miércoles, 10 de abril de 2013

Soy venezolano y apuesto por Venezuela

Miguel Yilales 
@yilales
Hay decisiones que definen el futuro. Esas decisiones son de vida porque nos precisan como personas o simplemente determinan nuestra realidad actual y futura. La decisión de las personas con las que elegimos rodearnos o entregar los destinos de una nación puede circunscribirse a estos ámbitos, dependiendo de la naturaleza y del compromiso ciudadano. 
El tema aquí es que puede haber dos personas que te gustan, que te atraen, y debes elegir a sólo una de ellas. Por cuestiones políticas, sociales, éticas, morales o ciudadanas se debe elegir y esa es la encrucijada: ¿Cómo decidir? 
Pues es tan sencillo como decir: se elige eligiendo. Hay uno que seguramente cumple más y mejor con tus expectativas. Puede que te debatas entre el compromiso y el brete, la virtud y el vicio, la verdad y el engaño, el respeto y el insulto, la honestidad y la mentira fresca, la consideración y la humillación. Puede que la decisión implique sacrificio, desprendimiento, para renacer con fortaleza, pero tienes que tomarla. 
La renovación del águila 
No hay historia de sacrificio, sin dolor, así nos refiramos al ser más poderoso de la faz de la tierra. 
El águila por su altivez fue el símbolo de los persas quienes la tomaron por insignia militar, posteriormente fue el emblema de la república romana y de los emperadores de Oriente y de Occidente. El águila también figuró como símbolo de las legiones romanas. 
Isabel la Católica incorporó el Águila de San Juan, el evangelista, como soporte al escudo de los Reyes Católicos. Hasta los Estados Unidos de América la asumió como su símbolo. 
El águila no es un pajarito cualquiera, es un ave depredadora, rapaz. No se la pasa trinando, gorjeando o canturreando, es majestuosa. En nuestras selvas venezolanas habita la segunda más grande del mundo: el águila arpía. 
Esta ave rapaz es longeva, puede llegar a vivir 70 años, pero, para llegar a esa edad, debe tomar decisiones. 
A los 40 años, sus uñas están apretadas y son flexibles, por lo cual no consigue tomar las presas de las cuales se alimenta. Su pico puntiagudo se curva, apuntando contra su pecho. Sus alas están envejecidas, son pesadas y sus plumas gruesas. Volar se hace difícil.
Entonces el águila tiene solamente dos alternativas: morir o renovarse. Este proceso consiste en volar a lo alto de una montaña y quedarse allí, donde no tenga necesidad de volar. 
Después de encontrar ese lugar, golpea su pico en la pared, hasta conseguir arrancárselo. Después de arrancarlo, debe esperar el crecimiento de uno nuevo, con el que desprenderá una a una sus uñas. Cuando las nuevas uñas comienzan a nacer, empezará a desprender, sus plumas viejas. Después de un tiempo, hace el famoso vuelo de renovación, para vivir más. 
“Es la decisión, estúpido…” 
Bill Clinton, más recordado por su sagacidad que por sus devaneos amoroso, lanzó en 1992 la frase “es la economía, estúpido” (the economy, stupid) con la que derrotó a George Bush, nunca se imaginó que terminaría por popularizarse y que serviría para destacar los más diversos aspectos esenciales de la vida. 
Cuando descubrimos a águilas que no lo eran porque no fueron capaces de sacrificarse y prefirieron sucumbir sin renovarse, aferrados al poder y siguiendo las erudiciones de la especie más vetusta de nuestro Caribe mar, la providencia viene y nos pone frente a quien, pudiendo quedarse en la comodidad de un cargo o en el lujo de sus bienes de cuna, sí ha sido capaz de entender la palabra sacrificio y compromiso por el país. 
Llegó el momento de renovarnos como sociedad y como país, demostrar que, como el águila, somos capaces de sacrificios para ser mejores y tener un futuro promisor. El albur nos puso frente a otra oportunidad de salir y votar pensando en nuestros hijos, la familia, los amigos, los vecinos. No podemos optar por la comodidad de apoltronarnos. 
Para ser ciudadanos y enfrentarnos a la cleptocracia que se incoó en la sociedad venezolana, debemos salir. Para derrotar el “yo ordeno y tú cumples” y cambiarlo por la convicción ciudadana, debemos salir y votar. Para enseñarles a nuestros hijos y jóvenes, que en este país de oportunidades, el estudio y no el oportunismo clientelar nos hace mejores ciudadanos, debemos salir, votar y contar. Para que tengamos un futuro que se deslastre del siglo XIX y nos traiga por fin al siglo XXI, debemos salir, votar, contar y defender los votos. 
Yo decidí por quien votar, creo que hay más futuro que pasado. El 14 de abril apuesto por ser venezolano, por vivir en libertad, por un futuro mejor, por la reconciliación, por un país unido llamado Venezuela. Estoy convencido que puede seguir lloviendo, pero llegó el momento de que escampe. 
Llueve… pero escampa

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