miércoles, 10 de julio de 2013

FAN: ¿Leales? ¿A quién?

Miguel Yilales
@yilales
Muchas personas claman por la intervención de las Fuerza Armada para la solución de sus problemas. Desde lo doméstico, para el que cuentan con un amigo en la Guardia Nacional, hasta para los grandes temas de la nación.
Cada vez que hay una situación política grave, una de las primeras expresiones que surgen es “…y los militares no van a hacer nada”.
Hay otros más conocedores del tema, que pontifican cual debe ser la actitud correcta de actuar de los integrantes de los militares que por ley tienen el monopolio legal de las armas (porque el ilegal está en manos de pranes, que no existen (Iris Valera dixit) pero gobiernan desde las cárceles), y le exigen pongan en orden al gobierno, que en otras palabras es: depongan al gobierno.
Cuando Augusto Pinochet, por clamor de las fuerzas vivas de Chile, derrocó a Salvador Allende, lo hizo por amor a la patria y por ser el único capaz de salvar la república de las manos ignominiosas que habían llegado al poder por el voto popular. Esta suerte de redentor no abandonó el poder sino 17 años después ¿Y es que esos no fueron los argumentos usados por esa suerte de mesías criollo, que se “sacrificó” con un golpe contra el Estado al que había jurado defender, por ser el ungido de los libertadores, garante de los ideales bolivarianos y heredero del último hombre a caballo?
Lealtad no es patriotismo
Cuando revisamos la historia de la fuerza armada venezolana, que no nació en el siglo XIX, como ellos mismos creen, que no son herederas de glorias patrias, ni forjadoras de libertades, porque surgen de la mano férrea de uno de los gobernantes más déspotas que conoció nuestra historia, Juan Vicente Gómez, nos encontramos que siempre han guardado fidelidad al gobierno de turno.
La salida intempestiva de Marcos Pérez Jiménez, estuvo precedida por algunos movimientos insurreccionales, pero no fue ni por asomo una rebelión cívico militar como algunos pretenden hacer ver.
Ante los hechos de El Porteñazo y de El Carupanazo, las Fuerzas Armadas mayoritariamente actuaron de la mano del gobierno, así como también lo hicieron cuando la verdadera “planta insolente” de barbudos milicianos cubanos pretendió invadirnos.
Hay quienes piensan que la lealtad es patriotismo y tratan de representarlo a través de cánticos. Hay patriotas que pueden tener lealtad, pero no en todos los casos los leales son patriotas.
Y es que algunos patriotas, terminan convertidos en chauvinistas, como el inefable personaje de la comedia La cocarde tricolore de los hermanos Cogniard, en donde el actor con el nombre de Chauvin, personificaba un patriotismo exagerado con la manía de culpar de los males propios a otros países, regiones, pueblos y razas.
Sobre mi caballo yo, sobre yo…
No existe acuerdo entre los filósofos sobre a que cosas o ideas es que se puede ser leal. Algunos creen que se puede ser leal a un espectro amplio de cosas, mientras otros arguyen que solo se puede ser leal a otra persona.
La Encyclopædia Britannica define la lealtad como la “adhesión al soberano o gobierno establecido del país de uno” y también como “devoción personal y reverencia al soberano y a la familia real” ¿Entonces porque extrañarnos de la actitud de una Fuerza Armada Bolivariana, Socialista, Chavista y Antiimperialista?
Cuando una fuerza armada, cuyo fin ulterior es prepararse para la guerra, se cree el garante de la República, se comprueba que distamos de ser un Estado. Cuando los ciudadanos reclaman y exigen que sean los militares los que restituyan el orden constitucional, contra un gobierno presidido o tutelado por los mismos militares, se demuestra que distamos de ser una sociedad de ciudadanos.
Lo que los venezolanos hagamos por salvar la institucionalidad y la República, por regresar a la senda de la democracia, el desarrollo y el progreso, es nuestra responsabilidad, no podemos esperar, por una fuerza armada que se encuentra en la comodidad de las mieles del poder, leal a sus propios intereses.
Ellos van tras un caudillo: Il Duce o el Führer, en ambos casos traducibles como guía o conductor; siguieron a Mao «el Gran Timonel»; respaldaron a Ceauşescu el «Conducător»; amaron a Kim Il Sung «Gran Líder» y a su hijo, Kim Jong-il, el «Querido Líder» y en Venezuela elevan a los altares de la patria al «Líder Supremo de la Revolución». Mientras los ciudadanos no actuemos, la FAN le será fiel a quien le garantice su mejor vivir y la República que espere el sueño de los justos.

Llueve… pero escampa

8 comentarios:

  1. Estimado Profesor, comentando su artículo con el cual acuerdo en la necesidad imperiosa de una actuación personal más allá de la petición milagrosa que grupo o persona alguna resuelva en nuestro nombre, considero la lealtad como la conciencia plena de los valores personales para ser fieles a ellos, entendiendo que la patria reclama venezolanos con ciudadanía cambiando desde adentro como personas, para sumar en lo pequeño y lograr así la patria grande que todos deseamos.

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    1. Gracias Ricardo por tu comentario, realmente estamos ante un gran dilema si no nos ocupamos como ciudadanos

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  2. La Historia no se equivoca y puede repetirse, asi come oen chile o egipto, hay la posibilidad de una opcion Militar para restituir el orden?
    ya veremos

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Estimado Miguel.
    Excelente análisis respecto al tema de la FAN como solución a los problemas del país. Recuerdo que poco después de haber pasado a la situación de retiro en el 2008, me invitaron a una reunión en la cual habían varios políticos y analistas generadores de opinión, y en la conversación salió el tema que tocas hoy, y les hice un análisis similar al que propones, y concluí explicándoles que si la solución del país es militar, entonces el problema no sería Chávez y todo lo que el representa, ya que él era militar, y este gobierno (o desgobierno como prefiero llamarlo yo) lejos de ser cívico - militar, es militar y nada cívico.

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    1. Antonio tienes toda la razón... siempre es más fácil pedirle a los militares que solucionen el problema y luego que... El problema no es el desgobierno somos nosotros mismos

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