domingo, 27 de marzo de 2016

Entre herederos te veas (es contigo Nicolás)

Por Miguel Yilales
@yilales
Heredar algo de alguien tiene grandes implicaciones. Las herencias de por sí deben estar ajustadas a un ordenamiento jurídico y cumplir unos protocolos para no afectar intereses particulares. Hay quienes han dejado grandes fortunas a fundaciones altruistas y otros que piensan que nadie en su familia es merecedor a sus bienes y se decantan por su mascota.
Dicen en el refranero popular que “lo que se hereda, no se hurta” y es que los hijos (así sean putativos) terminan copiando conductas y rasgos de la personalidad de los padres. Pero las herencias no solo competen bienes y derechos sino que conllevan obligaciones que otra persona adquirió y de las cuales era responsable.
Por eso es que cuando el moribundo se decidió por uno de los dos delfines, aunque por su comportamiento es innoble compararlos con un mamífero tan inteligente, no solo le dejó el paquete de lo bueno, y para ellos bueno es: la vida de sibarita, gozador, regalado y millonario recién vestido para él y su familia, sino que también le hizo responsable de los desmanes, los robos, del asalto al erario público, de armar a unos paramilitares, de la persecución a los adversarios políticos, de depauperar a toda una población, de los millardos trasladados a bancos extranjeros, de los cárteles que se mueven con el negocio de la drogas y hasta de ese desastre que mientan Socialismo del Siglo XXI y que hace que todos al unísono terminen nombrando progenitoras así estas hayan nacido en lugares definidos o pertenezcan a galimatías fronterizas.
40 y pa’ la cola
Hace algunos años un hombre, que no había nacido en un país, terminó al frente del gobierno e impuso como estrategia acabar con todo aquel que no pensara como él. Los persiguió, los puso a pasar hambre, abarrotó las morgues y exacerbó un lenguaje de odios y confrontación para que los más armados (ellos) sometieran al resto de la población. En su nombre se ejecutó una limpieza étnica, aunque pudo haber sido política, en una guerra cruenta que sesgó la vida a algo más de 100 mil personas (menos que las muertes violentas ocurridas en Venezuela durante estos 17 años).
Por esas actuaciones el líder supremo y eterno serbobosnio Radovan Karadzic fue juzgado por crímenes de guerra, crímenes contra la Humanidad y genocidio. De nada le valieron tener el poder absoluto, ejecutar todas esas acciones por el supuesto bien colectivo, el título de siquiatra, ni las fortunas amasadas en el poder, al final debió esconderse durante 13 años, ocultarse bajo una espesa barba y dedicarse a la medicina alternativa (algo así como la piratería comunitaria), para terminar capturado en un autobús, llevado a la corte y, tras 8 años de juicio, condenado a 40 años de cárcel que a sus 70 de vida es como cadena perpetua.
Claro que uno se imagina que eso le debiera ocurrir a cualquier mandatario que trate de exterminar a la mitad de la población de su propio país, que siembre el odio de unos contra otros, que bajo sus directrices hampones, colectivos y militares actúen con impunidad para sembrar el miedo, que genere el éxodo masivo de connacionales e instaure la persecución política, social y religiosa como política de Estado, y aunque algunos logran escaparse porque antes se los lleva la Parca a la misma paila en que se encuentra Milosevic, Idi Amin, Pol Pot, El Gadafi o Husseim, siempre dejan a un heredero responsable de sus acciones.
A cada quien le llega su sábado
Y es que, en un ejercicio figurativo, pudiéramos visualizar a ese usufructuario escogido bajo la claridad de la luna, con una frondosa barba pintada como el azabache y oculto del largo brazo de la justicia detrás del volante de un colectivo para turistas, aunque para que su evasión y exilio sean más efectivos debiera alejarse de su familia política porque de seguro lo delatarían, ya que es gusta involucrarse con sustancias prohibidas y pueden acabar como testigos protegidos o les da por ser poco discretos al momento de vacacionar y terminen por revelar su disfraz e identidad secreta.
La justicia internacional es lenta y hay quienes creen que nunca los alcanzará o siquiera tocará con el pétalo de una rosa, aunque en realidad está presta para perseguir, a paso de vencedores, a los tiranos (y a los que cumplen sus órdenes) para que purguen sus culpas en esta tierra, como el “Carnicero de Sarajevo”, y sí antes le llega su fatídica hora como al “Arañero de Sabaneta”, a su heredero.
Llueve… pero escampa

domingo, 20 de marzo de 2016

A dar el golpe

Por Miguel Yilales
@yilales
Cada día que transcurre uno no deja de sorprenderse ante tanto disparate revolucionario. Lo que en el pasado fue correcto, de la noche a la mañana, como por arte de magia, se transmuta en una aberración. Lo que era políticamente adecuado se convierte en una atrocidad capaz de acabar con el Estado, sus instituciones y atentar contra la memoria del legatario de los ideales bolivarianos.
De ahí que las reuniones políticas son conspiraciones perversas para los intereses de este disparate llamado Socialismo del Siglo XXI, a pesar de celebrar y vanagloriarse de que su génesis haya sido un fracasado y sangriento intento de golpe de Estado.
Es que nada los detiene al intentar voltear las cosas a su favor, así quede demostrado cuán anaencefálicos pueden llegar a ser. La última idea surgida de esas cavidades craneales vacantes, por no haber sido dotada de masa encefálica, es que hay una conspiración mundial para derrocar a los gobiernos al sur del Río Grande.
La estrategia golpista de la derecha mundial es que mediante tribunales y juicios políticos se destronarán a ese dechado de buenas intenciones, que gobiernan como reyezuelos. Es que el robo, la extorsión, la violación de los derechos humanos, el peculado o el tráfico de influencias son delitos inexistentes si quienes los cometen pertenecen al ñangarado continental.
Cuatreros de la democracia
Según ese guion a Kirchner no la investigan por el extraño “suicidio” de un fiscal que le seguía la pista por sus implicaciones en un atentado terrorista, Evo Morales no es perseguido por estar implicado en tráfico de influencias sino por los xenofóbicos medios de comunicación que no aceptan su origen y la detención de Lula da Silva por estar involucrado en los chanchullos de sus socios en Odebretch es evidencia de la persecución política contra el exmandatario brasileño y su socia Dilma, sin importar la indignación y rabia por las maquinaciones (grabación autorizada por un tribunal y no como las que presenta el capo de los sapos cooperantes) en la que planificaban como evitar el juicio al nombrarlo ministro y que un juez federal (no arrodillado al poder) decidió revocar.
Lo impresionante es que ante estas evidencias, el hijo de la hija de la frontera viva (así llamó Nicolás al lugar de nacimiento de su madre) declarase que toda acción política que intente salir de un gobierno es un golpe de Estado, con lo cual reivindica al primer derrocado con esa estrategia: Carlos Andrés Pérez. Un Pérez acusado, con la inmunidad allanada, sometido al juicio político, destituido y confinado, jamás se le hubiese ocurrido evadir la injusta cárcel con un cargo.
Por eso es que si usted pertenece al 20% de venezolanos (según las encuestas) que aún creen que vamos por buen camino es totalmente lógico que vea que sí se intenta salir de los corruptos, ladrones, narcotraficantes y delincuentes con un acto contencioso estamos ante un golpe judicial, sí les gana las elecciones y el parlamento le es adverso estamos ante un golpe legislativo y sí se le ocurre la vía electoral para desalojarlos del poder, que han usufrutuado por 17 años, es que se intenta un golpe electoral, cuando en realidad los únicos expertos en saltarse la ley para revertir el orden constitucional son ellos que intentaron todas las vías hasta destruir el Estado.
Lo que nos queda
Hay quienes les parece idóneo hacer colas para adquirir lo que no existe; que ven racional que seamos el único país petrolero del mundo que está arruinado; que se creen el cuento de que el fenómeno de El Niño (ocurre en el Pacífico y ahí no tenemos costas) es culpable de que parezcamos baticamellos (un híbrido que no necesita luz, ni agua); que aplauden la firmeza de la cúpula militar que dice estar ofendidas por las agresiones de Obama y presta para defender al país de la guerra económica e imperial aunque en las primeras de cambio adelanten el Domingo de Ramos (lo celebraron el viernes) para vacacionar toda la Semana Santa o que la inseguridad esté tan chévere que un egipcio se salva de los conflictos de su país pero encuentra la muerte en manos del hampa a las puertas de la principal terminal aeroportuaria venezolana.
No tenemos tribunales independientes, no hay una fiscalía que investigue y la contraloría no controla el despilfarro gubernamental por lo que debemos activarnos y dar el único golpe que controlamos: el constitucional, electoral, pacífico y democrático para salir de esta desgracia.
Llueve… pero escampa

domingo, 13 de marzo de 2016

De maduro a podrido

Por Miguel Yilales
@yilales
Así como nuestro idioma tiene sus dificultades así mismo ocurre con la política venezolana. Aquí la polisemia (varios significados para una misma palabra) aplica por igual para el español y para el desempeño público.
Aquí existe un órgano que tiene la responsabilidad de la investigación penal y que bajo su égida actúan los acusadores pero que discrecionalmente inventa cargos a los inocentes para mantenerlos tras las rejas y prudencialmente se hace la vista gorda ante lo que se conoce como notitia criminis porque nadie denuncia y si hay denuncias las desestima por infundadas, en especial, si es contra los capos del partido al que pertenece la jefa de ese despacho.
Basta con revisar la memoria y cuenta que presentó la fiscal ante la Asamblea Nacional, aunque por las cifras maquilladas pareciera un cuento de memoria, para ver que hace tiempo abandonó lo que son sus funciones. Fíjense que en la masacre ocurrida en Tumeremo, primero negada por el gobernador Francisco Rangel Gómez y luego tildada de show politiquero por los diputados oficialistas, no se inició la investigación hasta que se puso color de hormiga.
El heredero arruinado e indocumentado que dirige los destinos del país, en uno de sus actos de populachería barata dijo que investigarían lo ocurrido en Tumeremo por lo que militarizarían la zona, con lo cual ya se sabía que no investigarían nada y que los militares por analfabetismo funcional contaminarían la escena del crimen.
CSI militar
De lo primero, ya el defensor que actúa como fiscal dijo hacia donde van las primeras pesquisas: hay unos colombianos involucrados. De ahí seguirá la estructura argumental y polisémica del régimen: colombiano significa que son paramilitares; por esas interpretaciones chavista paramilitar es clara alusión a Álvaro Uribe; involucrar a Uribe es decir Barack Obama y la derecha internacional; Obama renovó el decreto contra los funcionarios corruptos aunque para el régimen es contra Venezuela (será por la gran cantidad de chavistas involucrados) para ocultar la masacre que hicieron los marines junto a la oposición apátrida que apoya el decreto. En conclusión la culpa de la masacre es de la oposición.
De lo segundo valdría preguntarse ¿qué sabe el burro de pasta de dientes si lo que come es pasto? Una cúpula militar (parece que este término les contraría aunque lo aplican para la iglesia, los partidos políticos y los sindicatos) que desconoce las mínimas normas de investigación policial más allá de lo que hayan visto en las series de televisión, no investigará sino que empastelará todo en la zona. Sus primeras actuaciones así lo demuestran: atacan a los familiares de los desaparecidos y no a los que perpetraron los hechos.
¿Quién en su sano juicio le diría a los nazis que investigaran el genocidio? ¿Alguien puede creer que este cuerpo militar investigará los intereses del gobernador (que es general), que saludan militarmente y le rinden cuentas? Un régimen totalitario que resucitó el delito de difamación e injuria para perseguir políticamente a los periodistas (su última víctima es David León Natera y El Correo del Caroní) ocultará, negará y encubrirá cualquier información que lo pueda salpicar.
A botar lo inservible
Desde hace años (Chávez aún vivía) el ejército bolivariano (en minúsculas por como ha sido su actuación) fue encargado de la custodia militar del sur del país luego de que existiesen innumerables denuncias contra ese cuerpo que el honor se encontraba en las divisas que pudiera manipular y por su actuar pretoriano desde 2002, pero nada cambió en la zona: la minería ilegal continuó, las mafias ilícitas dirigidas desde la cárcel de Vista Hermosa (un oxímoron para el antro carcelario de Ciudad Bolívar) resguardan a los ciudadanos con calcomanías con la imagen de Nelson Mandela, el contrabando de oro y piedras preciosas a la orden del día y las desapariciones extrajudiciales como sistema paralegal. Es decir otra polisemia política.
Estamos ante unos desalmados que prefieren ver morir a todos los venezolanos antes que llevar a juicio a los responsables de los desmanes que se han cometido en nombre de este bodrio de revolución, que dicen gobernar para todos aunque eso signifique solo para ellos y que les parece sano jugar con la esperanza de la gente. Cuando las cosas entran en proceso de descomposición, huelen mal, no sirven y la solución es botarlas y en Venezuela ya la situación pasó de Maduro a podrido.
Llueve… pero escampa

domingo, 6 de marzo de 2016

El Madurazo

Por Miguel Yilales
@yilales
Definitivamente la historia da para mucho. No hay ciencia que no la utilice para conocer como se ha evolucionado. Lo que sí ha quedado demostrado es que para lo único que no sirve es para absolver, como pregonaba el decrépito tirano caribeño, a los responsables de los desastres cometidos.
Resulta que lo que nos han hecho creer como verdad irrefutable pareciera que no lo es. Y a las pruebas me remito. Mucho se ha hablado sobre los saqueos de 1989: que sí ocurrieron porque el pueblo pasaba hambre y por eso salió a las calles; que sí el aumento a la gasolina generó un disgusto popular que los hizo armarse de piedras para rechazar al gobierno de turno; que sí la toma de posesión de Carlos Andrés Pérez, llamada por sus detractores como “La coronación” por haberse celebrado en el Teatro Teresa Carreño (no en el Palacio Federal Legislativo como era la costumbre) y por el número de invitados especiales que lo acompañaron, incluyendo al sátrapa cubano, produjo indignación, en los menesterosos, por el derroche.
Esa fue la excusa para dar el gran salto, que en nuestro caso fue al vacío, para cambiar las instituciones y refundar un Estado que atendiera a los intereses de todos, entendiendo por todos a las rojas pústulas putrefactas que se apoderaron del poder a partir de 1999.
Nadie se molesta
Cuando se dice que la gente salió a la calle por hambre, no puede uno menos que reírse por lo falaz, aunque los sueldos eran insuficientes para aquellas familias con 5 o 6 muchachos, usted iba a un expendio de comida y conseguía de todo, en distintas presentaciones, de diferentes marcas y nunca esperó horas en largas filas para adquirir los insumos de la cesta básica. Es decir el hambre no generó la protesta.
Al alegar que fue por el aumento de la gasolina, la cual incrementaría su valor mensualmente en 0,25 bolívares de los de antes (Bs. 0,00025 ahora), quedó demostrado que es otro engaño porque este régimen acaba de aumentar la de 95 octanos de Bs. 97 (de los débiles) a Bs. 6000 (6 bolívares de los fuertes, aunque en realidad son enclenques por su poder adquisitivo) y no se incendió la pradera, ni bajó el pueblo como vaticinaban algunos “pronosticólogos”. En otras palabras la gasolina no fue el detonante.
Pensar que fue la indignación por el derroche de Pérez es grotesco cuando vemos que nadie ha derrochado tanto como los dos últimos gobiernos. Aquí se compraron aviones, barcos y armamentos innecesarios; se regaló el petróleo a manos llenas; se donaron plantas eléctricas para otros países aunque aquí vivamos en una oscurana; se construyeron escuelas y casas para atender la crisis de los pobres del continente a pesar que aquí tenemos una sociedad depauperada; además se alzó la voz por los derechos humanos de los tiranos más sátrapas del mundo (Husseim, Mugabe, Al Assad o El Gadafi) aunque aquí se violen a diario. Nadie se indignó o agarró siquiera una peñona para rezongar.
De todo esto se deduce que ni el precio de la gasolina, el derroche, el hambre o la pobreza fueron las causas de eso que se llamó El Caracazo; el único factor distinto, entre el ayer y el hoy, es que quienes promovieron, estimularon y se beneficiaron de las protestas de 1989 hoy están en el gobierno o con el rabo entre las piernas por apoyarlo.
Termina en azo
El sufijo azo según su uso puede tener distintas connotaciones. Cuando los padres le decían a uno “te voy a dar un caraj…”, nada bueno se esperaba; al igual que cuando te amenazaban con darte “un buen …azo”. Igual ocurre en la política: el Porteñazo y el Carupanazo fueron alzamientos que pretendían acabar con el sistema democrático y que fueron dominados por una Fuerza Armada que, aunque no apologizara con ser bolivariana, era institucional; el Fujimorazo, ese golpe de estado que ocurrió en Perú, cuando Alberto Fujimori, amparado en las instituciones corruptas, le dio por desconocer el estado de derecho o el Carmonazo, un error político, que trastocó el logro popular más grande en la historia democrática venezolana.
Nicolás Maduro gobierna al margen de la Constitución, violenta la institucionalidad y usa a su servil, rastrero y ruin tribunal de (in)justicia para mutilar al Poder Legislativo; ser recordado en la historia como un accidente, una tragedia o una desventura es lo que le depara a un régimen que terminará en los libros como el Madurazo: un fracaso en lo político, en lo económico, en lo social, en lo cultural y en nuestra venezolanidad.
Llueve… pero escampa