Miguel Yilales
@yilales
Cuando comenzó este 2015, nadie podía imaginar que la
situación política del país hubiese transmutado en este annus horribilis que nos ha tocado vivir, no porque no supiéramos
que harían todo lo posible por aferrarse al poder sino porque se han superado
en todo lo previsto, y hay que decir que lo previsto ya era bastante malo.
Ya traspasamos la mitad del año y la economía no solo no
termina de arrancar, sino que por el contrario se hunde con más y peores controles:
venta por terminales de cédulas, restricciones en la adquisición de divisas,
presentación de documentos que prueben condiciones para la venta de productos (partida
de nacimiento, registro veterinario y hasta certificados médico de no haber
llegado al climaterio), sumado a una inflación galopante y escasez en todos los
productos.
Por supuesto que todos los errores no los ha cometido la
caterva gobernante, porque por momentos pareciera que la oposición ha jugado a
atornillar al régimen.
Es que fuese más fácil sí uno hiciese como Maduro (debió ser
fuente de inspiración para esa recopilación que es “La culpa es de la vaca”)
con aquello de que fue el Imperio, Obama, Uribe, Guyana, Colombia, Capriles,
Leopoldo, la derecha y pare de contar, pero la realidad es otra.
A pesar de todo
Cuando todo el mundo aspiraba (menos los partidos que
conforman la MUD) que las candidaturas al Parlamento se dirimieran por
primarias que dieran oportunidades a liderazgos emergentes, locales y surgidos
de las bases, la decisión fue circunscribirla a algunos circuitos; luego de esa
decisión se clamó porque en el consenso hubiese la mayor amplitud posible para
que se incluyeran a los excluidos de los partidos (líderes sociales,
académicos, luchadores sociales) y el fallo cupular fue postularlos solo sí
pertenecían a ellos; eso sin contar con la carrera de obstáculos que han
planteado las instituciones rojas (para hacer la rodada más difícil como decía
el Zorzal Criollo) que inhabilitó a partidos, a líderes de reconocida solvencia
y que mantiene presos políticos sin que se demuestre su culpabilidad.
Lo que no era inimaginable fue el As bajo la manga que tenía
la oposición, que en una jugada digna de Karpov, Kasparov o Capablanca, tuvo el
tino de desechar asesores de campaña de la talla del fallecido Joe Napolitan,
para designar al mejor jefe de campaña que podrían encontrar.
Es que se necesitaba a alguien que al hablar hiciese que
hasta los partidarios del régimen detestaran al gobierno más hambreador de la
historia venezolana; alguien que sus acciones desataran la mayor animadversión
hacia los corruptos y vividores que dilapidaron ingentes recursos de la última
bonanza petrolera; alguien que movilizara a las masas a manifestarse
públicamente en contra del madurismo-diosdadismo en cuanta cola de abasto,
supermercado y automercado; alguien que fuese capaz de hilar estrategias que
bombardearan el voto duro del gobierno como para que las encuestadoras
(incluyendo a las chavistas y a las oportunistas) dijeran que tan solo un 26 %
votaría por candidatos del régimen; alguien que pudiese capitalizar el
descontento en oportunidades para el voto opositor. Y alguien así no era fácil
de encontrar.
No hay nada imposible
La no designación de un jefe de campaña, pero contar
con Nicolás Maduro, debiera ser considerado como la estrategia política más
brillante implementada en campaña alguna.
Nadie en su sano juicio se le hubiese ocurrido tan
brillante idea, a menos que hubiese apostado por superar sus propias torpezas
con mayor torpeza: cerrar la frontera e iniciar una escalada con el vecino con
mayor intercambio comercial, desestimar el sentimiento nacionalista de los 5 millones
de colombianos y sus descendientes quienes ven como deportan a sus
connacionales como ganado, tratar de culpar del desabastecimiento, la escasez y
la inflación a la Polar y a las transnacionales cuando todo el mundo sabe que
la falta de políticas económicas es lo que nos tienen al borde del precipicio.
En estos días un abstencionista de los que dice salvar su
voto, no ejerciendo su derecho, todo un oxímoron, me confesaba que las torpezas
del régimen son tan grandes que, a menos de 100 días de las elecciones y sin
campaña, ya se siente motivado a quitarse las pantuflas, soltar el teclado y
salir a poner su grano de arena y que mientras tanto seguiría celebrando cada
decisión del jefe de campaña opositor, con el grito silencioso ¡Que viva
Nicolás!
Llueve… pero escampa
Miguel algo está comprobado en Venezuela y es que todo puede pasar y sin querer pecar de pesimismo y conste que soy muy optimista coincido con Luís V. león en su afirmación de que "El cierre de frontera de Venezuela con Colombia y la deportación de colombianos ilegales en Venezuela intenta crear un tema estrambótico de campaña electoral. Y puede funcionar". Ya tuvimos el Dakazo y recuerda que funcionó. El tema con Guyana no se les dio. Voltearon hacia occidente y encontraron un enemigo (bachaqueros y contrabandistas expiatorios) que pueden mostrar a los incautos como responsables únicos. Luego sacaran las miles de toneladas de productos que tienen guardadas y generaran el efecto engañosos deseado por ellos de que ahora si hay pues la medida surtió efecto
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