domingo, 27 de septiembre de 2015

Nicolás, el pepa asomado

Por Miguel Yilales
@yilales
Esta semana que pasó se iniciaba como muy noticiosa. La tiranía que se ha incoado en el poder en Venezuela aspiraba ser el centro de las noticias: se arrodillaría al cachorro del Imperio en Quito; seguiría con los estados de excepción, ya que su publicista, que ahora ruge como todo león sobre cualquier tema, diría cuanto les favorece el cierre de fronteras; para finalizar con la movilización de tropas que asustasen a los negritos guyaneses.
Pero una cosa piensa el burro y otra el que lo va arriando, y no es que compare a Nicolás Maduro con ese noble animal, porque a pesar que para algunos puede ser sinónimo de ignorancia, en realidad es una bestia laboriosa e infatigable, cualidades desconocidas por quien cree que trabajar son unas pasantías como sindicalista, una beca como canciller o su veraneo por Miraflores donde dice gobernar aunque desconoce las esencias mínimas que conlleva el cargo.
En realidad los burros, mulas y asnos son humildes como los representaba Esopo en sus fábulas, nobles como para llevar en su lomo al fiel compañero del ingenioso hidalgo Don Quijote y tan dignos como para presenciar la llegada al mundo de quien dividió la historia de la humanidad en 2: un antes y un después de Él.

De Caballo de Troya a Talón de Aquiles

Resulta que sintiendo el sabor del triunfo de haberle torcido el brazo al presidente colombiano Juan Manuel Santos, la noticia terminó por pasar por debajo de la mesa, opacada por el acuerdo que el propio Santos firmó con las FARC-EP y por los discursos del papa Francisco en suelo americano.
Es que a veces quien se cree poderoso porque puede llegar a las puertas de Troya y engañar a todos, termina convertido en el punto débil que todos conocen, como consecuencia de su ignorancia supina o de la cúpula de cristal en que vive, rodeado de aduladores y de una soldadesca que le hace creer que le obedecen.
Y a las pruebas me remito: decretó unas áreas de vigilancia y patrullaje marítimo que después echó para atrás porque lo habían dejado como un neófito que improvisaba en política internacional o sus declaraciones sobre el siniestro del Sukhoi-30 en el que los “accidentes del terreno” (sic) habían ocasionado el percance pero que la caja negra diría lo que ocurrió, aunque cualquier experto en el área sabe que las aeronaves de combate no poseen este equipo, por algo lógico: nadie va a recogerla en territorio enemigo, que es donde por lo general debieran ser derribadas.
Para remate ordenó, él dice que es el que manda a las fuerzas militares, la movilización de tropas a un supuesto ejercicio en Guayana, que lo hizo quedar como el propio guapetón de barrio: provocador, fanfarrón, incitador, pendenciero, alborotador, camorrista, belicoso, agresivo y bravucón, para luego tener que inventar ejercicios en otras zonas y justificar que su régimen de paz y amor jugaba a la guerra, de manera soberana, en cualquier parte del territorio nacional.

Siempre fuera de lugar

Pero lo que le faltaba era demostrar que era un pepa asomado que no sabía absolutamente nada de protocolo. Ese espécimen que es un “observador banal que aspira convertirse en objeto de atención por su mera presencia” (como lo describiese el escritor, revolucionario y afecto al oficialismo Luis Britto García).
Durante la visita papal a los Estados Unidos de América el conspicuo personaje que siempre llega sin ser convidado, quería a todo trance darle la mano a Francisco, para luego salir con el cuento de que el Papa lo llamó y lo felicitó por su contribución a la paz nacional, continental, mundial e interplanetaria. Pero el Pontífice, creo que iluminado por el Espíritu Santo, al reconocer el pescueceo, salió tan raudo y veloz como le permiten sus 78 años, para evitarlo.
Maduro debió hacer como su paisano Juanes (según Pastrana lo son) que le cambiaron la agenda en la reunión del papa Francisco con las familias católica por lo que le tocó presentarse luego que el máximo jerarca de la Iglesia Católica se había retirado. Juanes no se molestó, cantó y no salió a abalanzársele al Papa para que le diera un rosario.
Uno de los grandes conflictos que tienen los que circunstancialmente están en el poder es que se creen el centro del universo, cuando en realidad son apenas una partícula en el mar de la ignorancia, para quien nunca ha sido humilde, modesto y reservado todo se circunscribe a estar fuera de sitio en cualquier lugar y momento, es decir, ser todo un pepa asomada.

Llueve… pero escampa

domingo, 20 de septiembre de 2015

Torquemada se quedó pendejo

Por Miguel Yilales
@yilales
Desde que Arturo Uslar Pietri puso en circulación la muy castiza palabra pendejo para definir a los venezolanos, hasta la Real Academia Española ha cambiado el orden de las acepciones de la misma. Es que para Uslar los venezolanos, en su mayoría, éramos honestos, aunque serlo no le significase recompensa alguna pero sí el remoquete de pendejo.
Lo que nunca se imaginó ese pendejo, lo digo porque fue de los pocos sentenciado por peculado (1946), es que su expresión fuese a definir el futuro de los nacidos en este país por los siguientes 25 años, por eso: se eligió a un golpista como si fuese un demócrata, se defenestró a quienes estaban preparados para gobernar y se impuso a una caterva de militares incompetentes, y se dilapidó un billón de dólares (un 1 y agréguele 12 ceros) para construir un bodrio llamado revolución que nos dejó como colonia de un isla en la decadencia.
Es que luego de 17 años, desde que caímos en este marasmo llamado chavismo, llegamos al nivel en que nos creemos cuentos como el de la iguana eléctrica, la guerra económica, páginas web y casas de cambio que manipulan el valor de la moneda, bachaqueros (estraperlistas) que se llevan la comida o que la escasez del papel higiénico es porque comemos más.
De esas cosas inentendibles esta el porqué no cobramos los triunfos electorales cuando los obtenemos, cómo el parlamento en lo que va de año solo aprobó 2 leyes (una de ellas la habilitante) y menos aun que se designaran a degenerados, crápulas y tarambanas para dirigir los poderes públicos (en minúsculas) como si fuesen probos, decentes y honrados funcionarios.

Culpables sin pruebas

Resulta que en días recientes el joven Marco Coello, preso político de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, decidió ser dueño de su destino y se fue del país, para evitar que sin pruebas, sin derecho a la defensa y sin debido proceso, fuese culpado y sentenciado. Al llegar a su destino, se presentó ante un canal de noticias (no usó capuchas, ni se valió del anonimato de los “sapos” cooperantes bolivarianos) y denunció las torturas, los tratos crueles, los martirios, los vejámenes y el daño psicológico al que fue sometido por parte de los cuerpos de seguridad del Estado venezolano, para que se declarase culpable e inculpara a otros en los hechos acaecidos en 2014.
Lo insólito es que ante tan graves denuncias, el bardo que dice defender los derechos de los nacidos en esta Tierra de Gracia, aunque hubiésemos querido que lo hiciera mejor que como rima sus mediocres versos, decidió no pararle porque era más importante saber las razones por las cuales un órgano policial municipal llegó tarde a un incendio. Parece que en sus años de infancia nunca se enteró que las llamas son extinguidas por los bomberos y no por la policía.
Es que a este farsante de la legalidad, que usa las leyes como si fuesen la vaselina que empleaba antes de irse al gimnasio y que luego debían retirarles sus colaboradores a punta de manguera, luego de venderse como paladín de los DDHH le interesa más su activismo partidista y perseguir a la Policía Municipal de Chacao que descubrir porque los bomberos (administración central) llegaron al incendio después que la policía o el porqué en esa casa de retiro (también adscrita al gobierno nacional) había pacientes amarrados, lo cual dificultó el rescate por parte de los vecinos, quienes con baldes de agua, extintores y cobijas combatieron el incendio junto a los policías.

Una poética desgracia

Así que si ante algo tan elemental se investiga lo que no es, supongo que en este momento debe estar a punto de demostrar como Coello golpeaba su cabeza con los puños de los policías para martirizarse, se bañaba con gasolina para extorsionar a los órganos de seguridad por el buen trato que le daban o se negaba a comer y beber los suculentos manjares que le preparaban para que se perdiera la comida como parte de la guerra económica, con lo cual solo seguía las instrucciones de sus jefes: López, Uribe y Obama.
Durante la Inquisición española, en la que fueron quemadas más de diez mil personas y un número superior a otras cien mil sufrieron penas infamantes (según Juan Antonio Llorente, primer historiador del Santo Oficio), hubo un hombre que se destacó por su crueldad y fanatismo al servicio del poder, nunca imaginé que sobre la faz de la tierra pudiese nacer alguien tan perverso, malévolo y desgraciado que dejase a Tomás de Torquemada como un pendejo.

Llueve… pero escampa

domingo, 13 de septiembre de 2015

Derrotemos esta tiranía

Miguel Yilales
@yilales
La historia universal, y la venezolana en lo particular, ha estado plagada de párrafos, páginas y capítulos completos muy nefastos, esos momentos desdicen de nuestra humanidad que debiera ser (más allá de lo pensante) la característica resaltante del homo sapiens.
En esta tierra que dista mucho de ser aquella de Gracia como la denominara Colón, porque en aquel momento solo vio las bellezas naturales y no sabía que cinco centurias después pudiesen surgir de sus entrañas seres tan desalmados como el Tirano Aguirre, quien en nombre de la libertad sembraba terror y desolación, se redactó otra de esas negras páginas.
Resulta que una jueza provisoria, de las que no sabe lo que es un concurso de oposición para optar a un cargo y cuyo único mérito es fotografiarse con sus camaradas en el poder y gritar consignas políticas al inicio de cada año judicial, acorraló a su presa cual perra (sin otro tipo de alusión que la canina) para satisfacer y congraciarse con sus amos, al dictar una sentencia alejada del derecho pero muy cercana a los designios y deseos de la tiranía que nos oprime.

No es brujería

La moderna inquisidora al mejor estilo de los juicios que le dieron renombre a la ciudad de Salem, decidió enviar a la horca a un inocente para satisfacer a uno cuantos que pedían su sangre en función a acusaciones infundadas e inventadas, sin que se presentara una sola prueba más allá del correveidile y el chismorreo propio de la casa de vecindad en que convirtió el chavismo a lo que fuese la república más próspera del continente.
Es que para los ignorantes e iletrados todo lo que les es extraño es producto de la nigromancia, y para quienes son unos advenedizos en política, porque su educación en esa materia se circunscribe a folletos, panfletos y fascículos que alguna vez ojearon pero nunca leyeron (más allá de la portada y la contraportada): la separación de poderes y su control recíproco, la alternancia en el poder, el respeto y la tolerancia por las ideas opuestas y la igualdad ante la ley provienen de artes tenebrosas como en una época lo fueron la ciencia, la astronomía, la evolución de las especies o la genética.
Frente a la injusticia, a pesar que había quienes abrigaban la esperanza de que hubiese un atisbo de dignidad y decencia que no se vendiese por algunas monedas de plata y un cargo diplomático, como el que le dieron, y aun mantiene, el esperpento que anunció la renuncia del difunto, hubo varias posiciones: unas dignas y otras crápulas.
En la primera están la de Leopoldo López y su familia que dicen seguir la lucha hasta obtener un país decente, sin discriminaciones y con iguales oportunidades para todos, que además dejó con los crespos hechos a quienes deseaban que instigaran una revuelta popular, y la de los que a pesar de todo (inclusive de la dirigencia opositora) están dispuestos a usar la puerta democrática para intentar sacar a patadas a los que se colearon en la fiesta (los que llegan sin ser invitados son los que más comen y beben).

Calle y voto es el camino

En la otra dirección están los salvajes, que son capaces de atropellar y asesinar para provocar a quienes aspiran un país distinto, dirigidos por tarambanas al estilo de Jorge Rodríguez, Iris Varela o Jacqueline Farías que manipulan y desparraman sus propias frustraciones y desgracias para satisfacer su sed de venganza. Ahí también están unos personajes, que cada vez son menos pero se creen más porque le dan palo a cualquier mogote por las redes sociales.
Este último grupo es el que dice ante cualquier cosa “se los dije”: sí dejaban preso a Leopoldo López ya ellos sabían la sentencia porque estamos en una dictadura y sí lo dejaban salir era porque había negociado su libertad a cambio de su dignidad, además agregan que los que abrigan esperanzas de libertad para los presos políticos son los mismos ilusos que creen en elecciones, pero no proponen otro camino de solución.
Es el mejor momento para combinar las dos cosas a la que más le temen los tiranos: la presión de la calle y las elecciones, y no vengan con el cuento manido de que las dictaduras no salen con votos porque Nelson Mandela derrotó al Apartheid y hoy nadie recuerda al juez que lo condenó a cadena perpetua por sabotaje, conspiración e intento de derrocar al régimen gobernante. En la mesa hay una propuesta clara para cohesionarnos y enfrentar a la tiranía, pero todavía hay quienes prefieren remar en sentido contrario.

Llueve… pero escampa

lunes, 7 de septiembre de 2015

Cambiemos este pasticho ideológico

Miguel Yilales
@yilales
Escribir sobre política en este país es harto difícil, no porque no haya tema, sino por la vertiginosidad con que entramos y salimos de ellos. Pero más allá del que, también está quienes hablan y de quién.
Resulta que no conforme con que los organismos de inteligencia revolucionaria, al más puro estilo de la CIA, del G2 o de la KGB, generen los temas que desvíen la atención de los grandes problemas que tenemos los venezolanos, salen unos supuestos héroes anónimos, y lo de anónimo no es por filantrópicos sino porque lanzan sus piedras y venenos desde el anonimato, a aderezar con rumores, enfermedades, muertes, conspiraciones y cuanta forma de correr bolas haya. Es que pareciera que si en algo somos campeones mundiales es en ese deporte de inventar cuentos y hacer lo que no es, por lo menos así lo demostró el que se creía eterno y hoy no está, que hacía de todo para desviar la atención de los verdaderos asuntos.
De esos que impulsan temas hay unos en particular que viven vociferando la importancia del trabajo como único mecanismo para lograr el bienestar, pero se quejan porque los ciudadanos hacen huelgas porque es de vagos y no se dan cuenta que es un derecho especialmente capitalista, critican que las personas hagan cola para comprar en los mercados porque debieran estar protestando y vociferan que los jóvenes no luchan, pero sí lo hacen los tildan de poco preparados para atender los asuntos del Estado.

Regalar y merecer

Es que cada cosa se ve distinta según el cristal con que se mire y para demostrarlo usaré este sencillo y común ejemplo: cuando un hijo se gradúa de bachiller y sí la universidad le queda lejos, se vive un clima de inseguridad total y no hay servicio de transporte público decente, salen los padres a regalarle un carro.
Este hecho es para el liberalista un acto socialista, es decir una dádiva que no es fruto del trabajo; para el socialista un acto capitalista que promueve el individualismo y no el colectivismo; para el joven es un justo y merecido reconocimiento al esfuerzo de su trabajo (estudiar) ya que sus padres le repitieron hasta la saciedad que eso era lo que él hacía. Y ahí reside la diferencia entre regalar y merecer.
Igual sucede con ese venezolano al que le entregan un apartamento de la Misión Vivienda, cada quien tiene una óptica diferente: para el beneficiario es lo que le corresponde como parte de la repartición de la renta petrolera, mientras que para unos es un regalo inmerecido porque no es producto del trabajo y para otros es un acto piadoso que reconoce la necesidad de la intervención del Estado para disminuir las desigualdades.
Y es que esta cristalografía la aplicamos también en la política. Por ejemplo la democracia cristiana, surgida del Rerum Novarum del papa León XIII y la Doctrina Social de la Iglesia, es por lo general de centroderecha (con algunas áreas de centro izquierda), pero en Venezuela la llamamos socialcristianismo, algo así como una mezcla de chicha con mango.
Es que decirse socialista en el país parece ser chic, no hay partidos nuevos que surjan, que no salgan corriendo a la Internacional Socialista a pedir su aprobación, beneplácito y consentimiento para sentirse aceptados políticamente. Fíjense que aquí no hay derecha o por lo menos así lo establecen todos los estatutos de fundación de los partidos políticos.

Menos sectarismo, más democracia

Por esa vía hay liberales que son conservadores, hay conservadores que quieren la descentralización, gente que se llama comunistas y socialistas y al acercársele la Parca salen a clamar por un milagro de Dios y están los otros, esos que viven entre golpes de pecho, que ven por encima del hombro a los pobres porque son algo ruin, vergonzoso y despreciable.
Hoy más que nunca se hace necesario desplazar el sectarismo, el fanatismo y la intransigencia que nos destruyó, desde que esta horda encabezada por un golpista, que nunca creyó en la constitucionalidad, llegó al poder, y para ello es vital la conformación de una mayoría que retome los valores de la democracia, las libertades y la decencia.
La tarea es dura porque nuestro futuro depende de que se recupere el funcionamiento del país y sus instituciones y es que la Venezuela postchavista tiene que ser distinta y el primer paso debe ser firme, fuerte y, a partir de ahí, constante para cambiar este pasticho ideológico y en eso, lo que viene, es más que una elección y son más que simples curules a ocupar.

Llueve… pero escampa