miércoles, 3 de abril de 2013

De Tío Conejo a Tío Tigre

Miguel Yilales 
@yilales 
En Venezuela se es vivo por sagaz o se es vivo por rufián. La viveza del venezolano es nuestro cuento del gallo pelón. Sobre ella se han escrito páginas enteras y aun no comprendemos la esencia de las mismas.
Entre nosotros hay una picardía que es propia de un individuo ingenioso, avispado, vivaracho, agudo, perspicaz, pero que actúa dentro de los límites de la honradez y la decencia.
A pesar de ello se ha desarrollado toda una cultura del más vivo. Es tan grave la situación que toda esa astucia para obtener provecho sin efectuar mayores esfuerzos algunos la ven como sana.
Pero no es esa viveza a la que nos referiremos, si no a la que simboliza en nuestro folclor Tío Conejo y a su alter ego Tío Tigre, personajes que inmortalizó en la literatura venezolana el poeta Antonio Arráiz.
Más vale maña que fuerza
Así expresado pareciese algo muy venezolano. Es que esas eran las moralejas de esas historias. Todo un código moral que se espiga en lo más profundo de nuestro ser. 
Cada vez que nuestro conejo actuaba lo hacía para imponer la razón frente a la barbarie que representaba el carnicero felino, que pretendía siempre ganar por ser mas fiero, más bravo y mas fuerte, es decir por ser todo un guapetón de barrio. Y es que el débil siempre apelará a la astucia para vencer la fuerza. 
Cuando Venezuela se bajó del caballo y dejó de hacer las guerras, parecía que entrabamos al siglo XX, pero ese inicio debió esperar porque desapareciera el tigre de aquel entonces, un taimado y muy particular tigre con forma de bagre. Por eso una generación de estudiantes debió valerse de la elección de una reina de carnaval, Beatriz, para hacerse a la calle y elevar su protesta a una tiranía que ya tenía 20 años en el poder. 
Los avances y retrocesos de la lucha entre “Tío Tigre y Tío Conejo”, o lo que es lo mismo entre “la Barbarie y la Civilización”, se van a seguir presentando a lo largo de todo el resto del siglo XX. 
Cuando otro nuevo tigre se hace del poder camuflándose en otro animal, por aquello de Los Tres Cochinitos que en triada nos gobernaba y luego, habiendo despachado a quienes sobraban, lo asume en solitario, los venezolanos debieron agruparse, actuar y hasta hacerle creer que se consolidaba en el poder con un plebiscito, para salir 40 días después a festejar su huida del poder. Es que cuando vio que ya había dejado de ser el tigre asumió el rol de conejo, aunque más de gallináceo, e hizo caso al refranero popular de que “pescuezo no retoña” y eso nos llevó a la democracia.
Es tío Tigre, no tío Conejo
La democracia se empeñó en desarrollar una Venezuela de oportunidades y progreso, y que a pesar de diferentes desatinos siempre alentó que existía un país formado por ciudadanos útiles, afables, solidarios, trabajadores, estudiosos y sobre todo capaces de salir adelante ante la adversidad, pero que a la vez permitió a un felón, traicionero, pérfido y desleal llegar al poder, envuelto en la piel del conejo. 
Un tigre permutado en conejo, que un día con recursos mediáticos y propagandísticos hizo resurgir el caudillismo, el militarismo, el nepotismo, el machismo, la corrupción, el clientelismo, el abuso, el cinismo, el centralismo, el personalismo y cuyo fin ulterior era permanecer en el poder, como en efecto lo hizo, hasta el fin de sus días. 
Es así como sus acólitos se aprovechan del aquelarre dejado por la ausencia y tratan de chulear a toda la sociedad disfrazando de demócrata a quienes, por largo, se han comportado como todo lo contario. 
Debemos unirnos para desenmascarar el juego perverso y diabólico de este nuevo “Tío Tigre”, que se disfrazará, él y el ánima de su amo, de lo que sea para asirse del poder. 
Ellos representan la barbarie del pasado, y son la antípoda de la civilización que tanto nos ha costado a los venezolanos, debemos actuar con la astucia y la viveza de la razón frente a la fuerza de la ilegalidad. 
Frente a un gobierno y a los poderes del Estado atrabiliarios porque tienen la fuerza de Tío Tigre, no nos queda otra que actuar con la astucia y viveza de Tío Conejo para alcanzar el éxito que el camino nos depara. 
Llueve… pero escampa

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