Miguel Yilales
@yilales
Hacia finales de la década de los 50 del siglo
pasado, Venezuela se movía al ritmo de la orquesta más popular de Venezuela, la
Billo’s Caracas Boys y se vivía con la certeza de que hablar de política era
una pasaje sin retorno a las celdas de la Seguridad Nacional. Era la política
del terror militar.
Comienza
el auge de las telenovelas televisivas destacándose “El Derecho de Nacer” y la
transmisión de un programa que cuestionaba la verdad misma con episodios que recreaban un relato de fantasía, terror o ciencia
ficción, rematado por un final sorprendente.
Escuchar la banda sonora de esa serie y al
narrador, interpretado por Rod Serling, diciendo “Abramos esta puerta con la
llave de la imaginación. Tras ella encontraremos otra dimensión, una dimensión
de sonido, una dimensión de visión, una dimensión de la mente. Estamos entrando
en… La Dimensión Desconocida”, era
suficiente para que amas de casa, padres de familia e incluso los más pequeños quedaran
subyugados a la pantalla chica.
Eran épocas en que The Twilight Zone la
encontrábamos en la televisión.
El
Macondo venezolano
Luego de muchos años, cuando parecía que
nada podía sorprender a los venezolanos, en especial luego de pasados los
primeros 14 años de este gobierno anterior que es el mismo actual, y disculpen las
galimatías, vino el señor que conduce los destinos del país por voluntad del
CNE a demostrar la verdadera dimensión desconocida que nos equiparaba al
Macondo de “Cien años de soledad”.
Estamos en un país con cadáveres por
doquier; en el que hacer un mercado es una carrera de obstáculos mezclada con
las vicisitudes que debió pasar el soldado griego Filípides; donde los
ciudadanos con “el mejor sueldo mínimo del mundo” deben subsistir con un poco
más de un dólar diario, calculado al cambio Voldemort, porque el cambio oficial
está predestinado solo a los atletas fantasmas que ni la ministra, ni su
esposo, ni su basquetbolista suegro han visto, lo cual no es de extrañar
sabiendo que hay un alma en pena deambulando por ahí, pero lo importante es que
una empresa transnacional, y por ende apátrida, desapareció a los madurofollowers.
Parece ser que el servicio de microbloggin Twitter, en esos procesos
inconsultos y arbitrarios que la empresa aplica para depurar cuentas, se dedicó
a eliminar a los usuarios indocumentados y gasparines (no crean que sigo con lo
de la aparición) que solo sirven para abultar el ego de quienes ven en el
número de seguidores su grado de influencia.
Tal arbitrariedad hizo que el comandante
inferior (solo puede haber un supremo) entrase en cólera. Es que la eliminación
de cualquier fantasma podría suponer un ataque para borrar los fenómenos
sobrenaturales de las apariciones, las reencarnaciones en pajaritos o las
presencias que “aparecen y desaparecen solas” sin que nadie pueda peregrinar al
lugar, lo cual debemos agradecer no vaya a ser que alguien madure la idea de instaurar
horas de peregrinación a los túneles del Metro de Caracas.
Sin
aguinaldos, sin aparecidos y sin seguidores
Si el CNE hubiese empleado la misma depuración
que aplicó Twitter de seguro los resultados electorales hubiesen sido distintos,
no solo porque los fantasmas siguen votando, sino porque hay exiliados que
votan en el país estando en el extranjero, venezolanos express que nunca han oído
el Alma Llanera o que fueron alimentados con bandeja paisa en su niñez y que se
postulan a cargos para los que están inhabilitados por Ley.
Pero como la cosa no podía quedarse ahí,
para celebrar que llegó noviembre se decretó el “Inicio de la Navidad”, que por
primera vez desde que la instaurara el Papa Liberio en el año 354 no ocurre en
diciembre, un hecho solo acaecido en el nuevo Macondo en el que la Natividad
del Señor se anuncia con un mensaje de paz, reconciliación y amor en el que se
ofrece “fuego al cañón” al que profese un culto distinto al oficial, según
recitase un barbarito ministro.
Decretar el inicio
la navidad antes de tiempo sin aguinaldos y amenazando con plomo a los que piensan
distinto, preocuparse por los aparecidos y no por los que desaparecen por culpa
del hampa desatada, enfurecerse porque el imperio y sus lacayos (me refiero a
Twitter, Inc) depuran el fraude de las cuentas fantasmas, son indicios que el
país vive realidades que superan a la ficción y en el que se espera por ese
desenlace sorprendente que nos haga volver de La Dimensión Desconocida que es
esta revolución.
Llueve… pero
escampa
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