martes, 11 de marzo de 2014

Ahí vienen los gochos

Miguel Yilales
@yilales
En estos días se empezó a correr el rumor que un grupo de venezolanos del occidente del país estaban irremediablemente dispuestos a agarrar sus bártulos y dirigirse a la capital de la República a derrocar al presidente, quien llegó al poder mediante unas elecciones amañadas, con sobrado ventajismo y empleando a las fuerzas militares y milicias para amedrentar a los electores.
Este pudiese ser la narrativa de los tiempos que corren en Venezuela, pero el relato corresponde, con cierta libertad de quien esto escribe, a los acontecimientos de 1899, cuando la Revolución Liberal Restauradora pasó por el Táchira, con andinos en sus filas, dispuestos a acabar con las injusticias impuestas por un gobierno centralista que en detrimento de las regiones, había impuesto Joaquín Crespo y su títere Ignacio Andrade.
Cuando Cipriano Castro decidió invadir Venezuela, para hacerse del poder, se rodeó de 60 andinos y se dirigió a Caracas, para restituir la Constitución Nacional, la cual estaba siendo violada por quien ejercía el poder.
Antes de decidirse a ir a Caracas, Castro mantuvo sitiada San Cristóbal durante casi un mes. Su periplo lo llevó a recorrer los estados andinos e infringirles derrotas tras derrotas a los ejércitos locales, que en cada estado obedecía al gobernador y este al gobierno central. Algunos dicen que el tesón y conocimiento de la zona fue lo que generó éxitos, pero nadie explica como ganaron adeptos en los llanos y en el centro, hasta lograr la capitulación del régimen a los 5 meses de iniciada la expedición.

Arorró mi niño

Ahora uno puede entender porque en las esferas del poder la preocupación que puede haber por esa proclama que desde la “Ciudad de la Cordialidad” han lanzado, para señalar que de no haber rectificación del régimen que dirige el procónsul de los Castro (los de Cuba), ellos se trasladarían al centro del país.
Es como para poner a más de uno a dormir como un bebe, no por la placidez con la que los infantes pasan la mayor parte del tiempo, sino por el descontrol en los esfínteres que hacen que haya que cambiarles los pañales después de cada ingesta alimentaria.
Y no es para menos, porque cuando los andinos llegaron al poder, se quedaron por más de medio siglo con las riendas del poder. Por la casa de Misia Jacinta, el Palacio de Miraflores, pasaron no solo Castro, sino que estuvo Juan Vicente Gómez durante 27 años, además López Contreras, Medina Angarita y Pérez Jiménez otros 20 años.
Los patiquines caraqueños de la época pensaron que los andinos eran flojos, inferiores y de escaso nivel intelectual, por eso les acuñaron el término despectivo de “gocho” relacionado con la voz con que se denominan a los cerdos coloquialmente desde 1734 según Real Academia Española de la Lengua. Lo que no se imaginaron que esos gochos eran disciplinados, trabajadores y comprometidos con una causa.
El apelativo ha tenido un significado polémico en prácticamente todo el territorio nacional. Para algunos una muestra de cariño y para otros un insulto.

Aurinegros para Venezuela

Luego de los acontecimientos de las últimas semanas, cansados de los abusos del poder, sometidos a racionamiento de combustible para eliminar un contrabando de extracción que tiene sus orígenes en quienes son llamados a evitarlo y no en el ciudadano de a pie, afectados por el paramilitarismo que se ha instaurado en la zona en conchupancia con los grupos subversivos colombianos y la venia de las autoridades que han gobernado el país por los últimos 15 años, decidieron alzar su voz y actuar.
Inmediatamente empezaron a aparecer lemas como “engochate”, “despierta el gocho que hay en ti”, “todos queremos ser G8’s” a lo largo y ancho del territorio nacional.
No es un sentimiento despectivo. Es de orgullo por saber que hay venezolanos que les importa el país, que tienen dignidad, que están dispuestos a sacrificarse para evitar que la arbitrariedad, el abuso, la ignominia, la represión y la tortura se instauren en el país.
Ante un régimen que pretende la humillación de los ciudadanos, que cierra las vías institucionales y cercena la constitución, la protesta cívica es lo que le queda al pueblo para hacerse respetar.
Si quienes hoy están en el poder conocen la historia como dicen que la conocen, y les anuncian que ahí vienen los gochos, que somos todos, debieran estar preocupados, porque la intención es “luchar hasta vencer”. A los Andrade del siglo XXI lo que les queda es arrancar, porque pescuezo no retoña.

Llueve… pero escampa

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