Miguel Yilales
@yilales
La traición ha sido parte de la historia. Desde los hechos
narrados en el Génesis hasta nuestros días nos encontramos con elementos que
recrean a traicionados y traidores.
Es sin duda un uno de los actos más despreciables,
execrables, ruines y vergonzosos que un ser humano pueda cometer contra otro.
Adán y Eva traicionaron a Dios por las insidias de una vil
serpiente rastrera que sigilosamente llenó de dudas y malos consejos a Eva.
Casi como que en nuestros tiempos un ingeniero electricista le diera por jugar
a la economía y recomendar lo que no se debe hacer, destruir el país hasta llegar
al extremo que sus habitantes se den cuenta de su desnudez a pesar del petróleo.
Por envidia Caín mató a su hermano Abel. Algo similar a la
que debían sentir todos los que sabían en el desastre en que nos hundía ese
ministro que nunca administró ni su propia casa pero que se sentía ungido por
el amor del supremo.
La traición, decía Maquiavelo, era el único acto humano injustificado.
Ya que los celos, la avidez, la crueldad, la envidia, el despotismo eran
explicables y hasta podían ser perdonados; pero a los traidores, en cambio, lo
único que les puede esperar eran las torturas del infierno.
Es por ello que Dante Alighieri en la “La Divina Comedia” decía
que a los traidores les tenían que caer las peores de las condenas, entre ellas
el ser devorado por el mismo Belcebú. Hay quienes creen que eso le pasó a un
conspicuo héroe devenido en traidor (según los hijos putativos del supuesto heredero
de las glorias de Bolívar), que hoy subyace en las mazmorras de una prisión
militar, aunque en su caso no se sabe quien traicionó a quien porque pareciera
que Satanás sació parte de su hambre cuando engulló al compadre que traicionó a
ese general.
La lealtad se rompe
En nuestro país hemos visto traidores de toda estirpe. Hay
quienes nacen aduladores y están a la espera de clavar la puñalada trapera para
hacerse del poder. Castro sintió que Gómez lo traicionó; López Contreras
siempre creyó que Medina Angarita lo había traicionado; Delgado Chalbaud nunca
supo quien lo traicionó; los adecos traicionaron a CAP y hubo quién llegado al
poder traicionó al país por su apetencia de poder.
Todo esto viene a cuento porque en estos días, a un inmaduro
con poder, le dio por sacar de un cargo a un señor que nunca estuvo preparado y
que peor aun se creía con la sabiduría de un monje medieval como para hablar
hasta de lo económico. El cesanteado, ni corto ni perezoso, salió a relatar lo que
todo el mundo sabía: que su empleador era un títere, manipulado y segundón por
fuerzas oscuras.
Los gritos y etiquetas de traidores salieron de ambos
interlocutores. Uno por no aplicar las medidas necesarias para tener más pobres
que alimentasen la revolución y el otro por escribir una carta en lenguaje
monacal.
Es que luego de vivir usufructuando las mieles del poder al
monje, en un ataque de locura, le dio por devolver las 30 monedas de plata, tal
cual Judas Iscariote cuando comprendió la salvajada que había cometido contra
Cristo. Por lo menos Judas en un atisbo de honorabilidad y horrorizado por sus
actos, corrió a quitarse la vida ahorcándose él mismo.
Responsables e irresponsables
Es que los traidores y traicionados de esta revolución solo
queda para la farándula política. Nadie le cree al exministro como no podría
creérsele a un teniente, que luego de amasar las fortunas más impresionantes,
salga con una carta para que le sean perdonados sus desatinos, insultos y
atropellos.
Es que el chiflado cenobita luego de destruir la nación,
cree que puede exculparse diciendo que la culpa es del que quitó la escalera y
nos dejó colgado de la brocha, cuando resulta que él buscó la brocha, la
escalera y la pintura.
Ahora la Fiscalía sale e imputa a la única galena que pudo
certificar la hora, día y lugar del fallecimiento del Comandante Supremo y
Eterno, quizás como mecanismo de presión para que no se le ocurra abrir la
boca. Parece que los tiempos en que guardar una carta podía garantizar un
exilio en una embajada europea han terminado.
Los que llegaron al poder hace más de 15 años, se hayan ido o
los hayan ido, son tan responsables de traición como los que aun permanecen.
Traicionaron las esperanzas, los ideales, la confianza de parte de la sociedad
que creyó en ellos para hacer de este un mejor país, la otra parte sabía que Judas, Bruto, Caín y, hasta el Comandante Supremo, tendrían compañía en la quinta paila del Averno.
Llueve… pero escampa
Excelente artículo, como siempre los hace usted, apreciado colega. La traición es uno de los más viles actos que puede cometer un ser humano en contra de un semejante.
ResponderEliminarClaro, preciso y conciso Miguel. Apuntando que en el caso de los militares, y las palabras no son mías, ellos son leales hasta que dejan de serlo.
ResponderEliminarExcelente articulo ...
ResponderEliminarExcelente, no quedo nada por decir !
ResponderEliminarTan excelente como cierto.
ResponderEliminarMuy acertado MIGUEL...Pero que podemos pedir si celebramos que un duro de los Soles regrese al país deshonrosamente....buscando o vociferando traidores en el lado de los pendejos, que vaina no?
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