domingo, 29 de mayo de 2016

Aquí no hay democracia, aquí tampoco… ¿y aquí? Menos

Por Miguel Yilales
@yilales
Todo niño, en su temprana infancia, hace pucheros gigantescos antes de romper en estrepitoso llanto, si de querer conseguir algo se trata. Recuerdo que mi abuela encontraba siempre la forma de cambiar ese llanto manipulador en carcajadas con un inocente juego que consistía en recorrer varias puntos de los brazos mientras decía que en ese lugar no se comía carne hasta que llegaba a las axilas y decía: ¡Aquí sí!
Ahora gracias a una revolución indolente e inhumana nadie esboza la más mínima sonrisa al ver cómo nos han metido la mano, no en las axilas, sino en los bolsillos, para depauperar a los pobres y enriquecer a los que mantienen mil millonarios negocios con el gobierno, a tal extremo que si quisiéramos hacer esta charada con los niños nacidos en esta revolución, en especial durante la fase terminal que encarna Nicolás Maduro, uno se quedaría en el “aquí tampoco” como un disco rayado, ya que la aguja permanece en el mismo surco, porque no se encuentra nada.
Usted puede reemplazar la carne por cualquier insumo de la dieta y nunca llega al aquí sí; si se trata de la seguridad basta con leer las crónicas policiales, que ya no salen en la prensa sino que son trinos regulares en el Twitter, y se quedará en el aquí tampoco; puede intentar con la educación, el poder adquisitivo, la calidad de vida o con las necesidades más básicas (luz o agua) y estoy totalmente seguro que no pasará del aquí no se consigue…; es que ni siquiera con la salud porque no se encuentran medicamentos y los pacientes se mueren a la espera de recuperar la buena salud.
Que le pongan “La pollera colorá”
Pero esa carencia es la de menor importancia, la que realmente preocupa es la pérdida de valores y principios que nos hacen distintos al resto de los seres vivos del reino animal. Es que con el Socialismo del Siglo XXI y su putrefacta dirigencia se acabaron hasta las buenas maneras.
Desde que la despiadada hiena que fungía como ministro de información se burló del fallecimiento de un agricultor que hacía huelga de hambre en búsqueda de la justicia denegada o que al ocurrir alguna desgracia les da por bailotear “La pollera colorá”, considerada una de las canciones más emblemáticas de Colombia y, por algunos, el equivalente a nuestra “Alma Llanera” al otro lado de la frontera (no sé si se trata de alguna reminiscencia infantil de Nicolás Maduro), no se había presentado una situación tan nauseabunda como la ocurrida esta semana, cuando una diputada, ex Tesorera de la Nación y con precaria reputación (lo digo por su desempeño al frente de la cartera responsable por la seguridad, defensa y salvaguarda de la república y no por otra razón) se refirió con desparpajo al uso de las imágenes de un niño cuya vida se apagó lentamente por la indolencia, la desidia, la culpa y la responsabilidad del ominoso gobierno que ella defiende.
Mientras el país entero no salía del estupor causado por la muerte de Oliver Sánchez, un niño de apenas 8 años de edad que en febrero clamaba por medicamentos, a la diputada le molestaba que sus colegas parlamentarios le reclamaran al gobierno nacional el porqué rechazó y devolvió la ayuda humanitaria que desde diferentes confines del continente y del orbe habían enviado para solidarizarse, y no precisamente al ritmo de cumbia, con los venezolanos y la crisis de proporciones inimaginables que padecemos.
Ni contra Venezuela, ni contra el gobierno
Pero para los irresponsables y mentecatos que ejercen el poder, el que usted tenga que recurrir a la caridad porque aquí no hay como tratar enfermedades tan simples como la gripe, la tos, el dolor de cabeza, la hipertensión o las más complejas como el cáncer, las enfermedades renales crónicas, la diabetes, el HIV-SIDA o el alzhéimer, lo que oculta es la pretensión soterrada y subrepticia de que nos invadan las grandes potencias planetarias con la intención de derrocar al mejor y más eficiente gobierno del mundo, en toda la Historia Universal.
Una quimera que solo subsiste en las perversas mentes de estos ñangaras trasnochados que entienden las sanciones a unos ladrones, narcotraficantes y violadores de Derechos Humanos como un ataque a Venezuela y el envío de ayuda humanitaria para los venezolanos como un ataque al gobierno, mientras tanto los hechos ratifican, a Raimundo y todo el mundo, que con Nicolás Maduro y la peste roja que lo acompaña aquí no hay democracia, aquí tampoco… ¿y aquí? Menos.
Llueve… pero escampa

domingo, 22 de mayo de 2016

Alcanzamos la gloria con Gloria


Por Miguel Yilales
@yilales
Inusualmente escribo temas que no traten de política. Esta es la segunda vez que hago un alto en esa dirección para dejar plasmadas mis impresiones sobre alguien que abandonó el plano terrenal pero que dejó profunda huella en quienes tuvimos el placer de ser su familia.
Dicen que escribir un obituario es una de las cosas más difíciles, porque nos vemos tentados a garabatear una angelografía (esas que están reservadas a los espíritus celestiales), pero es imposible hacer ese desliz si de quien hablamos es de un ángel que Dios envió a hacer una larga pasantía terrenal de 99 años. Hablar de mi tía Gloria es hablar de un ser alado que nos protegió, cuidó y resguardo.
Cuando le tocó velar por sus padres, Papátayo o Mamaioca (me perdonan la grafía pero así me sonaban de niño), lo hizo sin menoscabo de sacrificio y entrega por encima de sus propios intereses. No tuvo hijos pero fue madre de más de 2 docenas de retoños de los demás, madrina de muchísimos otros más, tía sin igual, hermana ejemplar y enfermera abnegada.
Todos nos vestimos con sus disfraces, otros con sus vestidos de noche y algunas hasta con los trajes de novia perfectamente confeccionados por ella; sí se trataba de ir a un baile a acompañar a su cuñado ella cumplía a cabalidad el rol circunstancial; aprendió a hacer unas tortas con un nevado único, para bautismos, confirmaciones, cumpleaños, matrimonios o para cualquier motivo a celebrar y cuando le diagnosticaron diabetes se apartó de los excesos azucarados y logró con perseverancia vivir 40 años más.
Tenía su carácter, nunca se dejó acoquinar y menos ningunear. Cuando tenía que mudarse, le sobraban lugares donde ir. Nunca se detuvo, viajaba por el país sin esperar por nadie y regresaba para encargarse de todos. Cuando enfermábamos ella nos atendía y nos cuidaba, no importaba si era una eruptiva, una infección o simplemente una gripe, ahí estaba ella cual enfermera al pie de la cama, presta para inyectarnos con la mano más suave que nadie pueda tener. Hablar de Gloria Bracho es hacerlo de todos los que la conocimos porque en cada uno de nosotros dejó sembrado su alma, su corazón y su bondad.
Ella está hoy, junto a sus hermanas Carmen Ernesta y Ana Dolores, con sus padres, su cuñado, sus sobrinos, sus compadres, sus primos del alma y sus innumerables amigos, relaciones que sembró y cultivó en su larga experiencia terrenal, dispuestos en la mesa del señor para degustar el rico manjar de la vida eterna, y de postre un torta celestial que ella misma les preparó, digna exquisitez de arcángeles, ángeles, querubines y serafines, como los que aparecían en aquel viejo cuadro que mantuvo por muchos años al pie de su cama.
Le damos gracias a Dios por habernos permitido conocerla, vivirla, sentirla y quererla; fue una bendición que ella nos llenara de amor y afecto; sabemos que está en el plano celestial, porque no hay más ningún otro sitio donde ella pueda estar.
Llueve… pero escampa

Zamuro no cuida carne

Por Miguel Yilales
@yilales
El estado de emergencia o de excepción no es un invento de la constitución de 1999, ni el chavismo descubrió el agua tibia con ellos. Más bien es un principio jurídico medieval derivado de una frase en latín «Exceptio probat regulam in casibus non exceptis», es decir, «la excepción confirma la regla en los casos no exceptuados», cuyo significado es que sí existe una excepción, debe existir una regla para la que se aplica dicha excepción.
Un estado de emergencia está para dictarse, generalmente, en caso de perturbación de la paz o del orden interno de un Estado, ya sea a consecuencia de catástrofes, brotes de enfermedades contagiosas, graves circunstancias políticas o civiles que afectan o impidan la vida normal del país. Eso es la regla en todas partes menos en Venezuela.
Nicolás Maduro ¿Comandante en jefe?
Cuando en 1999 ocurrió una catástrofe no decretaron la alerta; ahora que la calamidad es la ineptitud gubernamental, pretenden imponer a cal y canto, una emergencia por una supuesta guerra económica que han perdido en todos los frentes de batalla (inflación, estancamiento, productividad, políticas monetarias y pérdida del poder adquisitivo) y, por si fuese poco, amenazan con decretar el estado de conmoción, como si ya no la viviésemos desde que se instauró el Socialismo del Siglo XXI.
El Dúo Dinámico de la revolución
Miliciano con armamento de última generación
Para ello a Nicolás Maduro se le ocurrió, en medio del desasosiego que debe ser que Pepe Mujica te tilde de cabra loca o que Luis Almagro te considere aspirante a dictadorzuelo (ya lo es para la mayoría de venezolanos), que para afrontar la pérdida de popularidad, oponerse a ser desalojado por la puerta de atrás y que nadie sienta el más mínimo respeto por ti, se inventaría una agresión externa que cohesionara a los ciudadanos con ese esperpento militar que el mismo califica de: bolivariano, socialista, antiimperialista, humanista y, profundamente, chavista.
Frente a la supuesta amenaza yanqui, que ojalá la enfrente mejor que a la guerra económica porque si no nos espera una capitulación más expedita que la de Saddam Husseim con su medio millón de combatientes y toda la chatarra rusa y china que poseía, Maduro ordenó realizar ejercicios militares en los que movilizó, al ritmo de la guaracha de Billos, tanques, cañones, aviones, barcos y milicianos.
Miliciano para hacer correr a los marines
Es que uno se imagina a los gringos del cuerpo de marines y del ejército norteamericano, que es la amenaza anunciada por el Dúo Dinámico de la revolución: Maduro y Diosdado (el orden de los factores no altera el producto), apurados para poner pies en polvorosa cuando se les plante enfrente alguno de los robustos generales bolivarianos con botella de güisqui en mano y al mando de soldados famélicos (aquí ya no se hacen las tres comidas) o de unos combatientes, con un fusil al hombro, dignos de ser estudiados por la gerontología.
Asimismo Maduro jura que los pocos F-16 que quedan, los Sukhoi que no se han caído y los K8 chinos van a hacer huir a los 5 mil aviones de la Fuerza Aérea gringa y las mil aeronaves desplegadas en los 10 portaviones en servicio o que las fragatas (que no hayan encallado, como la que dejaron en Brasil) y los 2 submarinos (que están en servicio desde 1976) son suficientes para hacer morder el polvo a 10 portaaviones, 22 cruceros, 62 destructores, 10 fragatas, 29 buques de desembarco anfibio y 72 submarinos nucleares.
Lealtad al mejor postor
Malandros con o sin uniforme
Esa fuerza militar que se envalentona para atacar a ciudadanos pacíficos que ejercen el derecho a protestar, es la misma que le ha permitido al hampa gobernar la principal base militar en Caracas: Fuerte Tiuna, que le jura lealtad a Nicolás y que pretende actuar, entre bambalinas, como un partido militar, presto para conducirse, según el mejor postor, a favor o en contra del gobierno de turno.
En 1945 a Medina Angarita se le quedó vacío el Cuartel San Carlos; a Rómulo Gallegos ya sabemos lo qué le pasó; a Pérez Jiménez lo idolatraban hasta que salió en la Vaca Sagrada; contra el otro Rómulo se alzaron en Carúpano, Barcelona y Puerto Cabello; con Carlos Andrés Pérez todos eran leales hasta que unos pocos dejaron de serlo (1992) y a Chávez lo desconocieron por irresponsable y majadero.
Estos son los mismos militares de donde salieron Alcalá Cordones y Rodríguez Torres, personajes en quienes Nicolás Maduro tenía plena confianza (hoy cree traidores porque fueron abducidos por extraterrestres) y no entiende que zamuro no cuida carne así sea de cabra, becerro o burro.
Llueve… pero escampa

domingo, 15 de mayo de 2016

Sin atajos, ni caminos verdes

Por Miguel Yilales
@yilales
Venezuela dejó de existir como Estado hace mucho tiempo. A los nacidos en esta Tierra de Gracia nos ha tocado padecer la más oscura realidad al tener que verla desaparecer y entender la desgracia en que se transformó. Cuando se disolvió la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas o se disgregó Yugoslavia, otras naciones quedaron en su lugar, pero en nuestro caso no ha habido secesión sino una especie de disolución en nombre de esta pseudorevolución.
En los últimos 17 años una cofradía de conjurados que llegaron al poder con las banderas enarboladas de la justicia social y con las promesas de disminuir las desigualdades económicas y sociales, solo bregaron para mantenerse en el poder y demostrar que eran capaces de pulverizar un país, a sus habitantes y a sus instituciones para reemplazarlas por un territorio estéril, donde no existieran poderes públicos independientes y en la que sus ciudadanos se transmutaran en súbditos sin capacidad para discernir entre la realidad y la propaganda oficial.
Por esa vía todo un país, el más pujante de finales del siglo XX, la envidia de las naciones asiáticas, la esperanza de América Latina frente al avance comunista liderado por el crápula que condenó a Cuba al ostracismo y al gorilismo militarista que era lo común al sur del Río Grande y hasta la Patagonia, terminó en manos de unos delincuentes que solo les ha interesaba enriquecerse, mancillar el nombre de Bolívar y depauperar a quienes vinieron a reivindicar.
Incapaz e incompetente
No hay para comer, escasea la energía eléctrica y ni siquiera abunda el agua de las lluvias, la seguridad se fue de paseo y no tiene intención de regresar, los salarios son limosnas que no alcanza ni para mendrugos de pan y la adulación se convirtió en el único mérito para ser de los favorecidos que tiene para vivir, viajar, cambiar carros o comprar vivienda y aún así hay quienes sienten, creen, juran y perjuran que la culpa de sus males reside en las fuerzas oscuras del Universo que confabulan para quitarles al mejor gobierno que nación alguna pueda tener.
El Socialismo del Siglo XXI ha sido tan irresponsable que dilapidó cientos de miles de millones de dólares solo para preservar la figura de un megalómano que deseaba ser inmortalizado como un líder continental y mundial pero que será recordado como una caricatura gracias a su gestión (quebrar a un país exportador de petróleo) y por haber dejado como legatario a un incapaz e incompetente funcional.
Es por ello que Nicolás Maduro se le ocurrió, y lo que es peor está convencido, que todo eso que nos acongoja lo puede solucionar con un Estado de Excepción y una emergencia económica (que luego de 120 días no ha solucionado nada y lo ha agravado todo), aunque en realidad para lo único que la necesita y le interesa usarla es para atornillarse, amarrase, sujetarse y hasta acoplarse a la silla presidencial, no vaya a ser que le ocurra como a Rousseff, Zelaya, Lugo y Bucaram o termine tras las rejas, como quisiera la mayoría, por haber seguido los ejemplos de Manuel Noriega y Alberto Fujimori.
Templanza, coherencia y firmeza
Sabemos que a esta discapacitada peste roja la sostiene un trípode: el TSJ, el hampa y la cúpula militar. La primera pata es un caso perdido por ineptos, incapaces, írritos e irresponsables en el resguardo constitucional; los segundos son cuervos criados, armados y entrenados por los inescrupulosos cubanos y sus secuaces de uniforme y todos sabemos cómo actúa esa ave rapaz y los terceros que dicen ser fieles, obedientes y leales a Maduro aunque su inquebrantable lealtad dure hasta que se acabe.
Ante el desastre que vivimos se necesita templanza en la conducción opositora. Que no tomen atajos, ni caminos verdes pero que den pasos firmes para quitarnos este yugo y sean coherentes en el actuar. Si recorren el mundo para que vean la crisis humanitaria que padecemos, documentar las violaciones a los derechos humanos y demostrar la ruptura del hilo constitucional por los abusos de unos magistrados, por la derogación constitucional por decreto y por un órgano electoral que manipula la consulta popular, lo más lógico es que sí desde el exterior se pronuncian a nuestro favor, no salgan diputados, gobernadores y líderes opositores a exigir que no se inmiscuyan en los asuntos internos venezolanos. Los errores han amarrado a la caterva gobernante más tiempo del debido y pareciera que aún hay quienes no lo han aprendido.
Llueve… pero escampa

domingo, 8 de mayo de 2016

El Becerro y su reino animal

Por Miguel Yilales
@yilales
Los venezolanos tenemos una forma muy particular para hablar. Por lo general adornamos nuestra conversación con expresiones coloquiales muy nuestras. Los lingüistas y los filólogos pasan horas de estudio e investigación sobre las frases, los refranes y las palabras que se perderían en cualquier traducción oficial y rígida.
Pero así como hay palabras que nos son exclusivas o producto de “venezolanización” de vocablos extranjeros, también es intrínseco a la cultura venezolana, el colocar apodos y sobrenombres. Desde que entramos al preescolar ya empezamos a ponernos motes unos a otros. Así pasamos la escuela, el liceo, la universidad y aún en el trabajo la tradición con los sobrenombres no se pierde. En nuestro entorno siempre hay alguien que se dedica a eso y hasta tiene un don para hacerlo. Estudia las características, analiza a la persona y le coloca el apodo exacto. Cualquier cosa sirve, desde defectos corporales, las facciones, el nombre o el apellido, hasta similitudes con películas, comiquitas, caricaturas y animales.
Cuando alguien asume un alias, generalmente, es porque hace referencia a alguna característica física o a su forma de ser. Si alguien se hace llamar el Tigre uno creería que es por su fiereza, si a otra persona le dicen la Cuaima a nadie se le ocurriría confundirla con la mamá de Bambi, por lo tierna y dulce o si por el contrario le presentan al Ratón (y no el de Cheo Feliciano) de seguro pensará en un roedor despreciable.
Becerro dijiste, becerro quedaste
De ahí que no se entiende el empeño de los maleantes venezolanos en llamarse como tiernos o suculentos animalitos. Por esa vía tenemos que peligrosos criminales, connotados capos y quienes conformaron parte del delincuencial mundo venezolano (porque ministros, gobernadores, alcaldes y jefes militares, sus compinches y camaradas, complementan el imperio del mal que es el Socialismo del Siglo XXI) se llamasen el Conejo, el Topo y el Picure.
Pareciera que eso de usar alias, apodos o sobrenombres se ha hecho viral. Tan es así que en una de sus últimas alocuciones a Nicolás Maduro se le ocurrió decir que él era un becerro y que si la oposición lo provocaba sería más becerro (https://youtu.be/JpUkzi1atWI). Uno hubiese esperado que escogiese una especie más fiera y sí lo que le gustaba era lo bovino, por lo menos que fuese más bravío y cornudo (no me refiero a su relación con Cilia), pero no fue así.
Llamar becerro a alguien es un insulto que, en algunos casos, expresa que no se está a la altura de los demás y menos de las circunstancias, también es usado para referirse a personas torpes, neófitas, pedantes, necias y despreciables y en términos carcelarios describe a los presos que son sometidos sexualmente, en referencia a que la cría de la vaca se alimenta mamando.
Es que un becerro puede ser un ternerito lindo (Simón Díaz dixit), pero nunca algo fiero, astuto, calculador o salvaje. Desconozco que impulsó a Nicolás Maduro a autodefinirse como becerro, menos sé si se esconde por los mogotes, lo cierto es que las circunstancias lo han sobrepasado, que su torpeza e impericia nos ha llevado a la crisis que vivimos y que mantiene esa extraña relación de dependencia con los proxenetas del Caribe.
Hasta antier no más
Si Nicolás Maduro quiere insuflar respeto en sus propias filas, porque el de la oposición lo perdió hace tiempo, debe asumir una analogía animal distinta a la de becerro, no solo por lo anteriormente expresado, sino porque está rodeado de verdes caimanes que abrevan en su mismo pozo, magistrados que cuidan carne cual zamuros, “reptoras” que son todas unas cuaimas y leales diputados que se ríen a sus anchas cual hienas (en especial si tienen show televisivos).
El Socialismo del Siglo XXI se parece mucho al imperio norteamericano que tanto critica y dice aborrecer (aunque depende cada día más de él): crea sus monstros, los impulsa y luego, cuando no sabe qué hacer con ellos, los elimina. Bin Laden, Hussein, Gadhaffi y Noriega se formaron bajo la tutela de los gringos; el Picure, el Conejo y el Topo bajo las directrices de ministros, gobernadores, militares y policiales revolucionarios, socialistas, antiimperialistas y chavistas.
Hoy les tocó a ellos y mañana nadie sabe qué ocurrirá. Pérez Jiménez estaba sólido hasta que se fue y Dilma Rousseff hasta antier no más. En nuestros países se sacrifican becerros, no como ofrenda, sino para comer y celebrar; y en Venezuela hay hambre con ganas de festejar.
Llueve… pero escampa

domingo, 1 de mayo de 2016

El hazmerreír revolucionario

Por Miguel Yilales
@yilales
En política todo el que respira, aspira. Solo en este país tenemos a un gobierno que pide que no se les opongan, sino que sumisamente colaboren para instaurar un esperpento político, que ya fracasó en el mundo, y que gracias a una cúpula de resentidos, quejosos, colaboradores y desadaptados lo han intentado desde 1998.
Esos que exigen a quienes los adversan que los apoyen para construir “patria” (la de ellos), son los mismos que cuando les toca ser minoría son capaces de sabotear con el solo propósito de arruinar y estropear cualquier iniciativa porque no proviene de las retorcidas mentes revolucionarias. Acuden al Cártel de las Togas, como bautizara Marianella Salazar a esa miríada de abogaduchos que prostituyeron y envilecieron la legalidad en Venezuela, para obstaculizar cualquier normativa que corrija los desafueros del gobierno y si no recurren al expediente del delincuente que agrede a sus víctimas por el solo placer de hacerlo.
Es por ello que un individuo que dice ser lo que no es, y que de paso se lo cree, porque se hace llamar obrero sin haber trabajado, presidente a pesar del origen dudoso y su paupérrimo desempeño y cuya nacionalidad no ha podido, ni ha querido demostrar, se le ocurrió que la mejor forma para salir de la crisis que padecemos, que por supuesto es culpa de una guerra perversa y de un enemigo que no tiene cosas más importantes que atender, es acabar con cualquier forma de productividad.

Un falso obrero

Pelea de burro contra oso polar. 29.4.2016 
Nicolás Maduro está convencido que para acabar con el desabastecimiento de alimentos lo mejor que puede hacer es asfixiar a una de las pocas empresas, por no decir la única, que producía en el país, con la manida excusa de que ellos no tienen una hectárea cultivada y que no producen sino que manufacturan, lo cual es propio de gente que no ha entendido que la Revolución Industrial ocurrió entre mediados del siglo XVIII y principios del XIX, por lo que se empeñan en mantenernos en el más oscuro atraso medieval. Creen que el guion que les funcionó con Radio Caracas Televisión es aplicable a Empresas Polar sin entender que son actores, circunstancias y momentos diferentes.
También le dio por hostigar a la casa donde se hacen las leyes y a ese inventó de otra Revolución (de las verdaderas): la separación de poderes. Para ello les niega el presupuesto de manera que no puedan funcionar o siquiera pagar los sueldos a diputados (dieta parlamentaria), empleados y obreros, actitud muy propia de un falso obrero contra auténticos trabajadores, y de ñapa ordena cortarles el suministro eléctrico para que se sepa quién tiene el alicate y donde reside la iguana saboteadora.
Un desierto revolucionario. Represa de Guri. 30.4.2016
Venezuela vive una crisis de pronósticos reservados, que se refleja en todos los ámbitos, especialmente en el campo eléctrico. Los países del Golfo Pérsico (Arabia Saudita, Omán, Qatar, Kuwait, Emiratos Árabes, Bahréin), que gozan de la misma bendición petrolera que nosotros, que están en desiertos similares a lo que el chavismo convirtió al Guri y que no disponen de un solo vatio hidráulico, no han implementado ningún plan de administración de cargas. Pero aquí han demostrado ser incapaces y solo les ha quedado racionar.

Indignación, rabia e ira

De verdad que uno no termina de entender cómo iban a poner a funcionar los miles de kilómetros de vías férreas que medio construyeron a menos que pensaran propulsar los trenes con burros y más burros.
El bochorno llega a tanto que implementan un cambio de huso horario pero se les olvidó que debían coordinar 6 meses antes con los entes reguladores internacionales, de lo contrario el país quedaba fuera de la sincronización UTC, de las transacciones bancarias internacionales, las telecomunicaciones, los reportes de embarque de crudo y los vuelos internacionales, además de ajustar los relojes atómicos de Venezuela. No era nada más mover las manecillas del reloj.
Todos por el revocatorio. El Nacional. 27.4.2016
Por eso los venezolanos que hemos recorrido, por 17 años, este largo subterráneo de torturas y sufrimientos que es el chavismo, salimos por millones para, en pocas horas, recoger las firmas que permitan el inicio del fin del proceso revolucionario. No se trató de una bailanta, ni de un partido político en particular o de ensalzar a los promotores del revocatorio, fue la expresión soberana de indignación, rabia e ira acumulada ante la peste roja, la ineptitud gubernamental y sus 14 motores fundidos, para que terminen como lo que son: el hazmerreír revolucionario.

Llueve pero escampa