domingo, 9 de julio de 2017

Hasta con el mazo

Por Miguel Yilales

@yilales

La historia venezolana, esa que apenas aparece mencionada en los textos escolares, tiene vergonzosas verrugas purulentas (sin alusiones a ningún personaje), que de poder regresar en el tiempo, debieran ser extirpadas para evitar sus consecuencias. Fueron instantes que cambiaron el curso de los acontecimientos para meternos en vericuetos inimaginables e infranqueables.

Tan solo en el siglo pasado, sin considerar que dilapidamos ingentes  fortunas, que pasamos de ser la envidia de Latinoamérica a la hermanastra fea de la Cenicienta en un abrir y cerrar de ojos, que vivimos la bonanza de la Venezuela Saudita por 10 años y hemos padecido la debacle del Viernes Negro por casi 40, pudiéramos nombrar algunos: el golpe de octubre de 1945 que dio paso al Trienio Adeco y como consecuencia nos sumió en 10 años de desgraciados gobiernos militares, el juicio a Carlos Andrés Perez una estocada que aceleró el derrumbe de la democracia y abrió el camino al socialismo del siglo XXI o el discurso de Rafael Caldera ante el Congreso, en 1992, que lo llevó a la presidencia desde donde sobreseyó a quienes habían atentado contra el Estado.

Fiesta en casa ajena

Pero ningún hecho tan pernicioso como el acaecido en 1848 cuando el Congreso de la República fue asaltado por unas turbas afectas a José Tadeo Monagas, lo que permitió las memorables palabras de Fermín Toro:  «... Decidle al general Monagas que mi cadáver podrán llevarlo, pero que Fermín Toro no se prostituye...». Un pasaje tan bochornoso que nadie imaginó pudiese volver a acontecer aunque cuando un país tiene el infortunio de estar gobernado por unos ignorantes, tramposos y resentidos lo inimaginable puede repetirse. Desde hace 18 años quienes han gobernado a Venezuela se han empeñado, con ahínco y dedicación, a llevarnos al pasado.


El mismo día en que se conmemoraba la Declaración de la Independencia  del imperio español, a mi juicio la fecha más importante de nuestra vida republicana, las huestes armadas del Monagas del siglo XXI (quizás mandadas por el paisano de José Tadeo que es teniente-capitán) tomaron por asalto el Palacio Federal Legislativo, bajo la mirada cómplice y complaciente de los encargados de la seguridad, y arremetieron contra los parlamentarios que ahí se encontraban.

Las imágenes, videos y testimonios no tardaron en darle la vuelta al mundo y ratificaron lo que es vox populi en toda la comunidad nacional e internacional: que estamos en las garras de unos sanguinarios, que a estos delincuentes les sabe a carato el Estado de Derecho, que las protestas en la calle los tiene locos y que por soberbios dilapidaron el poquísimo capital político que les quedaba.


Aunque todo el mundo puso el ojo a este hecho, en especial por la violencia y lo dantesco de las imágenes (recordemos que tan solo una semana antes, el 27 de junio, el parlamento había sido acosado por los mismos facinerosos y no hubo ninguna consecuencia), más grave fue lo ocurrido en horas de la mañana de ese mismo día, cuando los guapetones del barrio hicieron fiesta en casa ajena sin invitar a los dueños. 

La joya de la corona

Resulta que Tareck Al Aissami invadió la sede del Poder Legislativo junto al tren ministerial, el alto mando militar y mucho público de galería para abrir el acta de la Independencia sin coordinarlo con la junta directiva del parlamento, por cierto una actividad protocolar que siempre la ha realizado el presidente de la república y a uno le queda la duda ¿Le pasaron por encima a Nicolás? ¿Tareck usurpó a Maduro? ¿Será que a Maduro le importa más el 20 de julio que el 5 de julio? o ¿las luchas intestinas dentro del gobierno hacen que cada facción de esa mafia actúe como radical libre?


La verdad es que el alevoso ataque en los que salieron heridos varios diputados, la presión de más de 100 días de protestas en la calle, la resistente irreverencia contra la brutal represión policial y militar, el casi unánime rechazo a la írrita constituyente, la pérdida de la iniciativa política, las desacertadas decisiones del apéndice judicial del gobierno y el bochorno ante la comunidad internacional puso en jaque al régimen, a tal extremo de tener que darle medida sustitutiva de casa por cárcel a Leopoldo López, la joya de la corona de Nicolás Maduro y el preso personal de Diosdado Cabello, a quien parece se le perdió el mazo con el que la oposición le está dando, hasta por el cielo de la boca, al desgobierno revolucionario.

Llueve... pero escampa

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