Por Miguel Yilales
@yilales
Se dice que en política hay bombas de tiempo que no
discriminan a los actores que arrasan. Las desigualdades sociales, las
injusticias de un poder arrodillado a los designios del capataz, la falta de
equidad ante un Estado todopoderoso, los abusos del poder por parte de quienes
lo detentan, el hambre que padecen los pueblos son solo algunas de esas bombas
con las que a diario se vive en Venezuela.
Mientras países con peores niveles de vida se dedicaron a
invertir los recursos del oro negro para mejorar los estándares de sus
ciudadanos, aquí un megalómano se empeñó en regalarlo para así convertirse en
un adalid de la pobreza, de la miseria continental y todo un líder de la
destrucción. Y que para remate en los estertores de su vida buscó a quien
pudiera continuar su legado de cataclismo sin demostrar un ápice de
rectificación.
Ante el grave panorama que se nos avecina uno esperaría de
quien temporalmente detenta el poder, y puede que hasta ilegalmente por la
falta de pruebas de su lugar de nacimiento, hubiese designado una especie de 007,
Ethan Hunt, Mc. Gyver y hasta la Rana René, con la intención de desactivar la bomba
de tiempo que a todas luces nos mantiene en ascuas.
A Nicolás Maduro se le han presentado varias oportunidades
para rectificar y no lo ha hecho, por el contrario su respuesta cada vez ha
sido peor. Para nadie es un secreto que ha puesto a los mismos que instalaron
las bombas, o lo que es peor a personas más incapaces, para que aticen ese
dispositivo explosivo llamado conflictividad social.
A las pruebas me
remito
Si la crisis de la salud pública no fuese tan delicada, creo
que le hubiese salido mejor colocar a uno de esos que firman récipes médicos
plagados de horrores ortográficos que a quien designó. Alguien llamada, por el
juramento hipocrático, a preservar la salud infantil se pronunció enemiga de que
los niños se cepillen al levantarse, después de cada comida y al acostarse por
ser un estereotipo capitalista e imperialista, que contribuye al
desabastecimiento de los dentífricos en el país. Nada de que los dientes de
arriba se cepillan hacia abajo o viceversa, que el cepillo debe ser cambiado
regularmente o que se debe ir a chequeos dentales una vez al año, para ella
agua y dedo son suficientes.
En materia de abastecimiento ocurrió igual con las ministras
de agricultura urbana. La primera no tuvo tiempo ni de calentar la silla y
menos de desembalar alguna caja, pero le dio por proponer que todo el mundo
anduviese con su sembradío de ají dulce, cebollín y cilantro para acabar con la
carestía. Esa medieval técnica de los cultivos urbanos, junto a la
recomendación de andar con un lápiz para puyarles los ojos a los gringos, fue
suficiente para que la enviaran nuevamente al nosocomio de donde debe haberse
escapado.
Pero no todo quedó allí porque la sustituta, en un acto de
malabarismo discursivo, responsabilizó del desabastecimiento de los anaqueles a
que la gente mantenía las neveras desbordantes de productos, sin percatarse que
las únicas neveras llenas en el país son las de la morgue ¿Quién puede llenar
una nevera con los precios de los productos y los sueldos de miseria que ha
impuesto el socialismo del siglo XXI? Solo los encamburados ministros
revolucionarios.
Corten el cable
Pero la guinda, en eso de acelerar las bombas de tiempo, fue
el flamante diputado que venía de dirigir las políticas educativas del país. A
su entender despilfarraron 17 años al frente del Estado, no fueron eficientes
en el manejo de los recursos y menos implementaron una economía productiva
porque los venezolanos eran analfabetos. Es decir ahora el pueblo bañado en la
sabiduría revolucionaria está dispuesto a comerse un cable para que, en épocas
de vacas flacas, los bolichoros puedan preservar sus beneficios.
En todas las películas de acción siempre hay un aparato
explosivo con un contador que lo activará en solo minutos y que es inutilizado
en el último segundo por el protagonista, luego de mantenernos en vilo entre sí
debe cortarse el cable verde o el rojo.
Definitivamente saber que cable cortar es importante,
hacerlo a tiempo es primordial. Los demócratas del país, hoy más que nunca,
deben activar los mecanismos necesarios para salir de los explosivistas que
están sentados en Miraflores y en los distintos poderes públicos, nuestra Constitución
tiene distintas piquetas, alicates y tenazas para cortar los cables, antes de que
nos estalle esta bomba de tiempo.
Llueve… pero escampa.
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