Miguel Yilales
@yilales
Desde hace un tiempo para acá lo normal y cotidiano es que
las violaciones a la norma sea la norma, y es que la forma de hacer política en
este país es prehistórica: no hay reglas, no hay principios, no hay valores y muchos
andan, a lo cavernícola, con un garrote en la mano.
Es por eso que al comparar nuestra democracia con la
norteamericana hay quienes piensan que la viveza es una herramienta de la que
adolecen los del norte, pero lo cierto es que allá tienen reglas y normas
mínimas que cumplen o por lo menos juran cumplir: respetar la constitución y
las leyes, no cometer perjurio y gobernar para todos.
Recuerdo que hace ya algunas décadas iban a destituir a un
presidente por engañar a los gringos, por supuesto que no me refiero al que
cometió actos impropios con una pasante de la Casa Blanca y cuya esposa aspira
a ser la primera mujer en la Oficina Oval, sino al que le dio por espiar la
convención del partido demócrata, que terminó con su dimisión (la cual se aceptó).
Resulta que desde el 2002 hasta nuestros días, los
militares, los tirapiedras, los encapuchados y los pranes que dirigen esta cleptocracia
que es el Socialismo del Siglo XXI, se han dedicado a exacerbar antivalores: nada
de contrastar propuestas lo importante es la manipulación; lo valioso no es
jugar con reglas sino torcerlas para que los favorezca; lo significativo es
usar la justicia como guadaña política que les permita inhabilitar a los dirigentes
opositores más acérrimos y con mayor credibilidad.
Sin honor, sin
justicia
Si bien es cierto que eso de utilizar el "aparato de la
justicia" para perpetrar el linchamiento político no es una idea original
de este régimen, a estos malandros les dio por acompañar a ese sistema espurio
con unos colaboradores, que denominan patriotas cooperantes, con quienes
construyen falsos expedientes, mediante la infiltración de los círculos
cercanos de los opositores, la siembra de pruebas y el chivatazo a los presuntamente
implicados.
Es que la mentira, la traición, la trampa y la manipulación
son las únicas herramientas que aprendió la caterva militar y civil que
desgobierna al país. Nada que ver con eso que llaman el honor, la honestidad y
la rectitud.
Fíjense que aun tengo fresco en mi memoria a dos obesos abogados,
constitucionalistas y profesores universitarios, que manipulaban con supuestas
posiciones encontradas cuando en realidad lo que hacían era convivir del proceso
chavista. El apócrifo opositor en las mañanas le escribía un libro a un
exmagistrado sobre los argumentos en contra de la desobediencia prevista en el
artículo 350 y en la tarde aparecía en todos los programas de radio y
televisión llamando a la rebelión, ahora hace loas a la revolución, aplaude y
salta cual foca, aunque parece un león marino, en el canal de televisión de la
Asamblea Nacional tan alto como le ordene el teniente-capitán que lo administra.
Del otro no hablo porque el destino quiso que acompañara a su jefe al sitio que
Alighieri le reservó a los traidores, adulantes y sinvergüenzas. Parece que en
ese mismo trance están periodistas, economistas, ingenieros, doctores y pare
usted de contar.
Por 30 monedas
Terminar convertido en un delator debe ser triste. Mimetizarse
entre opositores solo para tomarse fotos con los dirigentes, falsear la verdad
y develar supuestos planes conspirativos es un triste papel porque nadie anda
pavoneándose de ser un topo, con padres que muestren orgullosos el título de
“patriota cooperante” de sus vástagos o hijos que cuenten en la escuela lo
henchido que se sienten por tener un papá apóstata, farsante y mentiroso.
Es que nadie en su sano juicio puede creerse la patraña de
que se es patriota por andar montando ollas para perjudicar a inocentes o que el
ser cooperante en el sostenimiento de un régimen arbitrario, ilegal, ilegítimo,
atrabiliario e impío es motivo suficiente para ser encumbrado a la
glorificación, cuando la realidad es que si acaso serán recordados como unos
accidentes humanos, indignos de ser venezolanos.
La encrucijada que vivimos es tan neurálgica que cualquiera
que se dé a la tarea de apalancar o servir de soporte a estos delincuentes solo
les está deparado la ignominia del olvido, porque a pesar que Borges
consideraba al Iscariote como el mejor discípulo de Jesús por haberlo ayudado a
cumplir su cometido, nadie quiere ser recordado como el que entregó el país por
30 monedas y no de plata.
Llueve… pero escampa
Excelente artículo Profesor, así es, no les da vergûenza hacer lo que sea para mantenerse en el poder y hundir al País que ellos juran defender....pero como usted expresa: "Llueve...pero escampa"
ResponderEliminarME ENCANTAN SUS ARTÍCULOS PROFE! BUENÍSIMO! TAN REALES Y ACTUALES, GRACIAS POR COMPARTIRLO! MIL BESOS!
ResponderEliminarExcelente pluma Miguel que tristeza con tantos profesionales honestos y eficientes y venezolanos se conforman con este adefesio de regimen por comodidad y cobardia!
ResponderEliminarExcelente artículo. Y muy bien ilustrado - me gustó mucho el detalle de los anfibios con boina roja.
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