martes, 29 de octubre de 2013

En Venezuela ¿Quién manda a quien?

Miguel Yilales
@yilales
Desde que se emitiera la primera comedia de situación (sitcom) de la historia, protagonizada por Lucille Ball y Desi Arnaz, “I love Lucy”, hasta nuestros días las relaciones de autoridad y de amor (entendiendo este último también como lucha de poderes) han marcado el camino a seguir de los guionistas.
Cuando empezábamos a vivir los estragos de los errores por el desconocimiento de las leyes básicas de la economía que nos llevaron al Viernes Negro y que aun hoy padecemos por la incapacidad de quienes hoy gobiernan, la televisión nos deleitaba con lo que vendría a ser uno de los sitcom más exitosos de finales de los años 80.
RCTV transmitió durante 8 años, 196 capítulos de la serie protagonizada por Tony Danza, un ex jugador de Grandes Ligas que trabajaba como ama de llaves de una ejecutiva de publicidad, interpretado por Judith Light.
Por supuesto hablo de aquel seriado ¿Quién manda a quien? en la que no se sabía si el empleado o la empleadora llevaban las riendas de la relación laboral, y hasta amorosa, entre ellos. 20 años después en Venezuela nos encontramos con la puesta en escena de esa comedia.

Soborno, censura, farándula militar y felicidad suprema

En días recientes quien dirige los destinos del país, hasta que se dirima ese don de la ubiquidad de su nacimiento, realizó cuatro actos administrativos que reflejan que en Venezuela no se sabe quien es el jefe, ni quién manda a quién.
En primer lugar presentó ante la Asamblea Nacional un proyecto de Ley Habilitante para la lucha contra la corrupción, lo cual es un oxímoron por ser este uno de los regímenes más putrefactos de la historia venezolana, para lo cual no cuenta con los votos para su aprobación pero hace maromas para comprar la conciencia, es decir sobornar, al diputado 99.
En segunda instancia creó por decreto el Centro de Estrategia de Seguridad y Protección de la Patria (Cesppa), cuyo fin ulterior es determinar que puede ser publicado por la prensa y que en principio debía reportarle a una “Dirección Político Militar de la Revolución Bolivariana”, organismo que solo existe en la mente de ñángaras castristas trasnochados.
Asimismo dio a los militares el control de un canal de televisión y los puso a administrar un banco universal, como si no fuese suficiente las veces que han quebrado el Sistema de Ahorro que opera el IPSFA (SISA) o su función fuese el show bussines del entretenimiento.
Y finalmente instituyó un viceministerio cuya denominación lo hace a uno creer fielmente que la suprema felicidad es cuestión de insania mental de quien se lo propuso a Nicolás Maduro, porque no debió haber sido idea de quien reconoció ante la Asamblea Nacional que hay situaciones como el cadivismo (sic), la corrupción, la escasez, la inseguridad, que nos aleja a años luz de la Suprema Felicidad Social.

Incapacidad y desatino

Pareciera que hay un comité político militar que nadie conoce y nadie ha visto; pareciera que hay militares en todas las instancias del poder participando en las decisiones, que por los resultados no han sido ni eficientes, ni eficaces; pareciera que hay un pajarito con acento caribeño (en sentido figurado, no como el que revoloteaba y trinaba en la iglesia) que toma las decisiones y que los nombres ministeriales que se le ocurren “no dan pie con bola”; pareciera que se permite que en La Casona, residencia presidencial, habiten quienes no le corresponde no vaya a ser que se descubran cosas con la estirpe que maduren un desalojo sin aviso y sin protesto.
Que en un solo día los afectos al gobierno nacional cierren las vías para que los trabajadores de la gobernación de Miranda no lleguen a Caracas, que los militares no enchufados del 4-F que debieron ser reenganchados por decreto presidencial protesten frente al TSJ por incumplimiento de lo prometido, que el gobierno imponga una fascista campaña con su guerrilla comunicacional en la que someten al escarnio público a líderes de la oposición y que un descabellado diputado amenace y se jacte de decir que espía y persigue a la oposición, solo es sinónimo del grado de despelote y anarquía en las líneas de mando de los hijos putativos del comandante.
Luego de 15 años aferrados a las esferas del poder, por lo menos debían tener claro que rol jugaba cada quien, pero en esta democracia tutelada, si es que tal cosa existe, siempre mandan los que tienen el control de las armas y aquí no se sabe quién lo tiene o ¿Quién manda a quien?

Llueve… pero escampa

miércoles, 23 de octubre de 2013

¿Corrupción? Yo no fui, ahí va el ladrón

Miguel Yilales
@yilales
Luego de los hechos de febrero de 1989 y de febrero de 1992, los periodistas José Vicente Rangel y Andrés Galdó, en sus columnas “Los hechos y los días” y “Laberinto”, se dieron a la tarea de denunciar el manejo de 250 millones de bolívares de una partida secreta del Ministerio de Relaciones Interiores.
Carlos Andrés Pérez fue acusado por malversación y peculado, que implicaba la utilización indebida de fondos del Estado y por 250 mil bolívares fuertes fue destituido.
Si hiciésemos un ejercicio veríamos que ese monto hoy serviría para comprar un auto compacto, un apartamento en pésimas condiciones o 2 televisores plasma de 64 pulgadas.
Nadie parece recordar que el cargo fundamental que, en definitiva, se formuló, no fue otro que haber financiado una misión policial que viajó a Nicaragua para contribuir con la seguridad personal de la presidenta electa Violeta Chamorro, y que entre los comisionados estuvo un conspicuo (no por ilustre) diputado, exalcalde y expolicía con problema de dislalia selectiva del fonema “r”, que hoy se muestra como adalid de la lucha contra la corrupción.

Yo te aseguro que yo no fui

Desde el año 1995 la organización internacional Transparencia Internacional publica el Índice de Percepción de la Corrupción que mide los niveles de percepción de corrupción en el sector público, entendiendo a ese flagelo como «el abuso del poder encomendado para beneficio personal».
De 180 países evaluados ocupamos los últimos lugares de la mano de Corea del Norte, Somalia, Afganistán, Iraq, Turkmenistán, Uzbekistán, Myanmar, Sudan y Haití. Todo un club de naciones honestas y democráticas.
Hay quienes creen que la corrupción se puede enfrentar por decreto. Otros juran que son prístinos paladines de la lucha contra la corrupción, como si nunca hubiesen ejercido un cargo público y sus gestiones no fuesen de dudosa ejecutoria.
Cada vez que se escucha, a quienes han gobernado y abusado del poder de manera absoluta, que ellos no son los culpables de la corrupción, es como sí se escuchara una versión particular de la canción de Pedro Fernández en la que jura que él no fue, en especial si dicen “cositas malas de mí”.

Ahí va el ladrón

El argumento usado para la solicitud de la Ley Habilitante es que servirá para la lucha contra la corrupción y quien no esté de acuerdo con ella es un corrupto. Nadie en su sano juicio se opondría a acciones concretas de sanidad administrativa, pero como la oposición ha solicitado que se destapen las ollas de los guisos rojos cuyo hedor pulula por doquier y no estar de acuerdo con la habilitante, se le acusa de deambular en galimatías.
Los adecos no gobiernan desde la destitución de CAP en 1993, los copeyanos desde 1984 cuando Luis Herrera Campins entregó el poder, Primero Justicia y Un Nuevo Tiempo nunca han regido el país. Desde 1998 estas organizaciones sí acaso han administrado algunas alcaldías y gobernaciones, pero son los responsables de la corrupción “doja, dojita” (Bernal dixit).
Hay que ser prestidigitador para decir que los niveles de corrupción que vive el país, luego de 15 años gobernados por la revolución, es culpa de Pérez, Caldera, Lusinchi, Herrera, Leoni o Betancourt.
Si existiese la mínima intención de lucha contra la corrupción debieran iniciar por nombrar a los magistrados del TSJ cuyos cargos son usurpados por suplentes con período vencidos, nominar al Contralor General de la República que está en un interinato desde el fallecimiento del titular y designar a los Rectores del CNE cuyo período feneció en mayo de este año. Esas vacantes o interinatos son una forma de corrupción.
Asimismo debieran investigar todas las formas de nepotismo que se ve en el gobierno, desde el florismo pasando por el nicolasismo, porque contratar a un hijo, un sobrino, los hermanos o los primos con cargo al erario público también es una forma de corrupción.
De igual manera revisar los saltos de talanquera de diputados como William Ojeda, Ricardo Sánchez o del 99, los cuales son otra forma de corrupción.
Estas y otras serían una buena señal para demostrar que hay intenciones para derrotar la corrupción, lo demás es un burdo, torpe y rustico show de la roboilusión, que es la principal forma de corrupción.
Hasta ahora los gritos estentóreos, histéricos y convulsivos, que desde la Casa de Misia Jacinta señalan que se combatirá la corrupción, solo sirven para indicar, como en el cuento aquel, “ahí va el ladrón”.

Llueve… pero escampa

miércoles, 16 de octubre de 2013

El títere que censuraba

Miguel Yilales
@yilales
En 1950 en los Estados Unidos ocurrió un magnicidio, de hecho es el único magnicidio ocurrido en toda la historia. Algunos podrán pensar que he cometido un gazapo y que la historia registra más asesinatos presidenciales o intentos de asesinatos: Abraham Lincoln (1er presidente asesinado durante su mandato), James A. Garfield (asesinado a los 6 meses y 15 días después de acceder al cargo) o JFK asesinado en un mes de noviembre, eso fuese cierto si estuviese historiando a la nación del norte, pero es a Venezuela a la que hago referencia, que para ese entonces ni era República, ni era Bolivariana, sino Estados Unidos de Venezuela.
Con el asesinato de Carlos Delgado Chalbaud, se han tejido distintas teorías conspirativas desde la autoría de Marcos Pérez Jiménez (a la postre el gran beneficiado), pasando por la participación del imperio norteamericano que necesitaba un personaje más dócil en la primera magistratura, hasta llegar al lamentable desenlace de un secuestro realizado motu proprio por Rafael Simón Urbina, quien luego de ser gobernador, fue acusado y enjuiciado por enriquecimiento ilícito, por lo que decidió cobrar justicia por sus manos.

Entre fantoches y censores

Con la muerte del presidente, Teniente Coronel, comandante en jefe de la fuerza militar, se generó una crisis política que obligó a que se encargase del poder un civil, Germán Suárez Flamerich, que en todos sus actos aparecía franqueado de militares (como se podrá ver no escribo de Chávez, ni de Maduro y mucho menos de un alcalde detenido por corrupción, que luego salga a buscar justicia).
Una de las primeras medidas implementadas por el fantoche de entonces, impulsado por los militares detrás del poder o al lado de él, fue la designación de un experto sabueso policial, Pedro Estrada, para que se encargase de la Seguridad Nacional y acabase con el enemigo interno.
La censura a los medios de comunicación no se hizo esperar, los periódicos debían someterse al lápiz rojo de Tinoquito, mote con el que se conocía al censor gubernamental Manuel Vicente Tinoco.
La prensa se doblegó bajo el yugo de la censura y lo que es peor de la autocensura. La Esfera, Últimas Noticias y La Religión fueron bastiones contra la opresión. Luego se uniría El Universal y El Impulso hasta que el régimen implosionó.
Y es que tanto antes, como ahora hay diferentes mecanismos para censurar a la prensa. Bien por la compra de medios, la restricción de insumos o por la vía de la sanción, la persecución y la intimidación.

Censura que el oprobio queda

Como los controles han sido insuficientes, ante la irreverencia de la prensa, el gobierno (ahora sí hablo del presente) decretó la creación del Centro Estratégico de Seguridad y Protección de la Patria (CESSPA), nombre rimbombante para los nuevos “tinoquitos” y sus lápices rojos, rojitos.
Un organismo que “…evaluará las informaciones de interés para el nivel estratégico de la nación, asociada a la actividad enemiga interna o externa, provenientes de todos los organismos de seguridad e inteligencia del Estado y otras entidades públicas y privadas, según lo requiera la Dirección Político-Militar de la Revolución Bolivariana".
Es decir gracias a esto descubrimos que hay enemigos internos, como en 1950, y que los verdugos obedecen al partido militar de turno, como en 1950.
Es que los regímenes totalitarios que esconden su naturaleza de lobo bajo la piel suave de oveja, propugnando un falso nacionalismo que en realidad es entreguismo, con grandes negociados que dejan a sus miembros jugosas comisiones, donde se irrespeta a la autonomía de los poderes, por desprecio a los postulados de les encyclopédistes o porque quienes dirigen esos poderes son fichas del partido, siempre requieren mostrar la mano férrea contra sus enemigos políticos y recurrir al asesinato, la tortura, las cárceles, el exilio y la censura rigurosa de la prensa.
En Venezuela se practica una censura disfrazada de legalidad. Se prohíbe por decreto el libre ejercicio del periodismo. Se multa a los valientes y se les tortura física y psicológicamente. Se impone el terror buscando desesperadamente el silencio.
Es bueno recordar que a partir de 1958 casi nadie va a recordar al títere, muy pocos añoran al titiritero. Cuando el guiñol baja el telón, surge la verdad y el oprobio persigue a los impíos que arruinaron y devastaron su propio terruño. Hay que verse en el espejo de la historia, llámese uno Germán o Nicolás.

Llueve… pero escampa

miércoles, 9 de octubre de 2013

Con la “B” de Maduro

Miguel Yilales
@yilales
La imagen legendaria es de vital importancia en la política contemporánea. Tan es así que sobre los hechos y los personajes que han hecho vida en ese mundo siempre se han tejido mitificaciones.
Manuel García-Pelayo, en su obra “Mitos y Símbolos Políticos”, dice que el hombre se apega a los mitos, es decir a las representaciones mágico religiosas, con la finalidad de trascender a este mundo y en la mayoría de los casos para que sean aceptados sus conceptos y representaciones por sus congéneres.
El mito no es un acto intelectual sino afectivo, que se basa en la captación inmediata y totalizadora, de una “verdad” relacionada con las tendencias de un pueblo, de un partido, de una clase.

De la literatura a la realidad

En el mito del Rey Arturo este ha pasado a la iconografía popular como sinónimo de inteligencia, honor y lealtad. Su espada Excalibur, un símbolo del poder legítimo. Camelot, un lugar idílico de igualdad, justicia y paz. El hecho de que Arturo y sus caballeros se reuniesen en torno a una Mesa Redonda, parece indicar que Arturo era, conforme a la expresión latina, un primus inter pares.
Ya más en nuestras latitudes Rómulo Gallegos se montó en sus obras sobre el mito de que la civilización siempre derrotaba a la barbarie, verdad que ha terminado trastocada en mito, luego de la llegada al poder de la revolución bonita.
Y el presidente Chávez cabalgó sobre el mito de la invencibilidad: “el siempre vencedor, nunca vencido”. Para él la teoría de Clausewitz de que la guerra es un acto político, le sirvió para usarla a la inversa, en el que todo acto político era una guerra. Con los poderes públicos rodillas en tierra postrados ante la Revolución y mediante el fraude continuado del uso del erario público para hacer proselitismo político, obtuvo su fin.
Hitler también se cubrió de mitos. Él también hablaba de su invencibilidad, que solo era comparable con su imbecilidad de creerse victorioso y eterno, aun sitiado por los rusos.

De la Democracia a la Asnocracia

Cuando Herman Escarrá, antes de ser tránsfuga ideológico, definió a los últimos 14 años como la “Asnocracia”, creíamos que hacía uso de un lenguaje retórico y poético, no que fuese realidad.
Ser el sucesor, heredero y favorecido, por encima de la casta militar golpista originaria, del monstro político que era Hugo Chávez no es fácil. Sus anécdotas y cuentos muy dados en el llanero, no son lo mismo de los labios de un caraqueño, cucuteño o bogotano, no porque el sea de alguno de esos lugares, sino por las dudas razonables que ha tejido el mismo Nicolás Maduro sobre su origen, bien como estrategia del mito o por temor a ser desenmascarado.
Nicolás Maduro, al no tener capital político y formación académica, pero sí una angiografía en Wikipedia, tenía que formar toda una mitología a su alrededor.
Pareciera que la estrategia escogida fue la de rodearse del mito de la ignorancia, no tanto como un intento por ridiculizar el conocimiento, en tiempos del socialismo del siglo XXI vinculado con las élites, sino para ser el más popular y el más gracioso.
Desde ahí que empezó a trastabillar idiomáticamente, buscando ser llamado el bruto de la partida. Y tiene que ser una estrategia bien montada por los cubanos, porque a nadie se le ocurriría que esto de los millones y millonas, Chávez el Cristo Redentor, la ninfomanía de los dólares, el heroico bloqueo a Cuba (¿?), sea producto de la ignorancia real de ningún ser humano.
Aunque luego de escuchar a Nicolás por horas y horas en su alocución ante la Asamblea Nacional para pedir todos los poderes políticos extraordinarios y ejercerlos sin limitación, es decir para ser dictador, y no escuchar una sola idea coherente, más allá de los intentos por hacer reír a los diputados de oposición que estoicamente aguantaban para no arquear en el hemiciclo, me han hecho entender que el problema no es el mito, sino su realidad, lo cual pudiese no importar sino viviéramos esta tragicomedia.
Además lo extraño de ese camino es que en mis años de docencia y en mi largo transitar profesional aun no he conseguido al primer padre que diga con orgullo “mi hijo es el más bruto de la clase” o “felicita a mi hijo tiene todas aplazadas”.
Pero como esa ha sido una estrategia para crear el mito alrededor del primer mandatario nacional, debieran decretar que a partir de ahora en nuestras escuelas los niños empiecen a preguntar “Maestra: con qué se escribe con “V” de vaca o con “B” de Maduro”.

Llueve… pero escampa

miércoles, 2 de octubre de 2013

No es la cuarta, ni la quinta, es la reversa

Miguel Yilales
@yilales
En Venezuela se acabó desde hace una década todo vestigio de tolerancia, esa forma de ser del venezolano afable, amable, cordial y agradable fue trastocado por un discurso desestabilizador y de guerra que se incoó en los tuétanos de unos resentidos que llegaron a gobernar para exacerbar una supuesta lucha de clases que no se corresponde con nuestro mestizaje.
No importa que tengamos ciudades que dignamente se reconocen por su idiosincrasia como de la cordialidad o de los caballeros, por su paisajismos como la de los Crepúsculos, por su clima como la tierra del sol amada o por lo cosmopolita como la sucursal del cielo, porque hoy algunas de las aquí nombradas, no es para desestabilizar, están entre las 50 ciudades más peligrosas de América y de eso no hay responsabilidad.
Es que al momento de buscar responsables, siempre hay a quien echarle la culpa. El grupo que gobierna el país como su hacienda particular desde hace 15 años, es decir 3 lustros o quinquenios del período civil de nuestra democracia, siguen achacándole sus errores al pasado, como que sí su periplo gubernamental no fuese también parte del pasado.
Haciendo un ejercicio mental, imaginemos que Carlos Andrés Pérez hubiese culpado del Caracazo (1989) al gobierno anterior de Carlos Andrés Pérez que nacionalizó el petróleo en 1976. Es que nadie en su sano juicio se le ocurriría tal cosa, pero sabemos que juicio es lo que escasea en esta Revolución.

Sectarismo e intolerancia

En días recientes la pianista venezolana Gabriela Montero le tocó vivir la intolerancia en un concierto en Brasil. Intolerancia al arte por expresar en su obra “Expatria” que la violencia y la corrupción tomaron por asalto el país, que hay una inmensa mayoría de compatriotas que no pueden decir como se ha perdido la patria, que un camionero ahogándose en su propia sangre no importa frente al saqueo de la mercancía que transporta, que la política corrupta, deshonesta y que sirve a los interés de aquellos que se están enriqueciendo, solo ha producido más miseria.
Eso generó improperios y ataques de un tarifado. La audiencia y la orquesta se solidarizaron con ella. La pianista valientemente ignoró al desadaptado y trató de comenzar, pero ante el saboteo del sátrapa, se levantó del piano y le espetó desde el fondo de su alma y corazón “yo soy venezolana y sé exactamente lo que estoy diciendo y por qué lo estoy diciendo”. Hay quienes dicen ser presidente, comandante en jefe y hasta esposo de la primera “combatienta”, que ni siquiera pueden demostrar sus orígenes y menos gritarlo a viva voz sin que le salga el acento cubano o su cuna colombiana (Walter Márquez dixit).
El que Montero se sintiese execrada, como lo fueron en su época Serguéi Rajmáninov quien nunca pudo regresar a su Rusia natal por culpa de una revolución; Frédéric Chopin quien saliendo de su Polonia para perfeccionar su arte, lo más cercano que estuvo de su tierra fue aquella que llevó en una copa de plata, regalo del día de su partida y Serguéi Prokófiev uno de los compositores rusos más prolíficos del siglo XX quien fue acusado de “formalista” y censurado por su poco realismo socialista, lo que conllevó que su esposa Lina fuese enviada a los gulag hasta la muerte de Serguéi, al ser acusada de espionaje por visitar a las embajadas, pareciera ser el signo con que pretende tratarnos esta revolución: socialista, trasnochada, periclitada y caducada.

Tira la palanca y endereza

De seguir por esa vía dentro de poco debieran acusar de agentes extranjeros a todos los deportistas que se acercan a la embajada americana a solicitar la visa para jugar en el mejor béisbol del mundo, a los miembros del PSUV que abjuran del imperio pero corren prestos a fotografiarse con el mayor símbolo del consumismo norteamericano Mickey Mouse, a los miembros de la familia presidencial, la anterior y esta, que con su cupo de Cadivi hacen de las suyas en los mercados capitalistas del mundo, bien sea en Shangdong, París o New York y a los que dominen esa perversión de idioma universal que es el inglés, no vaya a ser que por ahí se fragüe la conspiración.
Como dice el cantante dominicano Juan Luis Guerra en su canción “La Guagua”, en Venezuela tenemos que tirar la palanca y enderezar el rumbo, porque vamos en reversa. No es la 4ta, ni la 5ta, es la reversa. Gracias a la aldea global de McLuhan todos sabemos que es una guagua y quien está manejando en reversa.

Llueve…pero escampa