sábado, 30 de marzo de 2019

Trasquilada y sin lana


Por Miguel Yilales
@yilales
Cuando los políticos o los artistas salen de gira lo hacen por diferentes razones. El primero para lograr objetivos geopolíticos que se alineen con los intereses de la nación que representa y el segundo para lograr aplausos porque vive de sus fanes. A veces los políticos confunden su rol y salen de tour, en supuestas funciones de Estado, pero están más pendientes de los panegíricos, de las loas populares, de la fotografía social y de los decorados. Sí eso no obedece a un plan estratégico entonces es tiempo perdido.
En días recientes Fabiana Rosales, primera dama en Venezuela, por cierto la única que ha tenido en el siglo XXI porque a una nunca le dieron ese trato y a la otra les dio por proclamarla primera combatiente, aunque nunca hubiese combatido ni con sus greñas, salió con una comitiva a recorrer varios países. Su primera escala fue Santiago de Chile, para luego llegar a Lima y culminar, por ahora, en la capital de Estados Unidos de América.
Es de reconocer que cumplió apretadas agendas, fue recibida por presidentes, ministros y primeras damas; conversó en universidades y se bañó de “pueblo”, con concentraciones de venezolanos, en plazas públicas. Hubo desayunos protocolares, entrega de llaves de la ciudad, intercambios de presentes, aplausos, vítores y fotografías.
Un escenario y pocos aplausos
En Santiago fue recibida en la Universidad Autónoma de Chile por el rector Dr. Teodoro Ribera quien la acompañó en un conversatorio. El auditorio estaba de bote en bote. Tantas personas asistieron que debieron agregar sillas en los pasillos externos. Llamaba la atención que la mayoría de los asistentes eran jóvenes que estaban más pendientes de sus teléfonos celulares que de lo que ocurría a su alrededor. Transcurrían los minutos sin que se iniciara el acto y la crítica rondaba en que fuese el rector, y no un inquisidor periodista, el interlocutor de la invitada.
Luego de media hora de espera, se escucharon algunos tímidos aplausos al paso de una comitiva que acompañaba a la invitada de honor, elegantemente trajeada de beige, quizás por recomendaciones de su asesor el periodista, cronista y experto en moda Roland Carreño. Enfrentaría a un escenario poco amigable formado por un mocerío estudiantil chileno, algunos connacionales venezolanos y un trasnochado comunista, que tuvo que ser retirado cuando empezó con su vocinglería a favor de las bondades de Cuba, del Che y de los Castro.
En Chile, como en muchas partes del mundo, es difícil entender lo que ocurre en Venezuela, las dimensiones de la crisis humanitaria, cómo se ha mantenido y sobrevivido, políticamente, Maduro y sí se trata o no de un problema ideológico. Todos fueron temas, nada complacientes, abordados por el Dr. Ribera para que ella lograse empatía con la audiencia pero, quizás por la escasa edad de Fabiana, por su inexperiencia en esas lides o por inoportuno asesoramiento político, solo sirvió para oírla repetir las mismas frases trilladas que no dicen nada. A pesar del esfuerzo del rector, que más bien parecía el padre que ayuda a la hija a que aprenda a caminar, todas las respuestas fueron inconvenientemente evadidas.
Sin los frutos esperados
Los políticos venezolanos, y aunque Fabiana Rosales no es política pareciera que salió de gira con ese rol, viven de lugares comunes y frases prefabricadas y no entienden del costo de oportunidad. Por eso eludió responder que los militares sustentan a Maduro en Miraflores y permiten que sus socios paramilitares actúen impúdicamente; que en Venezuela hay un régimen apoyado por la izquierda internacional o que países como Cuba, China, Rusia y Siria se aliaron con el terrorismo internacional de Hezbollah, las FARC y el ELN para sustentar a la barbarie chavista.
De la reunión, que culminó con algunos aplausos y un menguado “Gloria al Bravo Pueblo”, escuchado de pie solo por los pocos venezolanos que lo entonaban, me quedo con la frase del rector de la UAC: “el problema en Chile no es que los venezolanos hayan venido sino que vamos a hacer cuando se vayan” y de ella… que llegó impecablemente vestida. Deseo que en el resto de la gira le haya ido mejor que en la Universidad Autónoma de Chile, que el ser recibida por Donald Trump y por parlamentarios demócratas y republicanos haya servido a los objetivos estratégicos planteados (si es que los hubo) y no que dé pie al régimen usurpador de celebrar porque la oposición siempre sale trasquilada y sin lana.
Llueve... pero escampa