domingo, 25 de octubre de 2015

Una piñata sin caramelos

Por Miguel Yilales
@yilales
No hay actividad que los niños deseen con mayor afición que la invitación a una fiesta. Se les olvidarán las tareas, las responsabilidades, pero nunca el día, la hora y el motivo de una celebración. No es la torta, ni la gelatina y mucho menos el quesillo los que realmente les atraen, ni siquiera los interminables y hasta repetitivos shows de imitadores, magos, bailarinas o muñecos son la esencia de la fiesta. La gran protagonista es, sin lugar a dudas, la piñata.
Recuerdo que en mi infancia, hace ya unos cuantos lustros, por lo general las piñatas estaban llenas de caramelos, chocolates y pequeños juguetes y nos turnábamos para tratar de reventarla con el palo de la piñata. Lo cierto es que la meta era que todos tuviésemos la posibilidad de recibir parte del relleno.
Lo que a ningún organizador de fiesta infantil se le ocurriría hacer es cursar invitaciones para muchos niños, llamarlos para la piñata y llenarlas de piedras, menos aun no rellenarla solo para que los infantes se vayan de la celebración con las manos igualitariamente vacías. Eso solo se le podría ocurrir, y a las declaraciones me remito, si quienes organizaran las fiestas siguieran las directrices de este bodrio que llaman revolución bolivariana, antiimperialista y chavista.

No vale Santa Lucía

Para estos desalmados, que promueven votos de pobreza para los demás pero son voluptuosos sibaritas en el vestir, el comer y el beber, lo lógico es amasar grandes fortunas, violar la ley, asediar y hostigar a los que no piensen como ellos, para luego huir y decir que no aguantaron más las presiones, no importa que no hayan tenido la fortaleza, ni la entereza para enfrentarla antes. Nada de coraje en asumir la responsabilidad, ni de valentía para oponerse a las decisiones arbitrarias y violatorias de la constitución, de quien está llamada a ser garante del debido proceso o de alzar la voz a tiempo para evitar que la injusticia se hiciese norma. Es que después de ojo sacado, no vale Santa Lucía.
Antes fueron Luis Velásquez, Eladio Aponte, Leamsy Salazar, Rafael Isea, ahora se les suma el fiscal patriota, bolivariano y revolucionario (hasta hace poco) Franklin Nieves, quien luego de esgrimir la guadaña en contra de Leopoldo López (se supone que el fiscal demostró la culpabilidad del imputado), celebró que la jueza lo sentenciara y que fue elevado al Olimpo de los próceres revolucionarios por Luisa Ortega Díaz, sale a denunciar que fue presionado y que trastocó la verdad en mentira para cumplir la orden de mantener en la cárcel a un inocente y satisfacer los retorcidos fines de Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y cuanto bicho con pesuña hay en la revolución bolivariana.
Cabría preguntarle ¿A cuántos más llevó a juicio y permitió sentenciaran sabiendo que eran inocentes solo porque lo presionaron?, sí trabajó bajo los designios de Luisa Ortega desde hace 7 años ¿Por qué tardó tanto en denunciar cómo su exjefa obliga a los fiscales a actuar contra el debido proceso? ¿Con qué tesitura moral les pide a los fiscales y jueces que sean valientes cuando él no lo fue?
Todo un tema de discusión y reflexión para quienes aun creen que la turba que se apoderó del poder tiene algo de talante democrático.

Una poblada infantil

Estos remedos de ciudadanos solo desean permanecer en el poder porque sus riquezas mal habidas vienen del latrocinio de los dineros públicos y saben que una vez desalojados de su posición de mando deberán rendir cuentas por destruir al país desde que aparecieron en la vida pública, por los inocentes que sentenciaron y asesinaron por pensar diferente, por la delincuencia y grupos de exterminios extrajudiciales que promovieron, por el caos anárquico, la inseguridad, la escasez y la inflación que estimularon, por dilapidar la fortuna que ingresó al país e imbuirnos en el más desastroso atraso.
A nadie le gusta una piñata llena de piedras, menos les agrada que le arrebaten lo que en justicia “piñateril” le correspondió y no perdonan, so pena de que una poblada infantil tome la justicia en sus manos y acabe con la fiesta revolucionaria, que los engañen.
Ese es el país que tenemos tras 17 años de una involución política generada por el más perverso sistema de distribución de miseria como lo es la revolución bolivariana y por esta claque que disfruta las bacanales revolucionarias, liban los escoceses más añejos, pero que deciden irse al Imperio cuando ven una piñata sin caramelos.

Llueve… pero escampa

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