Miguel Yilales
@yilales
En 1950 en los Estados Unidos ocurrió un magnicidio, de
hecho es el único magnicidio ocurrido en toda la historia. Algunos podrán
pensar que he cometido un gazapo y que la historia registra más asesinatos
presidenciales o intentos de asesinatos: Abraham Lincoln (1er presidente
asesinado durante su mandato), James A. Garfield (asesinado a los 6 meses y 15
días después de acceder al cargo) o JFK asesinado en un mes de noviembre, eso fuese
cierto si estuviese historiando a la nación del norte, pero es a Venezuela a la
que hago referencia, que para ese entonces ni era República, ni era
Bolivariana, sino Estados Unidos de Venezuela.
Con el asesinato de Carlos Delgado Chalbaud, se han tejido
distintas teorías conspirativas desde la autoría de Marcos Pérez Jiménez (a la
postre el gran beneficiado), pasando por la participación del imperio
norteamericano que necesitaba un personaje más dócil en la primera
magistratura, hasta llegar al lamentable desenlace de un secuestro realizado motu proprio por Rafael Simón Urbina,
quien luego de ser gobernador, fue acusado y enjuiciado por enriquecimiento
ilícito, por lo que decidió cobrar justicia por sus manos.
Entre fantoches y
censores
Con la muerte del presidente, Teniente Coronel, comandante
en jefe de la fuerza militar, se generó una crisis política que obligó a que se
encargase del poder un civil, Germán Suárez Flamerich, que en todos sus actos
aparecía franqueado de militares (como se podrá ver no escribo de Chávez, ni de
Maduro y mucho menos de un alcalde detenido por corrupción, que luego salga a buscar
justicia).
Una de las primeras medidas implementadas por el fantoche de
entonces, impulsado por los militares detrás del poder o al lado de él, fue la
designación de un experto sabueso policial, Pedro Estrada, para que se
encargase de la Seguridad Nacional y acabase con el enemigo interno.
La censura a los medios de comunicación no se hizo esperar, los
periódicos debían someterse al lápiz rojo de Tinoquito, mote con el que se
conocía al censor gubernamental Manuel Vicente Tinoco.
La prensa se doblegó bajo el yugo de la censura y lo que es
peor de la autocensura. La Esfera, Últimas Noticias y La Religión fueron bastiones contra la opresión. Luego se uniría El Universal y El Impulso hasta que el régimen implosionó.
Y es que tanto antes, como ahora hay diferentes mecanismos
para censurar a la prensa. Bien por la compra de medios, la restricción de
insumos o por la vía de la sanción, la persecución y la intimidación.
Censura que el
oprobio queda
Como los controles han sido insuficientes, ante la
irreverencia de la prensa, el gobierno (ahora sí hablo del presente) decretó la
creación del Centro Estratégico de Seguridad y Protección de la Patria (CESSPA),
nombre rimbombante para los nuevos “tinoquitos” y sus lápices rojos, rojitos.
Un organismo que “…evaluará las informaciones de interés
para el nivel estratégico de la nación, asociada a la actividad enemiga interna
o externa, provenientes de todos los organismos de seguridad e inteligencia del
Estado y otras entidades públicas y privadas, según lo requiera la Dirección
Político-Militar de la Revolución Bolivariana".
Es decir gracias a esto descubrimos que hay enemigos
internos, como en 1950, y que los verdugos obedecen al partido militar de turno,
como en 1950.
Es que los regímenes totalitarios que esconden su naturaleza
de lobo bajo la piel suave de oveja, propugnando un falso nacionalismo que en
realidad es entreguismo, con grandes negociados que dejan a sus miembros
jugosas comisiones, donde se irrespeta a la autonomía de los poderes, por
desprecio a los postulados de les
encyclopédistes o porque quienes dirigen esos poderes son fichas del
partido, siempre requieren mostrar la mano férrea contra sus enemigos políticos
y recurrir al asesinato, la tortura, las cárceles, el exilio y la censura rigurosa
de la prensa.
En Venezuela se practica una censura disfrazada de legalidad.
Se prohíbe por decreto el libre ejercicio del periodismo. Se multa a los
valientes y se les tortura física y psicológicamente. Se impone el terror buscando
desesperadamente el silencio.
Es bueno recordar que a partir de 1958 casi nadie va a recordar
al títere, muy pocos añoran al titiritero. Cuando el guiñol baja el telón,
surge la verdad y el oprobio persigue a los impíos que arruinaron y devastaron su
propio terruño. Hay que verse en el espejo de la historia, llámese uno Germán o
Nicolás.
Llueve… pero escampa
Esta mañana tuiteaba: "Para quienes aún no entiendan la actual encrucijada política venezolana, vean el documental 'Tiempos de dictadura' (Carlos Oteyza)."
ResponderEliminarExcelente descripción del pasado y del presente. Lamentablemente nuestra sociedad tiene memoria corta y una fuerte tendencia a admirar el ejercicio abusivo de poder (!así, así, así es que se gobierna!) y a atribuirle a los militares el carácter de custodios de la "constitucionalidad" y dueños de la nacionalidad. El poder lo detentan quienes se han formado (o deformado) considerando "civil" el peor insulto que se le pueda endilgar a un militar.
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