Miguel Yilales
@yilales
No hay nada a lo que un conductor le tenga más miedo que
tomar carretera y quedarse accidentado, en especial en nuestros desolados, por
falta de autoridades más que por ausencia de usuarios, caminos.
Pero peor que quedarse accidentado es que esto ocurra cuando
transitamos un túnel, estamos cerca de la salida y nos percatamos que por esas
cosas del destino (mala planificación) no tenemos suficiente dinero como para
pagar una grúa que nos auxilie.
En esas condiciones estamos los venezolanos y el país en
general, accidentados, en medio de un túnel y sin dinero para que nos auxilien,
a la merced del mejor postor y si no de quien se apiade de nosotros.
Luego de haber percibido millones de millones de dólares,
son 11 ceros a la derecha, el país se encuentra derruido, abandonado y
mendingando a ver quién se atreve a ayudarnos cuando durante 16 años
despilfarramos y gastamos para mantener una estructura de poder que nunca le
importó el beneficio de la mayoría.
Ahora el par de artistas que dicen dirigir la economía con
pinceladas marginales, nos dicen que la megadevaluación aplicada no es tal, que
sigue existiendo un dólar a 6,30 bolívares con el que se importará el 70% de
los productos de la cesta básica como se ha venido haciendo hasta ahora, un
dólar a 12 bolívares para el 30% restante y que además habrá un dólar de
subasta para aquellos marginados de los renglones anteriores.
Colas de esperanza
Luego de escuchar tal disertación uno pudiera preguntarse y
preguntarles a estos neófitos de la economía (no lo digo de manera peyorativa
pero ni el jefe del Banco Central, ni el ministro del área se han quemado ni
una pestaña echando número) ¿sí el dólar para importaciones de productos de la
canasta básica no sufrió modificaciones como es que hay tan brutal
desabastecimiento?
Las personas que a diario se levantan a hacer horas de colas
para ver que encuentran con la única esperanza de encontrar algo, deben ser
agentes encubiertos, como el capitán Pavarotti que deleita con sus melodías a
la DEA, que esperaban el momento de la caída de los precios del petróleo que
ocurriría durante el gobierno más incapaz de la historia republicana, para
conspirar y alebrestar a los más necesitados.
Lo otro que no aclararon estos genios, no precisamente de la
lámpara de Aladino, de la economía es a cuál tasa podemos calcular todo el
dinero depositado en las cuentas secretas de Suiza, que se filtraron a la
prensa, y que por cierto el ministro es responsable de una de ellas. Uno supone
que esos dólares serán repatriados y cambiados en ese mercado marginal para el
disfrute de todos los venezolanos, porque a nadie se le ocurriría pensar otra
cosa que no sea que los guardaron allá para evitar que se los robaran los
apátridas de la IV república que aun tienen penetrada la administración
pública.
Es que vivir en esta Tierra de Gracia cada día se parece más
a un mundo mágico en el que los estudiantes de Cambridge, de Harvard, de la
Complutense y hasta del MIT, mueren de envidia ante los avances en
investigación, ciencia, tecnología y humanidad de los egresados del sistema que
vino a sustituir a las parasitarias universidades autónomas que tenían el tupé
de cuestionar la verdad revolucionaria con ideas demodé como la filosofía, la
anatomía, la cultura general y, especialmente, la economía.
Solo destrucción y
desolación
Es indiscutible que un sistema como este que asegure a la
familia, la salud, el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la
vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; que
garantiza el derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez,
viudez y vejez debiera ser honrado con el premio Nobel de Física, Química, Medicina,
Literatura, Economía y Paz todos a la vez, con lo cual a partir de este año el
premio debiera llamarse Comandante Supremo en honor al más grande ser desde el
australopitecos hasta la aparición del homo sapiens, porque después de ese
momento histórico sobran verdaderos candidatos de la razón, el talento, el
juicio y el conocimiento.
Los venezolanos tenemos una inmensa labor por delante, para
sanear la incompetencia que se ha instaurado en el poder y restablecer las
condiciones que nos permitan recuperar el tiempo perdido. Ya basta de andar en
un vehículo (Socialismo del siglo XXI) que nos tiene varados en medio de un
túnel y de tener un inmaduro chofer que dilapidó hasta la plata para pagar la
grúa y los repuestos.
Llueve… pero escampa
Muy acertado Miguel, espero que todos nosotros nos pongamos de acuerdo para sacar el pais de este abismo
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