jueves, 4 de diciembre de 2014

El cuento del gallo pelón

Miguel Yilales
@yilales
Cuando estudiaba, aun no he dejado de hacerlo, el alfabeto tenía 29 letras, ya que se incluían los dígrafos ch y ll como letras. Luego las cosas cambiaron y pasamos a tener sólo 27 letras.
Les reseño esto porque hace muchos años nació un genio cuyo apellido comenzaba con la letra “C”, aunque antes de 2010 decíamos que era con “Ch” (no se les ocurra pensar que voy a escribir del Tribilín de Sabaneta).
Hacia 1939, mucho antes de que nacieran la mayoría de los responsables de este desastre que nos gobierna, el indiscutible e inigualable Charlie Chaplin, a escasos meses de iniciada la II Guerra Mundial, creó una obra maestra en la que parodiaba lo que estaba por ocurrir.
En la película “El Gran Dictador” aparecen dos personajes: un regordete militar, de escasa cabellera, bocón, que le encantaba gesticular y amenazar y un dictador con bigotes, de escasas ideas, de pocos modales y fanfarrón (aunque por la descripción un lector distraído pudiesen creer que salieron de esta revolución bonita, pero no es así): Astolfo Hynkel y su par italiano Benzino Napaloni.

A jugar lotería

En esta sátira, Chaplin quien vio lo que iba a ocurrir mucho antes que Petain y Chamberlain, criticaba agriamente las acciones como la represión contra la disidencia, la persecución al que pensara distinto y la limitación a la libertad de expresión, de no ser porque eso ocurría en el ficticio país de Tomania, nadie se imaginaba que eso iba a ocurrir en la Alemania de los años siguientes y mucho menos en la Venezuela de hoy.
Acontece que en estos meses hemos visto a nuestro tropical Hinkel y su camarada parlamentario Napaloni, desesperados porque luego de clamar por el ataque imperial que les permitiera demostrar la garra antiimperialista de unos muy veteranos y obesos milicianos, la única conflagración que llegó fue la del “precio justo” de lo único que producimos.
De nada sirvieron las máximas del führer bolivariano que indicaban que tendríamos “petróleo para mil años y debíamos compartirlo con los más pobres, a precio preferenciales y a largo plazo”.
Resulta que dilapidamos ingentes fortunas, como quien se gana la lotería, empieza a hacer fiestas para celebrar y ayuda a sus vecinos para que salgan adelante, para luego percatarse que quedó más pobre de lo que era antes. Nos peleamos con el que pagaba a tiempo y alcahueteamos a los camaradas de parranda, ahora que necesitamos que paguen, tenemos que recurrir a prestamistas para que asuman la deuda.

Persecuciones y atropellos

Ante tanto fracaso y luego de perder por puntos y nocaut con la economía, la diplomacia, la cultura, la educación, la inseguridad y el desabastecimiento, pusieron en práctica la estrategia de la distracción política y judicial, como tantas otras veces.
Para ello ordenaron al independiente, pulcro y eficaz Ministerio Público que imputara al ser más malvado de la política venezolana por atentar contra la estabilidad nacional, no porque fuese responsable del envenenamiento de los 40 reos en Uribana, ni porque hubiese entregado la soberanía nacional a Guyana, ni mucho menos por haber cambiado el petróleo por espejitos chinos sino por exigir la renuncia de los responsables de este desastre, acción tan democrática como las elecciones y tan constitucional como la protesta.
Los regímenes totalitarios, del signo que sea, siempre les da por perseguir a los que piensen distinto, así lo hicieron los nazistas, los franquistas, los maoístas, los pinochetistas, los castristas y, no se podían quedar atrás, los chavistas. Este año se inició con la cárcel a Leopoldo López, luego la destitución y prisión a alcaldes opositores y ahora la imputación a María Corina Machado.
Mientras el mundo clama porque cese el acoso político en Venezuela, el régimen responde “que si quieren que les cuente el cuento del gallo pelón”; cuando se pide que se respeten los derechos humanos, la revolución contesta “que si quieren que les cuente el cuento del gallo pelón”; si alguien alza la voz pidiendo responsables por la inseguridad, las muertes en las cárceles, el desabastecimiento, en cadena nacional dicen “que si quieren que les cuente el cuento del gallo pelón”; si se desea libertad para los presos políticos, que cesen las torturas o haya independencia en los poderes públicos, las focas rojas cantan a coro “que si quieren que les cuente el cuento del gallo pelón”… hasta que los venezolanos seamos los que les contemos a ellos el “cuento del gallo pelón”.

Llueve… pero escampa

3 comentarios:

  1. Estos 10 controladores Alfas y Betas creen que somos gammas, deltas y epsilones con bajo nivel de inteligencia, así según somos importantes e iguales y por lo tanto felices en "Un Mundo Feliz", incapaz de ejercer su libertad de pensamiento, ni derechos para elegir, como cita la obra de Aldous Huxley.

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  2. Como siempre agudo y certero en sus reflexiones estimado Prof, saludos desde Barquisimeto

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  3. Son respuestas de personas con falta de conocimiento y liderazgo.. Saludos!

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