Miguel Yilales
@yilales
La meritocracia es una rara enfermedad en este desvencijado
régimen. Desde la época del pulseo entre el extinto comandante que gobernaría
hasta el 2 mil siempre y la gerencia de nuestra principal industria ya todo
pintaba mal.
Normalmente hablar de los méritos es hablar de las
cualidades y virtudes por las que una persona es ascendida, promovida y
reconocida. Aunque los detractores de ella la señalan como ficticia al no tener
como medirla, quizás por sus desméritos propios.
Pero ese invento de los méritos tan usada en las
universidades y en los cuarteles, no fue un concepción de los apátridas
gerentes de la otra PDVSA, ya Platón, Confucio, Gengis Kan y hasta Napoleón
Bonaparte propusieron y plantearon sistemas en los que el mérito eran la medida
para obtener mejores sociedades.
Todo este cuento viene a que hay personajillos de quinta,
que ante la ausencia de los más mínimos valores, recurren a cualquier artilugio
para que les sea reconocido grados académicos para los que no se prepararon.
El doctor “chimbim”
Los equinos de Atila que hoy desgobiernan esta Tierra de
Gracia y que criticaron a aquella secretaria privada por supuestamente obtener
un título como abogada sin haber pasado por las aulas, hoy celebran que un
conspicuo revolucionario, ataviado con su camisita Louis Vuitton, lo haya designado doctor, una universidad que el gobierno catalogó de chimba y cuyos títulos carecen de validez en esta república.
Mientras ocurría este oprobio al mérito académico,
como lo es el conferimiento del título de doctor en leyes a un diputado sin
estudios, lo cual lo hace un ser incompleto (Bolívar dixit), en la primigenia
universidad venezolana se realizaba un acto que nos casa con la Venezuela que
todos aspiramos, en la que la virtud y la valía se le reconoce a los que con esfuerzo y tesón de años lo merecen.
En el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, estaban
reunidos los autores de miles de ponencias, de millones de cuartillas, de
billones de horas de estudio y de trillones de minutos de investigación.
Es que para obtener un doctorado en investigación es
necesario defender una tesis basada en investigación original, la cual debiera desarrollarse
en un período entre tres y seis años, uno debe suponer que
en la caribeña isla frente a nuestras costas, el nuevo Ph.D., para usar la
denominación anglosajona, presentó la tesis trabajada en estos 15 años de involución,
sobre la violación a la privacidad por parte de una operadora de televisión por
cable y cómo garantizar los derechos de los que son espiados en sus casas.
Normalmente los hijos tenemos la dicha de que nuestros
padres entren con nosotros al máximo recinto académico a vernos recibir nuestros
distintivos que nos identifican como profesionales de las distintas áreas. Lo
que uno no se imagina es que los hechos sean a la inversa.
Con verdaderos
valores
En 1964, con una incipiente democracia, más de mil jóvenes
venezolanos recibieron sus títulos académicos luego de años de estudios, de ahí
a esta fecha mucha agua ha pasado bajo el puente, hoy con un país con menos expectativas,
con menos recursos época y con menos expectativas de vida que en aquella época,
siguen en la lucha por dejar un porvenir a las generaciones futuras.
Escuchar el Gaudemus
Igitur (Alegrémonos pues), seguido de las notas del Himno de la UCV,
entonado por quienes celebraban 50 años de haber recibido su título académico, cobijados
bajo las mismas Nubes de Calder que los vio subir a recibir la medalla y el
título académico logrado con esfuerzo, lo deja a uno sin palabras.
En sillas de rueda, con andaderas, con bastones o por sus propios medios, en sus ojos aun se les ve el espíritu universitario.
En sillas de rueda, con andaderas, con bastones o por sus propios medios, en sus ojos aun se les ve el espíritu universitario.
Escuchar el nombre de Margarita Arteaga de Yilales y de Ana
Beatriz Siem, mi mamá y mi madrina, para que subiesen a recibir el
reconocimiento por esos años dedicados a cimentar esta patria es motivo de
orgullo.
Ellas se encontraban junto a cientos de profesionales
conmemorando haber cumplido 50 años como ucevista, 50 años en que la sombra
sucumbió por la luz propia que cada uno de ellos generó, genera y generará.
Es que cuando se ha laborado para trazar un camino de
valores y rectitud, cualquier reconocimiento es insuficiente. El problema está
cuando sin mérito alguno se usurpa los que no se es. El talento sin probidad es
un azote, decía el Libertador, no tener talento, ni probidad es digno de un
doctorado chimbo.
Llueve… pero escampa
Excelente articulo Miguel,el dip mentiroso,y que ahora Abogado,mejor se hubiese inscrito en una mision y no hubiese gastado tanto dinero en una isla caribeña,no entiendo por que no creen en ellos mismos,ah se me ocurre,no quiere ser conejillo de india,que risa me da,jajaja
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