Miguel Yilales
@yilales
Desde pequeños nos inculcaban los conceptos
del bien y el mal, con valores y principios apegados a esa concepción.
Aunque hay quienes argumentan que todo es
relativo, la mayoría de las filosofías propugnan la coexistencia del bien y del
mal y que no puede haber ninguna cosa “buena” a menos que haya una “mala” o
viceversa.
Entre esos conceptos, también nos enseñaban
algunas ideas, aceptadas por la mayoría, sobre como son los héroes y los
villanos. Y es precisamente de estos de los que hablaremos.
Según los estereotipos, resulta que un villano
es por definición una persona malvada, que se viste con elegantes trajes oscuros,
usa bigote acicalado, tiene una expresión facial perpetuamente enfadada, con
una risa malvada, voz estirada y aduladora, y un arrogante exceso de confianza
en sí mismo que le lleva a explicar innecesariamente sus siniestros planes. Un
villano es visualmente siniestro.
Imaginemos a un personaje con bigotes,
trajeado de negro, con una expresión de enfado, con voz estirada y arrogante en
exceso y que las puestas en escena son tan burdas que siempre descubrimos sus planes:
et voilà tenemos a Pierre Nodoyuna
(de seguro alguien pensó en otro con igual descripción).
¡Haz
algo, Patán!
Recuerdo que Pierre era un espigado hombre
de bigote que siempre se hacía acompañar por un perro, no muy fiel. Nodoyuna no
lograba ningún objetivo y su secuaz Patán, así se llamaba el regordete perro
con mucho pelo (si fuese humano diría que con mucho cabello, pero no quiero que
piensen que hago referencia a alguien en particular), se burlaba con una risita
asmática por la mala pata de su jefe circunstancial.
Seguro estoy que ese programa de Hanna-Barbera no pasaría los controles
de Conatel, quien abriría una investigación, con multa por delante, al presumir
una tentativa de burla contra las autoridades nacionales y la patria.
Claro sería una investigación infundada
toda vez que a Pierre Nodoyuna nadie lo increpó para que hiciese algo y él
nunca atinó a responder ¿qué quieres tú que yo haga? Además por los lados de Miraflores
nunca se ha escuchado: “¡Rayos! ¡Maldición! Sacre
Bleu! ¡No hay deguecho (menos con acento cubano o colombiano)!”, para
rematar con “¡Haz algo, Patán!”.
Unos años después, Pierre y Patán fueron cambiados
por unos ratones, alterados genéticamente, que aunque no eran villanos, siempre
trataban de conquistar al mundo.
Ellos eran Cerebro y Pinky: el primero, un
roedor gordo, muy gordo, cabezón, que aparentaba gran inteligencia y deseos de
conquista mundial, que debido a su tamaño tenía complejo de Napoleón y todo lo
dirigía como un militar chambón; el otro ratón, también manipulado genéticamente
aunque menos inteligente que Cerebro, era alto y con una expresión de muecas
indescifrables.
Uno se imaginaría a estos dos personajes en
la vida real, noche, tras noche planificando, así sea dando con un mazo, para ¡Tratar
de conquistar al mundo!
Fracaso
tras fracaso
Los invito a figurarse (con la voz de
Cerebro explicándole a Pinky) los planes para la conquista mundial, que en sus
ratoniles mentes pueden limitarse a un país petrolero: Vamos a aprobar un
exiguo presupuesto universitario para que los estudiantes protesten y justifiquemos
la represión policial y el empleo de los colectivos y además capturemos a un
estudiante, le violamos sus derechos humanos mediante una golpiza en la cárcel
donde lo metamos, para enviarlo a recuperar a una unidad de cuidados intensivos,
solo para sembrar el terror.
Asimismo se les podría haber ocurrido detener
a una tuitera irreverente para amedrentar a quienes osen alzar su voz; filtrar
una fotografía de la morgue de Bello Monte para salir a perseguir a los
periodistas o televisar un enfrentamiento entre bandas.
Sí Disney, Marvel, DC Comics y
Hanna-Barbera tienen villanos, una revolución de comiquita no podía quedarse
atrás.
Llámense Pierre Nodoyuna, Patán, Pinky o
Cerebro, los infames del siglo XXI resaltan por la falta de moral, bondad, caridad
o afecto por nuestro país y quienes vivimos en él, y aunque sabemos que sus
planes están condenados al fracaso por inviables, porque se acaba la plata o
por su mala suerte, nos duele lo dilapidado: tiempo, exiliados y vidas.
Decía Martí que la honra podía ser
mancillada, la justicia vendida, todo desgarrado, pero que la noción del bien
no naufragaba, y en nuestro caso será así gracias a la valentía y al heroísmo
de los ciudadanos que derrotaremos a estos villanos.
Llueve… pero escampa
Excelente artículo Miguel. No me quedan dudas de que los creadores de los dibujos de Hanna Barbera y Warner Bros. son unos profetas. Solamente falta que, como en la televisión, estos villanos de comiquita no logren salirse con la suya.
ResponderEliminarMuy buena analogía.
ResponderEliminarTe faltó un personaje, el que más abunda: El Rastrero de Cool McCool. El más disputado por lo miembros de esta extirpe revolucionaria.
Cheverisimo! como todos los escritos que he leido son faciles de digerir, y me obligan a reflexionar; La salida del aire de estos comics, a mi juicio, se deben a los avances tecnologicos, la globalizacion y el discurrir inexorable del tiempo. Habremos de remar hacia aguas tranquilas de pensamiento libres y de libres conocimientos, que recursivamente navegan en mar bravio hasta arribar a puerto seguro Nuevos comics vendran, nuevos tiempos discurriran
ResponderEliminar¡Extraordinario artículo profesor!, indudable referencia de nuestros villanos "no tan favoritos", pero si muy risibles, protagonistas de esta gran historieta que transcurre y de la cual esperamos su capitulo final, sin alusiones gubernamentales.
ResponderEliminarEstos monigotes nuestros lo que desean es Villas a costilla de Nos.
ResponderEliminarFelicitaciones profe