jueves, 16 de octubre de 2014

Los villanos de la revolución bonita

Miguel Yilales
@yilales
Desde pequeños nos inculcaban los conceptos del bien y el mal, con valores y principios apegados a esa concepción.
Aunque hay quienes argumentan que todo es relativo, la mayoría de las filosofías propugnan la coexistencia del bien y del mal y que no puede haber ninguna cosa “buena” a menos que haya una “mala” o viceversa.
Entre esos conceptos, también nos enseñaban algunas ideas, aceptadas por la mayoría, sobre como son los héroes y los villanos. Y es precisamente de estos de los que hablaremos.
Según los estereotipos, resulta que un villano es por definición una persona malvada, que se viste con elegantes trajes oscuros, usa bigote acicalado, tiene una expresión facial perpetuamente enfadada, con una risa malvada, voz estirada y aduladora, y un arrogante exceso de confianza en sí mismo que le lleva a explicar innecesariamente sus siniestros planes. Un villano es visualmente siniestro.
Imaginemos a un personaje con bigotes, trajeado de negro, con una expresión de enfado, con voz estirada y arrogante en exceso y que las puestas en escena son tan burdas que siempre descubrimos sus planes: et voilà tenemos a Pierre Nodoyuna (de seguro alguien pensó en otro con igual descripción).

¡Haz algo, Patán!

Recuerdo que Pierre era un espigado hombre de bigote que siempre se hacía acompañar por un perro, no muy fiel. Nodoyuna no lograba ningún objetivo y su secuaz Patán, así se llamaba el regordete perro con mucho pelo (si fuese humano diría que con mucho cabello, pero no quiero que piensen que hago referencia a alguien en particular), se burlaba con una risita asmática por la mala pata de su jefe circunstancial.
Seguro estoy que ese programa de Hanna-Barbera no pasaría los controles de Conatel, quien abriría una investigación, con multa por delante, al presumir una tentativa de burla contra las autoridades nacionales y la patria.
Claro sería una investigación infundada toda vez que a Pierre Nodoyuna nadie lo increpó para que hiciese algo y él nunca atinó a responder ¿qué quieres tú que yo haga? Además por los lados de Miraflores nunca se ha escuchado: “¡Rayos! ¡Maldición! Sacre Bleu! ¡No hay deguecho (menos con acento cubano o colombiano)!”, para rematar con “¡Haz algo, Patán!”.
Unos años después, Pierre y Patán fueron cambiados por unos ratones, alterados genéticamente, que aunque no eran villanos, siempre trataban de conquistar al mundo.
Ellos eran Cerebro y Pinky: el primero, un roedor gordo, muy gordo, cabezón, que aparentaba gran inteligencia y deseos de conquista mundial, que debido a su tamaño tenía complejo de Napoleón y todo lo dirigía como un militar chambón; el otro ratón, también manipulado genéticamente aunque menos inteligente que Cerebro, era alto y con una expresión de muecas indescifrables.
Uno se imaginaría a estos dos personajes en la vida real, noche, tras noche planificando, así sea dando con un mazo, para ¡Tratar de conquistar al mundo!

Fracaso tras fracaso

Los invito a figurarse (con la voz de Cerebro explicándole a Pinky) los planes para la conquista mundial, que en sus ratoniles mentes pueden limitarse a un país petrolero: Vamos a aprobar un exiguo presupuesto universitario para que los estudiantes protesten y justifiquemos la represión policial y el empleo de los colectivos y además capturemos a un estudiante, le violamos sus derechos humanos mediante una golpiza en la cárcel donde lo metamos, para enviarlo a recuperar a una unidad de cuidados intensivos, solo para sembrar el terror.
Asimismo se les podría haber ocurrido detener a una tuitera irreverente para amedrentar a quienes osen alzar su voz; filtrar una fotografía de la morgue de Bello Monte para salir a perseguir a los periodistas o televisar un enfrentamiento entre bandas.
Sí Disney, Marvel, DC Comics y Hanna-Barbera tienen villanos, una revolución de comiquita no podía quedarse atrás.
Llámense Pierre Nodoyuna, Patán, Pinky o Cerebro, los infames del siglo XXI resaltan por la falta de moral, bondad, caridad o afecto por nuestro país y quienes vivimos en él, y aunque sabemos que sus planes están condenados al fracaso por inviables, porque se acaba la plata o por su mala suerte, nos duele lo dilapidado: tiempo, exiliados y vidas.
Decía Martí que la honra podía ser mancillada, la justicia vendida, todo desgarrado, pero que la noción del bien no naufragaba, y en nuestro caso será así gracias a la valentía y al heroísmo de los ciudadanos que derrotaremos a estos villanos.

Llueve… pero escampa

5 comentarios:

  1. Excelente artículo Miguel. No me quedan dudas de que los creadores de los dibujos de Hanna Barbera y Warner Bros. son unos profetas. Solamente falta que, como en la televisión, estos villanos de comiquita no logren salirse con la suya.

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  2. Muy buena analogía.
    Te faltó un personaje, el que más abunda: El Rastrero de Cool McCool. El más disputado por lo miembros de esta extirpe revolucionaria.

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  3. Cheverisimo! como todos los escritos que he leido son faciles de digerir, y me obligan a reflexionar; La salida del aire de estos comics, a mi juicio, se deben a los avances tecnologicos, la globalizacion y el discurrir inexorable del tiempo. Habremos de remar hacia aguas tranquilas de pensamiento libres y de libres conocimientos, que recursivamente navegan en mar bravio hasta arribar a puerto seguro Nuevos comics vendran, nuevos tiempos discurriran

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  4. ¡Extraordinario artículo profesor!, indudable referencia de nuestros villanos "no tan favoritos", pero si muy risibles, protagonistas de esta gran historieta que transcurre y de la cual esperamos su capitulo final, sin alusiones gubernamentales.

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  5. Estos monigotes nuestros lo que desean es Villas a costilla de Nos.
    Felicitaciones profe

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