Por Miguel Yilales
@yilales
Desde los primeros años de la Era Cristiana, y sin pretender ser hagiógrafo, existe una tradición en la que la Iglesia Católica recuerda un infanticidio que le permitió al gobernante de turno eliminar a cualquiera que pusiera en peligro su poder (así se tratase de un neonato), lo que nadie se explica es cómo en Hispanoamérica se desvirtuó tan cruel y fatídico momento y se volvió costumbre que entre las personas se hicieran jugarretas y bromas en esta fecha y que los medios publicaran noticias inverosímiles para que cayeran los más incautos.
Es como si a alguien en pleno siglo XXI, que definitivamente no estaría en su sano juicio, hablase de paz pero amenazase a todo el que ose pensar distinto a él (que en realidad es pensar); que ordenase a sus huestes asesinar, exterminar y masacrar a gente inocente y para conmemorarlo le diera por bailar salsa, guaracha o a hacer el trencito con algún mandatario extranjero para crear la ilusión de una supuesta normalidad o que organizase un sarao con orquestas y artistas nacionales e internacionales luego de haber llorado, a moco suelto, por un dictador, con la sola intención de que los zombis que ellos mismos crearon en estos 18 años de involución revolucionaria, socialista y profundamente chavista no piensen en que las hallacas estarán verdaderamente esmirriadas porque no hay dinero que alcance, porque los ingredientes están desaparecidos de los anaqueles o porque solo se encuentran productos importados a dólares preferenciales pero vendidos a dólar libre, un método que engancha a mucho incauto.
Para llorar (y no de la risa)
Fíjense que el pasado 6 de diciembre la Asamblea Nacional conmemoró, con bombos y platillos, "el primer año de la recuperación de la democracia", según se desprende de los anuncios de la plenaria del parlamento, y uno no termina de entender cuando ocurrió tal hazaña porque aún se encuentran mandando los mismos que violan los derechos humanos, que no les importa mantener tras las rejas a inocentes, que destituyeron de facto (golpista es golpista) al Alcalde Metropolitano, tras despojarlo de facultades y de encarcelarlo por trabajar sin recursos, que esclavizaron a los venezolanos con la bonificación de sueldos miserables y que han sometido al país a la miseria y a la depauperación de lo humano.
Es para llorar (y no de la risa) que la celebración parlamentaria y los desatinos gubernamentales sean dignos de aparecer en las primeras páginas de los medios un 28 de diciembre aunque ocurran todo el año.
Desde que comenzó el 2016 se hicieron anuncios de cómo se desalojaría del poder a la caterva gobernante: que este año (al que le quedan días) lloviera, tronara o relampagueara se haría un referendo revocatorio pero caímos por inocentes; que en los primeros 6 meses del año se definirían los mecanismos para desalojar del poder al obrero que nunca había trabajado (y que tampoco lo ha hecho ahora) pero caímos por inocentes; que la Asamblea Nacional haría los pesos y contrapesos (que normalmente existen entre los Poderes Públicos en las democracias) pero caímos por inocentes.
Todo el año de inocentes
Asimismo se aspiraba que se lograría reestructurar al Poder Judicial luego que se destituyese a los magistrados express pero caímos por inocentes; que por fin se tendría un poder electoral que atendiera los intereses del país y no los de la camarilla gobernante pero caímos por inocentes; que la función contralora del parlamento sería reinstituída con lo cual se interpelarían a los funcionarios e investigaría los mil millonarios casos de corrupción, legitimación de capitales y robos de grandes sumas de dinero pero caímos por inocentes y que por fin los diputados, ministros, militares y primeros "combatienticos" que estuviesen involucrados con los diferentes cárteles que se han repartido el país cómo los delincuentes distribuyen un botín serían investigados pero caímos por inocentes.
Pareciera que gracias a la revolución de pacotilla que se instauró en Venezuela de la mano de los más grandes farsantes que hayamos conocido y a una "cándida e ingenua" oposición que llegó preñada de buenas intenciones, el Día de los Inocentes puede ocurrir en cualquier momento, lugar y hora con lo cual no se sabe sí la Fiesta de los Locos y las Locainas en Mérida y Trujillo; la de Las Zaragozas en Lara o el Baile del Mono en Caicara de Maturín se celebrarían, todo el año, al grito colectivo de caímos por inocentes.
Llueve... pero escampa
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