Miguel Yilales
@yilales
Hace algunos años un grupo de venezolanos iniciaron una
protesta ante lo que era un abuso por parte del gobierno de turno. Para ello no
se alzaron en armas, ni atentaron contra el Estado de Derecho, sino que
agarraron unas pancartas y protestaron.
Corría el año 2001, que por la cantidad de acontecimientos
que ocurren en este país pareciera que fue, como dicen los cuentos de hadas,
hace mucho, mucho, mucho tiempo atrás, cuando escuchaba “con mis hijos
no te metas”, en señal de protesta contra el decreto 1.011, que permitía al gobierno
intervenir en el sistema educativo hasta convertirlo en un proceso de
adoctrinamiento de niños y adolescentes.
La gente salió a la calle y empezó a protestar. Recuerdo que
en esos días, en uno de esos actos en La Carlota, el presidente de entonces, rodeado
de militares, se molestó porque el bullicio de ollas y cacerolas tronaban
cuando él, en un acto de soberanía económica, política y de justicia social,
vendía los aviones de PDVSA, porque a partir de allí se acabaría la costumbre
de los gobiernos burgueses de la IV República de las colas en los aviones de la
estatal petrolera, claro está él no tenía el poder premonitorio para saber que
13 años después los aventones aéreos continuarían, pero ya transmutados en
socialistas.
La injerencia
imperialista
Es que viajar a Brasil, La Habana o Westonzuela, ese enclave
que se ha convertido en inversión boliburgues, tienen que ser considerados
rutas socialistas, en especial luego de que nos hayan involucrado en una guerra
económica internacional que ha limitado el número de vuelos desde y hacia
Venezuela, no porque quienes gobiernan sean unas maulas, sino porque el interés
imperial así lo ha establecido.
Un régimen que muestra los mejores índices de
abastecimiento, inversión social, disminución de la pobreza, transparencia en
el manejo de lo público y pare usted de contar, trata de ser desestabilizado
por la envidia que producimos en países como Dinamarca, Suecia, Canadá, Suiza,
Reino Unido, Chile, Uruguay y, por supuesto, los Estados Unidos de América.
Este último país luego de intentar invadirnos por diversos
mecanismos, de enviar a Álvaro Uribe Vélez y a sus cachorros pitiyanquis
venezolanos a fraguar procesos de desestabilización y fracasar, y en un acto de
clara injerencia a la soberanía chavista, sancionó a unos funcionarios del
régimen por violar los Derechos Humanos, como sí eso de tener estudiantes
presos sin proceso, asesinar a ciudadanos por protestar, tener colectivos
armados como los usados por Adolfo Hitler, emplear a las Fuerzas Armadas para
funciones que no les son propias, torturar y violar, fuese algo tan grave.
Pero sus planes han sido develados por esa suerte de mezcla
entre el Mossad, el MI-6, la CIA, el FBI, el G-2 cubano y hasta la extinta KGB,
como lo es el sistema de inteligencia bolivariano, único en el mundo que
descubre atentados, capturan armas, encuentra planes, pero no captura a nadie.
Yanquis go home
Por eso es que el día en que se conmemoraban dos de las
tragedias más grandes que ha vivido Venezuela en este siglo, la aprobación de la
constitución bolivariana (ultrajada de manera reiterada por quienes gobiernan)
y el deslave de 1999 en Vargas, el régimen salió en defensa de la soberanía
nacional y convocó una multitudinaria marcha (de autobuses venidos de todos los
rincones del país, porque la gente no se vio) para rechazar las agresiones
norteamericanas.
Discursos encendidos contra los norteamericanos, mezclados
con frases nunca antes dichas como “yanquis
go home”, estaban a la disposición durante todo el día para ser rematado
con un juramento de Nicolás Maduro, con espada y todo, de luchar junto a ese
valeroso, eficiente, entrenado y socialista cuerpo armado que son las milicias,
hasta derrotar los valores del capitalismo que representa Mickey Mouse.
Sino fuese porque uno ha visto la cara de angustia que ponen
cuando van a tramitar la visa a la Embajada de los Estados Unidos, las horas
que pasan para reunir los papeles y practicar las preguntas que le puedan hacer
y la cara de alegría cuando se las aprueban porque al fin podrán visitar Miami,
Nueva York o las Vegas, de seguro que todos los jerarcas y seguidores del
régimen saldrían a quemar sus visas en las plazas Bolívar del país en señal de
protesta, como propusiera la combatiente y ministra Iris Varela, aunque en
realidad lo que desean es berrear a moco suelto “con mi visa no te metas”.
Llueve… pero escampa
Te falto que derriban aviones por bojote y tampoco se consiguen los tripulantes
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