la pobreza, de la miseria continental y todo un líder de la destrucción. Y que para remate en los estertores de su vida buscó a quien pudiera continuar su legado de cataclismo sin demostrar un ápice de rectificación.
Ante el grave panorama que se nos avecina uno esperaría de quien temporalmente detenta el poder, y puede que hasta ilegalmente por la falta de pruebas de su lugar de nacimiento, hubiese designado una especie de 007, Ethan Hunt, Mc. Gyver y hasta la Rana René, con la intención de desactivar la bomba de tiempo que a todas luces nos mantiene en ascuas.
A Nicolás Maduro se le han presentado varias oportunidades para rectificar y no lo ha hecho, por el contrario su respuesta cada vez ha sido peor. Para nadie es un secreto que ha puesto a los mismos que instalaron las bombas, o lo que es peor a personas más incapaces, para que aticen ese dispositivo explosivo llamado conflictividad social.
A las pruebas me remito
Si la crisis de la salud pública no fuese tan delicada, creo que le hubiese salido mejor colocar a uno de esos que firman récipes médicos plagados de horrores ortográficos que a quien designó. Alguien llamada, por el juramento hipocrático, a preservar la salud infantil se pronunció enemiga de que los niños se cepillen al levantarse, después de cada comida y al acostarse por ser un estereotipo capitalista e imperialista, que contribuye al desabastecimiento de los dentífricos en el país. Nada de que los dientes de arriba se cepillan hacia abajo o viceversa, que el cepillo debe ser cambiado regularmente o que se debe ir a chequeos dentales una vez al año, para ella agua y dedo son suficientes.
En materia de abastecimiento ocurrió igual con las ministras de agricultura urbana. La primera no tuvo tiempo ni de calentar la silla y menos de desembalar alguna caja, pero le dio por proponer que todo el mundo anduviese con su sembradío de ají dulce, cebollín y cilantro para acabar con la carestía. Esa medieval técnica de los cultivos urbanos, junto a la recomendación de andar con un lápiz para puyarles los ojos a los gringos, fue suficiente para que la enviaran nuevamente al nosocomio de donde debe haberse escapado.
Pero no todo quedó allí porque la sustituta, en un acto de malabarismo discursivo, responsabilizó del desabastecimiento de los anaqueles a que la gente mantenía las neveras desbordantes de productos, sin percatarse que las únicas neveras llenas en el país son las de la morgue ¿Quién puede llenar una nevera con los precios de los productos y los sueldos de miseria que ha impuesto el socialismo del siglo XXI? Solo los encamburados ministros revolucionarios.
Corten el cable
Pero la guinda, en eso de acelerar las bombas de tiempo, fue el flamante diputado que venía de dirigir las políticas educativas del país. A su entender despilfarraron 17 años al frente del Estado, no fueron eficientes en el manejo de los recursos y menos implementaron una economía productiva porque los venezolanos eran analfabetos. Es decir ahora el pueblo bañado en la sabiduría revolucionaria está dispuesto a comerse un cable para que, en épocas de vacas flacas, los bolichoros puedan preservar sus beneficios.
En todas las películas de acción siempre hay un aparato explosivo con un contador que lo activará en solo minutos y que es inutilizado en el último segundo por el protagonista, luego de mantenernos en vilo entre sí debe cortarse el cable verde o el rojo.
Definitivamente saber que cable cortar es importante, hacerlo a tiempo es primordial. Los demócratas del país, hoy más que nunca, deben activar los mecanismos necesarios para salir de los explosivistas que están sentados en Miraflores y en los distintos poderes públicos, nuestra Constitución tiene distintas piquetas, alicates y tenazas para cortar los cables, antes de que nos estalle esta bomba de tiempo.
Llueve… pero escampa.

domingo, 24 de enero de 2016

En emergencia terminal


Por Miguel Yilales
@yilales
En Venezuela estamos en emergencia desde hace años. No hacía falta decreto, pronunciamiento, proclama o cadena de radio y televisión para que el ciudadano común se percatara de ello aunque hay ciegos ideológicos que no la ven porque es más fácil negar lo evidente y culpar a otros de sus incapacidades.
Estamos en una crisis generada por unos incapaces que han permanecido al frente del Estado venezolano por 17 años, que les dio por asesinar a la gallina de los huevos de oro para revisar, mediante una autopsia, de donde salían los dorados embriones y ahora se desesperan porque se les acabó el preciado metal y la gallina no quedó ni para sancocho.
Hablar de una emergencia porque sobra el dinero inorgánico que irresponsablemente ellos mismos imprimieron, decir que los productos no llegan a los anaqueles porque las empresas privadas son malucas y creerse el cuento de que el imperio bajó el precio del petróleo para derrocar a este bodrio culebrero que es la revolución, solo puede entrar en las delirantes cabezas de comunistas trasnochados que quieren mantener a la gente pobre para que sigan dependiendo de las dádivas que les dan.
Pero la emergencia va más allá de lo económico, que por sí misma es una calamidad, hay situaciones graves en todos los órdenes en esta tierra que, por intervención del Socialismo del Siglo XXI, transmutó de agraciada en desgraciada, infeliz y desventurada.
Unos más que otros
Durante la semana pasada unos desadaptados secuestraron a una familia y al no tener con que pagar para que los liberaran, asesinaron a una pareja, los incendiaron en su propio carro e hicieron que las hijas presenciaran como morían sus padres según los videos que los delincuentes grabaron para vanagloriarse de su acción delictual. Sobre esas muertes ocurridas en Caracas nadie se pronunció, ni pidieron castigo ejemplar para los autores materiales de esa abominación, no hubo días de duelo, ni condecoraciones, ofrendas florales, ni nada que se le parezca.
Pero al día siguiente fue ultimado de un disparo un periodista, activista del gobierno y funcionario al servicio de un organismo de esos paralelos que han inventado para quitarle competencias a las instituciones constitucionales y legales cuando pasan a manos opositoras. Eso sí generó que el régimen hablara. El psiquiatra de la revolución decretó 3 días de duelo y se pronunció para hacer lo que mejor hace: manipular, mentir y maniobrar. Según Jorge Rodríguez el asesinato fue para silenciar a los medios oficiales (parece que no se ha enterado que el único que silencia periódicos, emisoras de radio y canales de televisión es su propio régimen) y para perjudicar el llamado al diálogo que propuso Nicolás Maduro (aunque en realidad sea un monólogo de los que les gusta a los socialistas del siglo XXI).
Sí en Venezuela se decretaran 3 días de duelo por cada persona asesinada, solo el año pasado, estaríamos con la bandera a media asta 229 años y 40 días. Pero para este gobierno hay venezolanos más venezolanos y ciudadanos más ciudadanos.
Más que decretos chimbos
La emergencia no es solo con la inseguridad o en la economía es de orden moral. Hay quienes pontifican con el cuento de que robar es malo mientras se apropian de los bienes comunes, usufructúan lo que no les corresponde o hacen lucrativos negocios con un gobierno desalmado (eso incluye a los radicales libres de Twitter que proponen sacrificio, sangre, sudor y lágrimas pero tienen a familiares en el gobierno o trabajando con él); otros que pegan el grito en el cielo cuando les quitan unos dólares, algunos euros y relojes de marca que resguardan debajo del colchón pero retiran la demanda porque mantienen nexos amatorios con quien los hurtó; los que no les parece tan malo que se usen los bienes del Estado para cancelar cirugías estéticas a jóvenes porque eso lo hace todo el mundo y los que critican a la nación del norte porque allá hay consumo de drogas pero se dedican al lucrativo negocio del narcotráfico.
Hay quienes tienen las manos en la masa y creen que nadie se percata, quienes los agarran con un guiso y dicen que antes había más, quienes se creen moralmente superiores a los demás pero se comportan como los verdugos que critican. En Venezuela estamos en emergencia desde hace tiempo, el problema no es de decretos chimbos sino de quienes los redactan, se hace imperioso que salgamos de ellos para vislumbrar soluciones a la crisis terminal en que estamos.
Llueve… pero escampa

lunes, 18 de enero de 2016

A punto de nocaut


Por Miguel Yilales
@yilales
Al escribir estas líneas es mucha agua, no precisamente de la racionada y mucho menos la saneada por Jacqueline Farías, la que ha corrido bajo el puente y mucha la tinta y el papel gastado para narrar los acontecimientos de la semana pasada.
Por una parte estaban los radicales, esos que actúan como estrategas de patio de bolas criollas, que criticaban el que los diputados de Amazonas se desincorporaran de la Asamblea Nacional por una sentencia írrita de la Sala Electoral, ya que denotaba blandenguería ante el poder y que era el momento de rebelarse por el desconocimiento a la voluntad popular y por la otra la caterva gobernante que aspiraba que la misma corte decidiera, nada ajustada a derecho, que el parlamento era descarado, insolente y desvergonzado por lo cual los otros poderes públicos (en minúscula por abyectos) debían desconocerlo.
Pero se quedaron como novia ’e pueblo: vestida y alborotada. Los extremistas que aun insisten en los vericuetos para salir del chavismo sin haber demostrado con que fuerza, ni como lo harán, más allá de decirle a la gente “que salga a la calle y que no regresen hasta que se vayan” (todo un déjà vu) y la gavilla delincuencial, que se hace llamar Socialismo del Siglo XXI, que deseaban activar el artículo 350 de la Constitución en contra del Parlamento.
Nicolás versus Ramos
La estrategia opositora dejó al gobierno con la única opción de que Nicolás Maduro asistiera a presentar su memoria y cuenta ante el Parlamento, reconociera la mayoría opositora, su legitimidad de origen y aceptara que los vientos ya no le son favorables
El choque de trenes, la pelea del siglo, que sería el Parlamento no fue tal. Se subieron al ring y pudimos ver a uno de los contrincantes desorientado desde el principio, mal entrenado y con la mirada perdida. Trató de improvisar, se salió del esquema que le plantearon desde su esquina cubana y se mostró balbuceante; tomó mucha leche, muchísima agua y abundante café que no le ayudó para disimular lo incómodo que estaba sin que su contrincante lanzara un solo golpe y sudó tanto que le lanzaron una toalla para que se enjugara el rostro.
En su perorata sin sentido no dijo en que se había gastado el dinero del país en el 2015, no señaló porque el país tiene la inflación más alta del mundo, ni el porqué los venezolanos padecemos este brutal desabastecimiento, mucho menos señaló porque en el último año falleció un venezolano cada 19 minutos en manos del hampa, ni porque detuvieron a unos sobrinos en Nueva York.
Los venezolanos aguantamos estoicamente los 45 asaltos (3 horas de monserga) de Nicolás, lo vimos cansado de tanto correr por un cuadrilátero imaginario, nos calamos unos gritos destemplados y una pleitesía a un muerto que vive (algo como un zombi bolivariano) y presenciamos el trabajo que pasaron los camarógrafos de VTV para enfocar a Maduro y que no apareciera el contrincante. Pero Henry Ramos Allup se las arregló, esperó al último asalto, como Silvester Stallone en Rocky (en cualquiera de ellas), y demostró quién protagonizaba la película.
Sin conteo de protección
En 30 minutos puso en su lugar a la bancada minoritaria, le dijo a Maduro que el modelo estaba equivocado, a los militares que cumplieran con lo que dice la Constitución y que estaba dispuesto al diálogo constructivo que minutos antes había planteado el propio mandatario.
A propósito de ello me permito recomendarle a Nicolás, para que le creamos, haga algunos gestos: que devuelva el canal de TV a la Asamblea, que restituya las competencias a la Alcaldía Metropolitana, que deje de impulsar gobiernos paralelos como el del Distrito Capital, que elimine esa perniciosa práctica de unos vagos, llamados “protectores”, que manejan recursos para sabotear las alcaldías y gobernaciones en manos de la oposición, que cierre los sitios de reclusión ilegales como esa malévola tumba que opera en el SEBIN y que inste a sus diputados a hacer trabajos provechosos.
Seguro estoy que pudiera comenzar por ahí, es lo mínimo que haría un verdadero demócrata que antepusiera los intereses del país a los personales, pero sabemos que los autócratas, tiranos y déspotas que nos desgobiernan prefieren colocar dinamita al “puente de plata” que les tendió Ramos Allup, por lo que nos tocará activar su sustitución de la forma que menos desean: democrática, pacífica y constitucionalmente. Hoy podemos decir que, en términos boxísticos, Maduro está grogui y a punto de nocaut.
Llueve… pero escampa

domingo, 10 de enero de 2016

Elefantes en una cristalería


Por Miguel Yilales
@yilales
Este 2016 se vislumbra más interesante de lo que los incrédulos puedan pensar. En cualquier foro de discusión política cualquiera hubiese apostado porque, luego de los resultados de las elecciones parlamentarias, llegase la sindéresis a quienes gobiernan a Venezuela y que entendieran que lo único seguro en política es que el poder es efímero por distintas razones: se muere el que lo detenta o simplemente el péndulo cambia de dirección.
Pero la realidad ha sido otra, ya que para el gobierno nada ha cambiado. Por el contrario, a su entender, lo ocurrido no obedece a que seamos el país más depauperado del mundo; ni que tengamos la inflación más elevada o que el desabastecimiento llegue a niveles inaguantables; menos que seamos el país más inseguro del continente; ni que tengamos más muertes violentas que las registradas en el medio oriente o en países africanos con cruentas conflagraciones.
Tampoco porque los ciudadanos se hayan cansado de ver cómo en estos 17 años quienes llegaron con unos votos de pobreza y dispuestos a reivindicar a los menos favorecidos, una especie de Robín Hood criollos, terminaron con inmensas fortunas, muchos vehículos blindados, más escoltas y guardaespaldas que un artista y disfrutando de una viajadera con la excusa de representar los intereses del país, aunque esto siempre ocurra en los centros comerciales de Las Vegas, Orlando, Nueva York, Londres o París.
Un trastocado, un excéntrico y un sube y baja
Para ellos todo fue circunstancial, accidental, fortuito y, por ende, reversible. Lo que ocurrió es que la gente en su ignorancia (a la revolución les interesa mantenerlos así según el diputado “sube y baja escalones” Héctor Rodríguez) no entendió las bondades del proceso.
Al aprendiz de dictador, y lo digo porque en los dos últimos años ha sido habilitado para legislar por decreto como en su momento lo hizo el también socialista y nacionalista autor de Mein Kampf, le dio por promulgar leyes como un trastornado, anunció con bombos y platillos un cambio de gabinete que terminó en la misma miasma, con los iguales rostros y sin ninguna propuesta para salir de la crisis y además entregó bienes de la nación a una fundación que nadie sabe de dónde sacarán los recursos para su funcionamiento a menos que sean con donativos venidos desde Nueva York, y no me refiero a los sobrinos detenidos por conspirar para introducir drogas en los Estados Unidos sino por los aportes del embajador o de la embajadora adjunta ante la ONU (antes de que les embarguen los bienes mal habidos) o de artistas como Sean Penn que siempre encuentra a un capo que le financie las películas, aunque se le haya caído el negocio fílmico con “El Chapo” Guzmán.
Igual le ocurrió al otrora “hombre fuerte del partido”, “al chivo que más miccionaba” y “al que controlaba el estamento militar porque su promoción eran generales”, acostumbrado a ser showman y que las cámaras lo siguieran a todas partes, terminó como excéntrico cancerbero de la Asamblea donde hizo pataletas para disfrutar, por un minuto, de la fama perdida.
Mucha tarea pendiente
Gracias a la participación cívica y ciudadana el Palacio Federal Legislativo puede retomar su verdadero rol, su nombre, su dignidad y dejar de ser la casa de lenocinio en que la convirtió su anterior administrador. Nadie vería con buenos ojos que se hicieran la vista gorda o que el Parlamento actúe gatopardianamente, cuando por el contrario le abrieron las puertas para cambiar lo que estaba, en buen criollo, choreto.
Se deben revisar las leyes ilógicas, ilegales y anticonstitucionales que implementó la revolución en todos estos años de desvergüenza; se requiere que se establezcan controles a quienes en funciones de gobierno han hecho lo que les viniera en gana y han actuado con total impudicia e impunidad; que los poderes públicos que conformó el chavismo se comporten con letras mayúsculas y que se reconstruya el Estado, la República y, eso que tanto mientan que es más que unos costosos e inútiles pendones de un expresidente, la Patria.
Ahora la oposición tiene que actuar con pasos firmes, fuertes y constantes para reconstruir al país, trabajar para que los demás poderes (en manos de los delicados y tiernos castrochavista) empiecen a actuar dentro de los límites de la Constitución o reemplazarlos como ella misma lo establece porque tienen muchos años actuando como una manada de elefantes en una cristalería llamada Venezuela.
Llueve… pero escampa