Miguel Yilales
@yilales
Estamos ante un país que por momentos pareciera ilógico,
aunque esos instantes se vuelvan tan largos y reincidentes, que pasan de lo
anormal a lo normal.
Si uno atendiera a los temas que son noticias por las redes
sociales nos podríamos percatar que en menos de lo que aletea un colibrí, y eso
que lo hace 55 veces por cada segundo, en Venezuela podemos pasar de pedir la
renuncia del primer empleado nacional a las colas en los mercados a cielo
abierto, para luego preocuparnos por la visita de unos expresidentes
latinoamericanos y finalmente terminar hablando de la paisana de Andrés
Pastrana y Nicolás Maduro (según revelara el exmandatario colombiano) que fue
electa Miss Universo.
De seguro alguien dirá que ese es el escape que tenemos los
venezolanos a los temas que tanto nos agobian, pero trato de imaginar a Gandhi
durante la independencia de la India o a Lech Walesa y su movimiento
Solidaridad dejando sus luchas de lado para preocuparse por las respuestas de
las misses, el color del vestido o sí hubo un chanchullo entre Donald Trump y
sus inversiones por lo que las coterráneas de Gandhi o Walesa no clasificaron a
la siguiente ronda.
Escasez de criterios,
más que de insumos
Sin embargo hay hechos que no se pueden desvirtuar y menos
tratar de tapar con un dedo, como hacen recurrentemente los que entrecierran
los ojos y ponen su dedo al frente tratando de trocar el día en noche.
Si usted busca pasta de diente solo encontrará una marca.
Aquí nadie sufre de sensibilidad dental, los niños tienen que tragar bastante
flúor en especial porque están aprendiendo con dentífrico de adulto, a nadie se
le forma sarro o piedras en los dientes y mucho menos se necesita
blanqueamientos especiales.
Igual pasa con esa perversa costumbre que por décadas se nos
enseñó a los venezolanos de que teníamos que comer proteínas, en especial esas
que mientan pollo o carne, y ni pensar en ese lujo que es el pescado. A
sustituirlas por frutos secos que se encuentran en el mercado: almendras,
avellanas, castañas, nueces de macadamia o piñones, además por frutas secas
como las ciruelas pasas, los dátiles y los higos secos que nos llegan de los
acuerdos firmados en la última gira presidencial y los cereales cultivados en
el sistema recuperado por Agropatria, en esos galpones que se encuentran a lo
largo de la Autopista Regional del Centro, que están en plena producción aunque
parezcan abandonados, derruidos, destruidos y arruinados.
Eso mismo ocurre con el papel sanitario, el café, el aceite
de maíz (totalmente desaparecido) y las servilletas, todos productos superfluos
que fueron inventados por el capitalismo para incrementar el consumismo.
Pero lo que nadie se imaginaba es que quien juraba que tenía
a Dios agarrado por la chiva, no solo por usufructuar su nombre o porque le
hiciese ojitos al comandante supremo, sino por creerse guapo y apoyado,
atrabiliario y grosero, malcriado y chapucero, fuese a ser inculpado en algo
tan serio como el Cártel de los Soles, ya no por una escatológica hojilla
televisiva, sino por un oficial de la entera confianza de la revolución.
Dios proveyó otra
cosa
De nada valdrá decir que es la derecha internacional que
está complotando, a menos que quieran aceptar que el sistema de inteligencia
cubano y el venezolano son tan malos que se dejaron infiltrar un topo por 16
años y que lo activaron para perjudicar al teniente-capitán, porque no es lo
mismo decir que infiltraron la seguridad de un diputado con el paisano
presidencial (alias El Colombia) a aceptar que los gringos los tenían espiados
hasta la médula.
En las primeras de cambio le ha ido tan mal al diputado, vicepresidente
de un partido, militar de dos rangos, convertido ahora en el Don Corleone de la
familia soleada, que ya en las redes sociales corre le especie de que el
otro día dijo “si miento que se caiga el techo” y la cornisa del Palacio
Federal Legislativo se desplomó. Cierto o no ya empiezan los mitos que tumban
los ídolos de barro.
Definitivamente esta V vino a ser diferente a la IV: tenemos
un cártel de los soles, unos políticos de quinta que antepusieron los intereses
extranjeros por encima de los nacionales y unos resentidos, ruines, viles y
pendencieros que pasarán a la historia como los destructores del país. Ya no
les quedan caretas de demócratas a estos cleptócratas que nos desgobiernan, aunque
la tarea de adecentar al país será más fácil porque parece que Dios(dado) ya no
proveerá.
Llueve… pero escampa
Idolos de chocolate que cuando les pega el Sol(la luz de la verdad) se derriten.
ResponderEliminarY lo del oficial de la armada al mero estilo de Holliwood: Kevin Costner en No way out