Por Miguel Yilales
@yilales
Desde el año pasado, el régimen de Nicolás Maduro y sus cómplices,
se han dedicado a la tarea de demostrar las razones por las que se hace
inviable gastar tiempo y dinero en ese vicio pequeño burgués de pretender la solución
de nuestros problemas mediante la vía electoral e imponernos la idea (acorde a su
autoritarismo militarista nadie puede pensar) que la única salida viable es que
dejemos en el poder a los responsables de estos lodos. Se sienten
imprescindibles y que eso les da la autoridad para mantenerse en el poder así roben,
asalten, trafiquen con narcóticos, contrabandeen, manipulen y extorsionen.
Por ello no extraña que una revolución de quincallería haya
celebrado y conmemorado dos hechos que avergonzarían a cualquiera: el
bicentenario del nacimiento de un cuatrero, delincuente y violador de menores y
la gesta de un militar felón, cobarde, misógino, mentiroso y narcisista cuya
mayor ejecutoria fueron las efusiones ventrales al primer disparo.
Un proceso político que tuvo su génesis en la traición a los
juramentos de defender la constitución, las instituciones y, por ende, a la república;
involucrar, mediante engaños, a unos imberbes soldados en un intento de golpe
de Estado; en el asesinato de venezolanos; en el intento de magnicidio presidencial
y en la tentativa de eliminación física de su familia solo puede verse
personificada por la fechoría y el delito que representan un forajido del Siglo
XIX y un sátrapa del Siglo XXI.
El mejor sistema
electoral
Mientras la plaga gobernante pudo valerse de la democracia
les dio por someternos a constantes procesos electorales: lloviese, tronase o
relampaguease; con vaguada, muertos y tragedias; con insurrecciones populares o
sin ellas; con candidatos opositores o con llamados a la abstención; con mediocres
candidatos “opositores” salidos de las mismas filas gobierneras o con anodinos candidatos
surgidos de las filas opositoras.
Ahora que los vientos les resultan adversos, que el rechazo
a las tropelías revolucionarias son evidentes, que la propaganda chavista no
puede ocultar la desastrosa realidad, que se les pierden helicópteros pero solo
se preocupan por convertir al Paseo de Los Proceres en una especie de Sambódromo
criollo con carrozas, comparsas y fantoches disfrazados de héroes y que
empiezan a aparecer, desperdigados por el mundo, ex furibundos revolucionarios
que se autocatalogan de perseguidos políticos, les da por demostrar que ese
exceso de participación política, sustentada en el “mejor sistema electoral”,
era un ramplón engaño.
Tan es así que el referéndum fue obstaculizado, por el
propio ministerio de elecciones, al extremo de hacerlo inviable; las elecciones
de gobernadores, que debieron ser en diciembre del año pasado, no tiene fecha
de realización y las de alcaldes, que corresponden este año, menos aún, la
excusa es que hay otras prioridades antes que perder el tiempo y el presupuesto
con sufragios innecesarios, ya que para cubrir las vacantes pueden prorrogar en
los cargos a los más cicateros chavistas o designar a dedo a cualquiera con
prontuario (han reemplazado a ocho gobernadores, sin aviso y sin protesto).
Política en serio y
seria
Se ha insistido que las dictaduras modernas, es decir, las
tiranías con ropajes de legalidad, usan a la democracia según su conveniencia:
se amparan en las leyes que manipulan; hacen elecciones si creen que los
resultados no les van a ser adversos y respetan las reglas, los lapsos y las normas
cuando les da la gana hacerlo.
Los valores éticos que hacen a la democracia deseable son contrapuestos
a la cárcel injusta, a la persecución política, a la segregación por pensar
distinto, a la intolerancia ante el disenso, al quebrantamiento y manipulación de
la ley, a la perpetuación en el poder de los mismos bodoques y al
enriquecimiento de unas pústulas que se creen herederos de las glorias
libertarias, a tal extremo que un abyecto general chavista se le ocurrió
proponer que se considerase a su medroso líder como el libertador del Siglo XXI
y II padre de la patria (minúsculas obligadas).
En verdad no son simples tiempos electorales sino tiempos de
que quienes asumieron la conducción opositora hagan política seria y en serio para
obligar a la tiranía (lo demás son cuentos) a cumplir las reglas del juego y que
permitan contarnos en un ambiente de libertad, igualdad, civilidad, justicia,
pluralismo, tolerancia, legitimidad, legalidad y respeto.
Llueve… pero escampa
No hay comentarios:
Publicar un comentario