Por Miguel Yilales
@yilales
En Venezuela estamos en emergencia desde hace años. No hacía
falta decreto, pronunciamiento, proclama o cadena de radio y televisión para
que el ciudadano común se percatara de ello aunque hay ciegos ideológicos que no
la ven porque es más fácil negar lo evidente y culpar a otros de sus
incapacidades.
Estamos en una crisis generada por unos incapaces que han
permanecido al frente del Estado venezolano por 17 años, que les dio por asesinar
a la gallina de los huevos de oro para revisar, mediante una autopsia, de donde
salían los dorados embriones y ahora se desesperan porque se les acabó el
preciado metal y la gallina no quedó ni para sancocho.
Hablar de una emergencia porque sobra el dinero inorgánico
que irresponsablemente ellos mismos imprimieron, decir que los productos no
llegan a los anaqueles porque las empresas privadas son malucas y creerse el
cuento de que el imperio bajó el precio del petróleo para derrocar a este
bodrio culebrero que es la revolución, solo puede entrar en las delirantes
cabezas de comunistas trasnochados que quieren mantener a la gente pobre para
que sigan dependiendo de las dádivas que les dan.
Pero la emergencia va más allá de lo económico, que por sí
misma es una calamidad, hay situaciones graves en todos los órdenes en esta tierra
que, por intervención del Socialismo del Siglo XXI, transmutó de agraciada en
desgraciada, infeliz y desventurada.
Unos más que otros
Durante la semana pasada unos desadaptados secuestraron a
una familia y al no tener con que pagar para que los liberaran, asesinaron a
una pareja, los incendiaron en su propio carro e hicieron que las hijas
presenciaran como morían sus padres según los videos que los delincuentes
grabaron para vanagloriarse de su acción delictual. Sobre esas muertes
ocurridas en Caracas nadie se pronunció, ni pidieron castigo ejemplar para los
autores materiales de esa abominación, no hubo días de duelo, ni
condecoraciones, ofrendas florales, ni nada que se le parezca.
Pero al día siguiente fue ultimado de un disparo un
periodista, activista del gobierno y funcionario al servicio de un organismo de
esos paralelos que han inventado para quitarle competencias a las instituciones
constitucionales y legales cuando pasan a manos opositoras. Eso sí generó que
el régimen hablara. El psiquiatra de la revolución decretó 3 días de duelo y se
pronunció para hacer lo que mejor hace: manipular, mentir y maniobrar. Según
Jorge Rodríguez el asesinato fue para silenciar a los medios oficiales (parece
que no se ha enterado que el único que silencia periódicos, emisoras de radio y
canales de televisión es su propio régimen) y para perjudicar el llamado al
diálogo que propuso Nicolás Maduro (aunque en realidad sea un monólogo de los
que les gusta a los socialistas del siglo XXI).
Sí en Venezuela se decretaran 3 días de duelo por cada
persona asesinada, solo el año pasado, estaríamos con la bandera a media asta
229 años y 40 días. Pero para este gobierno hay venezolanos más venezolanos y ciudadanos
más ciudadanos.
Más que decretos
chimbos
La emergencia no es solo con la inseguridad o en la economía
es de orden moral. Hay quienes pontifican con el cuento de que robar es malo
mientras se apropian de los bienes comunes, usufructúan lo que no les
corresponde o hacen lucrativos negocios con un gobierno desalmado (eso incluye
a los radicales libres de Twitter que proponen sacrificio, sangre, sudor y
lágrimas pero tienen a familiares en el gobierno o trabajando con él); otros
que pegan el grito en el cielo cuando les quitan unos dólares, algunos euros y
relojes de marca que resguardan debajo del colchón pero retiran la demanda porque
mantienen nexos amatorios con quien los hurtó; los que no les parece tan malo
que se usen los bienes del Estado para cancelar cirugías estéticas a jóvenes porque
eso lo hace todo el mundo y los que critican a la nación del norte porque allá hay
consumo de drogas pero se dedican al lucrativo negocio del narcotráfico.
Hay quienes tienen las manos en la masa y creen que nadie se
percata, quienes los agarran con un guiso y dicen que antes había más, quienes
se creen moralmente superiores a los demás pero se comportan como los verdugos
que critican. En Venezuela estamos en emergencia desde hace tiempo, el problema
no es de decretos chimbos sino de quienes los redactan, se hace imperioso que
salgamos de ellos para vislumbrar soluciones a la crisis terminal en que
estamos.
Llueve… pero escampa
Muy bueno. Siempre combinando opinión y datos duros. Un pueblo tan dado a comer cuentos políticos desde los inicios de su historia, requiere esclarecimiento desde la perspectiva de los valores universales, también éstos de todos los tiempos. Cuando ese pueblo se dé cuenta dónde se encuentra el verdadero origen de sus males, temblarán los sátrapas.
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