lunes, 3 de julio de 2017

Cavernícolas con poder

Por Miguel Yilales
@yilales
El mismo mes y año en que Caracas ardía por los 4 puntos cardinales, como consecuencia de una insurrección popular, se estrenaba en el cine mundial la película “Sexo, Mentiras y Video”. Según la caterva gobernante “El Caracazo” fue el génesis de esta bazofia de revolución, es decir, el pecado original que nos condenó al infierno en la Tierra, aunque todos sepamos que es una conveniente mentira para justificar los arteros golpes de Estado de 1992 contra el último intento por implementar medidas que nos sacasen de un modelo paternalista y nos convirtieran en un país moderno, con libertades económicas y con una verdadera descentralización.
Esa película ha sido tan icónica que muchos titulares de periódicos,  episodios de las series de televisión y artículos de prensa han jugado con el título del film, usualmente en la forma de sexo, mentiras y otra cosa o algo, mentiras y video. Desde El Aprendiz (cuando Donald Trump era un showman sin investidura presidencial) hasta Los Simpson han emitido capítulos con ese nombre. Un fenómeno que ha cobrado vida propia, más allá del impacto mismo de la película. Por ello es que un régimen fatuo, pantallero, mentiroso, fraudulento y dirigido por un aprendiz de tiranozuelo tenía que armar una tramoya con videos y mentiras por doquier, lo único que le ha quedado a una revolución que no engatusa ni a su propia gente.
Helicóptero, mentiras y videos
Es que esta semana la mala copia de Goebbles, el mismo inefable ministro que daba los partes médicos de un moribundo que trotaba, que jugaba pelota entubado, que se reunía por horas con los ministros y firmaba decretos a pesar de estar en coma, salió a explicar que un “traidor” no sólo había robado un helicóptero de la base aérea castrense que sirve a Caracas sino que sobrevoló los edificios de los Poderes Públicos. Lo insólito fue que por complicidad o ineptitud (a confesión de parte, relevo de pruebas) no despegó ninguna aeronave a interceptar tan peligrosa amenaza.
A partir de ahí el comisario Oscar Pérez se convirtió en un extremista que actuó como lobo solitario, dirigido por el imperio norteamericano (cuando no), para atentar contra la República. Él condujo un ataque desde un helicóptero no artillado contra la sede del TSJ. Perforó algunos ventanales con su arma de reglamento y lanzó varias granadas que “no explotaron por la rápida acción de los custodios del TSJ” (Maikel Moreno dixit) con lo cual imagine a unos heroicos custodios acostados sobre las granadas hasta que le colocan el pasador de seguridad (toda película de acción tiene una bomba que es desactivada en la última fracción de segundo).
Para rematar le agregaron un preescolar, que dizque aún tenía los hijos de unos trabajadores que habían salido de laborar tres horas antes de los hechos, para convertir la decisiva y valiente acción de un funcionario comprometido con la democracia en un despreciable acto de cobardía y traición. Resulta que el helicóptero, que no estaba en el guion de Villegas, hizo una incursión sin víctimas, menos de las que tiene, entre pecho y espalda, el expresidiario que preside el máximo órgano de injusticia del país.
Se les cayó la careta
El libreto solo contemplaba las amenazas de Nicolás Maduro de imponer los cambios de la Constituyente a troche y moche (por las armas de no tener el favor popular), unas cajas (con logos del CNE) que meterían de contrabando en el Palacio Federal Legislativo para acusar a los diputados  de conspiradores, la movilización de unos tanques que ya estaban en alerta y las destempladas monsergas de un exalcalde lengua mocha que llamaba al pueblo (nadie le paró) a defender a la revolución, lo cual desviaría la atención de una írrita sentencia del TSJ que despojaba de las funciones a la Fiscal General para dárselas al servil defensor del pueblo (minúsculas adrede).
Lo cierto es que este show develó varias cosas: que todo plan chucuto tiende a salir mal; que el alistamiento operativo de los militares y las defensas aéreas capitalinas son una quimera; que por mucho Estado policial no controlan a todos; que los diputados les ganaron de mano; que nadie les apoya y que frente al bochorno solo les quedó recurrir a un troglodita actorzuelo de reparto para que, a través de un video chimbo, usara el manido argumento que el mundo es de los bravucones y no del hombre justo que obedece a su conciencia, con lo cual se mostraron tal cual son: cavernícolas con poder.

Llueve... pero escampa

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