Miguel Yilales
@yilales
Hay situaciones en que algo ocurre y termina sorprendiéndote
de por vida, hay otras que vistas la primera vez, la segunda no sorprende.
Cuando se proyectó por primera la trilogía de la Guerra de
las Galaxias, la escena donde Darth Vader le dice a Luke Skywalker que es su
padre, fue memorable y sorprendente, pero para los jóvenes de hoy es una escena
sin emoción porque la segunda trilogía le quitó el factor sorpresa.
En nuestra domestica política nos encontramos a diario con
personajes que actúan repitiendo frases como para sorprender, sin darse cuenta
que lo que menos hacen es causar asombro.
Pataletas y gritos son la forma de dialogar que conocen
quienes se vuelven locos con una cuota de poder, que por demás es efímera, y si
no lo creen pueden usar los servicios algún médium para que los contacte con el
más allá.
Es como cuando hay un personaje que se dice presidente de
una república pero necesita decírselo a sus gobernados o recordarle a los
militares quien es el comandante en jefe, la primera vez puede sorprender, en
especial cuando sus orígenes son difusos y su ascenso al poder inverosímil para
la mayoría, pero la repetición de la cantaleta termina siendo fastidiosa y
carente de sentido, a menos que hasta él dude de lo que llegó a ser.
Acúsalo con tu mamá
En estos días en un arrebato de rabia y de indignación a ese
residente temporal, sé que suena a cuando a los extranjeros le dan ese estatus
pero me refiero al palacio presidencial, le dio por botar a gritos a un
burgomaestre por pedir por la liberación de los presos políticos y por tratar
de explicar la situación de la inseguridad, una percepción que solo la ven
quienes salen sin escoltas y terminan asesinados a golpes por unos zagaletones traficantes
de drogas.
Los gritos estentóreos comenzaron por exigir, casi que a
nivel de impetración, para que lo reconocieran y lo aceptaran como cabeza del
Estado y del régimen que preside, a tal punto de agarrar la pelota y llevársela
como hacía el personaje de cachetes inflados que vivía en una vecindad mexicana.
Que se le reconozca como responsable del desastre que
vivimos, no es como para hacer una fiesta, pero las incongruencias son propias
de los que no saben sobre que hormiguero están sentados.
Pasarse la vida despotricando del imperio norteamericano
pero disfrutando de sus atracciones, parques, centros comerciales y seguir subsistiendo
por las ventas de petróleo, no era muy revolucionario.
Siempre creí que la confrontación era para demostrar cual
malvada era la política de los estadounidenses y que el mayor orgullo
revolucionario era ser objeto de sanciones por parte de la nación del norte,
pero resulta que apenas llegan las condenas, se envía a un extirapiedras y piromaníaco
de autobuses a llorar ante un club de amigos porque le quitaron la pelota.
Los revolucionarios del mundo, con el Foro de Sao Paulo
incluido, esperaban una actitud férrea y combativa de los paladines de la lucha
de los desposeídos y herederos del hombre más grande parido por la historia,
nada de salir corriendo a esconderse en los museos militares de los países de
Suramérica.
Pacotilla de sobra
En respuesta a tal atropello, la primera acción de carácter
independiente, soberano y de autodeterminación de esta nación es firmar
multimillonarios convenios con las norteamericanas empresas socialistas Halliburton,
Schlumberger y Weatherford, para demostrar cómo se puede desestabilizar todo el
sistema mundial endeudándonos con nuestros agresores.
Pero ese fenómeno de inconsistencia y desvarío político no
es exclusivo de quienes creen que gobiernan. Entre quienes aseguran que son
opositores también está presente.
Hay quienes perjuran que por hablar en cadena nacional y que
de ahí surgiese un rap, sus niveles de rechazo desaparecieron. Que la gente ría
de sus ocurrencias y su mancebía política frente a los amateurs del gobierno,
no significa que se convirtió en el pontífice de la estrategias políticas, como
para proponer que el que no comulgue con su catecismo monte tienda aparte,
primeramente porque no califica como guía moral o político y en segunda
instancia porque su gesto lo asemeja a lo que el supuestamente rechaza: el
autoritarismo militarista, castrista o chavista.
Es que en el régimen y en la oposición hay muchos
autoritarios y arbitrarios de pacotilla que necesitan gritar y demostrar que
son los jefes que mandan, para luego implorar porque les hagan caso.
Llueve… pero escampa
Maduro esta tan consciente de su ilegitimidad como presidente que necesita constantemente solicitar y escuchar que es reconocido como tal! Que situación tan patética... parece quien esta detrás de su pareja todo el día preguntándole si de verdad la quiere...
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