Miguel
Yilales
@yilales
Todavía hay quienes
dicen que la Unión Soviética surgió como sucesora del Imperio Ruso, sin embargo
hubo un período de cinco años entre el último gobierno de los zares en 1917 y
la instauración de la URSS.
No es sino hasta 1922 que se crea la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviética, con un sistema político de partido único, dominado por
un partido único, bajo un gobierno nacional único con total concentración de
poder y poderes públicos sumisos, enmarcado en una economía altamente
centralizada, que le permitió subsistir 69 años hasta su desmoronamiento total.
De esa época hay dos personajes que van a marcar los cursos
a seguir en la historia: el zar Nicolás II y su familia, a la postre elevado al
santoral por la Iglesia Católica Ortodoxa rusa, y el inefable Grigori Rasputín.
A Nicolás le propusieron
que se apegara a la constitución y aceptara las bondades del sistema de
separación de poderes, al estilo de Gran Bretaña, pero la intolerancia de los
que se creen invencibles y eternos y el deseo de aferrarse al poder absoluto, no
le permitió visualizar la necesidad de los cambios.
¿De Nicolás II a Nicolás el único?
El último zar, que
como el de aquí también se llamaba Nicolás (no porque el nuestro se comporte
con poses imperiales, zaristas o monárquicas, sino por la coincidencia de
nombre), tuteló el imperio ruso hasta su dimisión en marzo de 1917 y acabó sus
días fusilado junto a toda su familia, por esa misma turba que en algún momento
lo vitoreó.
Con una política interior que siguió la línea autocrática de
su antecesor, como las de todos los que heredan cargos sin estar preparados
para ello, hizo surgir importantes núcleos de disidencias en el pueblo que
devino en agitación social, sumado al
fracaso de unas fuerzas armadas mal entrenados, con militares obesos,
burocráticos e inexpertos y la escasez de alimentos en las ciudades principales,
fueron el caldo de cultivo perfecto para la caída de Nicolás.
Nicolás tenía el poder, concentraba el poder, acumulaba
funciones y sin embargo salió expulsado de las funciones para las que, según el
mismo confesaba, no estaba preparado, ya que las asumió ante la repentina muerte
de su padre (por una enfermedad que aun no se demuestra haya sido inoculada).
En esa época hubo otro personaje que asesoraba a la zarina
Alejandra y que sus recomendaciones aceleraron el proceso de deterioro del
imperio. Era un místico, con los ojos azules y una mirada fija y penetrante que
hizo que la zarina cayera obnubilada por sus influencias (aunque no hay
evidencias de que el zar o la zarina lo llamaran “ojos lindos”); también poseía
un verbo fácil y calculadamente ambiguo, con alta capacidad manipulativa basado,
además de su físico y en su intuición, en su conocimiento de las Escrituras y
en cierta tradición religiosa rusa que seguía las prácticas lascivas,
lujuriosas y orgiásticas eran el camino dado a Dios, que no es lo mismo que a
Dios dado.
El Rasputín y el Zar
En nuestro país hay un personaje “furrialero y full realero”,
por su gentilicio y por lo acumulado, manipulador, de fácil verbo para
insultar, ambiguo en sus posiciones, con unos ojos lindos como lo piropeara y
lisonjeara un recio y eterno, aunque desaparecido, llanero, que se ha dedicado
a doblegar mediante la compra de conciencias y que asesora al poder. Una
especie de Rasputín criollo.
Luego de mucho torcer voluntades, en la Duma criolla, el
Rasputín venezolano, aunque el original asesoraba a la zarina y no sabemos si
este asesora a la zarinbatiente, logró
en una de sus escapadas gallísticas, no por lo de las peleas de gallos por las
que, de existir prueba fotográfica prometió renunciar, sino por los gallos y
medianoche con que sancionan las leyes en este país, aprobó y entregó a Nicolás
todos los poderes para que dicte leyes, es decir para que asuma los poderes especiales
que lo conviertan en un Zar Tropical, con lo cual puede pedir que lo traten
como su Majestad Imperial y decretar “Por la Gracia del Señor Emperador y Autócrata
de toda la Rusia”, perdón de Venezuela, y listo.
Es que a ellos, Nicolás y Rasputín (los de antes y los de
ahora) les obsesiona el poder absoluto. No entienden de equilibrio de poderes.
Necesitan tener a sus pies a toda la sociedad y no se percatan, porque la
ignorancia no tiene límites, que asfixian y truncan toda posibilidad de
convivencia. Los hechos históricos no se repiten, pero si los paralelismo de
las situaciones.
Llueve… pero escampa
Así es profesor llueve...... pero escampa .... sobre todo acá en Mérida sábado y domingo para que nuestras actividades no se vean afectadas por la pertinaz lluvia que hemos tenido durante toda la semana..
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