Miguel Yilales
@yilales
Escribir sobre el país es un compromiso muy grande porque
siempre surgen detractores o quienes te apoyan, los primeros porque no les
gustan que se critiquen los momentos que vive el país y los segundos porque se
expresa lo que ellos mismos quisieran decir.
Es que lamentablemente vivimos en un país al revés (de
cabeza es lo más decente que se me ocurre) en el que los conejos persiguen a
los perros, los caballos están detrás de las carretas, quienes gobiernan
sabotean la gestión gubernamental y los que se oponen al gobierno no les gusta
actuar como oposición.
En estas semanas diferentes sectores de la vida
pública nacional les ha dado por desconcertarnos, por lo carentes de norte, de
valores y principios, lo cual ratifica la urgente necesidad de cambiar el rumbo
o, por lo menos, a los que hacen de pilotos.
Fíjense que estamos tan desorientados que el que dice
dirigir los destinos del país decidió, en medio de una crisis económica, con la
mayor escasez de productos y con cifras exorbitantes de inflación, tomarse unos
días de paseo familiar encubierto en una misión oficial.
De Caracas a Brasil, de ahí a la China con parada en la roja plaza de Moscú, para luego recalar en el Medio Oriente, sin invitación, sin agenda y sin coordinaciones diplomáticas.
De Caracas a Brasil, de ahí a la China con parada en la roja plaza de Moscú, para luego recalar en el Medio Oriente, sin invitación, sin agenda y sin coordinaciones diplomáticas.
Leña para todas las
brazas
Pareciera que en pleno vuelo les pedía a los pilotos que lo
dejaran en la esquina, quizás por esa costumbre tan venezolana de pedirle a los
autobuseros que así lo hagan. Nadie lo estaba esperando y para las reuniones
sociales (porque oficiales no fueron) el anfitrión se hizo acompañar con su
amante combatiente y por ministros, transmutados en fotógrafos, para capturar
las selfies, esa moda de autofotografiarse.
Para demostrar la informalidad del asunto a nuestro
itinerante le dio por vestir mono deportivo, lo cual me hace recordar a un
mandatario venezolano, que fue depuesto por un compadre (un nexo que siempre es
dado con Dios, muy distinto que con Diosdado) quien recibía las visitas,
oficiales o no, en pantuflas. Es que el enmonado gobernante debiera ver si no
le cayó la pava del compadrazgo.
Pero estas baboserías no son exclusivas del gobierno. A un
alcalde capitalino, perteneciente al partido cuya prioridad es la justicia, le
ha dado por jugar a estar, como decía mi abuela, bien con Dios y con el Diablo.
En ese municipio se permite la protesta pacífica, pero vaya
usted a saber qué es pacífica, porque según el burgomaestre de marras el que
unos jóvenes coloquen imágenes de quienes fueron asesinados durante las
protestas de 2014, es un atentado contra la salud de los chacaoenses.
Que Pérez Jiménez prohibiese el uso de la iconografía de Carnevalli,
Pinto Salinas o Ruiz Pineda era lógico, pero que lo haga quien dice adversar al
gobierno es como melindroso.
Pero sus desatinos no llegan hasta ahí,
recientemente le dio por criminalizar a quienes cierren una vía para llamar la
atención de las autoridades, porque a su justiciero juicio ese tipo de
protestas no son pacíficas sino que violentan el derecho al libre tránsito. Me
imagino a este adalid del derecho pidiendo la cabeza del ciudadano que se
atrevió a interrumpir el libre tránsito de los tanques que se dirigían a la
Plaza Tiananmen.
Con el santo de
espaldas
Y la guinda que le faltaba a la torta, la pusieron en la
procesión de la Divina Pastora, aunque en realidad más que la guinda pusieron
la torta. Convertir un acto de peregrinación y fe, en un sarao con mesoneros y
todo, solo se les podía ocurrir a esa casta que dicen gobernar porque tienen el
control de las armas.
En el país, todos los 14 de enero, ocurre una movilización
de verdadera fe. Son 7,5 kilómetros de religiosidad, que este año fue empañada
por unos sibaritas que les dio por tener anfitriones impecablemente trajeados
para libar bebidas espirituosas.
Tan mal les fue que la única valla con alusiones políticas
(la de ellos) se cayó y se despedazó, a un lado quedó la imagen de María Divina
Pastora de Almas y al otro la iconografía de la Revolución, un claro mensaje de
la Providencia (o del mensajero) quien finalmente rasgó tal procacidad.
Mientras hay quienes seguimos apostando por un país unido,
lleno de tradiciones y de venezolanidad, hay otros a los que solo les importa
su beneficio particular, ya que en lugar de tener posiciones firmes ante la
vida, les resulta mejor (y vale más) ser una verdadera guabina en un país en el
que se manda pero no se gobierna.
Llueve… pero escampa
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