lunes, 30 de octubre de 2017
Adiós muchachos
domingo, 15 de octubre de 2017
Dictadura no sale con votos
domingo, 8 de octubre de 2017
Votar o no votar... no es el dilema
domingo, 24 de septiembre de 2017
La culpa es de “Donal Trun”
lunes, 21 de agosto de 2017
Suicidio colectivo
Por Miguel Yilales
@yilales
La política tiene por finalidad la preocupación por el interés colectivo, la generación de la mayor suma de felicidad posible y la procura del desarrollo de un Estado, planteamientos utópicos que se han vuelto realidad en países que, 4 décadas atrás, estaban peor que la Venezuela, que Sanín bautizase, saudita.
Luego de miles de desaciertos, de un excesivo clientelismo partidista y de un ataque inclemente contra los golpes de timón que hubiesen permitido dejásemos de dar tumbos, corregir el rumbo y tener algún norte, caímos en el más profundo abismo porque a unos oportunistas les dio por saltar en bungee (sin cuerda elástica) para arruinar a un país, destruir una economía emergente y depauperar un entramado social, que lejos de aproximarnos al desarrollo de la Arabia Saudí del siglo XXI nos transportó en retroceso y a “paso de vencedores” a los niveles de Burundi.
Por el accionar de muchos y por la inacción de otros, Venezuela entró en barrena: cuando se hablaba de más democracia lo que se instauraba era más autoritarismo; cuando se pedía mayor coherencia política lo que se avecinaba era mayor politiquería barata; cuando se requería mayor preparación surgieron especímenes que hicieron de la improvisación su bandera y cuando se exigía un verdadero accionar de liderazgos lo que obtuvimos fue telepolíticos, radiopolíticos y, ahora, social media políticos que son una mezcla de Aristóteles, Betancourt, Churchill, García-Pelayo, Rousseau y Roosevelt sin la episteme, la praxis, el discurso y el compromiso de aquellos.
Pseudopolítico y protopolítico
Por un lado nos llenamos de pseudopoliticos que se han leído algunas carátulas de libros, que se llaman libre pensadores pero que les molesta crítica, que son come candela contra otros opositores pero condescendientes con el régimen, de esos que exigen más protestas pero que nunca han participado en alguna para no convalidar a los convocantes, que no se atreven a convocar porque no convocan a nadie, no alientan multitudinarias protestas porque nadie las acata y que perjuran son políticos de masas porque a su alrededor se han conformado sectas de adoradores y aduladores.
Y por el otro lado surgieron unos protopolíticos (protozoarios políticos o políticos protozoarios, el orden no importa) que son expertos en pedirle a los demás inmolaciones que ellos no están dispuestos a hacer; son los que quieren ver a los jóvenes sacrificar su futuro pero que a las primeras de cambio sacan del país a sus propios hijos por seguridad; son los que claman por más socialismo del bueno pero se dan vida de sultán saudita; son los que implementan una educación sesgada y de dudosa calidad pero encuentran “becas” a dólar preferencial para garantizar su permanencia en México o en Australia (sin alusiones a los nietos del secuestrador de Niehous) y son los que hablan de austeridad con una sonrisita burlona de psiquiatra pervertido (no me refiero a burgomaestre alguno) pero viajan en aviones de PDVSA como si eso no fuese peculado de uso.
Es el momento de la política
De ahí es que se les ocurren genialidades para justificar sus “ismos”, que a final de cuenta son tan malos como los otros “ismos”. Pretender que se puede implementar un socialismo en que solo se reparte la miseria es tan perverso como proponer un capitalismo que darwinianamente opte por los que nacieron con más oportunidades y no por los más aptos, en especial en un país en que el desequilibrio social está tan marcado. En realidad todos son criminales que azuzan, piden sangre y manipulan con el cuento de que quien no les siga el juego es un colaborador o un pitiyanqui.
Es el momento de la política, por lo que desenmascarar a Nicolás Maduro no puede ser un fin en sí mismo sino un medio para execrarlo del poder como consecuencia de la planificación, la organización y la acción política coordinada. Luchar con las armas de la democracia, aunque el régimen sea dictatorial, déspota y atrabiliario, nos permitirá imponer nuestras reglas sin atajos de dudosos resultados (endógeno o exógeno), y aunque sepamos que ir a las elecciones no los acabará, nos permitirá activar la calle, salir del desánimo inducido por unos dirigentes que crearon falsas expectativas y procurar la estrepitosa caída que anhelamos, lo demás es suicidio colectivo y, en lo particular, no tengo vocación de mártir para que unos vivos se llenen de glorias o para allanarles, a otros, el camino a exilios dorados.
Llueve... pero escampa
domingo, 13 de agosto de 2017
¡Yankee go home!
Por Miguel Yilales
@yilales
En Latinoamérica es muy común denigrar de cualquier cosa que venga de los Estados Unidos de América, en especial si los críticos provienen de esa izquierda trasnochada que perennemente los acusa de todas nuestras desgracias, de todas nuestras desventuras y de nuestro precario desarrollo. “Las venas abiertas de America Latina”, ese seudobíblico texto comunista que escribiese Eduardo Galeano, fue utilizado por muchas generaciones para justificar un odio, que en algunos casos se volvió irracional, contra los norteamericanos y sirvió para aseverar que cualquier acción venida desde el perverso imperio solo buscaba apoderarse de nuestras riquezas.
Por eso es que todos los dictadorzuelos de nuevo cuño que aún pululan en nuestro continente, en especial los que hemos tenido en Venezuela (Chávez y Maduro), les ha gustado amenazar, vociferar y gritar en contra de los yanquis; mostrar los dientes, gruñir y ladrar contra los presidentes norteamericanos para luego mover el rabo suplicándole por una reunión que los inserte en el contexto mundial, clamar porque les atiendan una llamadita que les lave la cara de dictador y pescuecear por fotografiarse con el gringo de turno que ha estado alojado en la Casa Blanca (ubicada en Washington y no en Nueva York como señaló el orate hijo de Nicolás Maduro) sin importar si se trataba de Bill Clinton, George W. Bush, Barack Obama o Donald Trump.
El dictador Nicolás
Son los mismos que ven con malos ojos que los Estados Unidos ataquen al Daesh pero les parece bien que ellos ejecuten ataques terroristas; son los que creen que Corea del Norte tiene el soberano derecho de amenazar a occidente con misiles pero rechazan cualquier acción para controlar los desafueros de Kim Jong-Un y son los que se encolerizan ante cualquier declaración de Trump pero se embelesan con las intromisiones de Castro.
Nicolás Maduro ha violado los derechos humanos de manera sistemática para exterminar a quienes piensan distinto (según expertos de la ONU); eliminó la separación de poderes con el auxilio de unos abyectos magistrados del TSJ y lo poco que quedaba lo subordinó a una ilegal, ilegítima e írrita Asamblea Constituyente cuya única finalidad ha sido la de fungir de Espada de Damocles contra la disidencia opositora porque el convocante ni siquiera un proyecto de constitución, eso que llaman papel de trabajo, presentó y entregó el control de puertos, aeropuertos, aduanas, migración, registros y notarías a los cubanos y además se supeditó toda decisión militar a la aprobación de comisarios castrenses de la isla.
Ante ese panorama la oposición envió emisarios (porque supuestamente estamos en un contexto globalizado) a alertar sobre la crisis humanitaria que estábamos viviendo, sobre la violación sistemática de derechos humanos, sobre cómo los militares venezolanos (confabulados con grupos paramilitares) atacaban manifestaciones pacíficas, sobre cómo el CNE había vulnerado el sufragio mediante fraudes continuados, lo que conllevó que luego de años, en que no se oía otra voz distinta a la petrochequera chavista, en que el régimen había construido la matriz de que se trataba de una oposición golpista y que la autodeterminación servía para apañar cualquier desafuero, los gobiernos del mundo catalogaron a Nicolás Maduro como lo que es: un dictador.
Bolívar y Churchill go home
Por eso Trump señaló que no descartaba acciones, incluso la militar, para devolver el orden a un país subyugado, invadido por otro nación, rematado a los rusos y a los chinos, en que los militares se han puesto al servicio de una parcialidad política, en que se violan los derechos humanos y que sus ciudadanos son tratados como piltrafas.
Ante esa declaración surgieron voces oficialistas (es lógico) y opositoras (¿Será que lo de las denuncias era una excusa para hacer turismo?) rechazándolas por insolentes y se desempolvaron la onanística frase que “nuestros problemas los resolvemos nosotros”, alternada con el grito ¡Yankee go home! sin importar cuan tiranizados estamos.
Imagínense que sí cuando Bolívar salió de Venezuela a liberar a Colombia, Ecuador y Perú se hubiese encontrado a unos cuantos desaforados gritándole “Bolívar go home” o que a Churchill lo hubiesen recibido los partidarios de Petain, en 1940, con pancartas que dijeran “Churchill go home”, de seguro España seguiría con colonias en América y aún estaríamos subyugados por el III Reich, pero la historia es otra.
Llueve... pero escampa
lunes, 7 de agosto de 2017
Colorín, colorado...
Por Miguel Yilales
@yilales
Desde que el régimen de Nicolás Maduro decidió que a troche y mocha debía instaurar su ilegítima Asamblea Nacional Comunista (ANC) se plantearon que para lograr ese objetivo: primeramente manipularían la data a través del carnet de la patria, en segunda instancia que debían amenazar a todo el que recibiese las migajas sociales del régimen para que fuesen a votar y finalmente que activarían ese mamotreto que ellos llaman partido político para que se valiera de los múltiples cedulados, la usurpación de identidades de electores fallecidos y la sustitución de migrantes a los que no se les ha permitido actualizar su dirección.
La realidad fue que al final del día, sin ningún prurito, la madama que regenta la mancebía en que se ha convertido el ministerio electoral anunció el número que tenía previsto así solo hubiesen participado los candidatos y sus familiares, por cierto creo que fue lo ocurrido si consideramos la esmirriada asistencia a los centros electorales. El fraude fue tan burdo que desecharon el balcón del pueblo y decidieron hacer una reunión de amigos en la plaza Bolívar de Caracas que no pudieron llenar ni con los múltiples escoltas ni con Los Gremlins que supuestamente fueron a votar.
A partir de ese momento y luego de develado tan descomunal fraude, ver la conchupancia de los poderes públicos para contribuir a la trampa electoral y la irresponsable actitud de los militares de apañar el timo cometido, me había planteado, sin apasionamientos, escribir mis consideraciones sobre si la oposición debía o no participar en las elecciones regionales.
Los golpistas y los guerreros ninjas
Pero 2 hechos me hicieron cambiar de parecer. El primero sentir en carne propia la represión oficial, saber que pudiste ser exterminado por unos esbirros que no tienen honor ni se les divisa la honra y que, por ahora, solo engrosaste las estadísticas de los heridos en las protestas y el segundo la instauración de la dictadura asamblearia militarista.
No imaginé que esta asamblea comunistoide se instalaría sin la menor resistencia, menos que serían tan torpes como para no guardar ninguna forma, que de golpe y porrazo se echarían al pico a la fiscal general Luisa Ortega Díaz, que nombrarían al defensor de los esteroides para que usurpara funciones en el ministerio público, que se abrogarían las funciones legislativas de la Asamblea Nacional, que decidirían funcionar hasta agosto de 2019 (luego de iniciado el próximo periodo presidencial), que 535 usurpadores constituyentes serían mirones de palo, como quien dice levanta manos, mientras los mismos de siempre entubaban las decisiones y que harían mucho más que redactar el texto constitucional comunista.
Frente a ese golpe de Estado que instituía abierta y definitivamente la dictadura de Nicolás Maduro y sus cómplices era como para escribir sobre el fin de la V República pero ocurrió que en solo horas esto fue eclipsado por unas personas que llegaron al principal fuerte militar del centro del país, tocaron la puerta, entraron como Pedro por su casa, sustrajeron más de 100 armas y se desvanecieron como si fuesen guerreros ninjas sin que el gobierno, que está presto a derrotar cualquier ataque imperial, que tiene años preparándose para la guerra, que se ha armado hasta los dientes y que entrenó a “millones” de milicianos, se diera cuenta.
Se acabó la república
Cuando un país se debate entre participar o no en un proceso electoral que está amañado y sin ninguna garantía porque el dilema es que te roben la elección o que te la dejes arrebatar; que sabe que cuenta con una fuerza armada incapaz de proteger a un cuartel militar pero que se jacta de actuar como esbirros para eliminar (sin eufemismos) a los ciudadanos por solo emitir una opinión, informar (los periodistas somos objetivos militares) o ejercer el derecho a la protesta.
Si además ese mismo país enfrenta la instauración de la dictadura asamblearia que concretó el golpe de Estado iniciado por Hugo Chávez e hilvanado con sucesivas elecciones fraudulentas, con la designación de unos abogados sin méritos como magistrados del TSJ, con la sistemática castración de las funciones del Parlamento y con un flamante presidente de la Asamblea Nacional que asevera que ellos seguirán legislando normalmente como si todo estuviese normal, es como para decir colorín, colorado… la república ha terminado y, aunque cueste reconocerlo, sin posibilidades ciertas de recuperarla.
Llueve... pero escampa
domingo, 30 de julio de 2017
¿Y mañana? ¡Ay, mañana!
Por Miguel Yilales
@yilales
La mayoría de los venezolanos crecimos oyendo a un narrador coruñes. Un inmigrante que ama a este país como si fuese propio. Durante 10 mundiales de fútbol tuvimos a Lazaro Candal soltando frases que pasaron a formar parte de nuestra idiosincrasia. ¡¿Que hiciste papaíto?! ¡Que angustia, que nervios, que desesperación! y la que sirve de título a este artículo, son solo algunas de las ocurrencias de este gallego venezolano.
La situación que vivimos hoy en Venezuela está como para desempolvar y gritar todas esas frases a la misma vez porque si algo sentimos es una gran angustia, muchísimos nervios y una estresante desesperación. Sin lugar a dudas los ciudadanos del país tenemos años sobrellevando sobre nuestros hombros un pesado fardo para evitar la instauración de un régimen dictatorial, para preservar los valores democráticos y evitar que el país se perdiese en las manos de las peores piltrafas que nos han podido gobernar, unos guiñapos humanos que dejaron en pañales a las montoneras del Siglo XIX, que superaron con creces a los tiranos del Siglo XX (incluyendo a Castro, a Gómez y a Perez Jiménez) y que han procurado incansablemente exterminarnos como un invasor que sabe que mientras pensemos, respiremos y nuestros corazones palpiten, aspiraremos a ser libres e independientes.
Sin gente, sin votos
Esa es la cruda realidad a la que nos hemos enfrentado los venezolanos desde 1998 cuando llegaron al poder unos facinerosos que, enmascarados de demócratas, solo les interesaba construir un andamiaje político para, en el momento oportuno, destruir todos los principios y valores que propugna la democracia: la soberanía, la representación política, la alternabilidad en el poder, la representatividad, la defensa de los derechos de las minorías, la legitimidad de origen y desempeño, la igualdad, el pluralismo y, por supuesto, la división de los poderes públicos.
Para ello se sirvieron de elecciones amañadas, manipuladas y trampeadas en la que cada ciudadano representaba más de un voto. Debimos aprender a jugar un juego con desventaja, con el árbitro en contra y en el que las reglas eran cambiadas, de forma sobrevenida, a la conveniencia del régimen: primero se inventaron marramuncias para desaparecer la representación proporcional; luego que el voto electrónico era lo más seguro y cuando ya no pudieron manipularlo recurrieron al Gerrymandering de forma tal que con menos votos tuviesen más representantes. Todo eso les funcionó hasta que el rechazo mayoritario hizo que sus reglas jugarán en contra.
Hoy la realidad pinta diferente y por eso se valieron de un sainete pseudoelectoral para implementar un remedo de areópago, que en lugar de constituyente será disolvente porque para nadie es un secreto que solo se hizo para desbaratar la república y el Estado como lo conocemos e implementar una bufa republiqueta bananera en la que impere el populismo, la miseria, la desesperanza, la injusticia, la desigualdad, la opresión, la represión, la ignorancia, la ordinariez y la incultura, por cierto antivalores asociados al chavismo en todas sus acepciones: light, democrático, originario, radical, con o sin Chávez y el que se pelean a cuchillo Maduro, El Aissami y Cabello.
Se pagaron y se dieron el vuelto
Sabemos que numéricamente las cifras serán amañadas y que cualitativamente fue un proceso viciado, nulo de toda nulidad, sin controles, donde cualquiera podía “sentirse tentado” (así lo alertó la meretriz electoral) a votar varias veces y en el que los periodistas no podrán hacer su trabajo, así estén acreditados, porque lo público se volvió privado. Al final se pagaron y se dieron el vuelto.
Luego de consumado el fraude continuarán las violaciones de los derechos humanos, los atropellos gubernamentales, la escasez de productos y la inflación galopante, la delincuencia desbordada y el narcotráfico oficialista campante; los sobrinos Flores en una celda en Nueva York a la espera de sentencia; Cabello no dejará de ser el Pablo Escobar venezolano; los presos políticos no serán liberados; la FANB en su amancebamiento con los colectivos y nosotros en la calle, en rebelión cívica y en desobediencia para desalojar del poder al tirano. Así que si le asalta la duda y se pregunta: ¿Y mañana? ¡Ay, mañana! Recuerde que tiene 3 opciones: continuar la lucha, irse del país o alistarse para buscar su carnet de la patria, doblar la cerviz y claudicar para vivir esclavizado.
Llueve... pero escampa
domingo, 23 de julio de 2017
Hay que negociar con el régimen
Por Miguel Yilales
@yilales
Luego de la excelente jornada cívica, democrática y ciudadana del pasado 16 de julio había quienes pensaban que el trabajo político estaba hecho hasta que se enteraron de los resultados. Por una parte estaban los decepcionados porque se creyeron a pie juntillas unas supuestas proyecciones que daban más de 11 millones de voluntades y los otros, más ponderados, que consideraban un exitazo haber logrado la meta que superaba los 7,5 millones de venezolanos que vencieron el miedo, las manipulaciones y la falta de información, para salir a las calles a rechazar al dictador Nicolás Maduro y a sus secuaces.
A partir de ahí no todo ha sido color de rosa. Cada quien se creyó el cuento de los libros de autoayuda de que todos somos líderes de la lucha que se vive, muy válido si se trata de la vida pero inadecuado en los asuntos políticos (que tienen que ver con la polis y el bien colectivo), surgieron los que alentaron actitudes anárquicas y los que exigían la degollina del liderazgo porque hacían lo que ellos creían y no lo que las masas querían, muy similar a la jauría que es perseguida por el zorro y no a la inversa.
Un buque a vela necesita el viento para navegar pero por mucha fuerza que venga desde barlovento, si no hay un timonel que mantenga el rumbo y un capitán que tome las decisiones de seguro que encalla, se extravía o da vueltas sin llegar a ningún lado. Sí esto lo llevamos a nuestra realidad política, veremos porque estamos donde estamos.
Liderazgo a los trancazos
Sabemos que a muchos les llegó el momento de dirigir como al niño que está en una piñata y recoge los caramelos porque le cayeron cerca o porque se les escaparon entre las piernas a los demás, son los que repiten lugares comunes aprendidos en el manual de Política para Dummies o fueron colocados por algunos dinosaurios para manipularlos y también están los que creen que la coerción es el mecanismo para demostrar el liderazgo y desprecian la convicción, lo cual nos asemeja a lo que tanto criticamos porque ¿Qué diferencia hay entre los métodos de los colectivos en el “23 de Enero” y los de cualquier otro grupo en otra zona de Caracas? Si bien los intereses pueden ser distintos, debemos recordar que en política los extremos se unen.
Cuando el diputado Freddy Guevara asumió la vocería para hablar de los resultados, nombró un par de cosas que en el actual léxico político venezolano son peores que una mentada de madre: la palabra negociación (no dijo qué y ese fue su error) y ofrecer una salida honorable (Sun Tzu lo llama puente de plata), lo cual fue el detonante para que gritasen: ¡Traición! los come candela de siempre, los que saben cómo salir del régimen pero lo guardan in pectore (como los cardenales que solo él y el papa saben que lo son), los que dan tuitazos destemplados porque no hicieron con los resultados de la consulta popular lo que ellos decían que se hiciera, los que antes siguieron obnubilados a un melindroso paracaidista y ahora están chinguitos porque un piloto les haga ojitos.
La anarquía nos devorará
Asumir la dirección en política es hacer lo que se debe, cuando se deba. Que unos avezados ciudadanos con aspiraciones políticas aleguen en su defensa que votaron y llamaron a votar engañados, bien porque su comprensión lectora no les permitió entender lo planteado o porque esas bravuconas les genera algunos réditos políticos es tan peligroso como caer en las redes de una entelequia que se autodenomina “La Resistencia”, que emite comunicados, que nadie sabe quién la dirige ni coordina y que es muy distinta al grupo de jóvenes, valientes y voluntariosos, que le pusieron el pecho (literalmente) a la protesta, que han sido asesinados y que sin ninguna experiencia ni articulación confrontaron a los esbirros uniformados.
Sobre el puente de plata ocurrió lo previsible: Nicolás Maduro lo rechazó porque la soberbia y las ojeras no le dejan ver la realidad, por la mala lectura del momento o porque Diosdado Cabello y los radicales lo tienen cogido por las criadillas. En cuanto a la negociación creo que debe darse. Hay que negociar con el régimen los términos de su salida del poder, hay que negociar en qué vuelo se van a embarcar, hay que negociar qué día y a cuál hora se van, pero para que eso sea efectivo debemos coordinar y actuar de manera orquestada, masiva y contundentemente porque sino la anarquía nos devorará y puede ser peor el remedio que la enfermedad.
Llueve... pero escampa
domingo, 16 de julio de 2017
Venezuela libre
Por Miguel Yilales
@yilales
Dicen que cuando los estadounidenses y los españoles se enfrentaron por la independencia de Cuba, un grupo de soldados se reunió en un bar y brindaron con una mezcla de ron Bacardí, refresco de cola y jugo de limón por una Cuba libre. Desde esa época hasta nuestros días ha pasado más de un siglo, Cuba volvió a ser esclavizada por unos sátrapas y aunque la bebida ha sufrido algunas modificaciones, en esencia, sus ingredientes básicos se han mantenido.
Pero no crean que ahora mis escritos dejaran de lado la política para dedicarme a las bebidas espirituosas, que las disfruto, sino porque he de reconocer que así como una guerra dio paso a un inigualable cóctel, en el futuro se escribirán muchas líneas, se contarán verdaderas historias y se inventarán cosas (más allá que un cóctel) para rememorar la valiente, difícil y ardua lucha que hemos dado los venezolanos contra el más oprobioso y dictatorial régimen.
Sí el 19 de abril de 1810, el 5 de julio de 1811, el 24 de junio de 1821 y el 23 de enero de 1958 marcaron hitos en nuestra vida republicana, el 16 de julio de 2017 será una fecha que incorporaremos en el imaginario popular porque significará el desmontaje de unos mitos políticos, unas ficciones electorales y la caída de las caretas de muchos autócratas, unos cuantos pseudodemocratas y demasiados farsantes politiqueros que siempre se ampararon en el voto mientras les fue útil.
El Grinch del voto
El gobierno de Nicolás Maduro, sus serviles órganos de justicia y sus prostituidos organizadores de festines electorales se dieron a la tarea durante más de 2 años (desde el mismo día que perdieron por paliza la elección para la Asamblea Nacional) de evitar a toda costa un proceso electoral libre, directo, secreto y universal en la que se pudiese desnudar la pérdida del apoyo de la mayoría y el despilfarro de un valioso capital político.
Por eso se dieron a la tarea de alegar que no era que la oposición ganó la elección parlamentaria sino que sus seguidores se habían abstenido (argumentó que era repetido por algunos encuestológos para justificar sus errores muéstrales y como no pegan ni el sexo de un bebé a pesar de que existen solo 2 opciones y ecosonogramas que despejan cualquier duda), luego vinieron las trabas, revisión de firmas, controles, impugnaciones sobrevenidas, decisiones judiciales para que el Referendo Revocatorio perdiera su efectividad, pospusieron las elecciones a gobernadores que debían realizarse en diciembre de 2016 porque según ellos mismos no se podía organizar el revocatorio y las elecciones locales simultáneamente (con lo cual aceptaban lo que es un secreto a voces: que son unos incapaces que no pueden comer chicle y caminar a la vez) y finalmente se inventaron una renovación de partidos, que pospusiera aún más cualquier consulta porque, en su sapienza de burdel político, nadie lograría las metas ante tanto obstáculo inventado.
De ahí es que, ante el clamor porque nos contásemos, a los ventrílocuos que manejan al Grinch electoral de Nicolás Maduro les dio por inventar una elección por sectores ante el terror que les da ese disparate pequeño burgués que es la universalidad del voto, en que cada hombre no fuese un voto y donde los incapaces candidatos fuesen promocionados por un número a falta de ideas propias, mediana cultura y algún vestigio de liderazgo.
La Barquereña y El Miedo
Frente al pretendido secuestro de la democracia por parte del régimen, la eliminación de la separación de poderes y la elección como sus más elementales formas y ante la ilegalidad de lo que pretendían obligó a que los verdaderos demócratas gestionasen un proceso en que no hiciese falta el ministerio electoral de Tibisay Lucena, los inútiles que obedecen a los serviles Vladimir Padrino y Remigio Ceballos, las automatizadas máquinas fraudulentas del perverso psiquiatra y los operativos de los canales de televisión que servían para hacernos creer que estaban comprometidos con el país.
Los ciudadanos organizamos desde el voto hasta la totalización, pasando por la logística, el proceso, el escrutinio, la custodia y la cobertura a través de medios alternativos, lo que constituye en el mayor triunfo de la civilidad sobre la barbarie desde que la Barquereña y el Miedo pasaron a ser Altamira. El país que nació este 16 de julio, ese que no le para a las amenazas del obeso bravucón que regenta en Miraflores, gritó a pleno pulmón que desea ser y será una ¡Venezuela libre!
Llueve... pero escampa