martes, 1 de abril de 2014

Carta abierta al (rellene usted) Nicolás Maduro

Miguel Yilales
@yilales
Para iniciar esta misiva, tuve que hacer un ejercicio sobre como introducirla, porque fui formado en lo ceremonial y en lo protocolar.
En nuestra república el trato protocolar, y el más excelso título que se pueda recibir, según Bolívar, es el de ciudadano. Cuando inserté el término ciudadano, lo primero que me vino a la mente fue su significado, bien porque lo buscase en el mataburro (me refiero al diccionario y no a una propuesta de tiranicidio), bien por la definición del republicanismo o de la Revolución Francesa y en todas encontraba elementos que me impedían iniciar con ese trato.
Después traté de colocarle el de Ilustrísimo o Excelentísimo, y lamentablemente el accionar del destinatario no se corresponde con alguien insigne.
Igualmente quise colocar Hijo de la Patria, creo que a eso se refieren en las redes sociales cuando colocan #HDP, por aquello de la patria grande que Bolívar soñó, pero tampoco logré ubicarlo ni aquí, ni allá.
También pensé en colocar uno de esos títulos académicos que la gente empieza a usar sin merecerlo, como doctor o licenciado, pero me pareció ofensivo con quienes se han quemado las pestañas entre libros, y ahora frente a las pantallas, para obtener esos grados académicos.
En cuanto al cargo que ejerce, es bueno recordar, que este tiene legitimidad de origen y legitimidad de desempeño, y en ambos casos siempre ha dejado mucho que desear.
Y por supuesto no usaré el trato pronominal de estimado porque no quiero.
En el entendido que Maduro, a mi juicio, no calza en ninguna de las categorías, decidí dejar en blanco ese pequeño asunto, para que fuese el lector quien rellenase el tratamiento protocolario.

Quien mucho habla, mucho yerra

Conozco a la Fuerza Armada que existió antes del régimen al que usted ha pertenecido en los últimos 15 años. Y la conozco porque pertenecí a ella por casi 17 años. Es decir, se de buena tinta, lo que usted desconoce.
En una de las tantas cadenas de radio y televisión, cuando enviaba un mensaje a los militares señalándoles que la lealtad al comandante supremo y eterno tenía sus beneficios, porque una vez pasados al retiro se les premiaba con cargos públicos, me percaté de su supina ignorancia sobre la materia militar, porque los militares deben su lealtad a la Constitución y no a personas o parcialidad política, se deben a ideales y no a ideas trasnochadas y vetustas y que se comprometieron a velar por eso que se llama patria, que es distinto a lo que ustedes creen que es la patria: sus cuentas bancarias.
Además señaló que el grupo de militares que decidió pronunciarse en la Plaza Altamira en contra del régimen gobernante, lo hicieron porque eran unos traidores y que además les habían ofrecido villas y castillos para después darles una patada donde la espalda pierde el nombre.
Esas conclusiones las sacó, según su propia confesión, porque ninguno de los que se pronunciaron en contra de un gobierno, que ya era arbitrario y déspota, ejercía cargos de elección popular en representación de la oposición.

Eres epifito o eres rémora

Como antes de ser escribidor, periodista y educador, fui militar y estuve en Altamira, me da permiso para hacer dos pequeñas observaciones: si este hubiese sido un sistema democrático y no se persiguiese a la disidencia, seguramente la mayoría de esos oficiales estarían en su propio terruño, vivirían para ver salir a este país adelante e indudablemente adversarían a su régimen, como lo hacen desde el exterior, por el rastacuerismo con el que ustedes se entregaron a La Habana; en segundo término quién le dijo que ahí se estaba en la búsqueda de cargos, de haber sido así hubiese sido más fácil permanecer en las filas de los cuarteles, guindado de las gónadas de lo que ustedes dicen que vive, pero que, aquí entre nos, sabemos que no, para ascender.
Si alguien, que reniega de sus orígenes para encubrir su pasado, que se pasó de asaltante de blindados (acciones revolucionarias) a asaltante del erario público (que es lo mismo) y cree que todo se logra arrimándose a un árbol más frondoso como cualquier epifito o actúa como una rémora al usar su ventosa para adosarse a otro pez y así llegar a donde sus capacidades nunca lo hubiesen permitido, hace este tipo de aseveraciones es porque no siente arraigo por nada, ni nadie y solo le importa su propio beneficio a costa de la destrucción del país.
El tiempo dirá quien se paró en el lado correcto de la acera.
Llueve… pero escampa

6 comentarios:

  1. Una vez más: EXCELENTE Dr. Yilales.

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  2. rellenar, colocar un título se hace difícil y con lo argumentado menos, paso en ello.
    Tu persona como otros conocidos tienen buenas experiencias tanto en el campo militar como el tiempo vivido en Altamira, y ese a quien va dirigido no tiene ni la mínima idea, solo se lleva por lo que le susurran al oído. Se le estimada, en algún momento escribirá sobre ese sitio emblemático, recordando ¿Quién fue el ultimo en pasar el suiche?

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  3. muy buen articulo profesor, sin desperdicios....

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  4. EXCELENTE PROFESOR, SALUDOS DESDE MONAGAS...!

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  5. Como admirador de la Inteligencia me alineo a las felicitaciones...!! Gracias...!!!

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