domingo, 25 de junio de 2017

Llegó la hora loca militar

Por Miguel Yilales
@yilales
Desde hace tiempo en las fiestas venezolanas se ha hecho costumbre que al filo de la medianoche (ya ni la hora importa) se inicie el momento más esperado de las fiestas, una especie de aquelarre con máscaras, caretas, disfraces y grandes sombreros de goma espuma para desinhibirse. Los invitados se distienden, bailan de forma desaforada y a veces con mucho relajo, tocan pitos y cornetas, saltan, brincan y hacen el famoso trencito. Una diversión chévere con mucho descontrol y sin ningún orden en la pea.
Esta particular forma de desatar los demonios internos puede compararse con aquellas comparsas de Carnaval en que algunos sacaban a relucir su más oculta personalidad disfrazado de negritas para ver que incauto caía o con las celebraciones de Mardi Gras en que un simple collar puede dar mucho que observar. 

Año tras año en Río de Janeiro se preparan para el Carnaval. Planifican y trabajan durante 361 días para armar un espectáculo de dimensiones descomunales que solo dura 4 días: con música, comparsas, disfraces y mucha caipiriña para libar. Algunas millas al norte del Coloso del Sur también preparan sus jolgorios aunque en fecha distinta. A falta de carnestolendas hay una institución que todos los años planifica rigurosamente, cual si fuese el Desembarco de Normandía con Día “D” incluido, grandes bacanales que duran 40 días con sus noches. 
Sin honor ni gloria 
Entre el 24 de junio y el 4 de agosto en Venezuela la “heredera de las glorias patrias”, esa institución que se cree descendiente directa de los libertadores y custodios de sus logros, se dedica por completo a beber, comer y celebrar por cualquier cosa: inician con el Día del Ejército y la Batalla de Carabobo, la empatan con los ascensos y condecoraciones, que le suman la conmemoración del Día de la Independencia (una conquista civil y cívica que los militares han pretendido secuestrar), continúan la rumba con la graduación conjunta de los cadetes, para arribar al Día de la Armada, la Batalla Naval del Lago de Maracaibo y el Natalicio de Simón Bolívar y culminar con el Día de la Guardia Nacional; como quedaban días libres agregaron el “cumpleaños” del único muerto que cumple años y el fracasado asalto al Cuartel Moncada. Es un poco más de un mes en que los militares del país consumen miles de litros de güisqui, toneladas de pasapalos y gastan lo que pudiera servir para dotar a los hospitales del país.

En este período lo único que importa es festejar los logros alcanzados aunque nadie los note y más bien se perciba su inútil necesidad de existencia porque no es un secreto que los condecoran por batallas no libradas a menos que cuenten el enfrentar y ejecutar a jóvenes desarmados; que los premian por custodiar las fronteras que son un  colador para que sus socios de las FARC, del ELN y los paramilitares colombianos usen el país de aliviadero y mientras se desaparece bajo su mirada cómplice lo único que medio producimos; que los laurean por diversificar la economía e instaurar unos fructíferos cárteles de la droga que se disputan el territorio nacional y les reconocen por garantizar la ocupación de potencias extranjeras (China y Rusia) y del mayor chulo del Caribe.
Las 3 “C”
Luego de más de 80 días de protestas en la calle y de casi un centenar de jóvenes ajusticiados, fusilados, ejecutados y exterminados por los esbirros al servicio del Estado, nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana, antiimperialista, revolucionaria, socialista y profundamente chavista (como ellos mismos se mientan) solo piensa en las tres “C” a que se refería Rómulo Betancourt que es más cómodo que actuar como profesionales, ganar los ascensos sin reptar a los pies del mandatario de turno, tener la peligrosa responsabilidad de garantizar la independencia y la soberanía,   arriesgarse a  confrontar a quienes rompieron el hilo constitucional y tener que desconocer a los que vilmente contrarían los valores democráticos y menoscaban los derechos humanos de los venezolanos.


Será por eso que por primera vez en 206 años de vida republicana el pueblo venezolano salió a las calles este 24 de junio, no a celebrar la gesta de nuestros libertadores sino a protestar frente a los cuarteles militares y manifestar, al unísono grito de asesinos, cuanto les desprecian. Que sigan en su hora loca que luego los venezolanos les cobraremos la factura porque cuando los necesitamos no actuaron y cuando no hagan falta no los querremos.
Llueve... pero escampa

domingo, 18 de junio de 2017

Luisa Ortega ¿Una gallina tapada?

Por Miguel Yilales
@yilales
Dice un viejo proverbio árabe que sí dos actores políticos tienen un enemigo en común deberían poder trabajar juntos para obtener una victoria conjunta contra él. El ejemplo más significativo de la puesta en práctica de “el enemigo de mi enemigo mi amigo es” lo vimos en la II Guerra Mundial cuando norteamericanos y británicos hicieron un frente común con los soviéticos para confrontar a la amenaza nazi.
En ese entonces el primer ministro británico Winston Churchill para justificar su alianza con Joseph Stalin, que luego reconocería (antes de su muerte) como uno de sus mayores errores políticos y del que estaba profundamente arrepentido, dijo que “sí Hitler invadiera el infierno, yo haría un discurso en la Cámara de los Comunes con referencias favorables  al Diablo”.
Ese es el argumento que utilizan algunos gurús de la política para justificar una alianza con el chavismo original y puro para derrotar al chavismo derivado y degenerado (de Maduro) olvidándoseles que ambos son responsables de este desastre, que son ramas torcidas del mismo tronco enfermo y que una vez limadas las asperezas circunstanciales son capaces de confabularse para seguir profundizando el legado de Chávez que no es otro que más muerte, más desolación y más destrucción.
Dicen los conocedores de las Peleas de Gallos que para competir, además de su “castío” (casta, raza, cruces y color) los gallos deben prepararse para la riña: estar alimentados, con músculos fortalecidos y que no vean a sus contrincantes (ni sean vistos por ellos) para que no pierdan la fiereza. De ahí viene la expresión de gallo tapado también usada en la política.
Que no se olvide

Por eso es que algunos han planteado que la actuación de la Fiscal General Luisa Ortega Diaz, chavista furibunda y defensora del legado del mayor embaucador que haya tenido la república desde que Colón avistase Paria, debe ser respaldada no sólo porque se volteó y se enfrenta al madurismo sino porque debe ser reconocida (acorde al sexismo oficialista) como la gallina tapada que nos ayudará a salvarnos del chavismo cuando en realidad está tratando de rescatar lo rescatable de ese decadente prostíbulo que es el socialismo del siglo XXI.

Si ella va a actuar para desmontar el aparato chavista que lo haga. Si luego de casi 19 años se dio cuenta del desastre que ayudó a construir y está arrepentida ¡Bienvenida! pero no pretendan que olvidemos que tiene 10 años al frente del Ministerio Público; que Franklin Brito y Rodolfo González fallecieron en su gestión; que Araminta González, Lourdes Afiuni, Ines González, entre otras, fueron ultrajadas y vejadas siendo inocentes; que ella ha estado vinculada al chavismo desde sus comienzos y que su hermano es golpista originario; que pidió las penas más altas contra los policías metropolitanos condenados por los hechos de abril de 2012; que solicitó la extradición y enjuiciamiento del expresidente Carlos Andres Pérez por la represión policial y militar durante El Caracazo mientras se hizo la vista gorda por denuncias de torturas y homicidios atribuidos a la fuerza pública durante las protestas de 2014; que ha defendido como justo el encarcelamiento de Leopoldo López y de otros presos políticos y que sabía de la ilegalidad en el nombramiento de los magistrados del TSJ y con su cómplice silencio avaló las actuaciones en contra de la Asamblea Nacional.
Hasta el 2018
Los entendidos en el arte de regir los asuntos públicos, promotores que el fin justifica los medios y que todo es negociable (incluso los principios) son los mismos eruditos estratégicos que creen ingenuamente que con los vasos comunicantes con la disidencia chavista es suficiente para lograr el desplome de Maduro y que ellos, en un acto de desprendimiento, entregarían el poder a una transición opositora.

Es que estos notables habladores de pendejadas son los que plantean que es preferible volver a los orígenes chavistas antes que propiciar su caída definitiva porque, a su sabio entender, en la oposición no hay ningún liderazgo preparado, comprometido y dedicado que haya planteado un proyecto de país distinto, con lo cual muestran su prepotencia porque, entre líneas, dejan entrever su deseo porque los consideren a ellos como la única opción para que haya opción, mientras tanto promueven gallos tapados (que en este caso es gallina) para que les aguanten el coroto hasta el 2018, si es qué hay país y si es qué hay elecciones.
Llueve... pero escampa

domingo, 11 de junio de 2017

Neomar, un hijo infinito

Por Miguel Yilales
@yilales

Hay quienes dicen que las cosas ocurren porque tienen que ocurrir, que las coyunturas en el Universo obedecen a un plan determinado y que nada de lo que hagamos puede cambiar el destino. Otros creen que la fortuna la construimos los seres humanos cuando decidimos actuar, que frente a la incertidumbre podemos comportarnos de manera planificada y que el estudio y el trabajo disciplinado son las herramientas para alcanzar el éxito. Cierto es qué tanto en política como en la vida vivimos situaciones (fortuitas o planificadas) que nos definen como seres humanos.
Me gradué en el liceo cuando las promociones se ufanaban por llevar el nombre de un insigne ciudadano. Antes que resurgiera el militarismo ramplón a nadie se le ocurría, so pena de ser acusado de insania mental, proponer el nombre del presidente de turno, el de un bandolero de caminos (aunque hayan bautizado una universidad con el nombre de uno) y menos el de algún felón para designar a un curso de bachilleres.
A mi promoción orgullosamente le correspondió como epónimo el del insigne poeta Andrés Eloy Blanco. No sé si eso me marcó en lo intelectual, en lo ciudadano y en lo político o simplemente definió ese gusto por lo justo, lo correcto y lo adecuado que él demostró en su actuar, lo cierto es que cada vez que siento que las fuerzas me abandonan encuentro en sus versos y en su prosa razones para continuar.
El futuro de muchos

Esta semana pasada nuevamente padecí el desánimo y la indefensión al enterarme del asesinato de otro de los muchachos que se ha volcado a las calles venezolanas en busca del libre albedrío que fue secuestrado por unos facinerosos que se presentaron como los Robin Hood del siglo XXI cuando en realidad eran unas despreciables ratas callejeras que solo les interesaba enriquecerse a costillas de los más pobres. 
En 1992 los gorilas de uniforme, cuando arremetieron contra la institucionalidad e hirieron de muerte a la democracia, se quedaron con los crespos hechos porque nadie los acompañó en su andanzas, con la excepción de algunos decrépitos resentidos que se montaron en ese chalana vieja y oxidada que era el militarismo y que son los mismos que hoy ocupan (o han ocupado) altos cargos en el régimen. Hoy mujeres y hombres; hijos y padres; nietos y abuelos; el de la urbanización y el del barrio; el profesional y el obrero; el que estudia y el que no puede hacerlo; el venezolano por nacimiento y el extranjero que es más venezolano que la arepa; adultos y jóvenes, sobretodo los jóvenes, se han unido con una sola idea: "que la lucha de pocos valga por el futuro de muchos".


La prematura partida del joven Neomar Lander, un niño que nació y murió sin conocer nada distinto a esta inhumana y cruel revolución, me hizo llorar de rabia e impotencia por lo injusto de su muerte ¿Por qué? Porque nadie merece morir por la intolerancia de quién gobierna; porque unos militares y policías llamados a defender los derechos de los venezolanos se comporta como una fuerza de ocupación presta a aniquilarnos como enemigos; porque, como escribió Andrés Eloy Blanco en su poema "Los hijos infinitos", quien tiene un hijo o dos los tiene a todos, estén en la casa protegidos o en la calle con el pecho como escudo y la mente fija en una palabra: libertad.
Son nuestro porvenir
Es qué estos hijos infinitos que salen a luchar para restituir el hilo constitucional, esos que caminan descalzos con los pies llagados por unas calles que ya les son familiares, esos que han encontrado la generosidad de quienes los han adoptado, esos que con piedras, metras, chinas, escudos artesanales y chalecos antibalas de cartón enfrentan a militares armados hasta los dientes con bombas lacrimógenas, perdigones y municiones aliñadas (con tuercas, tornillos, cabillas y cualquier objeto para asesinar), esos son nuestro porvenir.


En la otra acera está el pasado: unas cacatúas sin plumas que gritan a los cuatro vientos para que los acompañen, en su aventura por perpetuarse en el poder, pero que solo reúnen a cuatro gatos; los que para medio enmendar sus culpas actúan timoratamente bajo la premisa de que lo hacen para salvar el legado de Chávez (aunque todos sepamos que su única herencia es la miseria, la corrupción, los narcosoles, un Estado fallido y Nicolás Maduro) y los que saben que la ira popular no respetará cogote corrupto (en el chavismo no hay pescuezo sano) y preparan su huida antes de que sea demasiado tarde. 
Llueve... pero escampa

domingo, 4 de junio de 2017

El Caín del siglo XXI

Por Miguel Yilales
@yilales
Padecer una tormenta y vivir para contarlo no es cuestión fácil. En el libro que relata las desventuras del barco pesquero "Andrea Gail" se representa lo que puede ocurrir cuando concurren los factores para generar una catástrofe: la tempestad de Halloween de 1991 en la que el Huracán Grace confluyó con un poderoso ciclón subtropical, un capitán que no atiende a las alertas meteorológicas sin comprender que no hay nada peor que un marino soberbio, una tripulación que no presionó para abandonar la faena desatendiendo las máximas de la obediencia reflexiva, que se les averiara la maquina de producir hielo para la preservación de la carga porque la fortuna también jugaba y que las ayudas de navegación no se activaran para rescatar a los sobrevivientes (sí es que los hubo).

En Venezuela desde hace algunos años, 19 para ser más exactos, se ha venido conformando una tormenta perfecta, alertada por los más conspicuos analistas y desatendida por los más chapuceros gobernantes: inflación con estancamiento, desabastecimiento de los insumos básicos, despilfarros por la maraña de funcionarios corruptibles, una camarilla de destructores que no atendieron las alertas y que se creyeron poderosos porque otros los adulaban, un salvaje control cambiario que destruyó el aparato productivo y una devaluación brutal que convirtió al bolívar en menos valioso que billete de Monopolio fueron más que suficientes para llevarnos a la hecatombe de sufrir una devastación como si viviéramos una postguerra aunque en realidad es el padecimiento de una plaga equiparable a la suma de la Peste Negra, la Gripe Española y las pandemias que ha vivido la humanidad.
Ladrones y hampones de cuello rojo
Gracias a esta gestión inolvidable (no debemos ni podremos hacerlo) de los más grandes maulas, embaucadores y farsantes que, por desgracia, haya parido esta tierra, aunque de Maduro se tengan serias dudas, en el mundo nos ven con lástima, vamos a otros países en busca de la calidad de la vida que aquí nos es negada, saben que sobrevivimos a duras penas porque los miserables sueldos no cubren la canasta básica y que somos la única nación del mundo en el que unos pocos sinvergüenzas pasaron a disfrutar de fortunas, a pesar de encontrarse en la nómina del Estado y sin ganarse la lotería, porque hicieron jugosos "negocios" con el régimen chavista, lavaron dólares al comprar propiedades que luego remodelaron con muy mal gusto y pactaron con el mismo Belcebú, lo cual los convierte en pequeños demonios sin alma, para conformar empresas fantasmas mientras destruían al país.

Por eso es que en vista de la pérdida del favor popular y ante el clamor, que ya se ha convertido en indignación, de una sociedad que desea salir de la hecatombe chavista, a quienes nos desgobiernan solo les quedó intentar pancadas de ahogados, aunque haya quienes irresponsablemente  justifican y sucumben ante la supuesta genialidad de la propuesta sin percatarse que más que ingenio lo que derrochan es la fuerza bruta (incluida la ilegalidad leguleya), para elaborar una nueva Carta Manga que les permita afianzarse per saecula saeculorum en el poder, eliminar cualquier obstáculo político y de paso extinguir la camisa de fuerza que le impone la actual. Para ello le dio por imponer, saltándose a la torera cualquier vestigio de legalidad con el auxilio de sus sumisos y abyectos poderes públicos, una Asamblea Constituyente que le permitiese ajusticiar a la predilecta hija de Chávez: la Constitución de 1999.
Desalmada y mal formulada

Esa palurda manipulación política, en la que se violan absolutamente todos los derechos humanos, generó que los llamados a defender la patria y sus instituciones se quitaran las máscaras y actuasen con saña contra los ciudadanos que hacen lo que ellos debieran; que los jóvenes nacidos bajo el yugo chavista (los que no sucumbieron al lavado de cerebro) saliesen a hacer valer sus derechos a sabiendas que se juegan la vida en ello y que por fin entendiéramos que para ser libres debíamos confrontar unidos al régimen totalitario y asesino que es el chavismo. Los venezolanos hemos dado muestras de constancia para alcanzar esta victoria ciudadana.

Mientras tanto Nicolás Maduro, por no saber de historia, sigue cavando su tumba con una patraña electoral como lo hiciese Pérez Jiménez hace 60 años y de paso emula al primer asesino bíblico, pero con su propia quijada, para  asesinar a su hermana putativa.
Llueve... pero escampa