miércoles, 31 de julio de 2013

100 días rumbo al naufragio

Miguel Yilales
@yilales
Durante toda la semana el gobierno, la oposición, los medios y los analistas se volcaron, a evaluar unos y a criticar otros, los primeros 100 días de gestión gubernamental de Nicolás Maduro.
Son los cien primeros, como podrían ser doscientos o trescientos. Lo importante es el concepto. Son unos días para demostrar que se tiene con que, que el tiempo en la banca le permitió formarse como titular y que aprovechá la oportunidad de crear una buena primera impresión. Y los cien primeros días son esa primera impresión.
Franklin Delano Roosevelt fue el primer presidente estadounidense en acuñar el término y en usarlo con fines comunicacionales.
Roosevelt llegó al poder en el cuarto año de una crisis económica de alcance mundial. Necesitaba transmitir capacidad de reacción ante ella y mostrar resultados que cambiaran la situación. Generar confianza y optimismo a la ciudadanía y a los mercados. Él salvó la crisis, ganó la II Guerra Mundial y consolidó la hegemonía norteamericana.

El primer baile

Aun cuando estos tres meses del gobierno de Nicolás Maduro era para presentar los proyectos de trabajo que se irían concretando a lo largo de este año y del sexenio, la seguridad, la inflación, el abastecimiento, la crisis universitaria, son solo algunos de los temas heredados del gobierno anterior, que en palabras de los actuales mandantes, es este mismo gobierno.
Pero volvamos a la primera impresión y fijemos la atención en el baile. Aprovechando la coyuntura procuramos revisar las implicaciones de estos primeros 100 días, que dicho sea de paso, se iniciaron con el pie izquierdo, dando tumbos y bajo una sombra de ilegitimidad, que aun no ha podido disipar. El baile es con la única mujer libre de la fiesta y esta tiene dos pies izquierdos.
En cuanto a la materia de la (in)seguridad el gobierno implementó un novedosísimo plan que llamó, en un esfuerzo intelectual, Patria Segura y que incorporó a las Fuerzas Armadas a resguardar las calles del país.
Este plan, en boca del ministro del ramo Miguel Rodríguez Torres, redujo los delitos en 15% a nivel nacional, toda una hazaña que sin embargo no salvó a su propia hija del hampa; no libró a más de 4 mil seres que ingresaran a las morgues por culpa de la violencia o que unos guardias nacionales, por disparar primero y preguntar después, truncaran la vida de una madre inocente y su hija.
Seguramente los resultados no han sido más exitosos, por el tiempo que han tenido que dedicarle a desmontar el atentado, que estaría organizando la derecha apátrida conjuntamente con el imperialismo internacional, contra la vida de Nicolás Maduro.
En materia económica ningún gobierno se había iniciado con las botijas tan llenas y además con los precios del petróleo por las nubes, pero debiendo hasta la manera de caminar. Por eso se dedicó a seguir endeudando al país y fue diligente en devaluar la moneda e implementar un mecanismo “socialista” de subastar dólares para que ciertos socios gubernamentales pudiesen tener acceso a la moneda imperialista.
En cuanto a los Derechos Humanos, hizo una defensa impecable y se puso a la orden para garantizar el asilo de Edward Snowden, con lo cual se ganó el reconocimiento mundial, sin importar que Iván Simonovis, espere pacientemente por un atisbo de misericordia y humanidad de su verdugo cancerbero.

Nuestro propio Costa Concordia

Pero no solo el gobierno tiene cuentas en este rosario, la oposición también. En estos 100 días los enchufados menores, es decir los que han vivido del Estado pero no pertenecen al gobierno central, tampoco les ha ido muy bien en cuanto a resultados.
Las consignas de “cacelorear con arrechera” y “no reconocer los resultados electorales”, han quedado para que sean mezclados con música electrónica en fiestas, saraos y rumbas.
El gesto de dignidad demostrado por los diputados de oposición de no asistir a las sesiones de la Asamblea Nacional, hasta tanto se les reconociesen sus derechos, se volvió sal y agua cuando se permitió que “il capo di capi”, violase la norma para allanar la inmunidad a uno de sus miembros.
Es que estos 100 días no solo han servido para evaluar la gestión de Maduro, sino para ver como se desenvuelven los que aspiran a sucederlo. No todo puede ser cháchara y viaje, necesitamos acciones que obliguen a cambiar el rumbo para que no terminemos como el Costa Concordia, encallado y con el capitán en tierra esperando que el último salve el barco.

Llueve… pero escampa

martes, 23 de julio de 2013

Primera Dama: ¿Hay o no hay?

Miguel Yilales
@yilales
Cuando se trata de comparaciones los venezolanos nos hemos dado a la tarea de tener una memoria corta tarambana y una memoria larga aun peor.
Según algunos desde 1958 y durante 40 años no hubo nada que destacar y por el contrario hacía falta no uno, sino varios tornados como aquel de Kansas que arrastró a Dorothy a un mundo mágico, con la gran diferencia que nuestro huracán en lugar de llevarnos a Oz, nos dejó desazón, barbarie y desolación.
Y es que los cambios eran necesarios para terminar con todos los vicios incoados en ese proceso civilista, entre ellos, esa tradición aburguesada de tener primeras damas, atentatorio con una verdadera revolución.
La tradición refiere que el término de First Lady se acuñó y popularizó en el perverso y retorcido imperio de los Estados Unidos, y una revolución antiimperialista debía hacer fenecer tal procacidad de vocablo.
Bienhechoras y caritativas
La primera dama es, en determinados Estados, la cónyuge del presidente de ese país, o en su defecto, alguien que cumple esa función en ceremonias oficiales, y que a menudo participa en obras de carácter humanitario y de caridad.
En Venezuela Carmen Valverde fue primera dama de la mano de Rómulo Betancourt y si bien su participación en la filantropía es poco recordada, se tienen evidencias de su devoción familiar y el fiel cumplimiento de sus obligaciones.
Pero es Carmen América Fernández Alcalá de Leoni, mejor conocida como Doña Menca, quien estableció un rol diferente para las primeras damas, al colocar al servicio del país y de la familia venezolana su alta investidura.
Doña Menca fue ejemplo para el fortalecimiento de la familia venezolana. Su sonrisa iluminó los hogares de los más desposeídos y la vida de los miles de niños que se beneficiaron de su gestión. Instituyó la realización de matrimonios masivos como mecanismo para hacer de la familia la célula fundamental de la sociedad, otra idea capitalista a ser derrotada, y fundó en 1964 el Festival del Niño, destinado originalmente a proporcionar oportunidades de recreo y de vacaciones a los niños pobres y que a la postre se transformaría en la Fundación del Niño, institución de carácter privado y herramienta de trabajo de la Primera Dama, hasta que en 2007 fue estatizada y adscrita al Ministerio de Educación.
Otra que enalteció con su nombre esa labor fue la recordada Alicia Pietri de Caldera, que dejó para el evocación el programa Un cariño para mi ciudad, que con la participación de la empresa privada buscaba embellecer y humanizar a Caracas y el Museo de los Niños, con el que pretendió, y lo logró, que los niños asimilaran los principios de la ciencia, la tecnología, el arte y los valores fundamentales de la sociedad mediante el juego.
O el famoso Plan Vacacional que Doña Alicia impulsó durante el primer período de Caldera, un programa que consistía en llevar a los niños del Zulia para Ciudad Bolívar; a los andinos para Margarita; y a los orientales para los Llanos.
También es de grato recordar a Blanca Rodríguez de Pérez, Doña Blanquita, que aun hoy a sus 87 años, sigue dirigiendo su obra filantrópica, Bandesir, una fundación de caridad enfocada a proveer sillas de ruedas y muletas a los pobres con discapacidad o la red de Hogares de Cuidado Diario para que las madres solteras, trabajadoras y de pocos recursos, pudieran dejar a sus hijos en manos de cuidadoras especializadas.
Patria nueva ¿valores nuevos?
Pero toda esa destrucción patria debía ser reemplazada por algo más autóctono, más venezolano, más criollo.
Gracias a ello tuvimos a alguien que cambió los antivalores de las apátridas anteriores por verdaderos valores revolucionarios. Ella confesó haber terminado su primera cita, con el futuro presidente, en un tórrido encuentro amatorio automovilístico, que apuntaba a los valores de esa patria nueva de “esta noche te voy a dar lo tuyo”, que no sabríamos sí ubicarlo literalmente en lo que generó sus múltiples ingresos al Hospital de Clínicas Caracas o a las insinuaciones del estro, muy propio, de los mamíferos.
A pesar que para la Real Academia Española el término de primera dama se refiere a una mujer noble o distinguida que es esposa del presidente, Nicolás prefiere llamar a Cilia “primera combatiente” y no con ese remoquete cuartorepublicano e imperialista. Sí ya Maduro se desposó con Cilia, solo cabe preguntarse ¿Será que él no es presidente? o ¿Qué él no ve en ella los atributos que el mataburros da?

Llueve… pero escampa

jueves, 18 de julio de 2013

Entre bodas y bolas

Miguel Yilales
@yilales
Cada país, como cada cultura, tiene su forma de celebrar los eventos importantes en la vida. Venezuela no es la excepción. En este país, la palabra boda significa guateque, bochinche y rumba. Es toda una planificación desde el momento en que una pareja anuncia su compromiso hasta que llega el gran día. Tan bueno debe ser que hasta hay quienes reinciden no una, sino varias veces.
Desde que Antonio Guzmán Blanco estableció el 1 de enero de 1873 el matrimonio civil en Venezuela, este tiene preeminencia sobre el vínculo sacramental. A partir de ese momento, el matrimonio civil debe realizarse antes que el matrimonio eclesiástico.
Hasta el propio presidente en ejercicio, Guzmán Blanco, legalizó su matrimonio eclesiástico, casándose civilmente con Ana Teresa Ibarra el 14 de febrero de ese mismo año, para dar el ejemplo en el cumplimiento de la Ley.
Entre la duda y la incertidumbre
Nuestro Código Civil prevé, en su artículo 69, los requisitos para contraer nupcias, entre los que destacan la elaboración de un expediente que contenga el acta de esponsales, la fijación de los carteles y la copia de las partidas de nacimiento de los contrayentes.
Sin embargo, el artículo 70 exime de presentar los documentos indicados en el artículo anterior, cuando los contrayentes deseen legalizar la unión de hecho en que hayan estado viviendo.
Y es precisamente ese el artilugio que fue usado por la “primera combatienta” y el “primer mandante” para no consignar los documentos necesarios ante la autoridad civil que legalizó la unión.
En un país en el que está en duda los orígenes de Nicolás Maduro, esta hubiese sido una oportunidad de oro para aclarar las dudas, que maliciosamente ha venido tejiendo la oposición venezolana, en torno al lugar de nacimiento del presidente en ejercicio, cuya elección sería írrita si no es venezolano. Una nueva violación constitucional de la que no debemos preocuparnos, según el Secretario Ejecutivo de la MUD, Ramón Guillermo Aveledo.
Cuando los calumniadores de Carlos Andrés Pérez querían atacarlo siempre alegaban que este no había nacido en Vega de la Pipa, en la jurisdicción de Rubio en el estado Táchira y que por el contrario era originario de Cúcuta, Colombia. A quienes les tocaba defenderlo mostraban la partida de nacimiento que despejaba las dudas formales.
En estos tiempos, Nicolás Maduro, no trata de aclarar sus orígenes, sino que contribuye a ocultar y a manipular la información. Un día dice que sus inicios están en Los Chaguaramos, pero sin presentar prueba de ello; en la iglesia donde dice que lo bautizaron no hay registro de sus datos y en sus esponsales, por demás muy secretos, se acogió a la legalización del concubinato para evitar consignar cualquier documento.
Es que es más fácil alimentar las bolas que salirle al paso, como ocurriría en cualquier país del mundo que no tutelen los Castro.
Boda Sensacional
Lo realmente raro en todo esto, es que siendo la fiesta una de las partes favoritas de los venezolanos cuando se habla de boda, no se llevó a cabo o por lo menos se mantuvo en la estricta intimidad. Es injusto que, los primeros pantalleros de la nación, y me refiero a eso por el número de horas, minutos y segundos que han dedicado a exponer su vida ante las pantallas televisivas, hayan privado a “su pueblo” de ver la Boda Sensacional en cadena nacional, narrada por Winston Vallenilla, con grito de familia incluido.
Uno se habría imaginado hasta alfombra roja para recibir a los contertulios invitados al ágape, con paseo en carro descapotado y lanzamiento del primer buoquet nacional desde el Balcón del Pueblo.
Lo que sí no hubiese pasado en este himeneo, era aquella escena bíblica que describiese Juan, sobre las Bodas de Canaán, en el que Jesús al escasear el caldo de vid debió convertir seis tinajas de agua en un vino de gran calidad. De seguro el “hijo” del Comandante Supremo habría recurrido a los milagros de Merentes para importar las especies a libar a dólares preferenciales y decir que el intercesor ante Dios para el nombramiento de un Papa americano también le había hecho a él un milagrito.
Mientras tanto, Nicolás y Cilia, hablan de Luna de Miel recorriendo el país con los recursos financieros del Estado, en un supuesto gobierno de calle, que hasta los momentos solo tiene para mostrar la más alta inflación del mundo, la mayor inseguridad de América y el gobierno más ineficiente que pueda registrar la historia venezolana.

Llueve… pero escampa

miércoles, 10 de julio de 2013

FAN: ¿Leales? ¿A quién?

Miguel Yilales
@yilales
Muchas personas claman por la intervención de las Fuerza Armada para la solución de sus problemas. Desde lo doméstico, para el que cuentan con un amigo en la Guardia Nacional, hasta para los grandes temas de la nación.
Cada vez que hay una situación política grave, una de las primeras expresiones que surgen es “…y los militares no van a hacer nada”.
Hay otros más conocedores del tema, que pontifican cual debe ser la actitud correcta de actuar de los integrantes de los militares que por ley tienen el monopolio legal de las armas (porque el ilegal está en manos de pranes, que no existen (Iris Valera dixit) pero gobiernan desde las cárceles), y le exigen pongan en orden al gobierno, que en otras palabras es: depongan al gobierno.
Cuando Augusto Pinochet, por clamor de las fuerzas vivas de Chile, derrocó a Salvador Allende, lo hizo por amor a la patria y por ser el único capaz de salvar la república de las manos ignominiosas que habían llegado al poder por el voto popular. Esta suerte de redentor no abandonó el poder sino 17 años después ¿Y es que esos no fueron los argumentos usados por esa suerte de mesías criollo, que se “sacrificó” con un golpe contra el Estado al que había jurado defender, por ser el ungido de los libertadores, garante de los ideales bolivarianos y heredero del último hombre a caballo?
Lealtad no es patriotismo
Cuando revisamos la historia de la fuerza armada venezolana, que no nació en el siglo XIX, como ellos mismos creen, que no son herederas de glorias patrias, ni forjadoras de libertades, porque surgen de la mano férrea de uno de los gobernantes más déspotas que conoció nuestra historia, Juan Vicente Gómez, nos encontramos que siempre han guardado fidelidad al gobierno de turno.
La salida intempestiva de Marcos Pérez Jiménez, estuvo precedida por algunos movimientos insurreccionales, pero no fue ni por asomo una rebelión cívico militar como algunos pretenden hacer ver.
Ante los hechos de El Porteñazo y de El Carupanazo, las Fuerzas Armadas mayoritariamente actuaron de la mano del gobierno, así como también lo hicieron cuando la verdadera “planta insolente” de barbudos milicianos cubanos pretendió invadirnos.
Hay quienes piensan que la lealtad es patriotismo y tratan de representarlo a través de cánticos. Hay patriotas que pueden tener lealtad, pero no en todos los casos los leales son patriotas.
Y es que algunos patriotas, terminan convertidos en chauvinistas, como el inefable personaje de la comedia La cocarde tricolore de los hermanos Cogniard, en donde el actor con el nombre de Chauvin, personificaba un patriotismo exagerado con la manía de culpar de los males propios a otros países, regiones, pueblos y razas.
Sobre mi caballo yo, sobre yo…
No existe acuerdo entre los filósofos sobre a que cosas o ideas es que se puede ser leal. Algunos creen que se puede ser leal a un espectro amplio de cosas, mientras otros arguyen que solo se puede ser leal a otra persona.
La Encyclopædia Britannica define la lealtad como la “adhesión al soberano o gobierno establecido del país de uno” y también como “devoción personal y reverencia al soberano y a la familia real” ¿Entonces porque extrañarnos de la actitud de una Fuerza Armada Bolivariana, Socialista, Chavista y Antiimperialista?
Cuando una fuerza armada, cuyo fin ulterior es prepararse para la guerra, se cree el garante de la República, se comprueba que distamos de ser un Estado. Cuando los ciudadanos reclaman y exigen que sean los militares los que restituyan el orden constitucional, contra un gobierno presidido o tutelado por los mismos militares, se demuestra que distamos de ser una sociedad de ciudadanos.
Lo que los venezolanos hagamos por salvar la institucionalidad y la República, por regresar a la senda de la democracia, el desarrollo y el progreso, es nuestra responsabilidad, no podemos esperar, por una fuerza armada que se encuentra en la comodidad de las mieles del poder, leal a sus propios intereses.
Ellos van tras un caudillo: Il Duce o el Führer, en ambos casos traducibles como guía o conductor; siguieron a Mao «el Gran Timonel»; respaldaron a Ceauşescu el «Conducător»; amaron a Kim Il Sung «Gran Líder» y a su hijo, Kim Jong-il, el «Querido Líder» y en Venezuela elevan a los altares de la patria al «Líder Supremo de la Revolución». Mientras los ciudadanos no actuemos, la FAN le será fiel a quien le garantice su mejor vivir y la República que espere el sueño de los justos.

Llueve… pero escampa

jueves, 4 de julio de 2013

El camino es la contra rebelión

Miguel Yilales
@yilales
Al entrar a la Ciudad Eterna empiezan a confluir una serie de pasiones y emociones indescriptibles. Esta metrópolis fue el corazón de una de las más importantes civilizaciones antiguas; fue capital del Imperio romano y extendió sus dominios sobre toda la cuenca del Mediterráneo.
Para poder comunicarse los romanos llenaron de vías su territorio, ya que para ellos era vital que las legiones romanas llegaran hasta los confines de su espacio e hicieron que los caminos fuesen y viniesen a Roma. Desde esa época se dice que “todos los caminos conducen a Roma”, y si bien es cierto que la expresión comenzó a usarse literalmente, luego devino en lo que es su uso actual que al “final siempre se hallará un camino”.
A pesar que en Venezuela, durante años, nos habíamos quejado porque hasta para hacer un simple trámite había que viajar a Caracas, hemos llegado al punto que si bien hay muchos caminos, y no me refiero a los físicos, estos están llenos de obstáculos, piedras, deslizamientos, derrumbes y huecos, que impiden llegar al centro del poder político del país y, peor aún, al poder político mismo.

Major, Napoléon y Snowball

Y es que para llegar al poder político se hace necesario un sentido político a las acciones que se acometen, un líder y una sociedad dispuesta a seguirlo.
Cuando una persona tiene la capacidad de tomar la iniciativa, gestionar, convocar, promover, incentivar, motivar y usa las habilidades propias para influir en la forma de ser de las personas, haciendo que logren las metas y objetivos propuestos, decimos que estamos frente a un líder.
En la Venezuela del siglo XXI se nos hace más cuesta arriba encontrar esas características en los actores políticos. Puede verlos en las empresas, en las organizaciones, en las asociaciones, pero no en quienes están llamados a ejercerlo por el bien público.
Hay líderes que no entienden su responsabilidad ante la sociedad y prefieren actuar como aquel viejo cerdo Major que rebela a los animales en Manor Farm, para que por su propia mano administren y manejen sus asuntos, partiendo de la premisa de la igualdad. 
Major nunca se imaginó que la muerte lo alcanzaría y que serían sus herederos, Napoleon y Snowball, los que ejecutarían sus ideales.
Inmediatamente surgen las rivalidades entre Napoleón y Snowball. Napoleon quiere hacerse cargo de todo mientras que Snowball construir un molino de viento. Para hacerse obedecer Napoleón emplea a unos perros feroces y enormes, que robó cuando eran cachorros y que van a constituirse en una suerte de fuerza militar.
Los cerdos se aprovechan de los otros animales y rompen todas las reglas que hicieron después de la Rebelión. Todo lo destruyen. La vida en la granja cada día empeora más y los animales se olvidan del sueño original del comandante supremo de la rebelión.
Quien es Major, Napoleon y Snowball en esta nuestra Tierra de Gracia lo dejo a mis ávidos lectores

A poner las cosas en su lugar

Está sátira política, magistralmente escrita por el periodista y dramaturgo Eric Arthur Blair, bajo el seudónimo de George Orwell, es una crítica a la Revolución Rusa. La novela muestra como todas las revoluciones pueden comenzar con ideas admirables, pero se corrompen fácilmente, porque quienes obtienen el poder se pervierten por el poder mismo y resultan iguales o peores que las personas contra las que lucharon en un principio.
Es que hay mucho farsante, embustero y embaucador que se cree líder, y son incapaces de revisar su comportamiento y mucho menos de actuar coherentemente.
Hay quienes asumen el liderazgo y dejan a sus liderados a la buena de Dios para que sean ellos los que tomen las decisiones en la granja, la defiendan o se sacrifiquen por ella, todo para evitar que le endilguen el remoquete de golpista o no sean enjuiciados por la justicia revolucionaria.
Hay otros que soberanamente deciden declararse en desacato ante las decisiones espurias de un sistema judicial viciado, parcializado y entregado, pero inmediatamente salen los líderes a pedir permiso a uno de los perros de Napoleon para protestar pacíficamente en la calle.
Los obstáculos que imponen desde el gobierno y las torpezas para flanquearlos desde la oposición, demuestra que aun nos falta entender que ante “La rebelión en la granja” lo único que opera es una contra rebelión que ponga cada cosa y a cada actor en su lugar. 
Sabemos que todos los caminos no conducen a Caracas, pero tenemos que emprender uno que sí nos lleve.
Llueve… pero escampa