Por Miguel Yilales
@yilales
Dice un sacerdote amigo que más que perfecto, el tiempo de
Dios es infinito y que nuestras necesidades terrenales debemos resolverlas
nosotros porque sí se las encomendamos al Creador a lo mejor nuestra corta y
tangible vida no nos alcance para verlas realizadas, además no escribo este
artículo para enmendarle la plana al gobernador mirandino, quien fiel a sus
convicciones ha sido agarrado en su buena fe, en el arte de lo público la
candidez es perversa, en especial si al frente están unos forajidos, ni porque
me voy a dedicar a hacer leña del árbol caído porque para hacerla hay que
derribarlo y en política estos no solo retoñan sino que renacen.
Hemos vivido un autogolpe continuado, presenciado la
destrucción de las instituciones, permitido que se instaurase una tiranía oculta
bajo una mantilla de supuesta democracia, sabemos que no hay separación de
Poderes ni respeto por las minorías, estamos al tanto que desde el Estado, y
amparados por él, se ha estimulado la conformación de grupos paramilitares y que
la Fuerza Armada se transmutó en guardia pretoriana pero nos hicimos la vista
gorda: unos por comodidad, otros por complicidad y los demás por ignorancia republicana.
Carestía de
ciudadanía
Por eso es que desde hace más de tres lustros quienes han
desgobernado al país se han escurrido entre vericuetos leguleyos y se han apoyado
en unos desalmados que le hicieron la cama: por una parte unos eruditos (con nombres
menos rimbombantes pero igual de retorcidos que aquellos “Notables” que
vendieron a un sedicioso como redentor) que siempre encuentran como justificar
lo injustificable y por la otra altos precios del petróleo que sirvieron para encandilar
a unos chulos internacionales que le reían los desafueros, las ilegalidades,
los atropellos y los abusos a un perverso Chávez y a sus secuaces.
De ahí surgió la rizada tesis de que el régimen ha caminado
al filo de la legalidad para ser considerado democrático, como si la democracia
fuese una liga que se puede estirar mientras no se rompa y las leyes una
plastilina que se amolda a los caprichos de quien gobierne. Sí esos conceptos
fuesen emitidos por cualquier hijo de vecina uno lo entendería pero surgido de
las fauces de los llamados a constituirse en la reserva moral del país causa
desasosiego porque de ahí se agarraron los facinerosos golpistas para llegar y de
esa línea argumental se asirán para que llegue alguien peor.
Pero frente a los atropellos y a la opresión se volvieron a
llenar las calles venezolanas, no solo con gente que esperaba por mejores
tiempos sino con ciudadanos indignados, con madres que han perdido a sus hijos,
con los huérfanos que nos ha dejado esta revolución, con los que les queda
dignidad para no mendigar al gobierno, con los que no creen en las patrañas de
unos embaucadores de que sí no nos sacamos el carné de la ignominia perderemos el
maná celestial embalado en bolsas o cajas CLAP.
No ha sido fácil ni
lo será
El régimen forajido que ejerce el poder en Venezuela,
amparado en las mafias del narcotráfico, en una cúpula castrense abyecta y
corrompida hasta los tuétanos, en los paramilitares que usa para intimidar, en unos
cómplices nacionales que se excusan con el manido argumento de que “soy
empresario y me pusieron esta manguangua” y en unos colaboradores extranjeros
que se aprovecharon de los mayores traidores de nuestra historia para vulnerar los
intereses nacionales, ha usado todas las herramientas para perpetuarse:
manipulan a los incautos, provocan a los que reclaman, infiltran las protestas
para sabotear, criminalmente usan bombas lacrimógenas vencidas, siembran
evidencias a los honrados y asesinan a inocentes a quienes acusan de suicidas
por atravesársele a los disparos de los policías.
Estamos ante unos delincuentes que violan los derechos
fundamentales pero exigen cartas de buena conducta a la oposición y me pregunto
¿De qué ha servido tener 20 puntos en conducta si siempre nos acusan de todo?
¿De qué ha valido permitir los atropellos al dictador para que no nos etiquete
de golpistas? ¿De qué ha servido jugar con sus reglas sí sabemos que no van a respetar
los resultados cuando les son adversos? El problema no es la inhabilitación de Capriles
ni la persecución que Maduro desatará para montar su propio 11-A y así
resucitar la novela del 13-A sin percatarse de que ya no esperamos el tiempo de
Dios sino que nos rebelamos para desalojarlo del poder.
Llueve… pero escampa
es terrible como mi país ha caído en una espiral destructiva y que unos pocos hablen o se pronuncien. O se sale a la calle o sencillamente se enfría de nuevo.
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