sábado, 25 de junio de 2016

Trompabulario de portero de burdel

Por Miguel Yilales
@yilales
No pretendo referirme al cuento de autoayuda del escritor argentino Jorge Bucay, ni descifrar si la historia relata o no a la vida del empresario brasileño Valentín Tramontina y de seguro habrá quien piense que el tema es recurrente y repetitivo, pero no tengo la culpa de que, en estos 17 años, hayan prostituido la República y sus instituciones.
Trabajar de cancerbero en un prostíbulo puede o no ser gratificante dependiendo con el cristal con que se mire. Lo que sí es cierto que para ese desempeño se debe tener carácter, estar mal encarado, tratar con clientes inoportunos y lidiar con borrachos impertinentes. De ahí que deben usar un lenguaje cónsono con ese trabajo.
En Venezuela se dice que hay personas que en lugar de boca tienen trompa y que en vez de vocabulario tienen trompabulario. Lo peor es que de un tiempo para acá hay quienes creen que lo popular va de la mano con lo ordinario y lo vulgar. Manuel Caballero decía, al referirse a la forma escatológica en que se expresaba el difunto e insepulto comandante, que su léxico era propio de un “portero de burdel”.
Es esa forma grotesca, vulgar y obscena como hablan y escriben los que profesan el culto al Socialismo del Siglo XXI (a veces contagia a los que la adversan), que forma parte del dogma de fe revolucionario y una prueba de adhesión al proceso sedicioso que lideraron los rojos seudópodos que destruyeron a Venezuela.
Muerte a la sabiduría
Durante casi 5 lustros, desde que insurgieron contra el orden constitucional en el país, esta caterva se ha dedicado a deformar la memoria histórica, a destruir las instituciones, a implosionar al país y a asesinar la sabiduría, el mérito, las buenas costumbres y las normas de convivencia ciudadana.
En el siglo pasado nos gobernaron, por más de 70 años, los andinos (que no son ignorantes, ni incultos); 15 años lo hicieron llaneros; 2 caraqueños mandaron por 3 años; un guayanés y un oriental lo hicieron por 5 años y un mirandino ejerció el poder por 8 años; algunos no terminaron la educación universitaria y otros apenas culminaron el bachillerato, en cambio hubo quienes egresaron de las universidades como médicos, abogados, periodistas o surgieron de las filas militares, y en todo ese tiempo a ninguno se le ocurrió usar un lenguaje impropio a las funciones que les correspondió ejercer.
Quienes tuvimos el privilegio de escuchar los discursos que surgían del extinto Congreso Nacional o las alocuciones presidenciales de la época, se estuviese de acuerdo o no con las disertaciones, podemos decir que desde las distintas tribunas surgieron dignas piezas de oratoria que resaltaban por lo adecuado, profundo y perspicaz, muy diferentes a las monsergas revolucionarias que destacan por su vacuidad, zoncería y mojigatería.
Además con la llegada al poder de la peste roja se instituyó la indecencia como norma de etiqueta; se cambió el Manual de Carreño por la ordinariez y la vulgaridad del expulsado carroñero de Carreño y se instituyó la chancleta, la lycra y la pantaleta de caqui con faralao de alambre de púas como indumentaria revolucionaria.
Resentidos y ordinarios
Por eso es que quien dirige las relaciones exteriores venezolanas es la burla generalizada en todo el continente. Ella desconoce las más elementales normas diplomáticas y por su “sutil” forma de expresarse sería más adecuado que trabajase en un bar de carreteras donde sí sería lógico que berree, vocifere, rezongue, desentone y lance puñales con liguitas.
Pero el más claro ejemplo de la ordinariez y la vulgaridad lo encarna el que regenta el Palacio de Misia Jacinta. Desde ahí insulta a todo el que no piense como él (así sea un oxímoron), hace burlas de doble sentido que traspasan el límite de la decencia, instituye la procacidad como carta de presentación política y su patrón de conducta raya en lo escatológico.
Por eso es que quienes aspiramos el cambio del país debemos alejarnos de esa manera de hacer las cosas. No es suficiente solo luchar porque vuelva la cordura institucional, tenemos que bregar para que las normas de comportamiento regresen a nuestras maneras y lidiar para que las buenas costumbres, la urbanidad y la escrupulosidad sean el ejemplo a seguir; que la informalidad este presente cuando sea necesaria y la formalidad cuando sea ineludible e inexcusable, mientras tanto en la casa de citas, en que han convertido al país, seguirá oyéndose el trompabulario del portero de burdel.
Llueve… pero escampa

sábado, 18 de junio de 2016

Pájaro de mal agüero

Por Miguel Yilales
@yilales
A nadie le gusta que lo llamen pájaro de mal agüero y menos pesimista. Es que eso de tener que decir lo que nadie quiere escuchar a veces es odioso pero necesario, en especial, si se trata de quienes quieren dirigir a un país. Los políticos no están para ser simpáticos sino para señalar el camino más conveniente porque sí de popularidad se tratase entonces que cambien de oficio y se metan a comediantes o animadores de televisión, aunque algunos tienen programas en el canal del Estado que animan mal, hacen morisquetas y aburren al extremo.
Pero un líder político debe entender lo que ocurre a su alrededor y comprender que los rusos también juegan, en especial si se trata de unos mafiosos, malhechores y forajidos cuyo destino depende de su permanencia en el poder. La peste roja está al corriente que fuera del gobierno les esperan juicios de lesa humanidad, lesa patria, terrorismo político, genocidio, narcotráfico (ya cayeron algunos de los miembros de sus cárteles), blanqueo de capitales y cuanto delito haya.
La actitud de quienes ejercen el poder en Venezuela es la de mentir, engañar y manipular. Los incidentes que ocurren, por su incapacidad o su irresponsabilidad (que es lo mismo), terminan achacándoselos a los demás. En un principio los montajes eran buenos pero ahora se les ven las costuras por todos lados y parecen monstruos de películas viejas con actores enfundados en disfraces de goma espuma.
Mentiras y manipulaciones
La crisis de la energía eléctrica, que no es nueva, ni culpa del fenómeno de El Niño y mucho menos de iguanas, rabipelados o acures, es responsabilidad de lo previsivos que son los revolucionarios. Los ladrones de cuello rojo tomaron la previsión de birlar miles de millones de dólares que debieron invertir en el sector y los desviaron a sus cuentas personales.
Eso permitió que el general eléctrico (no tiene que ver con la empresa de electrodomésticos) buceara para verificar las cotas de profundidad del Guri, dizque dragase el fondo del lago y hasta danzase para que lloviera, lo que acompañó con un brutal racionamiento eléctrico. La realidad era que deseaba que llegara la época de las lluvias para argüir que su efectividad y eficiencia había derrotado a la naturaleza y a los agoreros que deseaban el apagón nacional.
Igual ocurre con la comida, que ya alcanza niveles de tragedia. Han puesto a los venezolanos a disminuir su consumo proteico, la provisiones no llegan a los anaqueles, se inventaron unos supuestos sistemas de distribución para repartir discrecionalmente los alimentos y casi nadie tiene la posibilidad de hacer las tres comidas diarias, a menos que esté conectado con el régimen y acabe como Maduro, Diosdado, Barreto o Escarrá, que parecen neveras de 2 puertas.
La gente tiene hambre, los saqueos no los organiza nadie, en ellos están oficialistas y opositores, motorizados antichavistas y colectivos chavistas. Todos nos estamos comiendo un cable, pero el gobierno en vez de enfrentar la escasez, lo que hace es acusar a la oposición, militariza las ciudades y promociona, en su lógica goebbeliana, que subyugaron una conspiración. Mientras tanto ganan tiempo. Así hicieron con las compras por el terminal de la cédula, las captahuellas y el racionamiento, para que les agradezcan por supuestamente enfrentar la especulación, el desabastecimiento y el acaparamiento.
¿Quién genera los saqueos?
Si la oposición fuese tan calculadora, como para organizar estos saqueos espontáneos, ya estarían en Miraflores, pero el Escuadrón Mete la Pata, el mismo que ve victorias donde no han ocurrido; el mismo que ha dilapidado el éxito de las elecciones parlamentarias al extremo de permitir que el TSJ los castrara y el mismo que aplaude porque en la ratificación de las firmas para el revocatorio les aprobaron municipalizar la instalación de las captahuellas para luego percatarse que las maulas del CNE las pondrán donde menos se necesitan, aún no percibe quién es el adversario, si fuese así la inmediatez, las agendas personales y las apetencias individuales las hubiesen dejado de lado.
La oposición debe concentrarse en desalojar del poder a las huestes rojas e inocularles a los venezolanos una vacuna para que más nunca regresen al poder (y menos con la charlatanería del proyecto original). En la situación que vive el país es mejor que te tilden de pájaro de mal agüero por decir lo que debes, que callar y terminar como cordero listo para el matadero.
Llueve… pero escampa

domingo, 12 de junio de 2016

El lupanar de los soles

Por Miguel Yilales
@yilales
La prostitución ha existido desde el origen de la humanidad. Hay quienes aseguran que es el oficio más antiguo y lo debe ser porque muchas meretrices han jugado un rol primordial en la historia. Hay una gran cantidad de términos tanto para referirse a la prostitución como a las personas que la practican, a los clientes, a los lugares, a las actividades relacionadas y en los países hispanoparlantes se usan distintos vocablos coloquiales para nombrarla.
Fíjense que en la adaptación para la televisión de la novela “La Novia Oscura”, de la escritora y periodista colombiana Laura Restrepo (Perla Farías la llamó “Flor Salvaje”, por cierto la penúltima novela que protagonizó Mónica Spear, otra de las víctimas fatales de la inseguridad que instauró el Socialismo del Siglo XXI) había una casa de citas que se llamaba “Las 4 P” y usted podía inferir que había cuatro personas cuyos nombres iniciaban con esa letra o que se refería a las actividades que ahí ocurrían.
Pero eso es normal en una casa de citas, un centro de masajes o en un simple burdel, lo que nunca nos imaginamos los venezolanos es que, quienes se vendieron como unos salvadores y herederos de las glorias patrias, terminarían convirtiendo a Venezuela en la mancebía de unos decrépitos guerrilleros ñangaras, de unos cuantos aprovechadores y de una casta de uniforme que llegó al poder para prostituirlo todo.
Ni eficientes, ni eficaces
Desde hace algunos años, 17 para ser más precisos, quienes han dirigido al país, que son los militares (este es el gobierno más militarista que hemos tenido), se dieron a la tarea de dar al traste con las instituciones del Estado y se repartieron la botija de la renta petrolera. Para ello se dedicaron a emitir órdenes que nadie supervisaría, entregaron contratos mil millonarios sin control alguno, sacaron a los militares de los cuarteles, les dieron más poder y menos responsabilidades, los pusieron donde “haiga” y les hicieron creer que la república descansaba sobre sus impolutas manos, mientras la ofrecían al mejor postor.
Se les creía eficientes y eficaces, al extremo que la gente clamaba porque la bota militar pusieran orden pero la realidad demostró que fue peor el remedio que la enfermedad: las corruptelas y los vicios se quintuplicaron; el lucrativo negocio de las drogas pasó, de ser perseguido, a ser administrado, por los uniformados; y la tutela de la violencia legítima e ilegítima quedó “apadrinada” bajo una única autoridad.
Presenciamos como el uniforme, ya bastante desprestigiado por esos equecos cargados de medallas como si hubiesen participado en miles de batallas, terminaba transformado en un auténtico disfraz. Ver a un exadeco, exmepista, excausaerrista, expepetista y exmaestro (ni por asomo fue militar o prestó servicio militar) vestido de teniente con gorra de general solo ocurre cuando el pudor, la honra y la decencia han caído a una fosa o cuando la adulación bien vale el celestinaje.
Pero no todo queda ahí. Esta semana que concluyó, vimos como un general bolivariano, de esos que el honor ni se le divisa, en un acto cruel, empleó a sus subalternos para acorralar a un grupo de diputados opositores y luego los abandonó en manos de unas hordas para que los lincharan, lo cual demuestra que una meretriz tiene más compromiso ético que este correveidile revolucionario.
Cortesanos y visitadoras
Y por si fuese poco hay un teniente, que no han reincorporado, pero ascendieron a capitán, que usufructúa el teatro de la Academia Militar desde donde emite un show televisivo en el que “invita” a los militares y los mezcla con colectivos armados. Los que asisten “voluntariamente” les pasa lista para saber sí están todos los que son y si son todos los que están. Lo penoso es que cuando nombra a alguien se activan unos resortes marca ACME, similares a los que usa el Coyote para capturar al Correcaminos, que los hace brincar y rebajarse cual cortesanos.
Dice Mario Vargas Llosa, y no tengo porque no creerle a un Nobel, que basado en una historia de la vida real escribió “Pantaleón y las visitadoras” en donde mostró que los militares son capaces de implicar a un subalterno en misiones poco éticas y camuflarlo todo entre siglas raras, misiones secretas y servicios vitales a la patria. Lo malo y lo detestable, cuando algo así sucede, es que hay muchas víctimas que terminan destrozadas, encarceladas y torturadas, mientras el país se convierte en el lupanar de los soles.
Llueve… pero escampa

domingo, 5 de junio de 2016

Mucha desesperanza y poco liderazgo

Por Miguel Yilales
@yilales
En los deportes siempre hay el que juega y el que dirige la estrategia. No todos pueden estar en el terreno y no todos pueden mandar. Es más la conducción es individual y nunca puede ser colectiva.
Así ocurre en la política. Debe haber quien dirija y quienes sean dirigidos. Y al igual que en el deporte quien asume las riendas, se supone es el que tiene experiencia, conocimiento y que ha hecho un recorrido que le permite tomar las decisiones oportunas, en el momento preciso, planificar y, por supuesto, asumir las consecuencias de las decisiones que tome, se gane o se pierda el juego, que en este caso pudieran ser unas simples elecciones para alcalde, gobernador o presidente, y en otros casos el país, la nación o el Estado.
Decían que George Foreman era invencible pero fue derrotado por Muhammad Ali. Para ello “El Más Grande” planificó una pelea a 15 asaltos, se movió como una mariposa y picó como una abeja, y la liquidó en 8. No concibió una confrontación que tenía perdida si la buscaba en los primeros asaltos, porque ahí, libra a libra, Foreman era superior. Planificó, ejecutó su estrategia y gano contra todo pronóstico.
Ser líder requiere ese mismo don particular que demostró Ali. Implica conocimiento, entrega, responsabilidad y coherencia en lo que se dice y lo que se hace. Está en concebir y ejecutar las acciones, así no sean del agrado de la mayoría, lo cual no implica que se actúe entre gallos y medianoche. Sí Churchill hubiese consultado al pueblo británico por cada una de sus acciones de seguro el mundo hablaría alemán.
Sobra mánager de tribuna
Imagínense que en un juego de futbol (ahora que el mundo se presta a celebrar el centenario del torneo más longevo) en el que se requiera cumplir las instrucciones previas del seleccionador sobre quién cobra, quien remata y quién debe cubrir cada posición, y como no estaban de acuerdo con lo que dijo el entrenador cada quien actúa como radical libre y hacen lo que les parezca o en el beisbol que ante la decisión de un toque de bola, el bateador decida hacer lo que le venga en gana, porque el que juega es él y no el mánager o peor aún porque no le fue consultado antes de tomar la decisión.
Esto ocurre a diario en Venezuela. Sobran los conocedores de todas las materias. Las personas opinan, con una propiedad de erudito que dejaría en pañales a cualquier pensador en la historia de la humanidad. Somos expertos en eso que llaman mánager de tribuna. En especial sí de política se trata, solo nosotros tenemos la solución verdadera y quien no concuerde se le debe hacer la cruz, insultarlo y execrarlo como interlocutor válido.
Es que en eso de creerse la tapa del frasco siempre hay quienes se creen más tapa, así no haya frasco que tapar. Fíjense que hay un ruin personaje que se cree animador de televisión, que jura y perjura que sus opiniones obedecen a un infalible e implacable conocimiento sobre lo que pasa y, aunque todos los sondeos de opinión lo cataloguen como el más despreciable, el más vil y el más infame político que tiene el país, sigue con sus cuentos, chismes y mazasos como sí de un gran líder se tratase.
Con gorra o con mazo
Cuando las personas perciben que las actuaciones de un político, así no sea intencional, obedecen a sus propios intereses y no al interés colectivo, se genera una matriz de rechazo. Sea que use una gorra tricolor o que amenace con un garrote en la mano.
Sí alguien que siempre ha reprochado a quienes critican la unidad, de repente empieza a lanzar piedras al techo de cristal que agrupa a la misma, amenaza con irse y reta a que lo expulsen, es como para sentarse a pensar si esta en sus cabales o cuáles son sus intereses reales: ¿Era mala “la salida” porque no era el camino para enfrentar a un régimen tiránico o porque el tiempo no era perfecto? ¿Es que ahora el camino pacífico, electoral, democrático y constitucional no está reñido con la protesta? ¿Se percató que la protesta siempre fue el camino para presionar a esta autocracia?
Los momentos que vive el país son de aplomo, de decisiones sopesadas, de actuar con cordura. Suficiente locura hay en Miraflores como para contribuir con decisiones testiculares u ováricas, por mucho que estemos picado de culebra y saltemos ante cualquier bejuco, en especial cuando hay tanta desesperanza como para ver a unos “líderes” desorientados porque, aunque la gente está en la calle, no logran capitalizar políticamente el descontento.
Llueve… pero escampa