Por Miguel Yilales
@yilales
Cuando un productor de televisión, cine e incluso de radio
apuesta por un remake lo hace porque cree que los éxitos del pasado son
reeditables, porque las añoranzas lo validarán y porque no teme a aquello de
que nunca segundas partes son buenas. Lo cierto es que vivirá una incertidumbre
que solo se develará con las críticas o la aceptación de la audiencia.
Hay quienes piensan que los clásicos audiovisuales es mejor
dejarlos como lo que son: una memoria histórica que sacudió el espectáculo y
dejó huella profunda en una época, bien por sus actores, sus guiones o porque
la impronta, dejada en su momento, no es repetible en otro. Pretender
reproducir los éxitos de El Show de Lucy, Hechizada o El Zorro sin Lucille
Ball, Elizabeth Montgomery o Guy Williams sería como hacer un batido, y en eso los
venezolanos tenemos experiencia, sin agua, sin azúcar y sin frutas.
Por eso es que pasé un susto muy grande cuando, en ese espíritu
periodístico que no sé si ya llega a ser masoquismo, se me ocurrió sintonizar
el canal que está al servicio de todos los militantes del PSUV para ver la “verdad”
revolucionaria. En pantalla se veían imágenes, de lo que parecía ser una
reedición de una serie televisiva que se transmitió en los ochenta, con un caballero
vestido de blanco, en el aeropuerto de una isla tropical y que le cumplía
fantasías a todo el mundo.
Autoritarios y
antidemocráticos
Ver al señor que dirige los destinos del país, embutido (nunca
peor vestido) en un traje blanco, convertido en un Don Regalón mientras los
venezolanos pasamos las de Caín, solo es posible en la cruel y perversa
fantasía urdida en la mente de un emidosaurio caribeño. Al artífice de esa
quimera solo le interesa que año tras año, un grupo de lisonjeros le canten
cumpleaños y le lleven, a su decrépita existencia, inútiles obsequios.
Para entregar esas dádivas, el níveo trajeado, nos hace
padecer un Viacrucis hasta el Calvario, y no me refiero al caraqueño parque que,
en la onda de los juegos olímpicos, ahora es un corredor presidencial vedado a la
presencia periodística, quizás para evitar que descubran la rutina de ejercicios
del obeso mandatario. Es que tener que hacer interminables colas, como quien
camina al Gólgota, en busca de medicamentos, alimentos e insumos es todo un
martirio o que los menos favorecidos, obligados por el hambre, deban padecer el
suplicio de buscar migajas y sobras que, en nuestro caso, se evidencia por el
incremento de bolsas raídas con desperdicios en las calles, no precisamente por
culpa de callejeras fauces caninas.
Será por eso que ante la carencia de ideas, la escasez de palabras
y la insuficiencia de talento a nuestro fantoche le da por pedir consejos y oír
las monsergas de un decadente nonagenario que ni puede soplar las velas de la
torta. De ahí debe haber surgido la patraña de amenazar a todo aquel que exigiese el cumplimiento
de la constitución y por ello vocifera que “el presidente turco Erdoğan
quedará como un niño de pecho” si la inmensa mayoría continúa con las intenciones
de desalojarlo del poder, con lo cual ratifica la naturaleza originaria de la plaga
roja, es decir, que son atrabiliarios, violentos, autoritarios y
antidemocráticos.
Dile no a la piratería
A pesar de los “ilustrados”
consejos, cada vez, está más errático y desatinado: decreta un incremento de
sueldos que no puede pagar sin imprimir más dinero inorgánico, lo que disparará
la inflación y convertirá el aumento en sal y agua entre los dedos de los favorecidos;
retiene los recursos, al único poder público que no le es afecto, para que no se
cancelen los sueldos y jura que se la está comiendo; habla como presidente pro tempore de un organismo multilateral
que no lo ha nombrado como tal y no se percata del ridículo que hace; hostiga, persigue y acosa a diputados,
empresarios y periodistas que alertan sobre las arbitrariedades y atropellos
gubernamentales y, en el marco de
la diplomacia de arrabal (que se impuso cuando era canciller del
difunto), le da por insultar, gritar y berrear contra otros presidentes, el Secretario
General de la ONU o el de la OEA.
Al igual que en
la televisión y en el cine sobran los ejemplos de segundas versiones que
desencantaron a la audiencia, asimismo ocurre en la política venezolana, en
especial, cuando quien manda acaba como la copia chambona, barata y pirata del
gobernante anterior, que, por mucho, ya era el peor de nuestra historia
republicana.
Llueve… pero
escampa
Excelente escrito no creo que sea copia barata, es peor que eso es basura y miseria lo que representan.
ResponderEliminarMiguelito, excelente artículo. Tal cual la historia de esos malandros, que han desangrados ambas naciones. Espero que puedas escribir una nueva y mejor historia, pronto. Debemos salir ya de esta
ResponderEliminarpesadilla. Un abrazo
Miguelito, excelente artículo. Tal cual la historia de esos malandros, que han desangrados ambas naciones. Espero que puedas escribir una nueva y mejor historia, pronto. Debemos salir ya de esta
ResponderEliminarpesadilla. Un abrazo
Excelente escrito Miguel, un gran abrazo
ResponderEliminar