domingo, 15 de enero de 2017

Caciques sin indios

Por Miguel Yilales
@yilales
Luego de mucho nadar, de pasar tempestades y de evadir diferentes escollos llegamos al 2017 y las perspectivas son peores que las de su antecesor: no sabemos cómo llegamos aquí ni tenemos esperanzas de saber hacia dónde vamos, en especial porque en apenas 15 días terminaron de destruir los jirones del estado de derecho que ha dejado la revolución bolivariana en estos 18 años: sin separación en los poderes públicos, con desprecio por los derechos humanos, con irrespeto a la inmunidad parlamentaria y donde se exacerban los mecanismos para terminar de convertir a una exrepública en un feudo del oscurantismo medieval.
Quienes dirigen al país están convencidos que se puede seguir implementado las mismas pésimas decisiones del año pasado y que eso no tendrá ninguna consecuencia; que la ruina de cientos de miles de venezolanos no tiene importancia porque el incremento de los precios del petróleo servirá para ocultar la miseria y la indigencia; que se pueden comprar voluntades con registros fraudulentos y carnés que segregan a unos venezolanos de otros menos venezolanos porque adversan a este esperpento chavomadurista (que inició Chávez y continúa su heredero).
La radicalización continúa
Las primeras acciones gubernamentales estuvieron orientadas al juego de la sillita. Para ello llamaron a los vicepresidentes, a los ministros, a los gobernadores, a los diputados y a cuanto ñángara con uña para que estuviesen prestos al enroque de cargos. El resultado fue que, entre los grupos enfrentados del chavismo, los más hábiles para sentarse fueron los radicales, tirapiedras, encapuchados y exguerrilleros que sacaron de los cargos a los que se fueron pa' villa.
De ahí surgió la implementación de un comando antigolpe, dirigido por lo más talibán de la fauna política revolucionaria, presto para iniciar una cacería de brujas que le permitiese acusar sin pruebas, montar expedientes fraudulentos, encarcelar a nuevos inocentes, buscar los mecanismos para ilegalizar a los partidos políticos y garantizar la persecución de la disidencia política, en especial a aquella que le es incómoda a sus objetivos y planes de destruir la institucionalidad. 
Frente a esta movida de radicalización política por parte del régimen, a la oposición (que aún no regresaba de las vacaciones decembrinas) "no le quedó más remedio" que continuar con el proceso de destitución (por abandono del cargo) y decidirlo por mayoría parlamentaria pero sin juramentar a quien debía suplirlo en sus funciones hasta tanto se hagan las nuevas elecciones, notificarle al cuerpo diplomático y a la comunidad internacional sobre tan trascendental decisión ni hacer una campaña que hiciese que los venezolanos, obstinados de tanta incapacidad, los acompañasen en la calle para exigir la salida del Palacio presidencial del destituido o por lo menos generar la crisis política que lo desalojase del poder.
No ha pasado nada
Según esa especie en este momento nadie ejerce la presidencia (no hace diferencia que esté quien dice que lo hace) porque el país sigue al mismo garete que llevamos desde que unos incapaces decidieron asumir el socialismo como la panacea política y que solo nos ha dejado una gran desolación, la inflación más alta del mundo, niveles impresionantes de desabastecimiento, bandas delincuenciales que se dividen al país como un botín, cárteles que trafican desde influencias (Odebrecht) hasta sustancias ilícitas (narcosobrinos), una industria petrolera hipotecada a transnacionales, una moneda inservible, súper devaluada y sin poder adquisitivo, unas mafias jurídicas que distribuyen injusticias, unas autoridades electorales que no organizan elecciones y una violencia desbordada que nos ubica como el país menos recomendable para el turismo.

Lo lamentable de todo esto es que en el país no pasa nada por culpa de unos "líderes" que un día piden que los acompañen a la lucha política para al siguiente espetarle a sus "liderados" que, como en el dominó, los mirones son de palo; que imploran por apoyos incondicionales para los candidatos que ellos escojan a dedo para luego decir que no son culpables si estos son ineficientes, incapaces o si saltan las talanqueras; que claman porque se les de un voto de confianza en sus decisiones, como quien da un cheque en blanco a un estafador, así estas parezcan poco asertivas, inoportunas y carentes lógicas. Es que de lado y lado hay caciques sin indios por hacer las cosas mal.
Llueve... pero escampa

1 comentario:

  1. Caciques varios con poder, los indios lamentable el ciudadano común que pareciera ya acostumbrarse a la situación, es lo que se percibe en ese día a día de transitar. Hasta cuándo será que lleve la inercia de ese común y la inoperancia política de los caciques en el poder. Miguel recuerdas del comentario "...el ultimo que paso el suiche...", vas a escribir un libro sobre ello y dirás lo que fue a plena luz y lo que ets a oscuras. Se te recuerda y aprecia. Aurora Psuna

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