domingo, 28 de mayo de 2017

Solo no se cae... hay que empujarlo

Por Miguel Yilales

@yilales

 

En estos casi 2 meses de protestas, luchas y reclamos, que tanto han  convulsionado al statu quo de esta revolución atrabiliaria, los venezolanos hemos aprendido cómo hacer respetar nuestros puntos de vista. Incluso a algunos líderes de la oposición les ha caído la locha cuando, luego de salir con propuestas inconvenientes y mal comunicadas, les ha tocado recoger la leche derramada por la presión de quienes desinteresadamente luchan en la calle, las caminan y las patean en son de desobediencia; de quienes anónimamente confrontan a los esbirros, le ponen el pecho a las bombas lacrimógenas y defienden a los ciudadanos desarmados de unos malandros con uniforme y de quienes dignamente, al final de cuenta, son los verdaderos depositarios de la soberanía ciudadana.

 

Soberanía que no existe, según Maduro, Diosdado y el jefe del violatorio proceso constituyente, ministro de educación y eterno encapuchado de los jueves, por lo que nadie puede llamar a desconocer al régimen o pretender que haya algún tipo de insurrección contra un Estado fallido y menos contra el fraude que pretenden meter de contrabando, con lo cual demuestran el desprecio que sienten por la propia Carta Magna que obliga (no es opcional) a desconocer al régimen, la legislación o la autoridad que menoscabe los derechos humanos y contraríe la independencia, la paz y la libertad como principios y valores democráticos. Pero ¿Qué más se le puede pedir a quienes se agarran de los jirones, en que convirtieron a la República, para perpetuarse en el poder?

Sin trinchera no hay paraíso 

 

Por ello es que los ciudadanos, palabra que cada vez gusta menos a los mafiosos que detentan el poder, salen a protestar y le gritan a los sicarios de uniforme que no le temen, le espetan cuan pusilánimes son al reprimir y se desgañitan, contra todos los que huelan a tirano, para que sepan cuánto los desprecian; es que al salir a protestar ya no lo hacen para bailar, cantar o desfilar cual pasarela porque saben que van a confrontar a unos homicidas capaces de disparar balas a la cabeza, de reemplazar los perdigones de goma por metras, de disparar objetos contundentes para asesinar, de torturar a los manifestantes y tratarlos peor que a un prisionero de guerra, de tirotear por la espalda a quienes van en pacífica retirada y de asfixiar con gases lacrimógenos a edificios, escuelas y hospitales.

En esas condiciones y ante un contrincante que no respeta ninguna norma del derecho, que se salta a la torera los más elementales códigos de honor del combate y que piensan que la justicia es una entelequia que solo sirve para perseguir a los que piensen distinto, es que se ha tenido que recurrir a tácticas para defenderse, para confrontarlos y para atrincherarse de manera de darle la vuelta a la tortilla y poder iniciar los pasos que nos permita salir del infierno en que convirtieron a Venezuela, proceso que solo empezara luego que hayamos desalojado del poder a los imitadores de las peores escorias que han existido en la humanidad, y reconstruir el paraíso en esta Tierra de Gracia.

A la una, a las dos y a las tres

 

Lo que causa asombro es que a estas alturas del juego aún se cometan errores infantiles y, que en esos giros del destino en que se le sale una rueda a la carreta, se convoque a un sarao para protestar por las limitaciones a la libertad de expresión (toda censura es lamentable) y conmemorar el penoso cierre de un canal de televisión (que en su momento, y aunque duela reconocerlo, contribuyó a la exaltación de la antipolítica) en una plaza y no frente al órgano censor del régimen, mientras en otras latitudes se efectuaban las exequias de 2 héroes, de los que usan el tricolor como capa y el pecho henchido de coraje como súper poder, y se libraban batallas campales para no terminar de doblar el espinazo ante el salvaje yugo opresor.

 

En estos momentos se le pide a la dirigencia opositora coherencia y sindéresis para marcar la ruta y el camino a seguir, no se puede caer en propuestas inútiles y fútiles que desvirtúen la lucha que libramos contra la oscuridad que representan quienes nos mantienen secuestrados, en especial porque la mafia gobernante se jugó la única carta que les quedaba para terminar de instaurar su reino del mal, lo cual nos ha llevado a la protesta y a la desobediencia como una herramienta vital para evitarlo y de paso empujarlos porque, a pesar de lo mal que están, solos no se caen.

Llueve... pero escampa

domingo, 21 de mayo de 2017

La más grande mentada

Por Miguel Yilales

@yilales

 
En el tango "Volver" que compusieran Gardel y Lepera dice que 20 años no son nada, aunque en realidad sea mucho tiempo, en especial si quienes han gobernado al país se dedicaron a saquearlo, a destruirlo y a esquilmarlo. Es que puede que ese tiempo pase raudo y veloz, puede que sea un soplo en la vida o sea apenas un dulce recuerdo pero para los venezolanos ha sido una eternidad: los más viejos añoramos la democracia con su alternancia, el equilibrio de poderes y el imperio de la ley, los más jóvenes en tener la oportunidad de vivir una libertad que solo han conocido en películas y todos que podamos ser gobernados por personas distintas y no exclusivamente por las piltrafas pseudomilitaristas que nos ha tocado padecer en estos años de iniquidad. 

Los últimos siglos no han sido fáciles para el país. Los hemos iniciado tardíamente y siempre por culpa del tirano de turno. El siglo XIX debió esperar hasta la independencia de España, el XX por la muerte de Gómez y el XXI aún no inicia porque ni la desaparición física de Chávez logró que abandonáramos el Medioevo al que él nos llevó y por el contrario, con su sucesor, terminamos en el período prehomínido al que pertenece esa caterva de cavernícolas dirigidos por Maduro, Cabello, los hermanitos Rodríguez, Escarrá y, por supuesto, la momia viviente de José Vicente Rangel.

Una larga lucha

 

Aunque algunos saquen la cuenta de esta lucha en días y sientan que tenemos tan solo medio centenar de ellos en resistencia, me veo en la obligación de aclarar que para llegar aquí la lucha ha sido más larga: sí no hubiese habido unos actores políticos que confrontaron al régimen desde antes que se instaurara, hoy no estaríamos en esta resistencia; sí no hubiésemos tenido instituciones, gremios, universidades y familias constituidas con valores y principios arraigados, hoy no estaríamos dando la batalla para restaurar la república; sí no hubiésemos forjado venezolanos comprometidos con no dejarse arrebatar el país por un atajo de cuatreros, delincuentes y asaltantes de camino que solo les interesaba ver abultadas sus alforjas, hoy no estaríamos desobedeciendo a los esbirros que tratan de oprimirnos y sí no se hubiesen elevado voces, que en algún momento las catalogaron de altisonantes, hoy no habrían millones que no tienen empacho de gritarle y enrostrarle a la tiranía cuanto desprecio sienten por ella.

Paralizar al país, protestarle a diario a Maduro, llevar la agenda política porque el régimen perdió la iniciativa, hacer que sus peroratas se limiten a actos controlados con brazaletes como si de un resort se tratase, que las alocuciones por cadena nacional solo las oigan los funcionarios abyectos del régimen o quienes debemos traducir los rebuznos oficiales en español, que los mítines deban ser hechos por teléfono ante la evidente escasez de apoyo popular y por la insignificancia de unas huestes tarifadas que ya no se mueven ni por una devaluada y escuálida bolsa de comida, es consecuencia de la perseverancia, la constancia, la persistencia, la tenacidad y el empeño con que nos hemos plantado ante la autocracia chavista para impedir que termine de someternos. Ya estamos al nivel en que el gobiernucho de Maduro espera a ver qué hará la oposición para determinar su propia agenda.

Este es el camino

Eso demuestra que vamos por el camino correcto porque por fin la carreta  dejó de ir detrás de los caballos, los zorros no persiguen a los perros y el cardumen de peces chicos entendió que estando juntos, no hay pez grande que pueda con ellos. Eso ha generado las virulentas y violentas represiones del aparato militar y policial del Estado que se ha traducido en más resistencia a los abusos, a los atropellos y a las arbitrariedades.


De ahí que a unos les esperan las glorias del Olimpo de la civilidad, un altar que debiéramos construir para enaltecer a los mártires que han caído, al joven violinista Wuilly Arteaga que enfrenta bombas lacrimógenas con notas musicales y a todos los que a diario luchan sin estridencia pero con coraje para execrar a la tiranía chavista del poder; a otros les aguardan los procesos para ser juzgados por crímenes contra la humanidad, por violadores de derechos humanos y por exterminar a sus connacionales. Mientras llega esa anhelada hora, gritaremos a los 4 vientos lo que es vox populi, lo que Capriles expresó en la autopista, lo que todos coreamos y lo que será recordado como la más grande mentada.

Llueve... pero escampa 

domingo, 14 de mayo de 2017

¡Que se lo calen!

Por Miguel Yilales
@yilales
No hay nada que paralice a los delincuentes que el temor a ser encontrados y juzgados por sus desafueros. Así ocurrió con Eichmann, que por mucho que huyó, se escondió y se cambio la identidad al final fue encontrado, capturado y llevado ante la justicia por sus crímenes.
Esto viene a cuento porque la diáspora venezolana, esa que tuvo que salir de un país que se les hizo extraño; la que construyeron y alimentaron los más grandes traidores que hemos tenido; la que huyó de su terruño por pensar distinto y por el miedo a morir en las mazmorras y las catacumbas que regenta la policía política del país y la que se fue para ver crecer a sus hijos y nietos porque en esta Tierra de Gracia los padres entierran a los hijos por culpa de un hampa que a veces es gobierno y de un gobierno que siempre es hampa, les dio por increpar en público a cuanto boliburgues, ex funcionarios chavista y rojitos hijos de rojos padres que andan por el mundo con los dineros esquilmados al erario y se dan vida de marajá.
Enseguida surgieron algunas voces de "elevada" estatura política a condenar y cuestionar, lo que a su juicio, era una persecución que nada tenía que ver con lo político y constituía un acoso que rayaba en el fascismo, con lo cual demostraron que desconocen de las prácticas totalitarias, que no saben nada de valores democráticos y que se comportan como agentes encubiertos del régimen con el cuento que los hijos no son responsables de las trapacerías de los padres como que si el aprovechamiento de los bienes provenientes de delitos no fuese también un delito.
Ni herencia, ni lotería
Pareciera que a estos personajes se les olvida que nadie, absolutamente nadie, con la profunda crisis económica que generó el chavismo puede darse el lujo de comprar mansiones, adquirir lujosos Mercedes Benz o disfrutar por el Caribe en costosísimos yates a menos que su súbito enriquecimiento sea producto de una herencia de un familiar que nadie conocía y que en su lecho de muerte decidió hacer millonario al pobretón hijo de vecina que vive en Venezuela, una historia de telenovela sino fuese porque ese fue otro producto de exportación proscrito por la revolución.
Quisiera que alguien explicara ¿Cómo un "honesto" magistrado puede comprarse algunas propiedades de millones de dólares sin que se haya ganado el premio gordo de la Lotería de Navidad de España? ¿Cómo hace un "íntegro" golpista, que no le quedó pensión para subvencionar a sus hijos en París, Sídney, Nueva York o en Tucusiapón a menos que haya sido ministro, viceministro, gobernador o presidente de la Asamblea Nacional y durante su gestión se haya llenado los bolsillos a punta de coimas, sobornos y del cuánto hay pa' eso? ¿De dónde saca un chavista que dice ser probo para darse vida de acaudalado sin ser el afortunado poseedor del tíquet premiado del Lotto de Miami?
A los hijos del establishment chavista no les faltan medicinas, alimentos, ropa o calzados, no saben lo que es consumir los productos de segunda que reparte el régimen como dádiva de primera, no padecen la escasez de pañales, leche o tienen que acostarse con la barriga pegada al espinazo, ninguno estudia en las universidades chimbas (con sesgo ideológico, no son universidades) que han proliferado en esta suerte de populismo educativo y no temen a ser una estadistica más de la violencia que campea en el país porque andan en carros blindados y con escoltas.
Justicia con impunidad
Decía Thomas Mann que "la tolerancia es un crimen cuando lo que se tolera es la maldad" y con estos perversos delincuentes que se enriquecieron a costilla del sufrimiento de toda una sociedad no se puede ser tolerante.
Ellos cultivaron los vientos que los perseguirán porque no hay justicia con impunidad, mientras tanto les tocará calarse los sermones, los regaños, la persecución y, sobre todo, los escraches porque nosotros, por ahora, padecemos los insultos, la procacidad y la vulgaridad de un desalmado que baila luego de que sus esbirros (uniformados o no) torturan y asesinan a venezolanos; resistimos la represión y las bombas lacrimógenas del camarada Padrino y sufrimos a su cómplice, el teniente-capitán Cabello, quien "sugiere" (para los subalternos las sugerencias de los superiores son órdenes) pasarle el carro por encima a quienes protesten y al siguiente día son atropellados valerosos ciudadanos por unos cobardes militares montados en tanquetas o en vehículos del Estado.

Llueve... pero escampa

domingo, 7 de mayo de 2017

En esta tierra de desgracias

Por Miguel Yilales
@yilales
Cuando era más joven, entendiendo que la juventud es una actitud y no cuestión de edad, podíamos jugar en la calle, salir en patotas de amigos, caminar sin mayores peligros, ver televisión y esperar cada fin de semana para las reuniones familiares. Es que en esa época era casi que religioso que los domingos nos reuniésemos las familia en torno a la mesa para compartir un humeante plato de sopa (que siempre aceptaba más agua para nuevos invitados) o tener simples encuentros para jugar pelota de goma, un pisa y corre, al escondido, tonga, quemado o algún juego de cartas. Tradiciones vetadas a la muchachada de hoy por la instauración del terror como política de Estado.
Idi Amin, Mao, Stalin, Franco, Castro, Hussein, Ceaucescu, Mugabe, Pinochet, entre otros, entraron a los libros de la historia por su forma de tiranizar. Para ellos era necesario sembrar un ambiente de terror que les permitiese reducir a los ciudadanos a simple pueblo. Por eso es que Chávez siguiendo a estos mentores instauró el miedo para poder implantar una la oclocracia, que posteriormente fue consolidada, por Maduro, en una tiranía cleptocrática.
Creer que se está vivo porque se respira, el corazón palpita y los órganos cumplen sus funciones es asumir como válido el silencio para sobrevivir a unos delincuentes, que lo único que les ha importado es perpetuarse en el poder sobre los cráneos y osamentas de aquellos que han eliminado, y que es suficiente con aspirar a que la ruleta del destino, que giran los esbirros del régimen, le toque a los demás.
Venezuela no es Ruanda
En nuestro país no hay vida. Ni diurna ni nocturna. Atrás quedaron los bulevares y los centros comerciales para salir a pasear; una buena bailada en algún local nocturno o que los estudiantes pudiesen calmar la sed con heladas cervezas ¿Quién no bebió algunas al salir de clases?; mucho menos asistir a una función de cine, teatro o una inocente excursión por parques o tan siquiera por el Ávila.
Los venezolanos ni siquiera podemos estar tranquilos en nuestros hogares o fuera de ellos, en especial en esta época de protestas ciudadanas en contra de una de las peores y más crueles dictaduras que hayamos vivido, porque debemos esquivar los proyectiles disparados por los funcionarios policiales al aire(en algunos casos al de los pulmones o a la tráquea de un manifestante) o dormir con máscaras antigases no vaya a ser que a algún comando militar se le ocurra fumigar las residencias marcadas como opositoras, con lo cual demuestran que no sólo usan las técnicas de la propaganda goebbeliana sino que reeditan las prácticas nazis por el solo placer de asfixiar a niños, jóvenes, adultos y ancianos.
Es que para los que desgobiernan al país no hay mayor onanismo que gasear una escuela, una iglesia, una clínica o disparar potentes granadas directo a la cabeza o a la humanidad de quién se muestre contrario a la revolución chavista, pues les tiene sin cuidado asesinar, aniquilar o exterminar, como ha ocurrido con casi medio centenar de ajusticiados en un mes de protestas. Así como algunos alertaban que el país se estaba cubanizando y había quienes alegaban que "Venezuela no era Cuba", hoy nos estamos ruandanizando aunque algunos no sepan qué pasó en la fratricida masacre de Ruanda.
A todos nos puede tocar
Eso de qué hay que agradecer cada mañana por despertar con vida es una cruel realidad. La lapidaria frase pronunciada por el hijo del poeta (de pésima oda) de que la víctima "pude haber sido yo", prueba de que Dios castiga sin palo y sin rejo, o la tardía indignación de Dudamel por la innecesaria muerte de un joven músico cobran vigencia porque desde hace mucho tiempo los venezolanos cuando salimos desconocemos si regresaremos y en caso de volver si llegaremos a ver el amanecer.
Es que si no nos agarra el chingo, nos coge el sin nariz: si no son los delincuentes, son los colectivos; si no son los colectivos, son los policías; si no son los policías, son los GNB y si no son los GNB, son los delincuentes, a fin de cuentas un círculo formado por bestias de la misma recua que abundan en esta tierra de desgracias en la que: un dictador se cree demócrata, los esbirros juran que las torturas son justas, los delincuentes pueden llegar a magistrados, el ministerio electoral no organiza elecciones legales sino las ilegales que ordena su amo y conviven unos militares que compraron toda la rifa para una estadía eterna en La Haya.

Llueve... pero escampa