miércoles, 6 de febrero de 2013

Ni que sea Harry Potter

Miguel Yilales
@yilales

En Venezuela nos debatimos entre la ficción y la realidad. Hay quienes dicen que el nuestro es un país bizarro, sin conocer el significado de esta palabra.
Si nos vamos a la fuente del idioma, bizarro es una cualidad que denota un porte erguido, con carácter, firme… pero si escuchamos las declaraciones de quien detenta el poder, ilegítimamente en el país, sabemos que no es a esto a lo que se refieren. 
En el sentido denotativo la palabra bizarro expresa cualidades positivas, no obstante comúnmente se utiliza para referirse a algo raro, extravagante, insólito, debido a la influencia de la palabra bizarre, que en inglés y francés, significa “extraño”, “extravagante”, “anormal”, “atípico”, lo cual ha hecho que en lo cotidiano se le otorgue también este significado. 
La sabiduría popular, a veces no tan sabia si nos remitimos a los últimos 14 años, cuando ve algo muy extraño o insólito lo denomina bizarro, con lo cual, entonces, sí estarían refiriéndose a los signos de nuestro cotidiano vivir.
En la dialéctica esta semejanza de términos de diferentes idiomas con significados disímiles se denomina “falsos amigos”, otro tema que conocemos a plenitud, ya que el país cuenta con un “club de falsos amigos” a los que solo les interesamos en función a lo esplendidos que seamos con el petróleo, pero esa es harina de otro costal.
Nunca se imaginó J. K Rowling, autora de esa saga de ficción cuyo protagonista es un niño mago llamado Harry Potter, que su mundo de novela fuese a tener su versión bizarre en la realidad. 
Y digo que definitivamente aquí la historia es al revés. Con magos, brujos, monjes, enanos y gigantes, pócimas y demás yerbas, pero sobre todo el mal triunfando sobre el bien. Los buenos son malos y los malos son buenos.
Tenemos jóvenes y arcaicos perversos que personifican al mal ganando al bien. Hasta nuestra versión del innombrable Lord Voldemort, que está muriendo en vida, maniobrando para escaparse a la parca, aunque de ella nadie se ha evadido. Hasta un Harry Potter, que en lugar de bueno es retorcidamente malo, hasta para emular a su alter ego Voldemort.
Este Harry criollo y no tan maduro, heredó el reino, lo administra por instrucciones del innombrable, habla por él, está en conexión directa con el amo, lee sus pensamientos y hasta firma igual a él.
La maldad de este HP, me refiero al nombre y no a lo que es, quedó evidenciado cuando lo vimos salivando de placer, como perro de Pávlov, al responder vilmente a la carta que, una valiente niña de apenas 15 años, le dirigiera para pedir clemencia para su padre.
Ivana Simonovis, una heroína de carne y hueso, que se manifiesta cansada de llorar y sufrir, que se siente vieja sin serlo, clama por una medida humanitaria, pide un gesto noble, necesario y hermoso para acabar los odios. 
Y el HP, le responde que no permitirá la impunidad y que nadie lo manipularía a través de los medios. No importa si son culpables o no, lo importante es la exclusividad en la manipulación.
Ante un clamor misericordioso, una respuesta perversa.
Al HP solo se le olvidó que fue un desertado de sus filas, quien desde Costa Rica, confesó haber sentenciado a inocentes, siguiendo instrucciones del mismo padrino que descansa en el Caribe.
Todos ellos dejan de lado que en el mundo bizarro o en el bizarre, la justicia podrá tardar, pero llega y lo que es peor llega sin clemencia, no se salva ni que sea un HP.
Llueve… pero escampa


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