Miguel Yilales
@yilales
Desde la época de la colonia el venezolano no ha cambiado, estar
entre los vencedores siempre ha sido su prioridad. Los llaneros pertenecieron a
ambos bandos primero en las filas de Boves y luego, cuando los vientos de
guerra cambiaron de dirección, se fueron con el taita Páez.
Esa forma de pensar es la que hace que cada 4 años, al no
tener un equipo propio, un sinnúmero de compatriotas empiezan a vestirse con
las camisetas de los diferentes equipos en competición. Así vemos que las
banderas, camisas, pitos y matracas van cambiando con la misma velocidad con
que le anotaron los goles a la selección brasileña.
A diferencia de nuestro principal entretenimiento, el béisbol, en que los fanáticos son fanáticos de su equipo hasta que lo eliminan
y no andan cambiándose la camisa del Magallanes por la del Caracas o la de los
Tiburones por la de Lara porque no se llegó al Round Robin.
La única temporada extraña fue aquella en que unificaron a
los Leones y los Tiburones y sacaron aquel híbrido llamado los Tibuleones, pero
esa fue harina de otro costal.
Si en la política los adeptos a los partidos fuesen como los
fanáticos de la pelota otro gallo cantaría, pero lamentablemente terminan
pareciéndose más a esos saltimbanquis futbolísticos.
Es distinto ser que
parecer
Cuando la Generación del 28 inició la forma de hacer
política en Venezuela y posteriormente sus protagonistas fundaron las distintas
agrupaciones partidistas, podías o no pertenecer a uno de ellos, o simplemente
podías ser antiadeco o anticopeyano, y no por eso pertenecías a la otra
organización.
Pero los errores de esos mismos partidos acabaron con ellos porque
no entendieron la necesidad de la renovación de sus cuadros y de realizar los
ajustes necesarios para que no se impusiera la antipolitica por encima de la
política.
Así nos conseguimos que de esa forma de destruir la política
llegó para quedarse y regresó aquel mal que había enterrado Juan Vicente Gómez:
el caudillismo, un flagelo que destruyó al país durante el siglo XIX y de
seguro lo destruirá en este siglo XXI.
Es que esos mismos partidos que trazaron el rumbo venezolano
por más de medio siglo aun no encuentran el rumbo y mucho menos quien los
conduzca, porque se han empeñado en mantener unos cuadros vetustos y
periclitados por el ejercicio del poder dentro de sus propias organizaciones. Actitud
que copian también las organizaciones afectas al régimen, con lo cual están
predestinadas a la misma ignominia con que se ven hoy el otrora partido del
pueblo o el socialcristianismo criollo.
Los mismos actores, los mismos dirigentes sin renovación,
sin reconocer que hay cuadros que pueden y deben surgir para inyectar sangre
joven y nuevas ideas. Un mal que se repite hasta en las Fuerzas Armadas donde
ratifican a generales que debieron pasar a retiro, por no confiar en nadie.
Mucho que copiar
La mayoría de los sistemas políticos del mundo se han estructurado
en función de los partidos: en la Revolución Francesa eran los girondinos y los
jacobinos, en los Estados Unidos su estructura se monta con los demócratas y
los republicanos, en la América hispánica con conservadores y liberales.
Sin embargo en Venezuela luego de la caída de Gómez todos
los partidos deciden ser de izquierda, revolucionarios, anti norteamericanos y
antiimperialistas (usados como sinónimos) como si se tratase de su leitmotiv.
De ahí que todo lo que pareciese venir de los Estados Unidos
de América era perjudicial. Para desgracia de algunos las independencias de
ambos países ocurrieron en años distintos pero con un día de diferencia, aun no
se disipa el olor a la pólvora de los fuegos artificiales con los que ellos
celebran un día de victoria cívica y aquí se inicia la celebración de un acto
cívico que es desvirtuado como un día militar.
El día que la civilidad de la
Declaración de la Independencia, que no tiene nada que ver con las gestas
militares de la emancipación, se conmemoren a la orilla de un lago, de un río,
frente a una plaza para contemplar las bellezas naturales que tenemos, para compartir
una comida y celebrar que somos responsables de nuestro destino y no con
desfiles militares, discursos militares y arengas paramilitares, entenderemos
lo que es ser ciudadanos.
Mientras tanto seguiremos a la merced de los maisantas, los
zamoras y otros asaltantes del erario público (estén en el gobierno o en la
oposición), de los partidos que desvirtúan la política y de ciudadanos que no
entienden la civilidad.
Llueve… pero escampa
La conveniencia de desvirtuar el sentido histórico de los hechos para consolidar posiciones de hegemonía en un pueblo que nunca ha sido consciente de su realidad histórico- social. Una vez más muy acertado en tus analogías con la historia para comentar la realidad actual
ResponderEliminarAgradecido por tus aportes y comentarios, lamentablemente no hemos aprendido de nuestro pasado histórico y lo desvirtuamos para nuestra conveniencia
EliminarEl que nunca ha caido no tendra necesidad de levantarse, pero el que ha caido muchas veces tendra muchas formas de hacerlo, de aprender y de ensenar a otros a como hacerlo, mientras la historia sea contada o escrita en lo que el narrador cree que es la unica realidad, nunca se conocera lo que en realidad sucede, solo tendremos versiones de ella por terceros q la cuentan. El dia que entendamos que cada quien debe cumplir con su papel en la historia, se comenzara a construir una verdadera sociedad.
ResponderEliminarComo siempre muy hacertado sus comentarios Prof. muy objetivo y como siempre crudamente reflexivo
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