miércoles, 27 de febrero de 2013

La mujer del César

Miguel Yilales
@yilales
Cuando hablamos de democracia, entendemos que nos referimos a una forma de organización social que atribuye la titularidad del poder al conjunto de la sociedad.
En sentido estricto, la democracia es una forma de organización del Estado y de convivencia social, entre cuyos principios se encuentra la alternabilidad en el poder.
Cada estreno de año comienza una etapa en la cual, en el show bussines, se reconocen los méritos del año precedente.
Todo comienza con nominaciones, evaluación de credenciales, la alfombra roja, la entrega de premios y la celebración.
Lo importante de estas premiaciones es, que a pesar de lo aburrida que puede ser la ceremonia de entrega, vemos elementos democráticos en su conferimiento.
Cada año son postulados diferentes actores, intérpretes, directores y productores, es un acto que lo congenia a uno con la igualdad de oportunidades para todo aquel al que deba reconocerse un trabajo o una trayectoria.
Presenciar como las Academias se las arreglan para reconocer los méritos de distintos personajes, a pesar de las líneas fijas cual si se tratase del “5 y 6”, lo reconcilia a uno con la alternancia democrática.
En los días recientes en el país han ocurrido algunos hechos que por lo demás llaman la atención, ya que apuntan hacia ese proceso de “componenda” con lo que llamamos democracia.
El presidente de un partido político, llegado a esas instancias por obra y gracia, para usar términos muy cristianos, no del Espíritu Santo, sino de decisiones judiciales de un sistema al que ellos mismos han llamado vendido, sesgado y tutelado por lo mas carmesí del poder, y nuevamente no me refiero a lo cardenalicio de la santa iglesia, sino a quienes administran el poder, propuso la escogencia por consenso del candidato de oposición (método cogollérico) ante unas eventuales y probables elecciones presidenciales y además que el ungido debía comprometerse a la no reelección absoluta.
Que la propuesta venga de un presidente designado por el democrático dedo de unos jueces, que parecieran no muy justos, si consideramos las decisiones contrarias a derecho en contra de Afiuni o de Simonóvis, es algo digno de Ripley.
Desde la otra acera, aunque más que otra pareciera la misma, un dirigente del prístino partido que desde 1941 está en las luchas políticas, suscribió esas mismas consideraciones sobre el continuismo, ya que siendo coherente con el discurso de crítica a la perpetuación en el poder del capitus rector de la revolución escarlata, debía oponerse a la reiteración de ese mal histórico que tanto daño le ha hecho a Venezuela. Esa postura tan coherente viene de quien ha estado al frente del albo partido desde el año 2000, apenas 2 años menos de los que ha estado al frente del país el criticado de marras.
Recuerdo haber visto al presidente de una federación deportiva, rasgándose las vestiduras porque no era justo que un solo hombre se perpetuase en el poder, que eso atentaba contra la democracia y que debíamos oponernos, marchar y protestar para evitarlo, claro siempre y cuando no se refirieran a él, que dirige a la mencionada coalición desde 1988 (se acaba de postular para un nuevo período), casi el mismo tiempo que Juan Vicente Gómez detentó el poder.
No se puede llamar a los demás autócrata, dictador, usurpador, iconoclasta, inquisidor, si antes no hemos revisado nuestras propias actuaciones. En política, como en la vida misma, la mujer del César no solo tiene que serlo, sino parecerlo.
Llueve… pero escampa

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